viernes, 31 de marzo de 2017

Cuarta Feria, 29 de marzo

San Eustaquio de Luxeüil, Abad



Solo la santidad de un predicador, unida al Espíritu Santo, pueden convencer a los incrédulos y sediciosos

(† 625)

Nació Eustasio pasada la segunda mitad del siglo VI, en Borgoña.

Fue discípulo de San Columbano, monje irlandés que pasó a las Galias buscando esconderse en la soledad, y que recorrió el Vosga, el Franco-Condado y llegó hasta Italia. Fundó el monasterio de Luxeüil a cuya sombra nacieron los célebres conventos de Remiremont, Jumieges, Saint-Omer, foteines etc.

Eustasio tiene unos deseos grandes de encontrar el lugar adecuado para la oración y la penitencia. Entra en Luxeüil, y es uno de sus primeros monjes. Allí lleva una vida a semejanza de los monjes del desierto de oriente.

Columbano se ve forzado a condenar los graves errores de la reina Bruneguilda, y de su nieto rey de Borgoña. Con esta actitud, por otra parte inevitable en quien se preocupa por los intereses de la Iglesia, desaparece la calma que hasta el momento disfrutaban los monjes.

Eustasio considera oportuno en esa situación autodesterrarse a Austrasia, reino fundado el 511, en el período merovingio, a la muerte de Clodoveo, y cuyo primer rey fue Tierry, donde reina Teodoberto, el hermano de Tierry. Allí se le reúne el abad Columbano. Predican por el Rhin, río arriba, bordeando el lago Constanza, hasta llegar a tierras suizas.

Columbano envía a Eustasio al monasterio de Luxeüil después de nombrarle abad. Es en este momento -con nuevas responsabilidades- cuando la vida de Eustasio cobra dimensiones de madurez humana y sobrenatural insospechadas. Arrecia en la oración y en la penitencia; trata con caridad exquisita a los monjes, es afable y recto; su ejemplo de hombre de Dios cunde hasta el extremo de reunir en torno a él, dentro del monasterio, a más de seiscientos varones de cuyos nombres hay constancia en los fastos de la iglesia. Y el influjo espiritual del monasterio salta los muros del recinto monacal; ahora son las tierras de Alemania las que se benefician de él prometiéndose una época altamente evangelizadora.

Pero han pasado cosas en el monasterio de Luxeüil mientras duraba la predicación por Alemania. Un monje llamado Agreste o Agrestino que fue secretario del rey Tierry ha provocado la relajación y la ruina de la disciplina.

Orgulloso y lleno de envidia, piensa y dice que él mismo es capaz de realizar idéntica labor apostólica que la que está realizando su abad; por eso abandona el retiro del que estaba aburrido hacía tiempo, y donde ya se encontraba tedioso; ha salido dispuesto a evangelizar paganos, pero no consigue los esperados triunfos de conversión.

Y es que no depende de las cualidades personales, ni del saber humano la conversión de la gente; ha de ser la gracia del Espíritu Santo quien mueva las inteligencias y voluntades de los hombres, y esto ordinariamente ha querido ligarlo el Señor a la santidad de quien predica.

En este caso, el fruto de su misionar tarda en llegar, y con despecho se precipita Agreste en el cisma.

Eustasio quiere recuperarlo, pero se topa con el espíritu terco, inquieto y sedicioso de Agreste, que ha empeorado por los fracasos recientes, y está dispuesto a aniquilar el monasterio.

Aquí interviene Eustasio con un feliz desenlace porque llega a convencer a los obispos reunidos, haciéndoles ver que estaban equivocados por la sola y unilateral información, que les había llegado de parte de Agreste.

Restablecida la paz monacal, la unidad de dirección y la disciplina, cobra nuevamente el monasterio su perdida prestancia.

Sus grandes méritos se acrecentaron en la última enfermedad, con un mes entero de increíbles sufrimientos, que consumen su cuerpo sexagenario el 29 de marzo del año 625.

Autor: Archidiócesis de Madrid

Oración: Te pedimos Señor que por intercesión de San Eustaquio, bendigas a todos los predicadores con una vida de santidad, y así se acepte que predicar con el ejemplo es la manera más eficaz de llegar a los corazones. A Tí Señor, que sacrificaste todo, incluso la Vida, para rescatarnos fundamentalmente de nosotros mismos. Amén.



miércoles, 29 de marzo de 2017

Tercera Feria, 28 de marzo

Sixto III, 44ª Papa

(432-440)

Fue elegido papa a la muerte de San Celestino I, en el año 432, y ocupó la sede de Pedro por ocho años que fueron muy llenos de exigencias.

