martes, 31 de octubre de 2017

Domingo 29 de Octubre

San Narciso


Obispo de Jerusalén, siglo II

Narciso nació a finales del siglo I en Jerusalén, y se formó en el cristianismo, bebiendo en las mismas fuentes de la nueva religión. Debieron ser sus catequistas, aquellos a los que el mismo Salvador había formado, o a los que escucharon a los Apóstoles.

Era ya presbítero modelo con Valente, o como el Obispo Dulciano. Fue consagrado obispo, trigésimo de la sede de Jerusalén, en el año 180, cuando era de avanzada edad, pero con el ánimo y el dinamismo de un joven. En el año 195, asiste y preside el concilio de Cesarea, para unificar con Roma el día de la celebración de la Pascua.

Eusebio cuenta que en su tiempo, los cristianos de este lugar recordaban todavía algunos de los milagros del Santo Obispo. Por ejemplo, cuando los diáconos no tenían aceite para las lámparas, en la víspera de la Pascua, San Narciso pidió que trajesen agua, se puso en oración, y después mandó que la pusiesen en las lámparas. Así lo hicieron, y el agua se transformó en aceite.

Permitió Dios que le visitara la calumnia. Tres de sus clérigos —también de la segunda o tercera generación de cristianos- no pudieron resistir el ejemplo de su vida, ni sus reprensiones, ni su éxito. Se conjuraron para acusarle, sin que sepamos el contenido, de un crimen atroz.

El Santo perdona a sus envidiosos difamadores, y toma la decisión de abandonar el gobierno de la grey, viendo con humildad en el acontecimiento, la mano de Dios. Secretamente se retira a un lugar desconocido, en donde permanece ocho años.

Dios, que tiene toda la eternidad para premiar o castigar, algunas veces lo hace también en esta vida, como en el presente caso. Uno de los maldicientes hace penitencia, y confiesa en público su infamia.

Regresa Narciso de su autodestierro, y permanece acompañando a sus fieles hasta bien pasados los cien años. En este último tramo de su vida, le ayuda Alejandro, obispo de Flaviada en la Capadocia, que le sucede posteriormente.

Se dice que Narciso murió a los 116 años.

Oración: te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos e intercesión de San Narciso y San Simón, cuya fiesta hemos celebrado ayer, habiendo siendo ambos obispos de Jerusalén, se detenga el derramamiento de sangre en esa sagrada ciudad, así como en toda la Tierra Santa, adquiriendo la primera el estatus internacional que demandan las Naciones Unidas, y así puedan pacificarse los espíritus y reinar Tu Paz.


Que San Narciso siempre mantenga la luz y la claridad de nuestra Fe, con el sagrado aceite encendido en nuestros corazones, sabiendo sufrir con entereza todas las pruebas que afrontemos en nuestras vidas. Por nuestro Señor Jesucristo, Ayer, Hoy y Siempre. Amén. 

lunes, 30 de octubre de 2017

Sábado 28 de Octubre

San Judas Tadeo, Apóstol y Mártir


Patrón de las causas difíciles o desesperadas

"Judas" es una palabra hebrea que significa: "alabanzas sean dadas a Dios".  Tadeo quiere decir: "valiente para proclamar su fe"

Vendremos a él, y haremos en él nuestra morada”

Sea gloria eterna a Nuestro Señor Jesucristo, que es capaz de conservarnos libres de pecados, y sin mancha en el alma, y con gran alegría”

Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones, que Nuestro Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores, los pidiera por medio de San Judas Tadeo

San Judas Tadeo aparece último en la lista de los doce Apóstoles de Jesucristo (Mateo 10:3, Marco 3:18). No sabemos cuando ni como entró a formar parte de los discípulos. Lucas le llama "Judas de Santiago" (Hechos 1:13). Juan aclara: "Judas, no el Iscariote" (Juan 14:22).  Esta distinción es necesaria, dado a que el Judas Iscariote fue quien traicionó a Jesús.

Sus hermanos eran cuatro:
  1. Santa María Salomé - su hermana mayor, madre de los apóstoles Santiago el Mayor y Juan el Evangelista. La recordamos el pasado 22 de Octubre.
  2. San Santiago el Menor - Apóstol)
  3. Justo
  4. San Simón el Cananeo – Apóstol, y luego obispo de Jerusalén que lo acompañó en sus viajes.

Por lo que vemos en este pequeño relato genealógico, Judas Tadeo era un pariente cercano de Jesús, eran primos, por lo tanto quizás crecieron, se educaron y trabajaron juntos. Pertenecía al corazón de la familia de Jesús.

Según algunas tradiciones, Judas Tadeo era el novio de las bodas de Caná, donde Jesús —de acuerdo con los Evangelios— realizó su primer milagro al convertir el agua en vino.

Luego de su vida como Apóstol de Cristo, llevó el mensaje de éste junto a su hermano Simón, a las regiones de Galilea, Judea, Samaria, Egipto, Libia, Eufrates, Tigris, Edesa y Babilonia, llegando hasta los confines de Siria y Persia.

El Apóstol Judas Tadeo, "el hermano de Santiago", se lo menciona así por la notoriedad de Santiago en la Iglesia primitiva. "¿No es éste -se preguntan maravillados los habitantes de Nazaret, ante la fama que acompaña a Jesús- el carpintero . . . el hermano de Santiago y de Judas?".

Después de la Última Cena, cuando Cristo prometió que se manifestaría a quienes le escuchasen, Judas le preguntó porqué no se manifestaba a todos. Cristo le contestó que Él y su Padre visitarían a todos los que le amasen: "Vendremos a él y haremos en él nuestra morada" (Juan, 14, 22-23). No sabemos nada de la vida de San Judas Tadeo después de la Ascensión del Señor, y de la venida del Espíritu Santo.

