5 de Marzo 2024
San Focas de Antioquía
Mártir
(s.
III)
Patrono de jardineros y marineros.
En
Sinope, en el Ponto, San Focas, mártir, labrador de oficio, que
sufrió muchas injurias por el nombre del Redentor.
Focas
moraba junto a la puerta de la muralla de Sinope, una ciudad de
Paflagonia, sobre las costas del Mar Negro. Su medio de vida, era el
cultivo de un pequeño huerto, y entregado a su humilde y duro
trabajo, imitaba las virtudes de los santos anacoretas.
Así
era tan completamente feliz, como nuestros primeros padres en el
Paraíso. Desde que ellos pecaron, la tierra dejo de rendir sus
frutos por sí sola, y requirió el sudor de la frente del hombre,
sin embargo, para Focas, no había delicia mayor que la de cuidar su
jardín, y podar sus árboles, porque consideraba que no podía haber
tarea más útil, necesaria y natural, ni otra que mejor se adapte, a
mantener en el hombre el vigor, de la mente y la salud del cuerpo,
que la labranza.
No puede haber un campo mejor para la
contemplación, que el de un jardín en flor, donde nuestras almas,
se eleven necesariamente a Dios, con preces de alabanza y de amor, y
donde se estimula nuestro fervor, al ver la generosidad con que paga
nuestros trabajos, y multiplica la semilla que recibe, al tiempo que
nos incita a derramar lágrimas, por nuestra ingratitud hacia Dios.
San Focas pensaba en todo esto, y unía la plegaria al
trabajo, y su huerto era para él, como un libro abierto, y una
inagotable fuente de meditación. Su casa siempre estaba abierta para
todos, incluso para los desconocidos y peregrinos, que no encontrasen
lugar donde hospedarse.
Al cabo de varios años, de haber
repartido liberalmente los frutos de su trabajo entre los pobres, fue
digno también de dar su vida por Cristo. Repentinamente estalló en
Paflagonia, una cruel persecución contra la Iglesia.
A Focas
se le señaló como cristiano, se le privó de las formalidades de un
juicio, y se mandó a una partida de soldados, para que le matasen en
el mismo lugar, donde le encontraran. Cuando los soldados llegaron a
Sinope, no pudieron entrar, porque estaban cerradas las puertas, y
pidieron asilo en el huerto de Focas, sin saber que era él.
Como
de costumbre, el santo los recibió amablemente, y los invito a
cenar. Cuando todos estaban sentados a la mesa, los soldados
revelaron a su anfitrión, los pormenores de la tarea que les había
sido encomendada, y le pidieron que les informara donde podrían
encontrar a Focas.
El bondadoso jardinero, les dijo que
conocía perfectamente a Focas, y que a la mañana siguiente, les
daría informaciones sobre su paradero. Al caer la noche, cuando
todos se habían retirado a dormir, Focas cavó en el jardín su
propia sepultura, y terminada la tarea, se arrodillo a orar, a fin de
preparar su alma para la hora postrera de su vida.
Así le
sorprendió el amanecer, y entonces se levantó, y fue a la casa en
busca de sus huéspedes, para anunciarles que ya había encontrado a
Focas, el que quedaría en su poder, tan pronto como ellos quisieran
aprehenderle. Los soldados preguntaron donde podían hallarlo. «Aquí
lo tenéis -repuso el mártir extendiendo los brazos-, yo soy ese
hombre que buscáis».
En el primer momento, los soldados
quedaron paralizados por el asombro; luego comenzaron a moverse, sin
saber qué hacer ni qué decir, ante aquel hombre que tan
generosamente les había acogido, y que ahora se les entregaba
resueltamente, para que lo mataran. Focas, al advertir su confusión,
los alentó a cumplir con su deber, puesto que él consideraba su
propia muerte como el beneficio más grande que pudieran hacerle. Al
cabo de algunas vacilaciones, y sin que se pronunciara una sola
palabra, los soldados sacaron a Focas al jardín, y le cortaron la
cabeza.
Con el correr del
tiempo, los cristianos de Sinope, construyeron una magnifica iglesia,
que llevó su nombre. Alrededor del año 400, San Asterio, obispo de
Amasea, pronuncio el panegírico de este mártir, con ocasión de su
festividad, en una iglesia que se ufanaba de poseer parte de sus
reliquias, y dijo que «Focas, desde el momento de su
gloriosa muerte, se convirtió en un pilar de las iglesias de este
mundo.
A todos los hombres, los llama a su casa, y ahí los
recibe siempre con grandes beneficios; los caminos están transitados
de continuo, por los peregrinos que acuden de todas las comarcas, a
orar donde él elevaba sus plegarias. La magnifica iglesia que
conserva sus restos, es el sitio donde los afligidos encuentran
alivio y consuelo, los enfermos que buscan la salud, y los
necesitados abundantes provisiones en sus bodegas.
Y cualquier
lugar donde se conserven y veneren sus reliquias, aunque sea una
mínima parte de ellas, como en esta iglesia, se convierte en el
recinto, donde más desean morar los cristianos».
San
Asterio agrego en su panegírico, que los navegantes de los mares del
Euxino, el Egeo, el Adriático y los océanos, cantan himnos en su
honor, y con mucha frecuencia, el santo mártir los ha socorrido, y
salvado de innumerables peligros.
Nada más puede decirse con
certeza, sobre el santo de Sinope, aparte de que vivió en aquella
ciudad, fue martirizado, y ampliamente venerado. Hay infinidad de
datos falsos e inventados, y el nombre de Focas figura en los
calendarios en muy diversas fechas.
En el anterior
Martirologio Romano aparecían tres san Focas, un mártir de
Antioquia el 5 de marzo, un san Focas, obispo de Sinope y mártir
durante la persecución de Trajano, el 14 de julio, y Focas el
jardinero el 22 de septiembre, pero los tres no son sino el mismo,
que en el Martirologio Romano renovado quedó inscrito el 5 de marzo.
La ciudad de Vienne, en Francia, y muchas partes del Oriente de
Europa afirman poseer porciones de sus reliquias.
El
panegírico de san Asterio se halla impreso en Acta Sanctorum,
septiembre, vol. VI, asi como en Migne, PG., vol. XL, cc. 300-313.
Los investigadores del folklore han discutido mucho la historia de
San Focas, ansiosos de aclarar el motivo de su popularidad, y de la
devoción que le profesan los marineros; es posible que la
explicación se encuentre en su nombre de «foca», que es en griego,
lo mismo que en castellano, el del animal marino. Ver Archiv fur
Religionswissenschaft, vol. VIII (1904), pp. 445-452.
Por
otro lado, los investigadores E. Mass, O. Kern y Jaisle, ofrecen
soluciones que difícilmente pueden sostenerse en pie. En el
Synaxarium Constantinopolitanum (ed. de Delehaye), cc. 67-68, hay una
amplia nota sobre san Focas el 22 de septiembre; véase el Comentario
al Martirologio Jeronimiano, pp. 128, 374-375. Tanto la grafía
"Foca", como la escribe el MR, como "Focas", que
es más tradicional, son correctas.
Fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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