sábado, 30 de noviembre de 2019


Sábado 30 de Noviembre

San Andrés, Apóstol y Mártir


Uno de los doce Apóstoles, hermano de Simón Pedro

Murió mártir en una cruz en forma de X

Patrono de Rusia y Escocia

Breve:
Andrés, nacido en Betsaida, fue primeramente discípulo de San Juan Bautista; siguió después a Cristo, y le presentó también, a su hermano Pedro.

Él y Felipe, son los que llevaron ante Jesús a unos griegos, y el propio Andrés, fue el que hizo saber a Cristo, que había un muchacho, que tenía unos panes y unos peces.

Según la tradición, después de Pentecostés, predicó el Evangelio en muchas regiones, y fue crucificado en Acaya – Golfo de Corinto, Grecia.
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SAN ANDRES nació en Betsaida, población de Galilea, situada a orillas del lago de Genezaret. Era hijo del pescador Jonás, y hermano de Simón Pedro.

La Sagrada Escritura no especifica, si era mayor o menor que éste. La familia tenía una casa en Cafarnaúm, y en ella se alojaba Jesús, cuando predicaba en esa ciudad.

Discípulo de San Juan Bautista
Cuando San Juan Bautista, empezó a predicar la penitencia, Andrés se hizo discípulo suyo. Precisamente estaba con su maestro, cuando Juan Bautista, después de haber bautizado a Jesús, le vio pasar, y exclamó: "¡He ahí al cordero de Dios!"

Andrés recibió la luz del cielo, para comprender esas palabras misteriosas.

Inmediatamente él, y otro discípulo del Bautista, siguieron a Jesús, el cual los percibió, con los ojos del Espíritu, antes de verlos con los del cuerpo. Volviéndose, pues, hacia ellos, les dijo: "¿Qué buscáis?". Ellos respondieron, que querían saber dónde vivía, y Jesús les pidió, que le acompañasen a su morada.

Apóstol de Jesús
Andrés y sus compañeros, compartieron con Jesús, las dos horas que quedaban del día. Andrés comprendió claramente, que Jesús era el Mesías, y desde aquel instante, resolvió seguirle.

Así pues, Andrés fue el primer discípulo de Jesús. Por ello los griegos le llaman "Proclete", el primer llamado. Andrés llevó más tarde, a su hermano Simón, a conocer a Jesús, quien le tomó al punto por discípulo, y le dio el nombre de Pedro. Desde entonces, Andrés y Pedro, fueron discípulos de Jesús.

Al principio, no le seguían constantemente, como habían de hacerlo más tarde, pero iban a escucharle, siempre que podían, y luego regresaban al lado de su familia, a ocuparse de sus negocios.

Cuando el Salvador volvió a Galilea, encontró a Pedro y Andrés, pescando en el lago, y los llamó definitivamente al ministerio apostólico, anunciándoles que haría de ellos, pescadores de hombres. Abandonaron inmediatamente sus redes para seguirle, y ya no volvieron a separarse de Él.

AI año siguiente, nuestro Señor eligió a los doce Apóstoles; el nombre de Andrés, figura entre los cuatro primeros, en las listas del Evangelio.

También se le menciona, a propósito de la multiplicación de los panes (Juan, 6, 8-9), y de los gentiles que querían ver a Jesús (Juan, 12, 20-22)

Después de Pentecostés
Aparte de unas cuantas palabras de Eusebio, quien dice que San Andrés, predicó en Scitia, y de que ciertas "actas" no canónicas, que llevan el nombre del apóstol, fueron empleadas por los herejes, todo lo que sabemos sobre el santo, procede de estos escritos.

Sin embargo, hay una curiosa mención de San Andrés, en el documento conocido con el nombre, de "Fragmento de Muratori", que data de principios del siglo III: "El cuarto Evangelio (fue escrito) por Juan, uno de los discípulos.

Cuando los otros discípulos y obispos, le urgieron (a que escribiese), les dijo: "Ayunad conmigo a partir de hoy, durante tres días, y después hablaremos unos con otros, sobre la revelación que hayamos tenido, ya sea en pro o en contra. Esa misma noche, fue revelado a Andrés, uno de los Apóstoles, que Juan debía escribir, y que todos debían revisar lo que escribiese".

Teodoreto cuenta que Andrés, estuvo en Grecia; San Gregorio Nazianceno especifica, que estuvo en Epiro, y San Jerónimo, añade que estuvo también en Acaya. San Filastrio, dice que del Ponto pasó a Grecia, y que en su época, siglo IV, los habitantes de Sínope, afirmaban que poseían un retrato auténtico del santo, y que conservaban el ambón, desde el cual había predicado en dicha ciudad.

Martirio
El modo en que murió San Andrés, y el sitio en que murió, son también inciertos. La "pasión" no canónica, dice que fue crucificado en Patras de Acaya. Como no fue clavado a la cruz, sino simplemente atado, pudo predicar al pueblo durante dos días, antes de morir.

Según parece, la tradición dice que murió en una cruz en forma de "X", pero esto no se difundió antes del siglo IV.