Se atribuye a San Judas una de las epístolas canónicas, que tiene muchos rasgos comunes con la segunda epístola de San Pedro. No está dirigida a ninguna persona ni iglesia particular, y exhorta a los cristianos a "luchar valientemente por la fe que ha sido dada a los santos. Porque algunos en el secreto de su corazón, son hombres impíos, que convierten la gracia de nuestro Señor Dios, en ocasión de riña, y niegan al único soberano regulador, nuestro Señor Jesucristo".

Es una severa amonestación contra los falsos maestros, y una invitación a conservar la pureza de la fe. Termina su carta con esta bella oración: "Sea gloria eterna a Nuestro Señor Jesucristo, que es capaz de conservarnos libres de pecados, y sin mancha en el alma y con gran alegría".

San Judas Tadeo es uno de los santos más populares, a causa de los numerosos favores celestiales que consigue a sus devotos que le rezan con fe, especialmente en cuanto a conseguir empleo o casa.

Santa Brígida cuenta en sus Revelaciones, que Nuestro Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos favores, los pidiera por medio de San Judas Tadeo.

Con frecuencia se ha confundido a San Judas Tadeo, con el San Tadeo de la leyenda de Abgar, y se ha dicho que murió apaciblemente en Beirut de Edessa. Según la tradición occidental, tal como aparece en la liturgia romana, se reunió en Mesopotamia con San Simón, y que ambos predicaron varios años en Persia, y ahí fueron martirizados.

Existe un relato del martirio de los dos Apóstoles; pero el texto latino no es ciertamente anterior a la segunda mitad del siglo VI. Dicho documento se ha atribuido a un tal Abdías, de quien se dice que fue discípulo de Simón y Judas, y consagrado por ellos, primer obispo de Babilonia.

Según dice la antigua tradición, a San Simón lo mataron aserrándolo por medio, y a San Judas Tadeo le cortaron la cabeza con una hacha, y por eso lo pintan con una hacha en la mano. Por ello, la Iglesia de occidente los celebra juntos, en tanto que la Iglesia de oriente separa sus respectivas fiestas.

San Judas, tal vez, perteneció a la humilde clase de los trabajadores. Eusebio cuenta que fueron acusados ante el emperador Domiciano, unos nietos de Judas, por ser parientes del Señor. Pero el emperador los dejó en libertad, al ver sus manos encallecidas por el trabajo.

San Simón El Cananeo

Hermano de San Judas Tadeo



Apóstol y Mártir

En la lista de los Apóstoles le suelen llamar siempre Simón el Cananeo, o el Zelote, dos términos que se identifican. Son en efecto, dos traducciones de un mismo vocablo hebreo, qanná, que quiere decir zelotes o celoso.

Así Simón, Apóstol fiel de Jesucristo, encarna en su persona el gran celo del Dios Omnipotente; "de hecho, el Dios de Israel se muestra como un ser "celoso" de sí mismo, que no puede, en manera alguna, tolerar cualquier atentado contra su trascendente majestad" (Ex. 20,5; 34,14).

Simón pertenecía a un partido nacionalista, en el que se habían enlazado indisolublemente la religión y la política. No podemos olvidar que en la historia del pueblo elegido, la preocupación social, religiosa y política iban siempre unidas.

Simón fue un zelote. Es verdad que en su vida pesaba, sobre todo, el matiz religioso. El celo ardiente por la Ley, le quemaba el centro de su alma israelita. Como San Pablo, es Simón un judío entregado plenamente al cumplimiento de las tradiciones paternales; rozando en su persona el formulismo asfixiante y agobiador de los fariseos.

Pero un día, venturoso para él, se encontró con la mirada del Maestro, y se convirtió sinceramente al Evangelio (Act. 21,20).

Perdido en su humildad, la Providencia ha querido dejarle olvidado en un casto silencio. De todos los Apóstoles, él es el menos conocido. La tradición nos dice que predicó la doctrina evangélica en Egipto, y luego en Mesopotamia, y después en Persia, ya en compañía de su hermano, San Judas Tadeo.

En la lista de los Apóstoles aparece ya al final, junto a hermano (cf. Mt. 10,3-4; Mc. 3,16,19; Lc. 6,13; Act. 1,13).

Los evangelios no nos conservan ni de él, ni de su hermano San Judas Tadeo, ni una palabra más. La tradición, recogida en los martirologios romanos, el de Beda y Adón, y a través de San Jerónimo y San Isidoro, nos dicen que San Simón y San Judas Tadeo, fueron martirizados en Persia.

Afirma esta tradición que los templos de la ciudad de Suamir, estaban recargados de ídolos. Los Santos Apóstoles fueron apresados. Simón fue conducido al templo del Sol, y Judas al de la Luna, para que los adoraran.

Pero ante su presencia, los ídolos se derrumbaron estrepitosamente. De sus figuras desmoronadas salieron, dando gritos rabiosos, los demonios en figuras de etíopes.

Los sacerdotes paganos se revolvieron contra los Apóstoles, y los despedazaron. El azul sereno de los cielos, se enlutó de pronto. Una horrible tempestad originó la muerte a gran multitud de gentiles.

El rey, ya cristiano por la predicación de los Santos Apóstoles, levantó en Babilonia un templo suntuoso, donde reposaron sus cuerpos, hasta que fueron trasladados a San Pedro de Roma.

