18 de Marzo de 2024
San Frigidiano de Lucca
Obispo
†: c.
588
Elogio:
En Lucca, en la Toscana, Italia, San Frigidiano, obispo, el cual,
oriundo de Irlanda, reunió clérigos en un monasterio, y por el bien
del pueblo, desvió el curso del río Serchio, para conseguir un
fértil nuevo territorio, y convirtió a la fe católica, a los
lombardos que habían invadido el territorio.
En las
inscripciones más antiguas el nombre es Frigianu o Frigdianus. Su
fecha de nacimiento se desconoce, y como tierra de origen se indica
Irlanda, tierra de evangelización de Occidente, la llamada «isla
de los santos».
Probablemente se había hecho monje en
su patria; después vino a Roma como peregrino y estudiante; y más
tarde, lo encontramos como eremita, en los alrededores de Lucca.
Y
allí lo van a buscar, el clero y el pueblo de la ciudad, para
hacerlo su obispo, hacia el año 560. Este hecho, no resulta tan
insólito en realidad: su vida austera y su cultura eran notorias, lo
mismo que su energía. Cualidades todas siempre preciosas, pero
además esenciales en aquellos años tormentosos.
En el año
568, la invasión longobarda (ejército y pueblo: soldados con sus
familias, e incluso animales...) pone fin a la unidad de Italia. El
territorio entero, resulta dividido irregularmente, con una parte más
extensa conquistada por los longobardos, y con las regiones más
ricas, en manos bizantinas.
En las tierras ya pobres, la
pobreza crece, agravada por la rapiña de los recién llegados, que
destruyen incluso el monasterio de Montecassino, y por la baja
productividad de los terrenos, favorecida por el desorden en los
regadíos. En el territorio de Lucca, las aguas del Serchio, afluente
del Arno, transforman a menudo los cultivos en pantanos.
Y
aquí interviene Frigidiano, que sabe también de hidráulica: de
acuerdo con los dirigentes de la ciudad, proyecta y hace abrir un
canal, que lleva al Serchio hasta el mar, regenerando el territorio.
Y la voz popular, transforma la sabia iniciativa en milagro: con un
rastrillo -se cuenta- el obispo trazó para el Serchio un nuevo
curso, y el río le obedeció.
Frigidiano trabaja también,
en poner orden en su diócesis; en construir iglesias, y se esfuerza
además -como tantos obispos de su época- en llevar a la fe a los
longobardos, en gran parte arrianos, o incluso paganos.
Por
obra suya, nace una comunidad monástica, que tendrá una vida
multisecular; de ella se derivarán los «Canónigos de San
Frediano», a los que Anselmo de Baggio, luego papa Alejandro II,
llamará a guiar a los canónigos de San Juan de Letrán, en
Roma.
Los acontecimientos, han casi abolido las autoridades
civiles tradicionales, y de hecho las suple Frigidiano, como ocurre
con otros obispos de la época, en otros sitios. Él está con la
gente, mezclado con los agricultores y los pescadores, en una
intimidad continua y cordial.
Su gran popularidad, el aura de
prodigios que parece siempre acompañarlo, tantos milagros a él
atribuidos, hacen perdurar su culto de siglo en siglo. Frigidiano
muere, según la tradición, el 18 de marzo del 588. Aunque el año
no es seguro.
En el culto local, su fiesta se celebra el 18
de noviembre, aniversario de la traslación del cuerpo, a la iglesia
de la que es titular. Esto ocurrirá entre el 1024 y el 1032, época
de Juan XIX.
Traducido, con escasos cambios, de un artículo de Domenico Agasso en «Famiglia cristiana».
Fuente:
Santi e Beati
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