Durante su vida se vio envuelto casi de modo permanente en la lucha doctrinal contra los pelagianos, siendo uno de los que primeramente detectó el mal y combatió la herejía que había de condenar el papa Zósimo. (Ver al final la explicación del pelagianismo del Padre Jordi, y una reflexión y oración mía).

De hecho, Sixto escribió dos cartas sobre este asunto enviándolas a Aurelio, obispo que condenó a Celestio en el concilio de Cartago, y a San Agustín. Se libraba en la Iglesia la gran controversia sobre la Gracia sobrenatural, y su necesidad tanto para realizar buenas obras como para conseguir la salvación.

Pelagio fue un monje procedente de las islas Británicas. Vivió en Roma varios años, ganándose el respeto y la admiración de muchos por su vida ascética, y por su doctrina de tipo estoico, según la cual el hombre es capaz de alcanzar la perfección por el propio esfuerzo, con la ayuda de Dios solamente extrínseca -buenos ejemplos, orientaciones y normas disciplinares, etc.,- ¡era un voluntarista!.

Además, la doctrina pelagiana llevaba aneja la negación del pecado original. Y consecuentemente rechaza la necesidad de la redención de Jesucristo. De ahí se deriva a la ineficacia sacramentaria. Todo un monumental lío teológico basado en principios falsos que naturalmente Roma no podía permitir.

Y no fue sólo esto. El Nestorianismo acaba de ser condenado en el concilio de Éfeso, en el 431, un año antes de ser elegido papa Sixto III; pero aquella doctrina equivocada sobre Jesucristo había sido sembrada, y las consecuencias no desaparecerían con las resoluciones conciliares. Nestorio procedía de Antioquía y fue obispo de Constantinopla.

Mantuvo Nestorio una cristología imprecisa en la terminología y errónea en lo conceptual, afirmando que en Cristo hay dos personas y negando la maternidad divina de la Virgen María; fue condenada su enseñanza por contradecir la fe cristiana; depuesto de su sede, recluido y desterrado al monasterio de San Eutropio, en Antioquía, muriendo impenitente fuera de la comunión de la Iglesia.

El papa Sixto III intentó con notable esfuerzo reducirlo a la fe, sin conseguirlo, y a pesar de sus inútiles esfuerzos, tergiversaron los nestorianos sus palabras afirmando que el papa no les era contrario.

Llovieron al papa las calumnias de sus detractores. El propio emperador Valentiniano y su madre Plácida, impulsaron un concilio para devolverle la fama y el honor que el Papa Sixto III tenía en entredicho.

Baso -uno de los principales promotores del alboroto que privaba injustamente de la fama al Sumo Pontífice- muere tan arrepentido que fue perdonado por el papa, quien lo atiende espiritualmente al final de su vida, y le reconforta con los sacramentos.

Como todo santo ha de ser piadoso, también se ocupó antes de su muerte -en el año 440 y en Roma-, de reparar y ennoblecer la antigua basílica de Santa María la Mayor que mandó construir el papa Liberio, la de San Pedro y la de San Lorenzo.

Oración: Te pedimos Señor que por intercesión del Papa Sixto III, siempre tengamos conciencia del pecado original que llevamos en nuestro corazón, y nunca permitas que se haga carne en nosotros las doctrinas orientalistas que hablan de la perfección humana sin tu intervención personal. Te necesitamos Señor, ya que Tú nos enseñaste que somos como los sarmientos que deben permanecer unidos a la Vid Sagrada que eres Tú. Amén.

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Pelagio y pelagianismo
355-425
Padre Jordi Rivero

Pelagio es el iniciador del pelagianismo, una serie de herejías que surgieron en el siglo V.

Fue condenado en el Concilio de Cartago y Mileve, en 416, confirmado el año siguiente por el Papa Inocente I. Pelagio engañó al próximo papa, Zozimo, quien al principio lo exoneró, pero pronto (418) el papa se retractó.

Herejías de Pelagio:
1: Adán hubiese muerto aunque no hubiese pecado.
2: El pecado de Adán dañó solo a él. Sus descendientes solo recibieron mal ejemplo.
3: Los niños antes del bautismo están en la misma condición que estuvo Adán antes de la caída.
4: La humanidad no muere por el pecado de Adán, ni resucita en el último día por la redención de Cristo.
5: El pecado de Adán solo le afectó a él y no a su descendencia. Por lo tanto los hijos de Adán nacen libre de culpa.
6: La ley del Antiguo Testamento ofrece la misma oportunidad de salvación que el Evangelio.