En tiempos del emperador Constancio II (+361), las presuntas reliquias de San Andrés, fueron trasladadas de Patras a la iglesia de los Apóstoles, en Constantinopla. Los cruzados tomaron Constantinopla en 1204, y poco después, las reliquias fueron trasladadas, a la catedral de Amalfi, en Italia.

San Andrés es el patrono de Rusia y de Escocia.

Según una tradición, el santo fue a misionar hasta Kiev. Seguramente lo hizo en espíritu, ya que esta tradición, ha sido muy fuerte en esta comunidad eslava, como para desecharla.

También se habla, que predicó en Escocia. Esta tradición, se conserva en el Breviario de Aberdeen, y en los escritos de Juan de Fordun.

Según se lee, San Régulo, que era originario de Patras, y que se encargó de trasladar las reliquias del Apóstol, en el siglo IV, recibió en sueños aviso de un ángel, de que debía trasportar, una parte de las mismas, al sitio que se le indicaría más tarde. De acuerdo con las instrucciones, Régulo se dirigió hacia el noroeste, "hacia el extremo de la tierra".

El ángel le mandó detenerse, donde se encuentra actualmente Saint Andrews. Régulo construyó ahí una Iglesia, para las reliquias; fue elegido primer obispo del lugar, y evangelizó al pueblo durante treinta años. Probablemente esta leyenda data del siglo VIII.

El 9 de mayo, se celebra en la diócesis de Saint Andrews, la fiesta de la traslación de las reliquias.

El nombre de San Andrés, figura en el canon de la misa, junto con la de los otros Apóstoles. También figura con los nombres de la Virgen Santísima, y de San Pedro y San Pablo, en la intercalación que sigue al Padrenuestro. Esta mención suele atribuirse, a la devoción que el Papa San Gregorio Magno, profesaba al santo.

Testimonio Personal: Mi cumpleaños es el 9 de Mayo, y trabajé en la Universidad de San Andrés de Buenos Aires, durante 19 años (1988-1997), como programador en el Departamento de Alumnos. Ese período, ha sido uno de los más felices de mi vida personal y laboral, ya que sentí permanentemente, la presencia y bendición, del amado Apóstol San Andrés.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos y la intercesión del amado Apóstol y Mártir San Andrés, podamos recibir de su mano, la multiplicación de los panes y pescados, tanto espirituales como materiales, que tu generosidad disponga, y que siempre recurramos a él, para ir a tu encuentro, en los momentos de dificultad. A Tí Señor, te lo pedimos que Vives y Reinas por Siempre, por los Siglos de los Siglos. Amén.

viernes, 29 de noviembre de 2019


Sexta Feria, 29 de noviembre

SAN SATURNINO DE TOULOUSE


Obispo y Mártir
(+ s. III)

Breve
El martirologio romano, reza en este día, lo siguiente: “En Toulouse, en tiempo de Decio, San Saturnino, obispo; fue detenido por los paganos, en el Capitolio de esta villa, y arrojado desde lo alto de las gradas. Así, rota su cabeza, esparcido el cerebro, magullado el cuerpo, entregó su digna alma a Cristo".
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Históricamente, apenas se sabe nada, sobre el primer arzobispo de Toulouse, pero la historia de su época, y de su país, y numerosos testimonios, relativos a su culto, nos ayudan a tener de él, un conocimiento más completo.

Los orígenes de la ciudad de Toulouse, se remontan a las migraciones de los pueblos celtas, en el siglo IV, antes de nuestra era. Bajo la conquista romana—128 a. de C. 52 d. C.—, la Galia céltica, asimiló la civilización de los que la ocuparon, guardando su espíritu propio.

De esta manera Toulouse, renovada por las instituciones romanas, era en el siglo IV, la ciudad más floreciente de la Narbonense. Así, Saturnino, el fundador de la iglesia de Toulouse, entró en el siglo lll, en una brillante ciudad galo-romana. Su figura, destaca gloriosamente en la antigüedad cristiana, de los países occidentales.

Su nombre—diminutivo del dios Saturno—es tan común en latín, que no indica nada del personaje, de quien, por otra parte, se desconoce todo lo anterior, a su episcopado Toulouseno. a pesar de que leyendas posteriores, le hacen venir de Roma, o de Oriente.

Cuando Saturnino llegó a Toulouse, no debió de encontrar allí, más que un grupo pequeño de cristianos. Gracias a su celo apostólico, se desarrolló rápidamente, esta joven comunidad que él organizó, y a la que gobernó como buen pastor.

Si no se sabe nada cierto, sobre su vida y apostolado, estamos mejor informados sobre su muerte: en el año 250, aparecieron en la Galia, los edictos de Decio, que obligaban a todos los cristianos, a hacer acto público de idolatría.

Durante esta persecución, la más terrible que tuvo lugar en la Galia, los sacerdotes paganos de Toulouse, atribuyeron a la presencia de Saturnino en su ciudad, el mutismo de sus ídolos, que no emitían oráculos.

Un día, los sacerdotes paganos, excitaron a la muchedumbre contra el obispo, cuando pasaba ante el templo de Júpiter Capitolino. Quisieron obligarle a sacrificar a los dioses.