Testimonio Personal: Puedo asegurar que con la silenciosa y decidida intervención de San Judas Tadeo, he podido pagar muchas deudas comerciales, normalizar los papeles legales de mi empresa, y redireccionar mi trabajo hacia una editorial de libros educativos. “Casualmente”, el 28 de Octubre del año 2014, salió publicado el edicto en el Boletín Oficial (algo de lo que nadie puede tener control), y terminé toda esta regularización legal con aumento de capital incluido. Cuando yo le pedí a San Judas Tadeo esta especial intercesión era el año 2007, en las estribaciones de la crisis mundial. Pude cerrar el circuito total de la reorganización siete años después. ¡Muchas Gracias San Judas Tadeo!.

Oración: Concédenos Señor, por medio de tu Santo Apóstol San Judas Tadeo, y de su hermano San Simón Cananeo, la gracia de desterrar de nuestro corazón a todos nuestros ídolos, y así hacer espacio en nuestro interior, y puedas venir a vivir dentro nuestro, junto a tu Divino Hijo y el Espíritu Santo, y poder lograr, al final de nuestras vidas, como ellos, la morada divina que nos has prometido junto a Tí, en el cielo en la Última Cena. Por nuestro Señor Jesucristo Ayer, Hoy y Siempre. Amén.



domingo, 29 de octubre de 2017

Sexta Feria, 27 de Octubre

Santos Vicente, Sabina y Cristeta


Mártires

(304)

Carecería de sólido entendimiento si, menospreciando al Dios verdadero que creó el cielo y formó la tierra, penetró los abismos y ciñó los mares, diese culto a los falsos dioses de leña y piedra, representados en estatuas vanas”


Vicente es visitado por sus hermanas en la prisión. En la otra escena Daciano manda su persecución

Vicente, Sabina y Cristeta son hermanos. Han nacido y viven en Talavera (Toledo). Los tres disfrutan de su juventud —Cristeta, casi niña- y como en tantos hogares, después del fallecimiento de los padres, hace cabeza en Vicente que es el mayor.

Manda en el Imperio la tetrarquía presidida por Diocleciano, con el fin de poner término a la decadencia que se viene arrastrando a lo largo del siglo III, por las innumerables causas internas, y por las rebeliones y amenazas cada vez más apremiantes en las fronteras.

Diocleciano, augusto, reside en Nicomedia, y ocupa la cumbre de la jerarquía; su césar Galerio reside en Sirmio, y se ocupa de Oriente; Maximiano es el otro augusto que se establece en Milán, con su césar Constancio, en Tréveris, gobiernan Occidente.

El que preside España es Daciano, hombre cruel, bárbaro y perverso, que odia sin límites el nombre cristiano, y que va dejando un riego de mártires en Barcelona y en Zaragoza. Llega a Toledo, y sus colaboradores buscan en Talavera a seguidores de Cristo.

Allí es conocido como tal Vicente, que se desvive por la ayuda al prójimo, y es ejemplo de alegría, nobleza y rectitud.

Llevado a la presencia de Decio, se repite el esquema clásico, en parte verídico, y en parte poético de las actas de los mártires. Halagos por parte del poderoso juez pagano, con promesas fáciles, y por parte del cristiano, profesiones de fe, en el Dios que es Trinidad, en Jesucristo-Señor, y en la vida eterna prometida.

Amenazas de la autoridad, que se muestra dispuesta a hacer cumplir de modo implacable las leyes, y exposición tan larga como firme, de las disposiciones a perder todo, antes de la renuncia a la fe nutriente de su vida que hace el cristiano.

Según consta en el acta de martirio, Vicente le dijo a Decio:
Carecería de sólido entendimiento, si menospreciando al Dios verdadero que creó el cielo y formó la tierra, penetró los abismos y ciñó los mares, diese culto a los falsos dioses de leña y piedra, representados en estatuas vanas. Júpiter a quien tú invocas, fue un hombre inútil, cuyas maldades y torpezas publican vuestros mismos libros, pero mi Dios es Santo e Inmaculado, uno en esencia y trino en personas, quien por su infinito poder y suma bondad, hizo las obras admirables que en el cielo y la tierra vemos y sabemos, las cuales por todas partes publican su divinidad”.

De ahí se pasa al martirio descrito con tonos en parte dramáticos, y en parte triunfales, con el añadido de algún hecho sobrenatural, con el que se manifiesta la complacencia divina ante la fidelidad libre del fiel.

Bueno pues, el caso es que a Vicente lo condenan a muerte, por su pertinacia en perseverar en la fe cristiana. Lo meten en la cárcel, y en espera de que se cumpla la sentencia, es visitado por sus dos hermanas, que entre llantos y confirmándole en su decisión de ser fiel a Jesucristo, le sugieren la posibilidad de una fuga, con el fin de que sin padres que les tutelen, siga él siendo su apoyo y valedor.

La escapada se realiza, gracias a un guardia piadoso, pero los soldados romanos los encuentran en la cercana Ávila, donde son los tres martirizados, en el año 304.

El amor a Dios no supone una dejación, olvido, o deserción de los nobles compromisos humanos. Vicente, aceptando los planes divinos hasta el martirio, hizo cuanto legítimamente estuvo de su parte, para sacar adelante su compromiso familiar.


Oración: Señor mío y Dios mío, que por intercesión de San Vicente, Sabina y Cristeta, nos ayudes a crecer en la Fe Verdadera, y aceptar con dignidad las pruebas de nuestra Vida, forjando mediante ellas, una piadosa relación filial contigo, basada en las enseñanzas de tu Divino Hijo y los Apóstoles. Por Nuestro Señor Jesucristo, que Vive por Siempre. Amén.

sábado, 28 de octubre de 2017

Quinta Feria, 26 DE OCTUBRE

SAN EVARISTO, QUINTO PAPA


MÁRTIR (+117)

Nació por los años 60, de una familia judía, asentada en tierras griegas. Recibió educación judía, y aprendió en los liceos helénicos. Él fue quien acuñó el término de «Santa» a la Iglesia Católica.

