27 De Marzo de 2024
Beato Francesco Faà di Bruno
(1825 -
1888)
La
vida de Francisco, nos muestra una admirable síntesis, entre el
hombre de fe, y el hombre de ciencia. Nació en Alessandría, en la
región del Piamonte en Italia, el 7 de marzo de 1825. Su familia
era de buena situación económica y social, y educaron a sus doce
hijos al calor de la fe, siendo nuestro beato, el último en
nacer.
Era un apasionado de las matemáticas, las que estudió
con verdadero entusiasmo. Se incorporó al cuerpo de ingenieros del
ejército italiano, llegando a obtener el grado de capitán.
Estando en el estado mayor del rey Victor Manuel II, este
le encomendó la educación de sus hijos Umberto y Amedeo. El
ambiente de la corte, estaba cargado de anticlericalismo, y dado que
Francisco era un firmísimo creyente, convencen al rey, de que separe
a Francisco de dicho cargo, pues su influencia podía ser
“peligrosa” para los jóvenes príncipes.
Francisco decide
viajar a París, para perfeccionar sus estudios matemáticos,
renunciando a su cargo en el ejército. Aquí estudió bajo el gran
intelectual católico Cauchy, y el gran científico, codescubridor
del planeta Neptuno, profesor Leverrier. En medio de sus estudios, el
llamado de Dios va sonando más fuerte en su corazón, y Francisco
decide ser sacerdote.
Retorna a Italia, y en Turín es
ordenado sacerdote. Su obispo ve como apropiado, que Francisco se
dedique a la enseñanza de las Matemáticas, pues era necesario
mostrar a los jóvenes, que la fe era perfectamente compatible, con
el estudio de las ciencias.
Enseñó en la Universidad de
Turín por muchos años, desplegando una impresionante labor
académica, pues publicó cuarenta artículos en las más importantes
revistas científicas del momento. Por tales méritos, recibió el
grado de Doctor, por las Universidades de Paris y de Turín.
Es
increíble descubrir, como un hombre tan comprometido con el mundo de
la ciencia, se haya dado tiempo, para escribir algunos libros
ascéticos, y también haya compuesto hermosas melodías sagradas.
Turín está recibiendo el benéfico apostolado de Don Bosco,
y también la caridad del Cottolengo. Francisco aporta a este gran
renacimiento de la fe en el norte de Italia, fundando la Obra de
Santa Zita, para la promoción de la mujer.
Esta obra se
convirtió en una verdadera “ciudad de las mujeres”, pues en ella
habían escuela, laboratorio, enfermería, pensionado; todo con sus
propios reglamentos, y con una clara perspectiva de fortalecimiento
de la familia.
En 1867, surge en el pueblo turinés de San
Donato una iglesia, para recordar a los muertos de la guerra, por lo
que recibe el nombre de la Iglesia del Sufragio. Allí celebrará la
misa el P. Francisco, que por consejo de Don Bosco, está ejerciendo
ahora su ministerio sacerdotal con más dedicación.
El mismo
Papa, le ha pedido fortalecer la obra de Santa Zita, e inspirado por
el Espíritu Santo, funda con la hermana Agostina Gonella, Las
Religiosas Mínimas de Nuestra Señora del Sufragio, dedicadas a la
oración por las almas del Purgatorio.
El Padre Bueno, llamó
a su presencia al P. Francisco el 27 de marzo de 1888. Un siglo
después, el 25 de Septiembre, su Santidad Juan Pablo II lo proclamó
beato.
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