29 De Marzo de 2024
San Marcos de Aretusa
Obispo y
confesor
(364)
Conmemoración
de San Marcos, obispo de Aretusa (actual Er Rastan), en Siria, que
durante la controversia arriana, no se desvió lo más mínimo de la
fe ortodoxa, y bajo el emperador Juliano el Apóstata, fue
perseguido. San Gregorio Nacianceno, lo saludó como varón eximio, y
santísimo anciano.
Durante el reinado del emperador
Constantino, Marco de Aretusa, demolió un templo pagano, y construyó
una iglesia, convirtiendo a muchos a la fe cristiana. Al hacer esto,
se granjeó el resentimiento de la población pagana, que sin
embargo, no pudo vengarse mientras el emperador fuera cristiano.
Su
oportunidad llegó, cuando Juliano el Apóstata ocupó el trono, y
proclamó que todos aquellos que hubieran destruido templos paganos,
deberían reconstruirlos, o pagar una fuerte multa.
Marco,
que no podía ni quería obedecer, huyó de la furia de sus enemigos,
pero enterándose, de que algunos de sus fieles habían sido
aprehendidos, regresó y se entregó. El anciano fue arrastrado por
los cabellos, a lo largo de las calles, desnudado, azotado, arrojado
en una sentina de la ciudad, y después entregado al arbitrio de
jóvenes escolares, para que lo punzaran y desollaran con agudos
estiletes.
Ataron sus piernas con correas tan apretadas, que
le cortaron la carne hasta el hueso, y le arrancaron las orejas con
pequeños cordeles. Finalmente, lo untaron de miel, y encerrándolo
en una especie de jaula, lo suspendieron en alto al medio día, bajo
los ardientes rayos del sol de verano, para que fuera presa de las
avispas y moscones.
Conservó tanta calma en medio de sus
sufrimientos, que se mofó de sus verdugos, por haberlo elevado más
cerca del cielo, mientras ellos se arrastraban sobre la tierra.
A
la larga, la furia del pueblo se tornó en admiración, y lo dejaron
en libertad, en tanto que el gobernador, acudía a Juliano para
recabar su perdón. Eventualmente, el emperador lo concedió,
diciendo que no era su deseo, dar mártires a los cristianos.
Aún
el retórico pagano, Libanio, parece haberse dado cuenta, de que la
crueldad que provocó tal heroísmo, solamente fortaleció la causa
cristiana, e imploró a los perseguidores, que desistieran en su
persecución.
Nos cuenta el historiador Sócrates, que la
población de Aretusa quedó tan impresionada con la fortaleza del
obispo, que muchos pidieron ser instruidos en una religión, capaz de
inspirar tal firmeza, y que muchos de ellos abrazaron el
cristianismo.
Así, Marco fue dejado en paz, hasta el fin de
su vida, y murió durante el reinado de Joviano o el de Valente. San
Gregorio Nazianceno, Teodoreto y Sozomeno le rinden homenaje, al
relatar sus sufrimientos.
Acta Sanctorum, marzo, vol. III, y
Delehaye, Synax. Constant., pp. 565-568.
Fuente: «Vidas de
los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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