Los paganos, exasperados ante su enérgica negativa, no quisieron esperar, el final de un proceso regular. La muchedumbre, con la complicidad tácita de los magistrados, se apoderó de Saturnino, y le ató con una cuerda detrás de un toro, que iba a ser inmolado, y que huyó furioso. Rota la cabeza, y despedazado el cuerpo, Saturnino encontró así una muerte heroica, causada por el motín popular.
Su comunidad, fortificada en su fe, pero consternada por ese fin trágico, no se atrevía a tocar el cuerpo del mártir, porque la persecución exigía prudencia. Sin embargo, dos mujeres valerosas, recogieron piadosamente el cuerpo, que quedó en el sitio, donde la cuerda se había roto, y lo sepultaron dignamente, cerca de allí, al norte de la ciudad, a la orilla de la gran ruta de Aquitania.

Al recuerdo de San Saturnino, hay que asociar el de las dos santas mujeres, que tuvieron la valentía, de levantar el cuerpo del mártir, mutilado horriblemente, para enterrarle cerca del lugar, donde el toro furioso se había detenido.

La liturgia las celebra en la diócesis de Toulouse, el día 17 de octubre bajo el nombre de "Santas Doncellas". La Pasión, escrita en el siglo V, precisa que ellas fueron apresadas por los paganos, azotadas con varas, y arrojadas despiadadamente de la ciudad.

Se cuenta que San Saturnino, en un viaje a España, había encontrado a estas dos jóvenes, hijas del rey de Huesca; que las había convertido, y las había llevado con él, a su ciudad episcopal.

Después del martirio del obispo, y cuando fueron expulsadas de la ciudad, posiblemente se refugiarían en Ricaud. donde vivieron con santidad, y fueron enterradas, a algunos kilómetros al oeste de Castelnaudary (Aude), en una aldea que desde entonces, se llamó Mas-Saintes-Puelles, y que llegó a ser el centro del culto, a estas mujeres humildes y devotas.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos e intercesión de San Saturnino, y de estas dos jóvenes valientes que rescataron su cuerpo, para que jamás prime la idolatría en nuestros corazones, como suele suceder en muchos espectáculos deportivos, ya que en nuestros tiempos, ya no adoran a Júpiter, pero sí a un balón de fútbol, dejando de lado muchas personas sus creencias, convirtiéndose en una terrible y despiadada muchedumbre. A Tí Señor, que Vives y Reinas por Siempre. Amén.

jueves, 28 de noviembre de 2019


Quinta Feria, 28 NOVIEMBRE

SANTA CATALINA LABOURÉ


Vidente de la Medalla Milagrosa, a quien la Virgen la hizo depositaria de muchas revelaciones, que aún desconocemos, en su mayor parte.

Cuerpo Incorrupto
(+ 1876)

Catalina, o mejor dicho, Zoe, como la llamaban en su casa, nació en Fain-les-Moutiers (Bretaña), el 2 de mayo de 1806, de una familia de agricultores acomodados, siendo la novena de once hermanos vivientes, de entre diecisiete que tuvo el cristiano matrimonio.

Desarrolló particular afecto por la Virgen María. Señala que la Virgen, se le manifestó, el 18 de julio y el 27 de noviembre de 1830. Se dedicó a cumplir la misión, que según ella le encomendó la Virgen: acuñar una medalla. Los favores celestes, que acompañarán la difusión de esta medalla, harán que muy pronto se la llame la Medalla Milagrosa.

Fue destinada al hospicio de Enghien, en la calle de Reuilly de París. Durante cuarenta y cinco años, se dedicó a oficios humildes: cocina, atención a ancianos, portería. Falleció el 31 de diciembre de 1876, sin haber revelado sus visiones a nadie, salvo a su director espiritual.

Exhumado su cuerpo en 1933, fue encontrado en perfecta conservación, y se encuentra actualmente en un féretro de cristal, en la Capilla de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, en la Rue du Bac, París. El papa Pío XI, la beatificó el 28 de mayo de 1933, y Pío XII el 27 de julio de 1947, la canonizó.


Santa Catalina Laboure descansa en Rue du Vac,
Paris su cuerpo incorrupto

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos e intercesión de Santa Catalina Labouré, se expanda la devoción a nuestra Madre, bajo la advocación de Nuestra Señora Mediadora de Todas las Gracias, y todos los cristianos tengamos en nuestras casas, y en nuestro corazón, la Medalla Milagrosa, convirtiéndonos a nosotros, y a nuestras Familias, en devotos de los dos corazones de Jesús y María, pudiendo así pueda reinar la Paz en nuestras Familias, en nuestra Sociedad, y en el Mundo entero. Te lo pedimos a Tí, que Vives y Reinas por Siempre, por los Siglos de los Siglos. Amén.


miércoles, 27 de noviembre de 2019


Cuarta Feria, 27 de Noviembre

NUESTRA SEÑORA DE LAS GRACIAS


APARICIONES DE LA VIRGEN MARÍA, A SANTA CATALINA LABOURE, Y LA MEDALLA MILAGROSA
París -1830

Breve
Santa Catalina Laboure, oyó de nuevo la voz en su interior: "Haz que se acuñe una medalla, según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta, recibirán grandes gracias. Las gracias serán más abundantes, para los que la lleven con confianza".

