lunes, 31 de diciembre de 2018


Segunda Feria, 31 de Diciembre

San Silvestre I


33ª Papa
( † 355)


Breve
Al finalizar la persecución de la Iglesia, en el año 313, con el Edicto de Milán, ésta tuvo que afrontar nuevos retos. El emperador quería inmiscuirse en los asuntos de la Iglesia. Amenazaban también las herejías. Pero Dios proveyó un Papa santo, que supo gobernar con sabiduría: San Silvestre I.

Sucedió al Papa San Melquíades. Su pontificado duró 23 años.

San Silvestre no podía viajar largas distancias, pero se esmeró para pastorear a la Iglesia universal.

Para enfrentar la herejía donatista, San Silvestre envió delegados al Concilio de Arlés, y cuando el emperador ordenó el Concilio de Nicea, en el año 325, el Papa Silvestre I, envió un obispo y dos sacerdotes en su nombre. Después aprobó el Credo de Nicea, que se formuló en ese concilio.

Además del cuidado por la doctrina y la pastoral, construyó iglesias, y convirtió el Palacio Laterano, donado por el emperador Constantino, en la primera catedral de Roma llamada, San Juan de Letrán. También comenzó los trabajos en San Pedro en el Vaticano, y San Lorenzo.

Los días de semana, menos el sábado y el domingo, se deben llaman 'ferias". Esto se determinó así para desterrar los nombres paganos de los días de la semana como Martes, Mercurio, Júpiter, Venus.

Es el primer Papa que no muere mártir, y la primera persona canonizada sin haber sido mártir. 

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San Silvestre es elegido papa, el 31 de enero del año 314, siendo cónsules Constantino y Volusiano, y en el año noveno del imperio de Constantino.

Largo va a ser su pontificado—veintitrés años, diez meses y once días—y lleno de grandes acontecimientos. Un año antes, en febrero del 313, había sido decretada la libertad de la Iglesia, por el edicto de Milán, y desde entonces cuenta con el apoyo decidido del emperador, y con la simpatía de los numerosos prosélitos, que se presentan cada día.

El paganismo, sin embargo, no podía acomodarse al nuevo sesgo que tomaban las cosas. Y de ser cierto lo del bautismo de Constantino, que nos cuentan las actas, habríamos de encajarlo precisamente, en estos primeros años del nuevo papa.

Parece ser que en una de las ausencias del emperador, los magistrados de Roma, se aprovecharon para iniciar de nuevo la persecución. Silvestre mismo tiene que salir de la ciudad, y se refugia con sus sacerdotes, en el monte Soracte o Syraptim, llamado después de San Silvestre, y que dista unas siete leguas de Roma.

Cuando vuelve Constantino, se encuentra de manos, con una tragedia dentro de su misma familia, pues nada menos que a Crispo, su hijo y heredero, se le acusaba de haber cometido adulterio, con su segunda mujer, Fausta. Llevado de la cólera, el emperador manda darle muerte: pero es castigado de improviso con una repugnante lepra, que le cubre todo el cuerpo.

En seguida, acuden a palacio los médicos más renombrados, que se ven impotentes en procurarle remedio, y como última solución, y para aplacar la ira de los dioses, le proponen bañe su cuerpo en la sangre, todavía caliente, de una multitud de niños, que serían sacrificados con este fin.

Cuando se van a hacer los preparativos, y ya el cortejo imperial iba a subir las gradas del Capitolio, Constantino se conmueve, ante los gemidos de las madres de los inocentes, que piden misericordia, y ordena que se retire inmediatamente el sacrificio.

Aquella misma noche, se le aparecen en sueños dos venerables ancianos, Pedro y Pablo, que le recomiendan que busque al obispo Silvestre, que está escondido, el cual le mostrará, el verdadero baño de salvación que le curaría.

A la mañana siguiente aparece por las calles de Roma, y conducido con toda pompa por la guardia pretoriana, Silvestre, el perseguido. El encuentro con el emperador es benévolo.

Entablan un diálogo de pura formación cristiana, y al fin el Pontífice, le increpa con toda solemnidad: "Si así es, ¡oh príncipe!, humillaos en la ceniza y en las lágrimas, y durante ocho días deponed la corona imperial, y en el retiro de vuestro palacio, confesad vuestros pecados; mandad que cesen los sacrificios de los ídolos, devolved la libertad a los cristianos, que gimen en los calabozos y en las minas, repartid abundantes limosnas, y veréis cumplidos vuestros deseos".

Constantino lo promete todo, se fija el día para el bautismo, y llegados por fin ante el baptisterio de San Juan de Letrán, se despoja el emperador de todas sus vestiduras, entra en la piscina; es bautizado por San Silvestre, y cuando sale, ante la expectación de todos, aparece completamente curado.

De ahora en adelante, dicen las actas, Constantino será el gran favorecedor de los cristianos, y no contento con eso, va a dejar al Papa su sede de Roma, retirándose con toda su corte, a Constantinopla.

Toda esta historia nos indica, al menos, la gran preponderancia que iba tomando la Iglesia frente al Estado. De ello, se ha de aprovechar San Silvestre, para reconstruir iglesias devastadas, y enmendar las corrompidas costumbres.

Entre las nuevas leyes, que bajo la égida del Pontífice, iba a dar el emperador, sobresalen: la validez de la emancipación de esclavos realizada ante la Iglesia; el descanso dominical; el decreto contra los sodomitas; la educación de los hijos, revocación del destierro a que estaban condenados los cristianos, restitución de sus bienes, revocación de las leyes Julia y Popea contra el celibato, reconociendo de este modo la posibilidad de un celibato santo dentro del cristianismo: varios decretos, asegurando el foro judicial de los clérigos, prohibición de los agoreros, de los juegos, en que iban mezclada la inmoralidad y el engaño, etc., etc. Roma iba, de este modo, muriendo a su tradición pagana, para renacer poco a poco, a la nueva Roma cristiana.

La gran labor pastoral, en que se ve encuadrado el pontificado de San Silvestre, ofrece unas facetas características, primicias todas ellas de la Iglesia, que se abre a nuevos horizontes, libre ya de trabas y de postergaciones.