No se conocen datos de su conversión al cristianismo, pero se le ve ya en Roma, como uno de los presbíteros muy estimados por los fieles, que lleno de celo, eleva el nivel de la comunidad de cristianos de la ciudad, entregándose por completo a mostrarle a Jesucristo. Amplio conocedor de la Sagrada Escritura, es docto en la predicación y humilde en el servicio.

Muerto mártir el Papa Anacleto, sucesor de Clemente, la atención se fija en Evaristo. Por humildad, se resistió con todas las fuerzas posibles a asumir la dignidad que comportaba tan alto servicio. El día 27 de Julio del año 108 tuvo la Iglesia por Papa a Evaristo.

Atendió cuidadosamente las necesidades del rebaño: Defiende la verdadera fe contra los errores gnósticos. Establece normas que conciernen a la consagración, y el trabajo pastoral de los Obispos y de los diáconos. Manda la celebración pública de los matrimonios. Se ocupa de la vida de los fieles, esbozándose ya una cierta administración territorial, para su mejor atención y gobierno. También escribió cartas a los fieles de África y de Egipto.

Combatió la herejía denominada Docetismo. Es una doctrina aparecida a finales del primer siglo de la era cristiana, que afirmaba que Cristo no había sufrido la crucifixión, ya que su cuerpo sólo era aparente y no real.

La Iglesia de ese tiempo, crecía todos los días en número, pero estaba perseguida por las leyes; era silenciosa y fuerte en la fe, oculta y limpia en las obras; vivía dentro del Imperio en estado latente, desplegando poco a poco su potencialidad, al soplo del Espíritu.


Murió mártir, siendo Trajano emperador, hacia el año 117.

Oración: Señor y Dios nuestro, que por los méritos e intercesión de San Evaristo, la Iglesia vuelva a ser santa, silenciosa y fuerte en la fe, oculta y limpia en su proceder, quedando siempre atenta al soplo del Espíritu Santo. Que nunca intente ser una fuerza política, ni ceder en su deber de proclamar Penitencia y Conversión, a sí misma en primer lugar, y a la Humanidad toda, tal como siempre lo pidió La Virgen María en todas sus apariciones recientes, a quien invocamos para que siempre nos acompañe en el duro peregrinar de nuestra Vida. Amén.

viernes, 27 de octubre de 2017

Cuarta Feria, 25 de Octubre

Santos Crispín y Crispiniano


Mártires – Patronos de los zapateros

Etimológicamente significan “de pelo rizado”. Vienen de la lengua latina.

Son dos mártires romanos, venerados por franceses e ingleses, y a los que los zapateros los tienen como patronos, pues aprendieron el oficio de zapateros, para extender su fe en el desempeño de este humilde oficio, sin despertar sospechas. Se establecieron en Roma, y desde allí proclamaron el Evangelio a sus clientes.

Hacían zapatos para los pobres. A estos, por supuesto, no les cobraban absolutamente nada. A los ricos, que conocían el buen trabajo que hacían, y la calidad del calzado, sí que les cobraban.

Lo bonito de estos dos creyentes, es que aprovechaban los momentos de venta, o de dar gratis, para hablar con entusiasmo de Jesucristo. Debían vivir lo que decían, porque la gente los escuchaba con agrado.

Se supone que emigraron a Inglaterra, y se establecieron en Faversham, Kent, donde hasta 1670, se seguía mostrando la tienda donde habían ejercido su oficio. Shakespeare los nombra seis veces en Enrique V, y los vuelve a alabar en Julio César, por haber sabido curar tanto las almas, como calzar los pies de sus clientes.

San Crisanto y Santa Daría
Mártires romanos de los primeros siglos, cuyas Actas han desaparecido. Se ignora si eran marido y mujer, o si la primera vez que se encontraron, fue cuando se les enterró juntos en la Vía Salaria, en Roma.

Cuarenta Mártires de Inglaterra y Gales
(siglos XVI y XVII)

Estos católicos ingleses y galeses, fueron canonizados por haber perseverado en su fe hasta el martirio, durante las persecuciones decretadas por varios monarcas, sobre todo la reina Isabel I, desde que Enrique VIII se separó de la obediencia de Roma.

Entre ellos hay madres de familia como Margaret Clitherow; viudas como Ann Line; nobles como Philip Howard, conde de Surrey; oscuros seglares como el maestro galés Richard Gwyn; y sacerdotes como Cuthbert Mayne, John Payne y John Almond.

Luego hay una larga lista de religiosos cartujos, agustinos, benedictinos, franciscanos y jesuitas, entre los que se encuentran: Robert Southwell, Henry Walpole, Nicolas Owen, Thomas Garnet, Henry Morse, y el más célebre de todos, Edmund Campion, cuya vida escribió Evelyn Waugh.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que por los méritos e intercesión de estos santos y mártires, pueda cesar el estado de paz armado o guerra abierta en el que está sumergido el mundo desde 1914. Nuestras especiales oraciones para el Reino Unido, Italia, Siria, Iraq, Afganistán y el Yemen. Amén.


jueves, 26 de octubre de 2017

Tercera Feria, 24 de octubre

San Antonio María Claret


(1807-1870)

Obispo de Santiago de Cuba

Fundador de la Orden Claretiana

Patrón de tejedores y Apóstol de la Prensa

Trabajó incansablemente por la abolición de la esclavitud en Cuba

"Enamoraos de Jesucristo y del prójimo, y lo comprenderéis todo, y haréis más cosas que yo"