Las apariciones
El año 1830, es un año clave: tiene lugar en París, la primera aparición moderna, de la Virgen Santísima. Comienza lo que Pío XII llamó, la "era de María", una etapa de repetidas visitas celestiales. Entre otras: La Salette, N.D. Du Laus, Lourdes, Fátima ... Y como en su visita a Santa Isabel, siempre viene para traernos gracia, para acercarnos a Jesús, el fruto bendito de su vientre. También para recordarnos, el camino de salvación, y para advertirnos de las consecuencias, de optar por otros caminos.

Santa Catalina Labouré
Catalina nació el 2 de mayo de 1806, en Fain-les-Moutiers, Borgoña ( Francia ). Entró a la vida religiosa, con las Hijas de la Caridad, el 22 de enero de 1830, y después de tres meses de postulantado; el 21 de abril, fue trasladada al noviciado de París, en la Rue du Bac, 140.


El Corazón de San Vicente
La novicia estaba presente, cuando trasladaron los restos de su fundador, San Vicente de Paul, (Ver el 27 de Septiembre en el blog), a la nueva iglesia de los Padres Paulinos, a solo unas cuadras de su noviciado. El brazo derecho del santo, fue a la capilla del noviciado.

En esta capilla, durante la novena, Catalina vio el corazón de San Vicente, en varios colores. De color blanco, significando la unión que debía existir, entre las congregaciones fundadas por San Vicente. De color rojo, significando el fervor y la propagación, que habían de tener dichas congregaciones. De color rojo oscuro, significando la tristeza, por el sufrimiento que ella padecería.

Oí interiormente una voz: "el corazón de San Vicente, está profundamente afligido, por los males que van a venir sobre Francia".

La misma voz añadió, un poco más tarde: "El corazón de San Vicente, está más consolado, por haber obtenido de Dios, a través de la intercesión de la Santísima Virgen María, el que ninguna de las dos congregaciones, perezca en medio de estas desgracias, sino que Dios hará uso de ellas, para reanimar la fe".

Visiones del Señor en la Eucaristía
Durante los 9 meses de su noviciado, en la Rue du Bac, sor Catalina tuvo también la gracia especial, de ver todos los días al Señor, en el Santísimo Sacramento.

El domingo de la Santísima Trinidad, 6 de junio de 1830, el Señor se mostró, durante el evangelio de la misa, como un Rey, con una cruz en el pecho. De pronto, los ornamentos reales de Jesús, cayeron por tierra, lo mismo que la cruz, como unos despojos despreciables. "Inmediatamente - escribió sor Catalina - tuve las ideas más negras y terribles: que el Rey de la tierra estaba perdido, y será despojado de sus vestiduras reales. Se acercaban cosas malas".

Catalina sueña con ver a la Virgen
El domingo 18 de Julio 1830, era la víspera de la fiesta, de San Vicente de Paul, La maestra de novicias, les había hablado sobre la devoción a los santos, y en particular a la Reina de todos ellos, María Santísima. Sus palabras, impregnadas de fe, y de una ardiente piedad, avivaron en el corazón de Sor Laboure, el deseo de ver y de contemplar, el rostro de la Santísima Virgen.



Como era víspera de San Vicente, les habían distribuido a cada una, un pedacito de lienzo, de un roquete del santo. Catalina se lo tragó, y se durmió pensando que San Vicente, junto con su ángel de la guarda, le obtendrá esa misma noche, la gracia de ver a la Virgen, como era su deseo.

Precisamente, los anteriores favores recibidos, en las diversas apariciones de San Vicente a Sor Catalina, alimentaban en su corazón, una confianza sin límites, hacia su bienaventurado padre, y su candor y viva esperanza, no la engañaron. "La confianza, consigue todo cuanto espera" (San Juan de la Cruz).

El Ángel la despierta
Todo era silencio, en la sala donde dormía Sor Catalina, y cerca de las 11:30 PM, oyó que por tres veces, la llamaban por su nombre. Se despertó, y apartando un poco las cortinas de su cama, miró del lado que venía la voz, y vio entonces a un niño, vestido de blanco, que parecía tener, como cuatro o cinco años, y el cual le dijo: "Levántate pronto, y ven a la capilla; la Santísima Virgen te espera".

Sor Catalina vacila; teme ser notada de las otras novicias; pero el niño responde a su preocupación interior, y le dice: "No temas; son las 11;30 p.m.; todas duermen muy bien. Ven, yo te aguardo".

Ella no se detiene ya ni por un momento; se viste con presteza, y se pone a disposición de su misterioso guía, "que permanecía en pie, sin separarse de la columna de su lecho".

Vestida Sor Catalina, el niño comienza a andar, y ella lo sigue, marchando a "su lado izquierdo". Por donde quiera que pasaban, las luces se encendían. El cuerpo del niño, irradiaba vivos resplandores, y a su paso todo quedaba iluminado.

Al llegar a la puerta de la capilla, la encuentra cerrada; pero el niño toca la puerta con su dedito, y aquella se abrió al instante.

Dice Catalina: "Mi sorpresa fue más completa, cuando al entrar a la capilla, vi encendidas todas las velas y los cirios, lo que me recordaba, la Misa de media noche". (todavía ella no ve a la Virgen).