Era su tiempo, la era de los grandes concilios, donde se fijan en detalle los cánones de la fe; el culto divino adquiere una grandeza insospechada; se establece una disciplina eclesiástica, cuna de nuestro Derecho Canónico, y se extiende cada vez más la supremacía de la Iglesia de Roma.

En el mismo año en que es elegido Papa, manda San Silvestre sus legados al concilio de Arlés, donde se resuelve la cuestión de los donatistas, que habían apelado otra vez, en la causa de Ceciliano. Los donatistas afirmaban, que solo los sacerdotes de moral intachable podían administrar los sacramentos.

Este concilio, juntamente con el primero ecuménico de Nicea (a. 325), son los dos puntales del esfuerzo dogmático, en tiempos de San Silvestre. Mucho se ha discutido, sobre la participación que en ellos tuvo el Pontífice de Roma, ya que tanto uno como otro, fueron convocados a instancias del emperador Constantino: pero a través de lo que en ellos se determina, no ofrece duda, la presencia moral del Papa, en las decisiones consulares.

En Nicea, junto al presidente del concilio, Osio de Córdoba, se sientan los legados pontificios Vito y Vicente, y de ser cierto el documento que recoge el Líber Pontiticalis, todos los obispos, al final de la asamblea, escriben una carta a Silvestre, donde le dan cuenta de las decisiones adoptadas.

Más claro y conmovedor, es el testimonio de los Padres del concilio de Arlés. En esta asamblea, como en todas las que celebra Constantino, se ve, es cierto, una sumisión del episcopado al poder civil; pero al mismo tiempo, un afecto y una gran sumisión de éste al Papa.

Es éste, el que ha de dar su última palabra sobre los donatistas, quien ha de comunicar a las iglesias, lo establecido en el concilio, y el que en fin, ha de hacer poner en práctica sus acuerdos, sobre todo el que se refiere a la celebración de la Pascua.

Dicen así en la segunda carta que le envían: "Al amadisimo papa Silvestre, Marino, Agnecio... Unidos en el común vínculo de caridad y de unidad, de la madre Iglesia Católica, y reunidos en la ciudad de Arlés, por la voluntad del piísimo emperador, te saludamos a ti, gloriosisimo Papa, con toda nuestra reverencia",
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Nota: El donatismo fue un movimiento religioso cristiano iniciado en el siglo IV, en Numidia (la actual Argelia), que nació como una reacción, ante el relajamiento de las costumbres de los fieles.

Iniciado por Donato, obispo de Cartago, en el norte de África, aseguraba que sólo aquellos sacerdotes, cuya vida fuese intachable, podían administrar los sacramentos, entre ellos el de la conversión del pan y el vino, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo (Eucaristía), y que los pecadores no podían ser miembros de la Iglesia.

Este movimiento se denominó inicialmente Iglesia de los Mártires, y tomó su otro nombre por Donato, al que eligieron Obispo, sus propios correligionarios en el año 312.

Así Donato afirmaba, que todos los ministros, sospechosos de traición a la fe, durante las persecuciones del emperador romano Diocleciano, en las que se obligaba a los cristianos a abjurar de su religión, o elegir el martirio, los lapsis, eran indignos de impartir los sacramentos.

El donatismo fue rechazado por la Iglesia Católica, reafirmando la doctrina, de la objetividad de los sacramentos, es decir, la idea de que una vez transmitida la potestad sacerdotal a un hombre, mediante el sacramento del Orden Sagrado, los sacramentos que éste administre, son plenamente válidos, por intercesión divina, independientemente de la entereza moral del clérigo.

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Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos y la intercesión del Papa San Silvestre, pueda nuestra Iglesia, preservar íntegra la Fe en Tí, en tu Divina presencia en la Eucaristía, y en la Acción del Espíritu Santo, junto a nuestra Co Redentora, la Santísima Virgen María.

Que el año que se inicia, sea con renovadas fuerzas en nuestro Amor hacia Tí, y a nuestros semejantes. A Tí Señor, que te encuentras a la derecha del Padre. Y Vives y Reinas por los Siglos de los Siglos. Amén.

A partir del 1-Enero-2016, siguiendo las instrucciones del Papa San Silvestre, cuya fiesta la celebramos el 31 de Diciembre, hemos llamado a los días de la semana como él lo ordenó hace ya dieciocho siglos: Domingo; Segunda Feria (Lunes - Luna); Tercera Feria (Martes - Marte); Cuarta Feria (Miércoles – Mercurio); Quinta Feria (Jueves – Júpiter); Sexta Feria (Viernes-Venus) y Sábado.

El Papa San Silvestre, quería terminar de desterrar el paganismo de la Sociedad, y de nuestros Corazones. Sólo la cultura lusitana adhirió a esta orden, y nosotros seguimos todavía en una desobediencia inconsciente. Hacemos votos por la bendición del Brasil, en esta coyuntura dramática que viven, en la asunción de un nuevo presidente, y por la amada Portugal, semillero de tantos mártires y misioneros. Amén.


Segunda Feria, 31 de Diciembre

Santa Melania la Joven


(383-439)

Esta santa, nacida en Roma, se le llama así, para distinguirla de Santa Melania, la Anciana. Pertenecía a la aristocracia romana, y se había casado con su primo Piniano. Cuando una década más tarde, perdieron a sus dos hijos, se volcaron en la práctica de los consejos evangélicos.

Así, liquidaron progresivamente sus grandes bienes, en construir monasterios, hospitales e iglesias. Abandonaron Roma, poco después del saqueo de Alarico, y después de una larga estancia en Sicilia, llegaron a Tagaste, Numidia, a casa del obispo Alipio, amigo de San Agustín, y un tiempo después a Jerusalén.

A la muerte de su madre y de su esposo, Melania estableció allí en Jerusalén una comunidad de vírgenes consagradas, entre las que pasó los siete últimos años de su vida.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos y la intercesión de Santa Melania, podamos saber compartir nuestros bienes terrestres, y así poder gozar de los tesoros divinos. A Tí Señor, que reinas en los cielos, pleno de Gloria y Poder, por los Siglos de los Siglos. Amén.

domingo, 30 de diciembre de 2018


Domingo 30 de diciembre

San Sabino de Asís


Obispo y Mártir
Siglo III


Latín: "De la región sabina". Vivió en la antigua Etruria, región italiana, y murió en la persecución de Diocleciano, en el año 303.