Breve
-Nació en la villa de Sallent, provincia de Barcelona, el día 23 de diciembre de 1807.
-Fue obrero textil en su juventud.
-Ordenado sacerdote, fundó en Vic la Orden de los Claretianos.
-Recorrió Cataluña durante varios años predicando.
-Fundó la Congregación de Misioneros, Hijos del Inmaculado Corazón de María.
-Fue nombrado arzobispo de Santiago de Cuba, cargo en el que se entregó de lleno al bien de las almas.
-Como arzobispo de Santiago de Cuba, se destacó por su celo evangelizador, ya que recorrió toda su diócesis, y sufrió un atentado contra su vida.
-Habiendo regresado a España, sus trabajos por el bien de la Iglesia, le proporcionaron aún muchos sufrimientos.
-Confesor de la Reina Isabel II de España
-Único santo canonizado, entre los padres conciliares del Concilio Vaticano I.
-Escritor evangélico, especialmente de folletos de fácil alcance para todos (jóvenes, trabajadores, casados)
-Demostró un amor excepcional por la Eucaristía, la cual conservaba en su corazón como tabernáculo
-Gran devoto de la Santísima Virgen.
-Patrón de las cajas de ahorro, ya que fundó una en Cuba en beneficio de los pobres.
-Sus experiencias místicas lo llevaron a levitar (alzarse del suelo)
- Murió en Fontfroide (Francia), en el año 1870.

Cuando le preguntaron cómo era capaz de hacer tanto, respondió:
"Enamoraos de Jesucristo y del prójimo, y lo comprenderéis todo, y haréis más cosas que yo"

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Infancia:
Antonio Claret y Clará, nació en Sallent (Barcelona, España), el 23 de diciembre de 1807. Era el quinto de once hijos de Juan Claret y Josefa Clará. Le bautizaron el día de Navidad.

La escasa salud de su madre, hizo que se le pusiera al cuidado de una nodriza en Santa María de Olot. Una noche en que Antonio se quedó en la casa paterna, se hundió la casa de la nodriza, muriendo todos en el accidente. Para Claret aquello supuso siempre una señal de la providencia.

La cuna de Claret era sacudida constantemente, por el traqueteo de los telares de madera, que su padre tenía en los bajos de la casa. Ya desde sus primeros años, Antonio dio muestras de una gran inteligencia y un buen corazón.

A los cinco años pensaba en la eternidad: por la noche, sentado en la cama, quedaba impresionado por aquel "siempre, siempre, siempre". Él mismo recordaría estas palabras, más tarde, siendo Arzobispo:

"Esta idea de la eternidad, quedó en mí tan grabada, que ya sea por lo tierno que empezó en mí, o ya sea por las muchas veces que pensaba en ella, lo cierto es que es lo que más tengo presente. Esta misma idea, es la que más me ha hecho trabajar más, y esto será siempre así mientras yo viva, para la conversión de los pecadores" (Aut. Nº 9).

La guerra popular contra Napoleón, embargaba vivamente el ambiente de la época. Sus soldados pasaban frecuentemente por su villa, entre los años 1808 y 1814. Hasta los sacerdotes del pueblo se habían sumado a la lucha. En 1812 se promulgaba la nueva Constitución.

Mientras tanto, Antonio jugaba, estudiaba, crecía... Dos amores destacaban ya en el pequeño Claret: la Eucaristía y la Virgen. Asistía con atención a la misa; dejaba momentáneamente el juego, para visitar a Jesús en la iglesia, siempre que no ocasionara molestias a sus compañeros; iba con frecuencia, acompañado de su hermana Rosa, a la ermita de Fusimaña, y rezaba diariamente el rosario.

Una debilidad de Antonio eran los libros. Se los devoraba. Pocas cosas contribuyeron tanto a la santidad de Antonio como sus lecturas, las primeras lecturas de su infancia. Porque sus lecturas eran escogidas. Pero ya desde entonces, Antonio tenía una ilusión: llegar a ser sacerdote y apóstol. Sin embargo, su vocación debería recorrer todavía otro itinerario.

Entre los Telares:
Toda su adolescencia, la pasó Antonio en el taller de su padre. Pronto consiguió llegar a ser maestro en el arte textil. Para perfeccionarse en la fabricación, pidió a su padre que le permitiera ir a Barcelona, donde la industria estaba atrayendo a numerosos jóvenes.

Allí se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios de la Lonja. Trabajaba de día, y de noche estudiaba. Aunque seguía siendo un buen cristiano, su corazón estaba centrado en su trabajo.

Gracias a su tesón e ingenio, llegó pronto a superar en calidad y belleza, las muestras que llegaban del extranjero. Un grupo de empresarios, admirados de su competencia, le propusieron un plan halagüeño: fundar una compañía textil, corriendo a cuenta de ellos la financiación y el montaje de la fábrica. Pero Antonio, inexplicablemente, se negó. Dios tenía otros planes para él.