El niño la llevó al presbiterio, junto al sillón destinado al Padre Director, donde solía predicar a las Hijas de la Caridad, Catalina se puso allí de rodillas, y el niño permaneció de pie todo el tiempo, en su lado derecho.

La espera le pareció muy larga, ya que con ansia, deseaba ver a la Virgen. Miraba ella con cierta inquietud, hacia la tribuna derecha, por si las hermanas, que solían detenerse para hacer un acto de Adoración, y que frecuentaban estar en vela, la viesen.

Por fin, llegó la hora deseada, y el niño le dijo: "Ved aquí a la Virgen, vedla aquí".

Sor Catalina oyó como un rumor, como el roce de un traje de seda, que partía del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que una señora, de extremada belleza, atravesaba majestuosamente el presbiterio, "fue a sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del Evangelio".


Sor Catalina, en el fondo de su corazón, dudaba si verdaderamente estaba o no, en presencia de la Reina de los Cielos, pero el niño le dijo: "Mira a la Virgen".

Le era casi imposible describir, lo que experimentaba en aquel instante, lo que pasó dentro de ella, y le parecía que no veía a la Santísima Virgen.

Entonces el niño le habló, no como niño, sino como el hombre mas enérgico, y con palabras muy fuertes, le dijo: -"¿Por ventura, no puede la Reina de los Cielos, aparecerse a una pobre criatura mortal, en la forma que más le agrade?"

Entonces, mirando a la Virgen, me puse en un instante a su lado, me arrodillé en el presbiterio, con las manos apoyadas, en las rodillas de la Santísima Virgen. "Allí pasé, los momentos más dulces de mi vida; me será imposible decir lo que sentí".

Ella me dijo, cómo debía portarme con mi director, la manera de comportarme en las penas, y acudir, mostrándome con la mano izquierda, a arrojarme al pie del altar, y desahogar allí mi corazón, pues allí recibiría todos los consuelos, de que tuviera necesidad. Entonces le pregunté, que significaban las cosas que yo había visto, y ella me lo explicó todo".

Instrucciones de la Santísima Virgen
Fueron muchas las confidencias, que Sor Catalina recibió de los labios de María Santísima, pero jamás podremos conocerlas todas, porque respecto a algunas de ellas, le fue impuesto el más absoluto secreto.

La Virgen le dió algunos consejos, para su particular provecho espiritual, ya que la Virgen es Madre y Maestra.

1- Como debía comportarse con su director (humildad profunda y obediencia). Esto a pesar de que su confesor, el padre Juan María Aladel, no creyó en sus visiones, y le dijo que las olvidara.
2- La manera de comportarse en las penas, (paciencia, mansedumbre, gozo)
3- Acudir siempre, mostrándole con la mano izquierda, a arrojarse al pie del altar, y desahogar su corazón, pues allí recibiría, todos los consuelos de que tuviese necesidad. (corazón indiviso, no consuelos humanos).

La Virgen también le explicó, el significado de todas las apariciones y revelaciones, que había tenido de San Vicente, y del Señor.

Luego continuó diciéndole:
Dios quiere confiarte una misión; te costará trabajo, pero lo lograrás, pensando que lo haces para la gloria de Dios. Tú conocerás cuan bueno es Dios. Tendrás que sufrir, hasta que se lo digas a tu director. No te faltarán contradicciones; mas te asistirá la gracia; no temas. Háblale a tu director, con confianza y sencillez; ten confianza, no temas. Verás ciertas cosas; dáselas. Recibirás inspiraciones en la oración.

Los tiempos son muy calamitosos. Han de llover desgracias sobre Francia. El trono será derribado. El mundo entero, se verá afligido por calamidades de todas clases (al decir esto, la Virgen estaba muy triste). Venid a los pies de este altar, donde se prodigarán gracias, a todos los que las pidan con fervor; a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres.

Deseo derramar gracias sobre tu comunidad; lo deseo ardientemente. Me causa dolor, el que haya grandes abusos en la observancia, el que no se cumplan las reglas, el que haya tanta relajación en ambas comunidades, a pesar de que hay almas grandes en ellas. Díselo al que está encargado de ti, aunque no sea el superior. Pronto será puesto al frente de la comunidad. Él debe hacer cuanto pueda, para restablecer el vigor de la regla. Cuando esto suceda, otra comunidad se unirá a las de ustedes.

Vendrá un momento, en que el peligro será grande; se creerá todo perdido; entonces yo estaré contigo, ten confianza. Reconocerás mi visita, y la protección de Dios y de San Vicente, sobre las dos comunidades.

Mas no será lo mismo, en otras comunidades; en ellas habrá víctimas..(lágrimas en los ojos). El clero de París, tendrá muchas víctimas. Morirá el señor Arzobispo.

Hija mía, será despreciada la cruz, y el Corazón de mi Hijo, será otra vez traspasado; correrá la sangre por las calles, (la Virgen no podía hablar del dolor, las palabras se anudaban en su garganta; semblante pálido). El mundo entero se entristecerá. Ella piensa: ¿cuando ocurrirá esto?, y una voz interior asegura: cuarenta años y diez, y después la paz.