Al resistirse a apostatar de su fe, el gobernador Venustiano, ordenó que le fueran cortadas las manos, y lo llevaran así a la cárcel.

En ella le devolvió la vista a un ciego. El propio gobernador Venustiano, fue a ver si era verdad. Y no solamente le curó la vista, sino también el alma, en cuanto que el curado, le pidió que lo bautizara, porque quería ser cristiano. Y no solamente a él, sino también a su mujer e hijos. Esto hizo, que también el gobernador Venustiano se convirtiera.

Una vez que llegó a Roma la noticia, de que se habían convertido ambos, el emperador le quitó el mando al gobernador Venustiano, y le encargó al recién nombrado, que acabase con el obispo y con éste. Ambos fueron llevados a Espoleto, y apaleados hasta que murieron.

Suele presentársele como obispo con varios atributos: la mitra, el báculo, un ídolo roto, y una o ambas manos cortadas (en un plato o a sus pies).

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos e intercesión del Obispo San Sabino, para que nuestra vista y manos, sirvan siempre para la gloria de tu Reino. Tú nos advertiste que debemos prescindir de ellas, si no sirven para la Gloria de tu Reino. A Tí Señor, que eres cabeza de la Iglesia, y nosotros tus humildes miembros. Amén.

sábado, 29 de diciembre de 2018


Sábado 29 de Diciembre

Santo Tomás Becket de Canterbury

(+ 1170)

Obispo, mártir inglés


"Tomás", del arameo: "El Mellizo".

Iconografía: arzobispo, con la mitra, el báculo, una espada clavada en su cráneo.

Breve
Nació en Londres, Inglaterra, en el año 1118, y murió en Canterbury en el año 1170. Canonizado en el año 1173.
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Tomás nació en una familia trabajadora, y fue bautizado el mismo día.

Se educó con los monjes, en la abadía de Merton, en Surrey; después en Londres, y más tarde en la Universidad de París. Era guapo, amistoso, le gustaba el buen vestir y el deporte. Al mismo tiempo, era un hombre puro, y le gustaban las cosas de Dios.

Al morir su padre, se quedó en aprietos económicos, por lo que desde el año 1142, fue empleado en la corte del Arzobispo Theobald de Canterbury. Su nobleza, sagacidad y capacidad, le ganaron la confianza del arzobispo.

Juntos viajaron a Francia, Roma y otras partes del continente. Llegó también a ganarse la amistad del rey. Tomás obtuvo permiso, para estudiar ley canónica y civil, en Bologna, Italia, y en Auxerre.

En el año 1154, siendo aun joven, fue ordenado diácono, y nombrado Archi Diácono de Canterbury. En esta posición, fue negociador de los asuntos de la Iglesia con la corona.

Tomás convenció al Papa Eugenio III, de no reconocer la sucesión de Eustace, hijo del Rey Esteban de Blois. Esto aseguró el derecho de Enrique de Anjou, al trono como Enrique II.

Al año siguiente (1155), por sugerencia del Arzobispo Theobald, Tomás fue elegido como canciller de Inglaterra, puesto en el que sirvió lealmente a Enrique II por 7 años. Su deber era administrar la ley, y lo hizo con sabiduría e imparcialidad. Pero el rey tenía oscuros intereses sobre la Iglesia.

Tomás, comprendiéndolo, le dijo: "Si me haces Arzobispo, te arrepentirás. Ahora dices que me amas, pero ese amor se convertirá en odio". Y así ocurrió. Renunció a su puesto de canciller, y fue ordenado sacerdote, el día antes de su consagración episcopal.

Lo nombraron Arzobispo en el año 1162, y desde la consagración episcopal, se entregó por completo a servir al Rey de Reyes, donde la gloria está en la humildad y la disciplina.

Él mismo dijo que pasó de ser un seguidor de sabuesos, en referencia a la cacería, a un pastor de almas. Desarrolló un profundo amor por la Eucaristía, hasta el punto que a veces, le salían lágrimas durante la misa. Cada noche, cantaba el Oficio Divino con los monjes.

Habían muchos abusos en la Iglesia, que debían rectificarse. Uno de los puntos de conflicto con el rey, fue la cuestión de las respectivas jurisdicciones de la Iglesia, y del estado sobre miembros del clero, acusados de crímenes, y la libertad de apelar a Roma.

Examinaba rigurosamente la conducta y la preparación, de los que deseaban ser sacerdotes, y a los que no estaban bien preparados, o no habían hecho los estudios correspondientes, no los dejaba ordenarse de sacerdotes, aunque llegaran con recomendaciones del mismo rey.

En la famosa asamblea de Northampton, en 1164, Tomás se enfrentó con sus adversarios. Ante las amenazas contra su vida, se mantuvo firme, lo cual irritó al rey, hasta el punto que le dijo: "Tú eres de los míos, yo te elevé de la nada, y ahora me retas".

Tomás le respondió: "Señor, Pedro fue elevado de la nada, y sin embargo gobernó la Iglesia". "", contestó el rey, "pero Pedro murió por su Señor". "Yo también moriré por Él, cuando llegue el momento". "¿Entonces, no cederás ante mí?”, preguntó el rey. "No lo haré", respondió Tomás.

El rey se propuso ponerles enormes impuestos, a los bienes de la Iglesia Católica. El arzobispo se opuso totalmente a ello, y desde entonces, el cariño de Enrique hacía su antiguo canciller Tomás, se apagó, casi por completo.

Luego pretendió el rey imponer un fuerte castigo a un sacerdote. El arzobispo se opuso, diciendo que al sacerdote, lo juzga su superior eclesiástico, y no el poder civil. La rabia del mandatario, se encendió furiosamente.

Enrique redactó una ley, en la cual la Iglesia, quedaba casi totalmente sujeta al gobierno civil. El arzobispo exclamó: "No permita Dios, que yo vaya jamás a aprobar, o a firmar semejante ley". Y no la aceptó.