Unos cuantos hechos adicionales, le hicieron más sensible el oído a la voz de Dios.

a) Un amigo a quien estimaba mucho, tenía el grave vicio del juego. Llegó a robarle sus ahorros para jugarlos, y cuando los perdió, desesperado robó unas joyas valiosas, las cuales también perdió en el juego. La policía siguiendo el rastro de las joyas dio con él, y lo encarceló; todos comenzaron a calumniar a Antonio, diciendo que era cómplice de su amigo. Esta experiencia empezó a crear en su corazón, un disgusto por el mundo, las amistades y las riquezas.

b) El segundo hecho que le ocurrió, fue estando un día con unos amigos en la playa, metió los pies para refrescarse en el agua, y de pronto una ola gigantesca lo arrastró hacia mar adentro, y Antonio que no sabía nadar, se estaba ahogando. De sus labios solo salió un grito "Virgen Santa, salvadme" , y sin saber cómo, Antonio estaba en la orilla, sano y salvo, y para colmo sus vestidos estaban totalmente secos.

c) El tercer hecho fue el que le ocurrió al ir a visitar a un amigo a su casa. Cuando llegó, el amigo no se encontraba, y quien estaba en casa era la esposa. Ella, dándose cuenta de la gallardía de Antonio, quedó cegada con un amor indigno, y le dijo: "Antonio, ¡qué diferente eres de mi esposo, siempre agrio y despectivo!. Quisiera que fuéramos buenos amigos".

Claret huye de la tentación. "Señora, vuestro esposo tarda, y tengo mucho que hacer...". Ella intentó detenerle, pero en vano. Antonio se deshace de ella, para no volver más. Antonio tenía muy presente las palabras del Evangelio: "¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?",

Misionero Apostólico en Cataluña:
Caminando hacia Golmes, le invitaron a detenerse porque sudaba; él respondía con humor: "Yo soy como los perros, que sacan la lengua, pero nunca se cansan".

"Padre, confiese a mi borrico" -le dijo un arriero, con tono burlón. "Quien se ha de confesar eres tú -respondió Claret- que llevas 7 años sin hacerlo, y te hace buena falta". Y aquel hombre se confesó.

En otra ocasión sacó de apuros a un pobre hombre contrabandista, convirtiendo en alubias un fardo de tabaco, ante unos carabineros que les echaron el alto. La mayor sorpresa se la llevó el buen hombre cuando, al llegar a su casa, observó que el fardo de alubias, se habían convertido de nuevo en tabaco. Son algunas de las "florecillas claretianas" de aquella época.

Otros hechos prodigiosos se cuentan, pero sobre todo se destacaba su virtud de penetrar las conciencias. Tenía enemigos que le calumniaban, y que procuraban impedir su labor misionera, teniendo que salir en su defensa el arzobispo de Tarragona. Pero su temple era de acero. Todo lo resistía, y salía airoso de todas las emboscadas que le tendían.

Apóstol de las Islas Canarias: ( marzo 1848 - mayo 1849)
Fundador y director espiritual

Poco después, el 16 de julio de 1849, a las tres de la tarde, en una celda del seminario de Vic, fundaba San Antonio María Claret la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Tenía 41 años. Eran los Cofundadores los Padres Esteban Sala, José Xifré, Manuel Vilaró, Domingo Fábregas y Jaime Clotet.

"Hoy comienza una gran obra" -dijo el Padre Claret. Él sabía que era impulsado por Dios; y Dios le reveló tres cosas:

1) Que la Congregación se extendería por todo el mundo.
2) Que duraría hasta el fin de los tiempos.
3) Que todos los que murieran en la Congregación se salvarían.

Arzobispo de Santiago de Cuba: (1851-1857)
Un hecho de capital importancia, puso pronto en peligro su recién fundado Instituto. El Padre Claret era nombrado Arzobispo de Santiago de Cuba. Aceptó el cargo, después de todos los intentos de renuncia el 4 de octubre de 1849, y el día 6 de octubre de 1850, era consagrado obispo en la catedral de Vic. Tenía 42 años.

Antes de embarcarse para Cuba, y después de ir a Madrid, a recibir el palio y la gran cruz de Isabel la Católica, efectuó tres visitas: a la Virgen del Pilar en Zaragoza, a la Virgen de Montserrat, y a la Virgen de Fusimaña, en Sallent, su Patria chica.

Y aún tuvo tiempo, antes de partir, para fundar las "Religiosas en sus Casas o las Hijas del Inmaculado Corazón de María, actual Filiación Cordimariana". En el puerto de Barcelona, un inmenso gentío despidió al Arzobispo Claret, con una apoteósica manifestación.

En el viaje hacia La Habana, aprovechó para dar una misión a bordo para todos los pasajeros, oficialidad y tripulación. Y al fin... Cuba. Seis años gastaría Claret en la diócesis de Santiago de Cuba, trabajando incansablemente, misionando, sembrando el amor y la justicia en aquella isla, en la que la discriminación racial y la injusticia social, reinaban por doquier.

Fue un Arzobispo evangelizador por excelencia. Renovó todos los aspectos de la vida de la iglesia: sacerdotes, seminario, educación de niños, abolición de la esclavitud... En cinco años realizó cuatro veces la visita pastoral de su diócesi en Cuba. El pueblo de Baracoa, por ejemplo, hacía 62 años que no veía obispo alguno.

Se enfrentó a los capataces, arrancándoles el látigo de las manos... Un día reprendió a un rico propietario, que maltrataba a los pobres negros que trabajaban en su hacienda.

Viendo que aquel hombre no estaba dispuesto a cambiar de conducta, el Arzobispo intentó darle una lección. Tomó dos trozos de papel, uno blanco y otro negro. Les prendió fuego, y pulverizó las cenizas en la palma de su mano. "Señor, -le dijo- ¿podría decir qué diferencia hay entre las cenizas de estos dos papeles?. Pues así de iguales somos los hombres ante Dios".

El Padre Claret tenía una capacidad inventiva, que denotaba un ingenio poco común. En Holguín se organizaron fiestas populares. El número fuerte del programa era el lanzamiento de un globo tripulado por un hombre. El artefacto aerostático, era de los primeros que se ensayaban en aquellos tiempos. No tuvo éxito; comenzó a elevarse, pero el piloto perdió el control, y cayó en un pequeño barranco.