La Virgen, después de estar con ella unas dos horas, desaparece de la vista de Sor Catalina, como una sombra que se desvanece.

En esta aparición la Virgen:
 Le comunica una misión que Dios le quiere confiar.
 La prepara con sabios consejos, para que hable con sumisión y confianza, a su director.
 Le anuncia futuros eventos, para afianzar la fe de aquellos, que pudieran dudar de la aparición.
 Le Regala una relación familiar, de madre-a hija: la ve, se acerca a ella, hablan con familiaridad y sencillez; la toca y la Virgen no solo consiente, sino que se sienta, para que Catalina pueda aproximarse, hasta el extremo de apoyar sus brazos y manos, en las rodillas de la Reina del Cielo.

Todas las profecías se cumplieron:
1-la misión de Dios, pronto le fue indicada, con la revelación de la medalla milagrosa.
2-una semana después de esta aparición, estallaba la revolución. Los revoltosos ocupaban las calles de París, saqueos, asesinatos, y finalmente era destronado Carlos X, sustituido por el "rey ciudadano", Luis Felipe I, gran maestro de la masonería.
3-El Padre Aladel (director), es nombrado en 1846, director de las Hijas de la Caridad, y establece la observancia de la regla; y hacia la década del 1860, otra comunidad femenina, se une a las Hijas de la Caridad.
4-En 1870, a los 40 años, llegó el momento del gran peligro, con los horrores de la Comuna, y el fusilamiento del Arzobispo Monseñor Darboy, y otros muchos sacerdotes.
5- Solo queda por cumplir la última parte.

Aparición del 27 de noviembre del 1830
La tarde el 27 de Noviembre de 1830, sábado víspera del primer domingo de Adviento, en la capilla, estaba Sor Catalina haciendo su meditación, cuando le pareció oír, el roce de un traje de seda, que le hizo recordar a la aparición anterior.

Aparece la Virgen Santísima, vestida de blanco con mangas largas, y túnica cerrada hasta el cuello. Cubría su cabeza, un velo blanco, que sin ocultar su figura, caía por ambos lados hasta los pies. Cuando quiso describir su rostro, solo acertó a decir, que era la Virgen María, en su mayor belleza.

Sus pies se posaban sobre un globo blanco, del que nítidamente se veía la parte superior, y aplastaban una serpiente verde, con pintas amarillas. Sus manos, elevadas a la altura del corazón, sostenían otro globo pequeño de oro, coronado por una crucecita.

La Santísima Virgen, mantenía una actitud suplicante, como ofreciendo el globo. A veces miraba al cielo, y a veces a la tierra. De pronto sus dedos, se llenaron de anillos, adornados con piedras preciosas que brillaban, y derramaban su luz en todas direcciones, circundándola en este momento de tal claridad, que no era posible verla.

Tenía tres anillos en cada dedo; el más grueso junto a la mano; uno de tamaño mediano en el medio, y uno más pequeño, en la extremidad. De las piedras preciosas de los anillos salían los rayos, que se alargaban hacia abajo; llenaban toda la parte baja.

Mientras Sor Catalina contemplaba a la Virgen, ella la miró, y dijo a su corazón:

Este globo que ves (a los pies de la Virgen), representa al mundo entero, especialmente Francia, y a cada alma en particular. Estos rayos, simbolizan las gracias que yo derramo, sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos, son las gracias de las almas que no piden”.

Con estas palabras, la Virgen se da a conocer, como la mediadora de las gracias, que nos vienen de Jesucristo.

El globo de oro (la riqueza de gracias), se desvaneció de entre las manos de la Virgen. Sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz, seguían cayendo sobre el globo blanco, bajo sus pies.

La Medalla Milagrosa:
En este momento, se apareció una forma ovalada, en torno a la Virgen, y en el borde interior, apareció escrita la siguiente invocación: "María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a Tí".

Estas palabras formaban un semicírculo, que comenzaba a la altura de la mano derecha, pasaba por encima de la cabeza de la Santísima Virgen, terminando a la altura de la mano izquierda.



Oí de nuevo la voz en mi interior: "Haz que se acuñe una medalla, según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta, recibirán grandes gracias. Las gracias serán más abundantes, para los que la lleven con confianza".

La aparición, entonces, dio media vuelta, y quedó formado en el mismo lugar, el reverso de la medalla.

En él aparecía una M, sobre la cual había una cruz, descansando sobre una barra, la cual atravesaba la letra hasta un tercio de su altura, y debajo los corazones de Jesús y de María, de los cuales el primero, estaba circundado de una corona de espinas, y el segundo traspasado por una espada. En torno había doce estrellas.

La misma aparición se repitió, con las mismas circunstancias, hacia el fin de diciembre de 1830, y a principios de enero de 1831. La Virgen dijo a Catalina: "En adelante, ya no me verás, hija mía; pero oirás mi voz en la oración".

Un día que Sor Catalina estaba inquieta, por no saber que inscripción poner en el reverso de la medalla, durante la oración, la Virgen le dijo: "La M y los dos corazones, son bastante elocuentes".

Símbolos de la Medalla, y mensaje espiritual:

En el Anverso:
-María aplastando la cabeza de la serpiente, que está sobre el mundo. Ella, la Inmaculada, tiene todo poder, en virtud de su gracia, para triunfar sobre Satanás.