San Agustín (De peccat. orig., XXIV) testifica que Pelagio vivió en Roma “por largo tiempo”. Fue allí donde comenzó a propagar sus ideas, durante el reinado del papa Atanasio (399-401).

Repudió la enseñanza de San Agustín sobre la necesidad de la gracia para permanecer casto, argumentando que ponía en peligro el libre albedrío.

El pelagianismo, que más tarde en su desarrollo negó totalmente el orden sobrenatural, y la necesidad de la gracia para la salvación. La salvación depende solo de las obras que siguen el ejemplo de Jesús.

Pelagio escribió en Roma varias obras: De fide Trinitatis libri III, ahora perdida, la cual fue elogiada por Gennadio como "indispensable materia de lectura para los estudiantes"; Eclogarum ex divinis Scripturis liber unus, que es la principal colección de pasajes de la Biblia basada en el Testimoniorum libri III de Cipriano y Commentarii in epistolas S. Pauli.

En la última negó el estado primitivo del hombre en el paraíso y el pecado original; insistió en la naturalidad de la concupiscencia y la muerte del cuerpo, y vinculó la existencia y universalidad actual del pecado al mal ejemplo dado por Adán al cometer el primer pecado.

Pelagio interpretaba la Biblia basándose en ideas principalmente en la filosofía estoica, y otras antiguas filosofías paganas. Consideró que la fuerza moral de la voluntad humana (liberum arbitrium), cuando está fortalecida por el ascetismo, es suficiente en sí misma para desear y conseguir la virtud.

Por lo tanto, consideró que el valor de la redención de Cristo está limitado principalmente a la formación (doctrina) y al ejemplo (exemplum), que servían de contrapeso frente al mal ejemplo de Adán.

Por lo tanto, la naturaleza, según Pelagio, es capaz de someter el pecado, y ganar la vida eterna sin la ayuda de la gracia. Según Pelagio, somos lavados de nuestros pecados por justificación mediante la sola fe, pero este perdón (gratia remissionis) no implica una renovación interior del alma.

Reflexión Personal: que la naturaleza sea capaz de someter al pecado y ganar la vida eterna sin la ayuda de la gracia, es una afirmación osada y tragicómica. Sabemos que hay niños muy malos y rebeldes, y que nunca tuvieron mal ejemplo de los padres, ni de los hermanos y compañeros de escuela, la famosa “oveja negra”.

Además es ignorar las terribles y temibles fuerzas destructivas que anidan en nuestro corazón, pese a que nos esforzamos día a día en hacer el bien sin mirar a quién. Solo con la gracia podemos avanzar a tientas en la búsqueda del buen camino, buscando la entrada de la puerta estrecha que nos advirtió Jesús que es por donde entran los que se salvan.

Estoy convencido que los que accedan finalmente al Paraíso, llevarán a la vista de los ángeles, arcángeles, los tronos, las dominaciones, y de los que hubiesen sido creados en estado de pureza y santidad en el no Tiempo, la cicatriz horrenda del pecado original, como signo de que fueron los que vivieron la Gran Tribulación de cada Vida Personal pero no sucumbieron, gracias al Divino Cordero y al Espíritu Santo.

Con seguridad serán obedecidos y respetados, y Dios les encargará misiones complejas en los espacios increados. Lo que fue un signo de abominación, será el signo de gloria y reconocimiento en los cielos, al estilo de los veteranos de guerra, que son respetados por su valor y sus cicatrices.

Por eso Jesús nos dijo: “Los primeros serán últimos y los últimos primeros”. Confiemos nuestra Vida al Gran General Jesucristo, y no desfallezcamos. Amén.

Oración final: Dios Todopoderoso y Eterno, ayúdanos a encontrar el camino de la puerta estrecha, y no permitas que sucumbamos a nuestras pasiones desordenadas, y haznos harina buena en el horno sagrado de tu Amor. Amén.


lunes, 27 de marzo de 2017

Segunda Feria 27 de marzo

San Alejandro de Drizipara


Soldado y Mártir

Etimológicamente Alejandro significa “protector de los hombres”. Viene de la lengua griega.

El Dios del Evangelio no quiere ni sufrimiento, ni angustia para nadie. Perdonado, reconciliado, tu corazón lleno de compasión, reza por el enemigo, atrévete a consolar a los que desfiguran tus propias intenciones. Tú mantente en las fuentes de la fe y avanza.