El Arzobispo estudió el problema, y un día sorprendió a todos: "Hoy he dado con el sistema de la dirección de los globos". Y les mostró un diseño, que todavía hoy se conserva.

Era un hombre práctico. Fundó en todas las parroquias, instituciones religiosas y sociales para niños y para mayores; creó escuelas técnicas y agrícolas; estableció y propagó por toda Cuba, las Cajas de Ahorros; fundó asilos; visitó cuatro veces todas las ciudades, pueblos y rancherías de su inmensa diócesis. Siempre a pie o a caballo.

Pero ni siquiera en Cuba, le dejaron en paz sus enemigos. La tormenta de atentados llegó al culmen en Holguín, donde fue herido gravemente por un sicario a sueldo de sus enemigos, al que había sacado poco antes de la cárcel, cuando salía de la iglesia. El Padre Claret, casi agonizando, pidió que perdonaran al criminal. A pesar de todo, sus enemigos siguieron sin perderle de vista.

Estas son las palabras del propio Santo:
"Yo bajé del púlpito fervorosísimo, cuando he aquí que al concluir la función, había mucha gente, y todos me saludaban. Se acercó un hombre, como si me quisiera besar el anillo; pero al instante alargó el brazo, armado con una navaja de afeitar, y descargó el golpe con todas sus fuerzas.

Pero yo llevaba la cabeza inclinada, y con el pañuelo que tenía en la mano derecha me tapaba la boca, en lugar de cortarme el cuello, como intentaba, me rajó la cara, o mejilla izquierda, desde la frente a la oreja, hasta la punta de la barba, y de escape me cogió el brazo derecho.

Hecha la primera cura, me llevaron a casa. No puedo yo explicar el placer, el gozo y alegría que sentía mi alma, al ver que había logrado lo que tanto deseaba, que era derramar la sangre por el amor de Jesús y de María, y poder sellar con la sangre de mis venas las verdades Evangélicas.

En la curación de las heridas, ocurrieron tres cosas prodigiosas: la primera fue la curación instantánea de una fístula, que los facultativos habían dicho que duraría. Con el corte de la herida se rompieron completamente las glándulas salivales. Tenían que operarme al día siguiente. Yo me encomendé a la Santísima Virgen María, me ofrecí y resigné a la voluntad de Dios, y al instante quedé curado.

El segundo prodigio fue que la cicatriz del brazo, quedó como una imagen de la Virgen Dolorosa, de medio cuerpo, y además de relieve tenía colores blanco y morado. Se fue desvaneciendo con los años.

El tercer prodigio fue el pensamiento de la Academia de San Miguel, pensamiento que tuve en los primeros días de hallarme en cama, y que fue aprobada por el Papa Pío IX".

Los católicos de Cuba lo recuerdan con profundo cariño y veneración.

Confesor de la Reina Isabel II, y Misionero en la Corte y en España: (1857-1868).
Al cabo de seis años en Cuba, un día le entregaron un despacho urgente del capitán general de La Habana, en el que se le comunicaba que su Majestad la Reina Isabel II le llamaba a Madrid. Era el 18 de marzo de 1857.

Llegado a Madrid, supo el Padre Claret que su cargo era definitivamente el de confesor de la Reina. Contrariado aceptó, pero poniendo tres condiciones: no vivir en palacio, no implicarle en política, y no guardar antesalas teniendo libertad de acción apostólica.

Tenía 49 años cuando regresó de Cuba. Pero Claret no había nacido para cortesano. En los 11 años que permaneció en Madrid, su actividad apostólica en la Corte fue intensa y continuada. Pocas fueron las iglesias y conventos donde su voz no resonara con fuerza y convicción.

Desde la iglesia de Italianos, situada en la actual ampliación de las Cortes, y desde la iglesia de Montserrat, donde está situado actualmente el Teatro Monumental, desarrolló una imparable actividad. Principalmente se hizo notar en sus misiones al pueblo, y en sus ejercicios al clero.

Restauró El Escorial, y organizó en él un centro de estudio.

Apóstol de la prensa:
"Antonio, escribe", -le dijeron Cristo y la Virgen-.

Como una enorme y sensible pantalla de radar, Claret escrutaba continuamente los signos de los tiempos: "Uno de los medios que la experiencia me ha enseñado ser más poderoso para el bien, es la imprenta, -decía-, así como es el arma más poderosa para el mal cuando se abusa de ella".

Escribió unas 96 obras propias (15 libros y 81 opúsculos), y otras 27 editadas, anotadas, y a veces traducidas por él. Sólo si se tiene en cuenta su extrema laboriosidad, y las fuerzas que Dios le daba, se puede comprender el hecho de que escribiera tanto, llevando una dedicación tan intensa al ministerio apostólico.

Claret no era solamente escritor. Era propagandista. Divulgó con profusión los libros y hojas sueltas. En cuanto a su difusión, alcanzó cifras verdaderamente importantes.

Jamás cobraba nada de la edición y venta de sus libros; al contrario, invertía en ello grandes sumas de dinero. ¿De dónde lo sacaba?. De lo que obtenía por sus cargos, y de los donativos.

"No todos pueden escuchar sermones... pero todos pueden leer..."
"El predicador se cansa... mas el libro siempre está a punto... Son los libros la comida del alma...
"

Entre el centenar de obras de todos tamaños que escribió, destacan:
"Avisos" a toda clase de personas.
"El camino recto"
"El catecismo explicado"
"El colegial instruido"
"Los libros son la mejor limosna".