-El color de su vestuario, y las doce estrellas sobre su cabeza: la mujer del Apocalipsis, vestida del sol.

-Sus manos extendidas, transmitiendo rayos de gracia, señal de su misión de madre, y mediadora de las gracias, que derrama sobre el mundo, y a quienes las pidan.

-Jaculatoria: dogma de la Inmaculada Concepción (antes de la definición dogmática de 1954). Misión de intercesión, confiar y recurrir a la Madre.

-El globo bajo sus pies: Reina del cielo y de la tierra.

-El globo en sus manos: el mundo ofrecido a Jesús, por sus manos.

En el reverso:
-La cruz: el misterio de redención- precio que pagó Cristo. obediencia, sacrificio, entrega.

-La M: símbolo de María, y de su maternidad espiritual.

-La barra: es una letra del alfabeto griego, "yota" o I, que es monograma del nombre, Jesús.

Agrupados ellos: La Madre de Jesucristo Crucificado, el Salvador.

-Las doce estrellas: signo de la Iglesia que Cristo funda sobre los Apóstoles, y que nace en el Calvario, de su corazón traspasado.

-Los dos corazones: la corredención. Unidad indisoluble. Futura devoción a los dos corazones, y su reinado.

Nombre:
La Medalla se llamaba originalmente: "de la Inmaculada Concepción", pero al expandirse la devoción, y haber tantos milagros concedidos, a través de ella, se le llamó popularmente "La Medalla Milagrosa".

Conversión de Ratisbone:
Alfonso Ratisbone era abogado y banquero; judío de 27 años. Tenía un gran odio hacia los católicos, porque su hermano Teodoro, se había convertido y ordenado sacerdote; tenía como insignia la medalla milagrosa, y luchaba por la conversión de los judíos.


Alfonso pensaba casarse poco después, con una hija de su hermano mayor, Flora, diez años menor que él, cuando en enero de 1842, haciendo un viaje de turismo a Nápoles y Malta, y por una equivocación de trenes, llegó a Roma. Aquí se creyó, en la obligación de visitar a un amigo de la familia, el barón Teodoro de Bussiere, protestante convertido al catolicismo.

El barón le recibió con toda cordialidad, y se ofreció a enseñarle Roma. En una reunión, donde Ratisbone hablaba horrores de los católicos, este barón lo escuchó con mucha paciencia, y al final le dijo: "Ya que usted está tan seguro de sí mismo, prométame llevar consigo, lo que le voy a dar.

¿Qué cosa?.
- Esta medalla.

Alfonso la rechazó indignado, y el barón replicó: "Según sus ideas, el aceptarla le debía dejar a usted indiferente. En cambio a mí, me causaría satisfacción".

Se echó a reír, y se la puso comentando que él no era terco, y que era un episodio divertido. El barón se la puso al cuello, y le hizo rezar el Memorare.

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Memorare
Oración de intercesión a la Santísima Virgen, comúnmente atribuida a San Bernardo de Clairvaux (1090-1153), posiblemente porque fue popularizada por Claude Bernard, el "Sacerdote Pobre" (1588-1641). El verdadero autor es desconocido. Los primeros textos que se conocen, datan del siglo quince.

Frecuentemente los Papas, le han otorgado indulgencias, hay ahora indulgencias parciales para quienes la reciten.

La versión común dice: "¡Acordaos, oh, piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir, que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando tu auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante Vos. Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén". (Etim. Latín memorare, recordar.)
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El barón pidió oraciones a varias personas, entre ellas para el conde La Ferronays. Cuando el conde de Bussiere lo visitó, y le comentó lo que había hecho con Ratisbone, éste le respondió: "si le ha puesto la medalla milagrosa, y le ha hecho rezar el Memorare, seguro que se convierte".

El conde La Ferronays, murió de repente dos días después. Se supo que durante esos dos días, había ido a la basílica de Santa María la Mayor, a rezar cien Memorares, por la conversión de Ratisbone.

Por la Plaza España, se encuentra el barón Teodoro de Bussiere con Ratisbone, en su último día en Roma, y éste le invita a pasear. Pero antes, tenía que pasar por la Iglesia de San Andrés, para arreglar lo del funeral del conde La Ferronays. Ratisbone le acompaña a la Iglesia.

He aquí su testimonio, de lo que entonces sucedió: "a los pocos momentos de encontrarme en la Iglesia, me sentí dominado por una turbación inexplicable.

Levanté los ojos, y me pareció que todo el edificio, desaparecía de mi vista.

Una de las capillas, la de San Miguel, había concentrado toda la luz, y en medio de aquel esplendor, apareció sobre el altar, radiante y llena de majestad y de dulzura, la Virgen Santísima, tal y como está grabada en la medalla.

Una fuerza irresistible me impulsó hacia la capilla. Entonces la Virgen, me hizo una seña con la mano, como indicándome que me arrodillara... La Virgen no me habló, pero lo he comprendido todo".