Este joven mártir romano dio muestras fehacientes de lo que significa el perdón para todo ser humano y, para el creyente – con mayor razón todavía.

Era un militar a las órdenes del tribuno Tiberio, en tiempos del emperador Maximiliano (286-305).

Se celebraban en la ciudad imperial unas grandes fiestas dedicadas al honor de Júpiter, el dios de los dioses.

Sabían que era cristiano. Entonces quisieron obligarle a que hiciera los sacrificios al dios. Como era natural y consecuente con su fe en el Resucitado, se negó en rotundo.

Como era un militar afamado, lo llevaron ante el emperador. En su presencia profesó abiertamente su fe. Consecuencia: le torturaron y le enviaron a Tracia, en donde le dieron fuertes castigos. Pero todo lo soportó con alegría por Jesús, perdonando a sus verdugos.

Lo trasladaron de un sitio para otro. Los interrogatorios continuos lo indignaban.

Cansados, lo transfirieron a Drizipara (actual Karistiran) en donde lo decapitaron.

Arrojaron su cuerpo al río y cuatro perros lo rescataron en presencia de su madre Pemenia.

El culto a Alejandro comenzó con mucho fervor en el siglo VI. Exaltaban el valor de la madre dando sepultura a su hijo. Hicieron una bella iglesia en su honor.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

Autor: P. Felipe Santos


Oración: Te pedimos Señor, que por la intercesión de San Alejandro de Drizipara, podamos ser siempre tus fieles soldados, sabiendo soportar con entereza cualquier intento del maligno para apartarnos de tus enseñanzas. A Tí Señor, que nos advertiste que quienes perseveren y permanezcan leales hasta el fin de sus días serán salvos. Amén.


Domingo 26 de Marzo

San Braulio de Zaragoza

Obispo


(590-651)

Braulio significa: "espada de fuego"

Fue uno de los intelectuales más destacados de la España visigoda

Fue discípulo y amigo del gran sabio San Isidro de Sevilla, al cual le ayudó mucho en la corrección y edición de sus libros, ya que catalogó sus Etimologías, a las cuales puso títulos y dividió en capítulos. Se conservan numerosas epístolas, que dan idea de la fecunda comunicación que mantuvieron.

Al morir su hermano Juan, que era obispo de Zaragoza, el clero y los fieles lo eligieron para que lo reemplazara.

Como obispo se preocupó mucho por tratar de que el pueblo se instruyera más en la religión y por extirpar y acabar con los errores y herejías que se habían propagado, especialmente el arrianismo, una doctrina hereje que negaba que Jesucristo sea Dios verdadero.

Tan grande era la elocuencia de San Braulio y su capacidad para convencer a quienes le escuchaban sus sermones que la gente decía: "Parece que cuando está hablando, es el mismo Espíritu Santo el que le va diciendo lo que él tiene que decir".

Los obispos de España lo encargaron de las relaciones episcopales con el Papa de Roma.

En la catedral, y en el famosísimo santuario de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, pasaba varias horas cada día rezando con especial fervor.

Aborrecía todo lo que fuera lujo y vanidad. Sus vestidos eran siempre pobres, y su comida como la de un obrero de clase baja.

Todas las limosnas que le llegaban las daba para ayudar a los pobres. Y se dedicaba con mucho esmero a enseñar a los ignorantes.

Las gentes decían que era difícil encontrar en el país uno que fuera más sabio que él. Y en sus cartas se nota que había leído muchos autores famosos. Había estudiado muy profundamente la S. Biblia. Y su estilo es elegante y lleno de bondad y de amabilidad. Se firmaba: "Braulio, siervo inútil de los santos de Dios".

Los últimos años tuvo que sufrir mucho por la falta de la vista, algo que para él que era tan gran lector, era un verdadero martirio. Pero aprovechaba su ceguera para dedicarse a rezar y meditar.

Tuvo como alumno a otro gran santo: San Eugenio, obispo.

Poco antes de morir le pareció escuchar aquellas palabras de Jesús: "Ven siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te pondré sobre lo mucho. Entra en el gozo de tu Señor". Y respondió entusiasmado: "Voy pronto, Señor, ya estoy listo". Y murió santamente. Era el año 651.


Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (San Pablo).