El Rey consideró colmada su paciencia. Enseguida éste se propuso, que en adelante, sería el gobierno civil, quien nombrara sacerdotes para ciertos cargos eclesiásticos. Tomás se le opuso terminantemente.

Tomas optó por el exilio en Francia, antes que ceder al rey, sobre los derechos de la Iglesia. Tomás se fue a Francia, a entrevistarse con el Papa Alejandro III, y a pedirle que lo reemplazara por otro, en este cargo tan difícil.

"Santo Padre, le digo yo soy un pobre hombre orgulloso. Yo no fui nunca digno de este oficio. Por favor: nombre a otro, y yo terminaré mis días dedicado a la oración en un convento". Y se fue a retiro, pasando 40 días rezando y meditando, en una casa de religiosos.

Por la recomendación del Papa, entró en el monasterio Cisterciense en Pontigny, hasta que el rey amenazó, con eliminar a todos los monjes cistercienses de su reino, si continuaban protegiendo a Tomás. Entonces, en 1166, se mudó a la abadía de San Columba Abbey en Sens, que estaba bajo la protección del rey Luis VII de Francia.

Ambos lados apelaron al Papa Alejandro III, quien trató de encontrar una solución. Por fin, el rey de Francia persuadió a Enrique II, a ir donde Tomás, y hacer las paces. Enrique reconoció la demanda de Tomás, de que se respetara la libertad de apelar a Roma, y pensó que al regresar a Inglaterra, Tomás no continuaría exigiendo los derechos de la Iglesia.

Después de seis años de destierro, y cuando ya le habían sido confiscados por el rey, todos sus bienes y los de sus familiares, el arzobispo Tomás regresó a Inglaterra, el 1º de diciembre de 1179, con el título de "Delegado del Sumo Pontífice".

El trayecto desde que desembarcó, hasta que llegó a su catedral de Canterbury, fue una marcha triunfal. Las gentes aglomeradas a lo largo de la vía, lo aclamaban. Las campanas de todas las iglesias, repicaban alegremente, y parecía que la hora de su triunfo ya había llegado. Pero era otra clase de triunfo, distinta la que le esperaba en ese mes de diciembre. La del martirio.

Cuando Enrique escuchó, desde Normandía, que el Papa había excomulgado a los obispos recalcitrantes, por usurpar los derechos del obispo de Canterbury, y que Tomás no los soltaría, hasta que prometiesen obediencia al Papa, se encolerizó, y dijo: "¿No hay nadie que me libre de este sacerdote turbulento?".

Estas palabras, motivaron a cuatro caballeros que le escucharon, y decidieron tomar el asunto en sus manos.

Era Adviento, cerca de Navidad. El 29 de Diciembre del año 1170, los cuatro caballeros, con una tropa de soldados, se aparecieron a las afueras de la Catedral de Canterbury, exigiendo ver al arzobispo. Los sacerdotes, para proteger a Tomás, le forzaron a refugiarse en la Iglesia. Pero Tomás, les prohibió bajo obediencia, cerrar la puerta: "Una iglesia no debe convertirse en un castillo", les dijo.

"¿Por qué se portan así, que temen?", les preguntó. “No pueden hacer sino lo que Dios permita”. En la penumbra de la iglesia, los caballeros reclamaron: "¿dónde está el traidor, donde está el arzobispo?". "Aquí estoy", dijo Tomás, "No soy un traidor, sino un sacerdote de Dios. Me extraña que con tal atuendo, entren en la iglesia de Dios. ¿Qué quieren conmigo?".

Uno de los caballeros, levantó la espada como para atacarle, pero uno que andaba con Tomás, le protegió del golpe con el brazo. Los cuatro caballeros arremetieron entonces juntos, y le asesinaron en los peldaños de su santuario. Mientras moría bajo los golpes, Tomás repetía los nombres, de los arzobispos asesinados antes que él: San Denis, San Elphege de Canterbury. Entonces dijo: "En tus manos, Oh Señor, encomiendo mi espíritu". Sus últimas palabras, según un testigo, fueron: "Muero voluntariamente por el nombre de Jesús, y en defensa de la Iglesia".

El crimen causó indignación en toda la Cristiandad. El rey Enrique, fue forzado a hacer penitencia pública, y a construir el monasterio en Witham, Somerset.

Muchos milagros ocurrieron después de la muerte del santo. En 10 años, se registraron 703 milagros. Tomás Becket fue aclamado como santo, por Alejandro III dos años después de su muerte.

El traslado de sus reliquias, a un nuevo y esplendoroso santuario, ocurrió el 7 de Julio de 1220, con la concurrencia de gente de toda Europa.

Cuatrocientos años después de la vida de Santo Tomás Becket, otro monarca inglés, Enrique VIII, quiso hacerse cabeza de la Iglesia, por lo que rompió la unidad católica, y persiguió a los fieles católicos. La ruptura culminó en la instalación de Crammer, como arzobispo de Canterbury, en 1533.

San Tomás Becket, fue sacado del calendario de los santos de Inglaterra; su santuario, que había sido un importante centro de peregrinación, por más de tres siglos, fue arrasado y las reliquias fueron quemadas (algunos dicen que se transfirieron a Stoneyhurst).

En la actualidad, muchos gobiernos una vez más, se oponen a que la Iglesia proclame la verdad sobre el hombre y la sociedad. Una vez más, se requieren hombres y mujeres santos, que sean fieles en las pruebas, como lo fue Santo Tomás Becket.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos y la intercesión del Santo Obispo Tomás Becket, la Iglesia permanezca firme en la selección de postulantes para la ordenación sacerdotal, y en insistir en los derechos civiles inalienables de la persona humana; como la libertad al acceso a la educación religiosa; a la educación sexual responsable con aprobación de la currícula por parte de los padres; a la prohibición del consumo de marihuana; a la prohibición estricta del acceso al alcohol a los menores; al derecho a la vida; a vigilar el estricto cumplimiento de las cuotas alimentarias para padres separados; a no consentir con ninguna forma de divorcio express; a mejorar el acceso a la vivienda, al trabajo y la salud para los matrimonios jóvenes, y tantas otras legislaciones que dignifican y cimientan la vida humana y la familia cristiana. A Tí Señor, que eres el gran legislador del Universo, y que Vives y Reinas por los Siglos de los Siglos. Amén.

viernes, 28 de diciembre de 2018


Sexta Feria, 28 de diciembre

Santos Inocentes

Murieron por Cristo los niños inocentes, su gloria será eterna


La Masacre de los Santos Inocentes
Daniele da Volterra,
pintor y escultor, manerista
italiano, 1509-1566,
Galleria degli Uffizi, Florencia

Las madres, padecieron por un tiempo, ahora comparten el triunfo.