En el año 1848, había fundado la Librería Religiosa junto al Doctor Caixal, futuro obispo de Seo de Urgel, precedida por la "Hermandad espiritual de los libros buenos", que durante los años que estuvo bajo su dirección, hasta su ida a Cuba, imprimió gran cantidad de libros, opúsculos y hojas volantes, con un promedio anual de más de medio millón de impresos. En el primer decenio de la fundación, recibió la felicitación personal del Papa Pío IX.

Aún sacerdote, fundó la Hermandad del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, cuya finalidad era la de mantener permanentemente la difusión de los libros, y constituyó uno de los primeros ensayos de apostolado seglar activo, por estar integrada por sacerdotes y seglares de ambos sexos.

Una de sus obras más geniales, fue la fundación de la Academia de San Miguel (1858). En ella pretendía agrupar las fuerzas vivas de las artes plásticas, el periodismo y las organizaciones católicas; artistas, literatos y propagandistas de toda España, para la causa del Señor.

Gracias a su prestigio consiguió reunir en ella, las figuras más representativas del campo católico español. En nueve años, se difundieron gratuitamente numerosos libros, se prestaron muchos otros, y se repartió un número incalculable de hojas sueltas.

Y fundó las bibliotecas populares en Cuba y en España. Más de un centenar, llegaron a funcionar en España en los últimos años de su vida.

Bien merece el Padre Claret el título de apóstol de la prensa.

Ante el reconocimiento del Reino de Italia:
El 15 de julio de 1865, el gobierno en pleno, se reunía en La Granja para arrancar a la Reina su firma sobre el reconocimiento del Reino de Italia, que equivalía a la aprobación del expolio de los Estados pontificios.

El Padre Claret ya había advertido a la Reina que la aprobación de este atropello era, a su parecer, un grave delito, y la amenazó con retirarse si lo firmaba. La Reina, engañada, firmó. Claret no quiso ser cómplice permaneciendo en la corte. Oró ante el Cristo del Perdón, en la iglesia de La Granja, y escuchó estas palabras: "Antonio, retírate".

Transido de dolor, al verse obligado a abandonar a la Reina en aquella situación, se dirigió a Roma. Allí el Papa Pío IX le consoló, y le ordenó que volviera otra vez a la corte. La familia real se alegró inmensamente de su retorno. Pero una nueva tempestad de calumnias y de ataques, se desencadenó contra él. Se puede decir de Claret que fue uno de los hombres públicos más perseguidos del siglo XIX.

Desterrado:
El 18 de septiembre de 1868, la revolución ya en marcha, era incontenible. Veintiún cañonazos de la fragata Zaragoza, en la bahía de Cádiz, anunciaron el destronamiento de la Reina Isabel II. Con la derrota del ejército isabelino en Alcolea caía Madrid, y la revolución, como un reguero de pólvora, se extendió por toda España.

El día 30, la familia real, con algunos adictos y su confesor, salía para el destierro en Francia. Primero hacia Pau, luego París. El Padre Claret tenía 60 años.

Los desmanes y quema de iglesias se prodigaron, cumpliéndose otra de las profecías del Padre Claret: la Congregación tendrá su primer mártir en esta revolución. En La Selva del Camp caía asesinado el Padre Crusats.

El 30 de marzo de 1869, Claret se separaba definitivamente de la Reina, y se iba a Roma.

Padre del Concilio Vaticano I:
El día 8 de diciembre de 1869, comenzaron a llegar a Roma 700 obispos de todo el mundo, superiores de órdenes religiosas, arzobispos, primados, patriarcas y cardenales. Comenzaba el Concilio Ecuménico Vaticano I. Allí estaba el Padre Claret.

Uno de los temas más debatidos, fue la infalibilidad pontificia en cuestiones de fe y costumbres. La voz de Claret resonó en la basílica vaticana:

"Llevo en mi cuerpo las señales de la pasión de Cristo, -dijo, aludiendo a las heridas de Holguín-; ojalá pudiera yo, confesando la infalibilidad del Papa, derramar toda mi sangre de una vez".

Es el único Padre asistente a aquel Concilio, que ha llegado a los altares.

Glorificado:
Los restos del Padre Claret fueron trasladados más tarde a Vic, en 1897, donde se los veneran. El 25 de febrero de 1934, la Iglesia le inscribió en el número de los beatos. El humilde misionero, apareció a la veneración del mundo en la gloria de Bernini. Las campanas de la Basílica Vaticana pregonaron su gloria.

Y el 7 de mayo de 1950, el Papa Pío XII lo proclamó SANTO. Estas fueron sus palabras aquel memorable día:

"San Antonio María Claret fue un alma grande, nacida como para ensamblar contrastes: pudo ser humilde de origen, y glorioso a los ojos del mundo. Pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante. De apariencia modesta, pero capacísimo de imponer respeto, incluso a los grandes de la tierra. Fuerte de carácter, pero con la suave dulzura, de quien conoce el freno de la austeridad, y de la penitencia. Siempre en la presencia de Dios, aún en medio de su prodigiosa actividad exterior. Calumniado y admirado, festejado y perseguido. Y entre tantas maravillas, como una luz suave que todo lo ilumina, su devoción a la Madre de Dios".

Oración: Señor y Dios nuestro, que por los méritos y la intercesión de San Antonio María Claret, ayudes con tu poderoso brazo a sostener a todos los que escriben, y difunden tu Palabra de Camino, Verdad y Vida. También te pedimos por el restablecimiento pleno de las libertades civiles y religiosas en Cuba. Por Nuestro Señor Jesucristo, Ayer, Hoy y Siempre. Amén.