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que por la intercesión y los méritos de San Braulio Obispos, puedan nuestros pastores recibir la luz de tu sabiduría, paciencia y mansedumbre, y así llevar a tu rebaño a abundantes pastos espirituales y a beber de tu manantial inagotable de misericordia y paz. Amén.

sábado, 25 de marzo de 2017

Sábado 25 de marzo

LA ANUNCIACIÓN


La Anunciación por Sandro Boticelli

Se llama "anunciación" a la visita del Arcángel Gabriel, enviado por Dios a la Virgen María, para pedirle que sea la Madre del Verbo por la gracia del Espíritu Santo. Ella, conciente de su dignidad, y al mismo tiempo su pequeñez, consintió, entregándose sin reservas a la voluntad de Dios.

El "Sí" de María Santísima abre el camino a la Encarnación, que ocurre en ese momento. En ese instante el Verbo se hizo carne. Dios eterno vino a habitar en ella asumiendo la naturaleza humana.

Lucas 1, 30-32, 38:
El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo (...)”.

Dijo María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tú palabra”.
Celebramos la Anunciación el 25 de Marzo por ser 9 meses antes de la Navidad (Nacimiento del Señor).

María Santísima un 25 de marzo le dijo a Bernardita en Lourdes: "Yo soy la Inmaculada Concepción".

Recordamos la anunciación:
Rezando el Angelus, al mediodía.
Rezando el primer misterio gozoso del Rosario
Celebrando el día del niño por nacer.
El día de la Anunciación el Verbo se hizo carne; el Divino Maestro asumió la naturaleza humana, y comenzó a vivir en el vientre de María Santísima.

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Gracias al «sí» de Cristo y de María, Dios pudo asumir un rostro de hombre
Benedicto XVI, 25 marzo 2007

Queridos hermanos y hermanas:

El 25 de marzo se celebra la solemnidad de la Anunciación de la Virgen María. Este año, coincide con un domingo de Cuaresma, y por este motivo se celebrará mañana. De todos modos, quisiera detenerme a reflexionar sobre este estupendo misterio de la fe, que contemplamos cada día al rezar el Angelus.

La Anunciación, narrada al inicio del Evangelio de san Lucas, es un acontecimiento humilde, escondido --nadie lo vio, sólo lo presenció María--, pero al mismo tiempo decisivo para la historia de la humanidad. Cuando la Virgen pronunció su «sí» al anuncio del ángel, Jesús fue concebido, y con Él comenzó la nueva era de la historia, que después sería sancionada en la Pascua como «nueva y eterna Alianza».

En realidad, el «sí» de María es el reflejo perfecto del «sí» de Cristo, cuando entró en el mundo, como escribe la Carta a los Hebreos interpretando el Salmo 39: «¡He aquí que vengo - pues de mí está escrito en el rollo del libro - a hacer, oh Dios, tu voluntad!» (10, 7). La obediencia del Hijo se refleja en la obediencia de la Madre, y de este modo, gracias al encuentro de estos dos «síes», Dios ha podido asumir un rostro de hombre. Por este motivo, la Anunciación es también una fiesta cristológica, pues celebra un misterio central de Cristo: su Encarnación.

«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». La respuesta de María al ángel continúa en la Iglesia, llamada a hacer presente a Cristo en la historia, ofreciendo su propia disponibilidad para que Dios siga visitando a la humanidad con su misericordia.

El «sí» de Jesús y de María se renueva de este modo en el «sí» de los santos, especialmente de los mártires, que son asesinados a causa del Evangelio. Lo subrayo recordando que ayer, 24 de marzo, aniversario del asesinato de monseñor Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, se celebró la Jornada de Oración y de Ayuno por los Misioneros Mártires: obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, asesinados en el cumplimiento de su misión de evangelización y de promoción humana.

Ellos, los misioneros mártires, como dice el tema de este año, son «esperanza para el mundo», pues testimonian que el amor de Cristo es más fuerte que la violencia y el odio. No han buscado el martirio, pero han estado dispuestos a dar la vida para ser fieles al Evangelio. El martirio cristiano sólo se justifica como supremo acto de amor a Dios y a los hermanos.

En este período de Cuaresma contemplamos más frecuentemente a la Virgen, que en el Calvario sella el «sí» pronunciado en Nazaret. Unida a Jesús, testigo del amor del Padre, María vivió el martirio del alma. Invoquemos con confianza su intercesión para que la Iglesia, fiel a su misión, dé al mundo entero testimonio valiente del amor de Dios.