Una voz se escucha en Ramá: gemidos y llanto amargo: Raquel está llorando a sus hijos, y no se consuela, porque ya no existen" -Jr 31,15.

Los Santos Inocentes: De acuerdo a un relato del Evangelio de San Mateo (2, 13-13), el Rey Herodes mandó matar a los niños de Belén, menores de dos años, al verse burlado por los magos de Oriente, que habían venido, para saludar a un recién nacido de estirpe regia.

A partir del siglo IV, se estableció una fiesta, para venerar a estos niños, muertos como "mártires", en sustitución de Jesús. La devoción hizo el resto. En la iconografía, se les presenta como niños pequeños y de pecho, con coronas y palmas, en alusión a su martirio.

La tradición oriental, los recuerda el 29 de diciembre; la latina, el 28 de diciembre. La tradición concibe su muerte, como "bautismo de sangre" (Rm 6, 3) y preámbulo al "éxodo cristiano", semejante a la masacre de otros niños hebreos, que hubo en Egipto, antes de su salida de la esclavitud, a la libertad de los hijos de Dios (Ex 3,10; Mt 2,13-14).

En nuestro tiempo continúa la masacre de inocentes. Millones son masacrados por el aborto; millones más, mueren abandonados al hambre, o son niños soldados... ¿Qué actitud tomamos nosotros?. 

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Oficio de Lectura, 28 de Diciembre, Los Santos Inocentes, Mártires

Todavía no hablan, y ya confiesan a Cristo
De los sermones de San Quodvultdeus, Obispo
Sermón 2 sobre el Símbolo

Nace un niño pequeño, un gran Rey. Los magos son atraídos desde lejos; vienen para adorar, al que todavía yace en el pesebre, pero que reina al mismo tiempo, en el cielo y en la tierra. Cuando los magos le anuncian que ha nacido un Rey, Herodes se turba, y para no perder su reino, lo quiere matar; si hubiera creído en Él, estaría seguro aquí en la tierra, y reinaría sin fin en la otra vida.

¿Qué temes, Herodes, al oír que ha nacido un Rey?. Él no ha venido para expulsarte a ti, sino para vencer al Maligno. Pero tú no entiendes estas cosas, y por ello te turbas y te ensañas, y para que no se escape al que buscas, te muestras cruel, dando muerte a tantos niños.

Ni el dolor de las madres que gimen, ni el lamento de los padres, por la muerte de sus hijos, ni los quejidos y los gemidos de los niños, te hacen desistir de tu propósito. Matas el cuerpo de los niños, porque el temor te ha matado a ti el corazón. Crees que si consigues tu propósito, podrás vivir mucho tiempo, cuando precisamente quieres matar a la misma Vida.

Pero Aquél, fuente de la gracia, pequeño y grande, que yace en el pesebre, aterroriza tu trono, actúa por medio de ti, que ignoras sus designios, ya que libera las almas, de la cautividad del demonio. Ha contado a los hijos de los enemigos, en el número de los adoptivos.

Los niños, sin saberlo, mueren por Cristo; los padres hacen duelo por los mártires que mueren. Cristo ha hecho dignos testigos suyos, a los que todavía no podían hablar. He aquí, de qué manera reina el que ha venido para reinar. He aquí, que el liberador concede la libertad, y el salvador la salvación.

Pero tú, Herodes, ignorándolo, te turbas y te ensañas, y mientras te encarnizas con un niño, lo estás enalteciendo mientras lo ignoras.

¡Oh gran don de la gracia!. ¿De quién son los merecimientos, para que así triunfen los niños?. Todavía no hablan, y ya confiesan a Cristo. Todavía no pueden entablar batalla, valiéndose de sus propios miembros, y ya consiguen la palma de la victoria.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, por todos los niños y niñas del mundo, para que siempre veamos en ellos a Tí mismo, que naciste como niño de la Virgen María. Que la defensa de la vida desde la concepción, triunfe en todos los corazones del mundo entero. A Tí te lo pedimos Señor, que nos enseñaste que sólo siendo niños, llegaremos a las moradas eternas. Amén.


Cuarta Feria, 26 de Diciembre


San Dionisio, 25ª Papa, Roma, 269. Calabrés de nacimiento, fue llamado a ocupar la cátedra de San Pedro, en el año 259. Su primer cuidado fue proceder a una nueva circunscripción eclesiástica de Roma, y a la reorganización de la Iglesia, después de los desastres de la octava persecución general. Combatió el Modalismo, doctrina que siguiendo las enseñanzas de Sabelio, proponía que las tres personas de la Trinidad, no eran sino una cuestión de nombres, distintos modos de nombrar a un único Dios.

San Zosimo, 41ª Papa., 418. Griego de origen, ocupó algo mas de un año, la cátedra apostólica. El pontificado de este papa fue breve, incidentado y marcado por dificultades y contratiempos. Dio varios decretos disciplinarios, y condenó las doctrinas de Pelagio y de Cebelio.

Otros Santos

San Marino, m., personaje senatorial, que dio testimonio de su fe, sufriendo toda suerte de tormentos, durante la persecución de Numeriano, Roma, 280.

San Arquelao, Obispo de Cascar, en Mesopotamia, conocido por la polémica que sostuvo contra el heresiarca Manes; hubo entre ambos una conferencia famosa, conocida con el nombre de Coloquio de Cascar, en que Manes fue enteramente confundido, 277.

San Zenón. obispo de Majuma, en Palestina, s. V.

San Teodoro, clérigo de la iglesia de San Pedro. Roma, s. V.