El barón de Bussiere, lo encuentra de rodillas, llorando y rezando con las manos juntas, besando la medalla. Poco tiempo más tarde, es bautizado en la Iglesia del Gesu, en Roma. Por orden del Papa, se inicia un proceso canónico, y fue declarado "verdadero milagro".

Alfonso Ratisbone entró en la Compañía de Jesús. Ordenado sacerdote, fue destinado a París, donde estuvo ayudando a su hermano Teodoro, en los catecumenados, para la conversión de los judíos.


Altar de la Madonna del milagro
Santa Andrea delle Fratte
Aquí ocurrió el milagro

Después de haber sido por 10 años Jesuita, con permiso sale de la orden, y funda en 1848, las religiosas y las misiones, de Nuestra Señora de Sión. En solo los diez primeros años Ratisbone, consiguió la conversión de 200 judíos y 32 protestantes.

Trabajó lo indecible en Tierra Santa, logrando comprar el antiguo pretorio de Pilato, que convirtió en convento, e Iglesia de las religiosas. También consiguió que estas religiosas, fundasen un hospicio en Ain-Karim, donde murió santamente en 1884, a los 70 años.

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Triduo en honor de la Virgen de la Medalla Milagrosa.
Por la señal de la Santa Cruz, etc.


ACTO DE CONTRICION.

Oración para todos los días:
¡Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros, que recurrimos a Vos!
¡Dulcísima Reina de los cielos y de la tierra!; que por amor a los hombres, te dignaste manifestarte, a vuestra sierva Sor Catalina, con las manos llenas de rayos de luz; a fin de hacer saber al mundo, que deseas derramar abundantes gracias, sobre todos los que con confianza te piden;

Concédeme Madre mía, que a imitación de Sor Catalina, derrames en mi alma, la luz necesaria, para conocer mi nada y mi miseria; y lo mucho que debo a mi Padre Dios, por tantísimos beneficios, que me ha dispensado; y que cumpliendo su voluntad en esta vida, pueda gozar en Tu compañía eternamente en el cielo. Amén.

Tres Ave Marías, y 3 veces la jaculatoria Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.

Primer Día:

¡Amorosísima Madre mía!, que placer tiene mi alma, cuando considero que tantos deseos tienes, en concederme vuestros favores; que no esperas otra cosa, sino que acuda a Tí, para remediar nuestros males, y llenarnos de vuestras gracias y dones.
Oh María, mi Madre amada, reina de la Corte Celestial, te ruego que todos acudamos siempre a Tí, como nuestra única esperanza.

Memorare:

Acuérdate, ¡Oh piadosísima Siempre Virgen María!, que no se ha oído decir jamás; que ninguno de los que han recurrido a vuestra protección, e implorado vuestro socorro, haya sido abandonado de Tí. Animado con esta confianza, Oh Virgen de las Vírgenes!, a Tí vengo; gimiendo bajo el peso de mis pecados, me postro a Tus pies.
¡Oh Madre del Divino Verbo!, no desprecies mis súplicas; antes bien, escúchalas favorablemente, y dígnate acogerlas. Amén.

Tres veces la jaculatoria: Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros, que recurrimos a Vos.

Segundo Día:

Santísima Madre de Dios!, Señora nuestra y mi tierna Madre!; que consuelo tan grande siente mi corazón, cuando contemplo Tu imagen, como te vió Sor Catalina, con un globo en vuestras Divinas Manos, que representaba toda la tierra, y lo estrechabas sobre vuestro pecho; simbolizando el amor que tienes a los hombres. Concédeme, ¡oh Divina Madre Eterna! Oh Madre mía!, el que sepamos corresponder a tanto amor, procurando imitar vuestras virtudes. Así sea.

Repetir la Oración del Memorae

Tercer Día:

¡Virgen Inmaculada!. Celestial Madre mía!. Con que placer llego ante Tu Santísimo Altar para contemplar Tus virtudes, y exponer mis penas. Que tu aliento santo cubra mi espíritu, al acercarme ante Tu Sagrada Imagen, donde veo representada tu más profunda humildad, una modestia admirable, y el resto de todas las perfecciones, con que el Señor Dios te adornó.

Haz Madre Santísima, Celestial Señora, Reina del Clero, de los Apóstoles. Madre del Mesías. Hija predilecta de Dios Padre. Que oigamos siempre Tus maternales avisos, para que arrepentidos de nuestras culpas, e imitando vuestras virtudes, logremos la inmensa dicha de estar contigo en el cielo, por toda la eternidad. Así sea.

Repetir la Oración del Memorae

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A NUESTRA MADRE DE LA MEDALLA MILAGROSA.
Postrado ante vuestro acatamiento,
¡Oh Virgen de la Medalla Milagrosa!,
y después de saludaros en el augusto misterio,
de vuestra concepción sin mancha,
os elijo, desde ahora para siempre, por mi Madre,
Abogada, Reina y Señora de todas mis acciones, y
Protectora ante la majestad de Dios.
Yo os prometo, Virgen Purísima, no olvidaros jamás,
ni de vuestro culto, ni de los intereses de vuestra gloria,
a la vez que os prometo también,
promover en los que me rodean, vuestro Amor.
Recibidme, Madre tierna, desde este momento,
y sed para mí, el Refugio en esta vida,
y el sostén a la hora de la muerte. Amén.