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Oficio de lectura, 25 de Marzo
La Anunciación del Señor

El misterio de nuestra reconciliación
De las cartas de San León Magno, papa

La majestad asume la humildad, el poder la debilidad, la eternidad la mortalidad; y para saldar la deuda contraída por nuestra condición pecadora, la naturaleza invulnerable se une a la naturaleza pasible; de este modo, como convenía para nuestro remedio, el único y mismo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también Él, pudo ser a la vez mortal e inmortal, por la conjunción en Él de esta doble condición.

El que es Dios verdadero nace como hombre verdadero, sin que falte nada a la integridad de su naturaleza humana, conservando la totalidad de la esencia que le es propia, y asumiendo la totalidad de nuestra esencia humana. Y al decir nuestra esencia humana, nos referimos a la que fue plasmada en nosotros por el Creador, y que Él asume para restaurarla.

Esta naturaleza nuestra quedó viciada cuando el hombre se dejó engañar por el maligno; pero ningún vestigio de este vicio original hallamos en la naturaleza asumida por el Salvador. Él, en efecto, aunque hizo suya nuestra misma debilidad, no por esto se hizo partícipe de nuestros pecados.

Tomó la condición de esclavo, pero libre de la sordidez del pecado, ennobleciendo nuestra humanidad sin mermar su divinidad, porque aquel anonadamiento suyo –por el cual, Él, que era invisible, se hizo visible, y Él, que es el Creador y Señor de todas las cosas, quiso ser uno más entre los mortales– fue una dignificación de su misericordia, no una falta de poder. Por tanto, el mismo que, permaneciendo en su condición divina hizo al hombre, es el mismo que se hace Él mismo hombre, tomando la condición de esclavo.

Y así, el Hijo de Dios hace su entrada en la bajeza de este mundo, bajando desde el trono celestial, sin dejar la gloria que tiene junto al Padre, siendo engendrado en un nuevo orden de cosas.

En un nuevo orden de cosas, porque el que era invisible por su naturaleza, se hace visible en la nuestra; el que era inaccesible a nuestra mente, quiso hacerse accesible; el que existía antes del tiempo empezó a existir en el tiempo, el Señor de todo el Universo, velando la inmensidad de su majestad, asume la condición de esclavo; el Dios impasible e inmortal se digna hacerse hombre pasible y sujeto a las leyes de la muerte.

El mismo que es Dios verdadero es también hombre verdadero, y en Él, con toda verdad, se unen la pequeñez del hombre y la grandeza de Dios.

Ni Dios sufre cambio alguno con esta dignificación de su piedad, ni el hombre queda destruido al ser elevado a esta dignidad. Cada una de las dos naturalezas realiza sus actos propios en comunión con la otra, a saber, la Palabra realiza lo que es propio de la Palabra, y la carne lo que es propio de la carne.

En cuanto que es la Palabra, brilla por sus milagros; en cuanto que es carne, sucumbe a las injurias. Y así cómo la Palabra retiene su gloria igual al Padre, así también su carne conserva la naturaleza propia de nuestra raza.

La misma y única persona, no nos cansaremos de repetirlo, es verdaderamente Hijo de Dios, y verdaderamente hijo del hombre. Es Dios, porque en el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios; es hombre, porque la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que esta fiesta sagrada de la Anunciación sea motivo de reflexión para que la vida por nacer sea respetada en todo el mundo. A Tí Señor que nos advertiste que sería mejor que nos atáramos una piedra de molino y hundirnos en el fondo del mar, antes de escandalizar o violentar a cualquier criatura. Amén.
Sexta Feria, 24 de Marzo

Sor Josefa Menéndez



(1890-1923)

Recibió mensajes dictados por Nuestro Señor Jesucristo en el convento de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús en Les Feuillants, en Poitiers, Francia, entre 1920 y 1923.

Experimentó visiones del Sagrado Corazón de Jesús, de las cuales hacía registros escritos. Destacan también las numerosas visiones que tuvo del infierno y de los pecadores que allí habitan. en sus escritos, sor Josefa explica como los condenados son torturados por demonios según las causas de sus pecados terrenales. como ejemplo, los ladrones penan con las manos ardiendo.

Sor Josefa explica con detalles el sonido de los lamentos, cadenas y gritos de espanto que se pueden escuchar en el inframundo, así como el olor toxico a azufre y carne podrida de los pecadores que se abrasan. tras la vuelta en si de la visiones, las hermandas del monasterio podían apreciar en las vestimentas de Sor Josefa un extraño olor a carne podrida.

Jesús pidió, poco antes de morir, el 13 de Noviembre de 1923: "deseo que hagan conocer Mis Palabras. Quiero que el mundo entero Me conozca como Dios de amor, de perdón y de misericordia. Yo quiero que el mundo lea que deseo perdonar y salvar... Mis Palabras serán luz y vida para muchísimas almas ".