Beato Pagano de Lecco, dominico, sucesor de San Pedro de Verona, en el cargo de inquisidor, y asesinado, como él, por los cátaros.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos y la intercesión de estos gloriosos Santos, puedan nuestros pastores, permanecer firmes en la defensa de la ortodoxia cristina, y así ayudar con su palabra y ejemplo de Vida, a tantas personas, que se sienten confundidas y agobiadas en nuestro tiempo. A Tí Señor, que eres Camino, Verdad y Vida. Amén.


jueves, 27 de diciembre de 2018


Quinta Feria, 27 de diciembre

SAN JUAN EL EVANGELISTA, APÓSTOL


Hijo de Zebedeo, hermano del Apóstol Santiago

Etim: "El Señor ha dado su gracia" o "Dios es misericordioso"

Autor del cuarto evangelio, de las tres cartas que llevan su nombre, en el Nuevo Testamento, y del Apocalipsis.
Emblemas: El águila (por su visión mística elevada); Un libro (por su escritos llenos del Espíritu Santo)

Patrón de teólogos y escritores

Muerte: c.100 P.C.

Hijitos míos, amaos entre vosotros”

Juan nos invita a hacer silencio en nuestras vidas. Como él, los "silenciosos", conocen ese misterioso intercambio de corazones, e invocando la presencia de Juan, su corazón se enciende”

El Señor desea hacer de cada uno de nosotros, un discípulo, como Juan, que vive una amistad personal con Él. Para realizar esto, no es suficiente seguirle y escucharle exteriormente, es necesario también vivir con Él, y como Él”. Benedicto XVI

miércoles, 26 de diciembre de 2018


Cuarta Feria, 26 de diciembre

San Esteban


Protomartir

Patrono de los talladores de piedra

Su legado es que la caridad, y el anuncio del Evangelio, van siempre juntos. La Cruz, ocupa siempre un lugar central en la vida de la Iglesia, y también debe hacerlo en nuestra vida personal”. Benedicto XVI

«Estoy viendo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre, que está de pie a la diestra de Dios

«Todos los del tribunal, al observarlo, vieron que su rostro brillaba como el de un ángel»

Breve
Esteban era de origen judío. Su nombre significa: "coronado" (Esteb: corona). Dió honra a su nombre, coronando su vida con el martirio. Se le llama "protomartir", porque tuvo el honor de ser el primer mártir, que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo.
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Se desconoce por completo su conversión al cristianismo. La Santa Biblia, se refiere a él por primera vez, en los Hechos de los Apóstoles. Narra que en Jerusalén, hubo una protesta de las viudas helenistas (de origen griego).

Las viudas decían, que en la distribución de la ayuda diaria, se les daba más preferencia a los que eran de Israel, que a los pobres del extranjero. Cuando esa comunidad creció, los Apóstoles, para no dejar su labor de predicar, confiaron el servicio de los pobres, a siete ministros de la caridad, llamados diáconos (que significa "ayudante", "servidor", grado inmediatamente inferior al sacerdote).

Estos fueron elegidos por voto popular, por ser hombres de buena conducta, llenos del Espíritu Santo, y de reconocida prudencia. Los elegidos fueron Esteban, Nicanor y otros.

Esteban, además de ser administrador de los bienes comunes, no renunciaba a anunciar la buena noticia. La palabra del Señor se difundió, y el número de discípulos, se multiplicó extraordinariamente en Jerusalén; también, un gran número de sacerdotes judíos, se convirtieron.

Esteban hablaba de Jesucristo con un espíritu tan sabio, que ganaba los corazones, y los enemigos de la fe, no podían hacerle frente. Al ver los ancianos la influencia que ejercía sobre el pueblo, lo llevaron ante el Tribunal Supremo de la nación, llamado Sanedrín, y recurriendo a testigos falsos, lo acusaron de blasfemia contra Moisés y contra Dios.

Éstos afirmaron que Jesús iba a destruir el templo, y a acabar con las leyes, puesto que Jesús de Nazaret, las había sustituido por otras. Todos los del tribunal, al observarlo, vieron que su rostro brillaba como el de un ángel. Por esa razón, lo dejaron hablar, y Esteban pronunció un poderoso discurso, recordando la historia de Israel.

Contenido del discurso de Esteban: (Hechos 7, 2-53)
Demostró que Abraham, el padre y fundador de su nación, había dado testimonio, y recibido los mayores favores de Dios en tierra extranjera; que a Moisés se le mandó hacer un tabernáculo, pero se le vaticinó también, una nueva ley, y el advenimiento de un Mesías; que Salomón construyó el templo, pero nunca imaginó que Dios, quedase encerrado en casas, hechas por manos de hombres.

Afirmó que tanto el Templo, como las leyes de Moisés, eran temporales y transitorias, y debían cederle el lugar, a otras instituciones mejores, establecidas por Dios mismo, al enviar al mundo al Mesías.

Demostró no haber blasfemado contra Dios, ni contra Moisés, ni contra la ley o el templo; que Dios se revela también fuera del Templo. Confrontó a sus acusadores con estas palabras: (Hch 7, 51-54).

¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos!. ¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo!. ¡Como vuestros padres, así vosotros!. ¿A qué profeta no persiguieron vuestros padres?. Ellos mataron a los que anunciaban de antemano la venida del Justo, de Aquel a quien vosotros, ahora habéis traicionado y asesinado; vosotros que recibisteis la Ley por mediación de ángeles, y no la habéis guardado”.

La reacción de Esteban y sus enemigos, pone en relieve que se trata de una batalla espiritual, cada bando con sus características propias: Dios y el demonio (54-60)

Al oír esto, sus corazones se consumían de rabia, y rechinaban sus dientes contra él. Pero él (Esteban), lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo, y vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la diestra de Dios; y dijo: «Estoy viendo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre, que está de pie a la diestra de Dios

Entonces, gritando fuertemente, se taparon sus oídos, y se precipitaron todos a una sobre él; le echaron fuera de la ciudad, y empezaron a apedrearle. Los testigos, pusieron sus vestidos, a los pies de un joven llamado Saulo. Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu» Después dobló las rodillas, y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y diciendo esto, se durmió.


Martirio de San Esteban
Bernardo Daddi

La violencia contra Esteban, se propagó contra toda la Iglesia (Hch 8,1-3)

Saulo aprobaba su muerte. Aquel día, se desató una gran persecución, contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, a excepción de los Apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria.

Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban, e hicieron gran duelo por él. Entretanto Saulo, hacía estragos en la Iglesia; entraba por las casas, se llevaba por la fuerza a hombres y mujeres, y los metía en la cárcel.

Las circunstancias del martirio, indican que la lapidación de San Esteban, no fue un acto de violencia de la multitud, sino una ejecución judicial. De entre los que estaban presentes, consintiendo su muerte, estaba uno llamado Saulo, el futuro Apóstol de los Gentiles, quien supo aprovechar posteriormente, la semilla de sangre, que sembró aquel primer mártir de Cristo.

Los restos de Esteban, fueron encontrados por el sacerdote Luciano, en Gamala de Palestina, en diciembre del año 415. El hallazgo suscitó gran conmoción en el mundo cristiano. Las reliquias se distribuyeron por todo el mundo, lo cual contribuyó a propagar el culto de San Esteban, obrando Dios numerosos milagros, por la intercesión del protomártir.

San Evodio, obispo de Uzalum, en África, y San Agustín, dejaron descripción de muchos de los milagros. San Agustín dijo en un sermón: "Bien está que deseemos obtener por su intercesión, los bienes temporales, de suerte que imitando al mártir, consigamos finalmente los bienes eternos".

Ciertamente, la misión principal del Mesías, no es remediar los males temporales, pero a pesar de ello, durante su vida mortal, Jesús sanó a los enfermos, libró a los posesos, y socorrió a los miserables, a fin de darnos pruebas sensibles de su amor, y de su poder divino. Las sanaciones físicas son además, una señal de la obra de sanación espiritual, que Jesús hace. Sabemos que, aunque no otorgue una sanación física, siempre sana los corazones que a Él se abren.

La fiesta de San Esteban, siempre fue celebrada inmediatamente después de la Navidad, para que el protomártir fuese lo más cercano, a la manifestación del Hijo de Dios.

Antiguamente se celebraba una segunda fiesta de San Esteban, el 3 de agosto, para conmemorar el descubrimiento de sus reliquias, pero por un Motu Propio de Juan XXIII, fechado el 25 de julio de 1960, esta segunda fiesta fue suprimida del Calendario Romano.

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San Esteban
Benedicto XVI, 10 enero 2007 (ZENIT.org)

Queridos hermanos y hermanas:
Después de las fiestas, volvemos a nuestras catequesis. Había meditado con vosotros, en las figuras de los doce Apóstoles, y de San Pablo. Después habíamos comenzado a reflexionar, en otras figuras de la Iglesia naciente. De este modo, hoy queremos detenernos en la persona de San Esteban, festejado por la Iglesia, el día después de Navidad. San Esteban, es el más representativo de un grupo de siete compañeros.

La tradición ve en este grupo, el germen del futuro ministerio de los «diáconos», si bien hay que destacar, que esta denominación, no está presente en el libro de los «Hechos de los Apóstoles». La importancia de Esteban, en todo caso, queda clara por el hecho de que Lucas, en este importante libro, le dedica dos capítulos enteros.
La narración de Lucas, comienza constatando una subdivisión, que tenía lugar dentro de la Iglesia primitiva de Jerusalén: estaba formada totalmente por cristianos de origen judío, pero entre éstos, algunos eran originarios de la tierra de Israel, y eran llamados «hebreos», mientras que otros procedían de la fe judía en el Antiguo Testamento de la diáspora, de lengua griega, y eran llamados «helenistas».

De este modo, comenzaba a perfilarse el problema: los más necesitados entre los helenistas, especialmente las viudas, desprovistas de todo apoyo social, corrían el riesgo de ser descuidadas, en la asistencia de su sustento cotidiano.

Para superar estas dificultades, los Apóstoles, reservándose para sí mismos la oración, y el ministerio de la Palabra como su tarea central, decidieron encargar a «a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu, y de sabiduría» para que cumplieran con el encargo de la asistencia (Hechos 6, 2-4), es decir, del servicio social caritativo.

Con este objetivo, como escribe San Lucas, por invitación de los Apóstoles, los discípulos eligieron siete hombres. Tenemos sus nombres. Son: «Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Los presentaron a los Apóstoles, y habiendo hecho oración, les impusieron las manos» (Hechos 6,5-6).
El gesto de la imposición de las manos, puede tener varios significados. En el Antiguo Testamento, el gesto tiene sobre todo, el significado de transmitir un encargo importante, como hizo Moisés con Josué (Cf. Números 27, 18-23), designándolo así como a su sucesor.

Siguiendo esta línea, también la Iglesia de Antioquía, utilizará este gesto, para enviar a Pablo y Bernabé, en misión a los pueblos del mundo (Cf. Hechos 13, 3). A una análoga imposición, de las manos sobre Timoteo, para transmitir un encargo oficial, hacen referencia las dos cartas, que San Pablo le dirigió (Cf. 1 Timoteo 4, 14; 2 Timoteo 1, 6).

El hecho de que se tratara de una acción importante, que había que realizar después de un discernimiento, se deduce de lo que se lee, en la primera carta a Timoteo: «No te precipites en imponer a nadie las manos; no te hagas partícipe de los pecados ajenos» (5, 22). Por tanto, vemos que el gesto de la imposición de las manos, se desarrolla en la línea de un signo sacramental. En el caso de Esteban y sus compañeros, se trata ciertamente de la transmisión oficial, por parte de los Apóstoles, de un encargo, y al mismo tiempo, de la imploración de una gracia para ejercerlo.

Lo más importante, es que además de los servicios caritativos, Esteban desempeña también, una tarea de evangelización entre sus compatriotas, los así llamados «helenistas». San Lucas, de hecho, insiste en el hecho de que él, «lleno de gracia y de poder» (Hechos 6, 8), presenta en el nombre de Jesús, una nueva interpretación de Moisés, y de la misma Ley de Dios, relee el Antiguo Testamento, a la luz del anuncio de la muerte, y de la resurrección de Jesús.

Esta relectura del Antiguo Testamento, relectura cristológica, provoca las reacciones de los judíos, que interpretan sus palabras como una blasfemia (Cf. Hechos 6, 11-14). Por este motivo, es condenado a la lapidación. Y San Lucas, nos transmite el último discurso del santo, una síntesis de su predicación.
Como Jesús había explicado a los discípulos de Emaús, que todo el Antiguo Testamento habla de Él, de su cruz y de su resurrección, de este modo, San Esteban, siguiendo la enseñanza de Jesús, lee todo el Antiguo Testamento en clave cristológica.

Demuestra que el misterio de la Cruz, se encuentra en el centro de la historia de la salvación, narrada en el Antiguo Testamento; muestra realmente que Jesús, el crucificado y resucitado, es el punto de llegada de toda esta historia. Y demuestra por tanto, que el culto del templo, también ha concluido, y que Jesús, el resucitado, es el nuevo y auténtico «templo».

Precisamente este «no» al templo y a su culto, provoca la condena de San Esteban, quien en ese momento --nos dice San Lucas--, al poner la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús a su derecha. Y mirando al cielo, a Dios y a Jesús, San Esteban dijo: «Estoy viendo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está de pie a la diestra de Dios» (Hechos 7, 56).

Le siguió su martirio, que de hecho se conforma, con la pasión del mismo Jesús, pues entrega al «Señor Jesús» su propio espíritu, y reza para que el pecado de sus asesinos, no les sea tenido en cuenta (Cf. Hechos 7,59-60).

El lugar del martirio de San Esteban, en Jerusalén, se sitúa tradicionalmente algo más afuera de la Puerta de Damasco, en el norte, donde ahora se encuentra precisamente, la iglesia de Saint- Étienne, junto a la conocida «École Biblique» de los dominicos.

Al asesinato de Esteban, primer mártir de Cristo, le siguió una persecución local contra los discípulos de Jesús (Cf. Hechos 8, 1), la primera que se verificó en la historia de la Iglesia. Constituyó la oportunidad concreta, que llevó al grupo de cristianos hebreo-helenistas, a huir de Jerusalén, y a dispersarse.

Expulsados de Jerusalén, se transformaron en misioneros itinerantes. «Los que se habían dispersado, iban por todas partes, anunciando la Buena Nueva de la Palabra» (Hechos 8, 4). La persecución, y la consiguiente dispersión, se convierten en misión. El Evangelio se propagó de este modo en Samaria, en Fenicia y en Siria, hasta llegar a la gran ciudad de Antioquía, donde según San Lucas, fue anunciado por primera vez, también a los paganos (Cf. Hechos 11, 19-20), y donde resonó por primera vez, el nombre de «cristianos» (Hechos 11,26).
En particular, San Lucas especifica que los que lapidaron a Esteban, «pusieron sus vestidos, a los pies de un joven, llamado Saulo» (Hechos 7, 58), el mismo que de perseguidor, se convertiría en Apóstol insigne del Evangelio.

Esto significa que el joven Saulo, tenía que haber escuchado la predicación de Esteban, y conocer los contenidos principales. Y San Pablo, se encontraba con probabilidad entre quienes, siguiendo y escuchando este discurso, «tenían los corazones consumidos de rabia, y rechinaban sus dientes contra él» (Hechos 7, 54).

Podemos ver así, las maravillas de la Providencia divina: Saulo, adversario empedernido de la visión de Esteban, después del encuentro con Cristo resucitado, en el camino de Damasco, reanuda la interpretación cristológica del Antiguo Testamento, hecha por el primer mártir, la profundiza y completa, y de este modo se convierte, en el «Apóstol de las gentes».

La ley se cumple, enseña él, en la cruz de Cristo. Y la fe en Cristo, la comunión con el amor de Cristo, es el verdadero cumplimiento de toda la Ley. Este es el contenido de la predicación de Pablo. Él demuestra así, que el Dios de Abraham, se convierte en el Dios de todos. Y todos los creyentes en Cristo Jesús, como hijos de Abraham, se convierten en partícipes de las promesas. En la misión de San Pablo, se cumple la visión de Esteban.

La historia de San Esteban, nos dice mucho. Por ejemplo, nos enseña que no hay que disociar nunca, el compromiso social de la caridad, del anuncio valiente de la fe.

Era uno de los siete, que estaban encargados sobre todo de la caridad. Pero no era posible disociar, caridad de anuncio. De este modo, con la caridad, anuncia a Cristo crucificado, hasta el punto de aceptar incluso el martirio. Esta es la primera lección, que podemos aprender de la figura de San Esteban: caridad y anuncio van siempre juntos.

San Esteban, nos habla sobre todo de Cristo, de Cristo crucificado, y resucitado como centro de la historia y de nuestra vida. Podemos comprender, que la Cruz ocupa siempre un lugar central en la vida de la Iglesia, y también en nuestra vida personal.

En la historia de la Iglesia, no faltará nunca la pasión, la persecución. Y precisamente la persecución se convierte, según la famosa fase de Tertuliano, fuente de misión para los nuevos cristianos.

Cito sus palabras: «Nosotros nos multiplicamos, cada vez que somos segados por vosotros: la sangre de los cristianos es una semilla» («Apologetico» 50,13: «Plures efficimur quoties metimur a vobis: semen est sanguis christianorum»). Pero también en nuestra vida, la cruz que no faltará nunca, se convierte en bendición.

Y aceptando la cruz, sabiendo que se convierte, y es bendición, aprendemos la alegría del cristiano, incluso en momentos de dificultad. El valor del testimonio es insustituible, pues el Evangelio lleva hacia Él, y de Él se alimenta la Iglesia. San Esteban nos enseña, a aprender estas lecciones; nos enseña a amar la Cruz, pues es el camino, por el que Cristo, se hace siempre presente de nuevo entre nosotros.

[© Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]
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Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos y la intercesión del amado San Esteban, puedan nuestros corazones liberarse de todo odio, resentimiento y deseos de venganza, y cuidarnos mucho de prejuzgar a nadie, por pensar distinto a como pensamos nosotros, y así evitar ser partícipes de ningún crimen o lapidación social, contra la reputación de nadie. A Tí Señor, que nos enseñaste, que ninguna palabra pronunciada en vano, quedará sin su castigo. Amén.