En Sus mensajes, Jesús dice: “Amor busco, amo a las almas, y deseo ser correspondido. Por eso Mi Corazón está herido, porque encuentro frialdad en vez de amor. Yo soy todo Amor, y no deseo más que Amor. ¡Ah! Si las almas supieran cómo las espero, lleno de misericordia! Soy el Amor de los amores… Tengo sed de que las almas se salven… ¡Que las almas vengan a Mí!... ¡Que las almas no tengan miedo de Mí!... ¡Qué las almas tengan confianza en Mí!”.

La querida hermana Sor Josefa Menéndez ni siquiera está beatificada, por lo que creo muy conveniente elegir su fecha en uno de los días en que Jesús más le habló, 24 de Marzo, una fecha de mucho dolor en Argentina, y que Satanás se las arregló para que sea una fecha de odio y división sin límites en mi país.

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El Papa Pío XII (en aquel momento Cardenal Eugenio Pacelli) dio su bendición a la primera edición.

MENSAJES del Sagrado Corazón de Jesús a Sor Josefa Menéndez

24 DE MARZO DE 1923

Jesús dirige ahora Sus Palabras de consuelo y guía a los jóvenes que se han alejado de El:

Si sois jóvenes y los escándalos de vuestra vida pasada os han degradado ante los hombres, ¡no temáis! Aún cuando el mundo os desprecie, os trate de malvados, os insulte, os abandone; estad seguros de que vuestro Dios no quiere que vuestra alma sea pasto de las llamas del infierno. Desea que os acerquéis a Él para perdonaros. Si no os atrevéis a hablarle, dirigidle miradas y suspiros del corazón, y pronto veréis que Su mano bondadosa y paternal, os conduce a la fuente del perdón y de la vida”.




24 DE MARZO DE 1923

Las extraordinarias Palabras de Jesús son transcritas por Josefa a su diario para dar esperanza, guía y aliento a las almas más cargas y atormentadas por sus vidas alejadas de Dios:

Almas que estáis enredadas en los mayores pecados… Si por más o menos tiempo habéis vivido errantes y fugitivos a causa de vuestros delitos, si los pecados de que sois culpables os han cegado y endurecido el corazón, si por seguir alguna pasión habéis caído en los mayores desórdenes, ¡ah!, no dejéis que se apodere de vosotros la desesperación, cuando os abandonen los cómplices de vuestro pecado, o cuando vuestra alma se dé cuenta de su culpa… Mientras el hombre cuente con un instante de vida, aún tiene tiempo de recurrir a la misericordia y de implorar el perdón”.

24 DE MARZO DE 1923

Josefa escribe las extraordinarias palabras de Jesús, que dan esperanza aún al más despiadado de los pecadores:

Desde que Judas Me entregó en el Huerto de los Olivos, anduvo errante y fugitivo, sin poder acallar los gritos de su conciencia, que le acusaba del más horrible sacrilegio. Cuando llegó a sus oídos la sentencia de muerte pronunciada contra Mí, se entregó a la más terrible desesperación y se ahorcó.

¿Quién podrá comprender el dolor intenso de Mi Corazón cuando vi lanzarse a la perdición eterna a esa alma que había pasado tres años en la escuela de Mi Amor, aprendiendo Mi doctrina, recibiendo Mis enseñanzas, oyendo tantas veces cómo perdonaban Mis labios a los más grandes pecadores?

¡Ah! ¡Judas! ¿Por qué no vienes a arrojarte a Mis pies, para que te perdone? Si no te atreves a acercarte a Mí por temor a los que Me rodean, maltratándome con tanto furor, mírame al menos; ¡verás cuán pronto se fijan en ti Mis ojos!...”.

24 DE MARZO DE 1923

Jesús dicta a Josefa Sus reflexiones acerca de Su sufrimiento por la ingratitud de aquellos a quienes Él con tanto amor ayudó:

¡Cuán vivamente se presentaba a Mi memoria los beneficios que con tanta liberalidad derramé sobre aquel pueblo ingrato!... ¡dando vista a los ciegos, devolviendo la salud a los enfermos, el uso de sus miembros a los que los habían perdido!... ¡dando de comer a las turbas y resucitando a los muertos! Y ahora, ¡vedme reducido al estado más despreciable! ¡Soy el más odiado de los hombres, y se Me condena a muerte como un ladrón infame!... ¡Pilatos ha pronunciado la sentencia! ¡Almas queridas!: ¡considerad atentamente cuánto sufrió Mi Corazón!

24 DE MARZO DE 1923

Josefa prosigue la transcripción de cada una de las Palabras que el Señor comparte con ella. Impresiona la extrema sensibilidad y amor del Señor hacia Su Madre, María y Su Padre adoptivo, San José:

Medita por un momento el indecible martirio de Mi Corazón, tan tierno y delicado, al verse pospuesto a Barrabás… ¡Cuánto sentí aquel desprecio! Y ¡cómo traspasaban lo más íntimo de Mi alma aquellos gritos que pedían Mi muerte!

¡Cómo recordaba entonces las ternuras de Mi Madre, cuando Me estrechaba sobre su Corazón! ¡Cuán presente tenía los desvelos y fatigas que para mostrarme su amor sufrió Mi Padre adoptivo!”.

23 DE MARZO DE 1923

Jesús continúa compartiendo Sus reveladoras Palabras a Josefa acerca de la felicidad:

Esto que he dicho a las almas que sienten terror a la vida humilde y oscura, y también para las que por el contrario, son llamadas a trabajar en continuo contacto con el mundo, cuando su atractivo sería la completa soledad y la de los trabajos humildes y ocultos…”

¡Almas escogidas!: Vuestra felicidad y vuestra perfección no consiste en ser conocidas o desconocidas de las criaturas, ni en emplear u ocultar el talento que poseéis, ni en ser estimadas o despreciadas, ni en gozar de salud o padecer enfermedad… Lo único que os procurará felicidad cumplida es hacer la Voluntad de Dios, abrazarla con amor, y por amor unirse y conformarse con entera sumisión a todo lo que por Su gloria y vuestra santificación os pida.

Basta por hoy, Josefa; mañana continuaré. Ama y abraza Mi Voluntad alegremente; ya sabes que está en todo trazada por el Amor”.

Se pueden meditar los mensajes completos en http://bit.ly/2n2TJ6n


Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que por intercesión de Sor Josefa Menéndez, se derrame la Misericordia de tu Divino Corazón sobre el mundo entero, y especialmente en este día 24 de Marzo sobre Argentina, en pos del Amor, la Reconciliación y la búsqueda de la Verdad. Amén.

viernes, 24 de marzo de 2017

Quinta Feria 23 de marzo

SAN JOSE ORIOL


(† 1727)

Protector de los marinos y soldados del mar

Conseguía vaciar los espíritus de todo aquello que los debilitaba, y llenarlos de esperanza en Dios, en la vida, y en sí mismos

Prefiero que me encuentren muerto en una casa de mala vida que con una moneda en el bolsillo”

Breve
Teólogo y Confesor eximio. Lo llamaban el doctor pan y agua por ser éstos sus únicos alimentos. Se le atribuye la cita del encabezado.
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Nombre de pila, procedente del apellido catalán Oriol y del francés Auriol. A partir de San José Oriol se convirtió en nombre propio, al igual que ocurrió con Javier (por san Francisco Javier).

Procede del latín aureolus, que por reducción de diptongos da oriolus y finalmente oriol en catalán y auriol en francés. Con el nombre de oriol se denomina en catalán la oropéndola. En francés, en cambio, pasaron a llamar a esta ave loriot.

Se trata de un pájaro de la familia de los oriólidos, en el caso del catalán oriol se refiere a la especie Oriolus galbula. De tamaño mediano, su cuerpo es de color amarillo brillante, aparte de la cola y parte de las alas, que son de color negro como los pies y el pico. La hembra es verde por encima, y grisácea por debajo; construye el nido colgado de los árboles, de manera que los polluelos son mecidos por el viento.

A estas aves les encantan los higos y las cerezas. Son muy discretas. Cuando les roban el nido forman un expolio.

Está documentado Oriolus como nombre de pila en sendos documentos de los años 958 y 1038. Se usaron mayormente como apodo, las variantes Oriol y Auriol, de ahí que existan como apellido en numerosas localidades del área lingüística catalana y francesa. Fue san José Oriol el que dio lugar primero al nombre compuesto José Oriol y luego a Oriol. Su uso está muy difundido especialmente en Barcelona.

San José Oriol fue un sacerdote singular. Nació en Barcelona, en 1650. Quedó huérfano de padre de muy niño, por lo que tuvo que acogerse a la beneficencia de la iglesia de Santa María del Mar. Seguramente como agradecimiento, siempre trabajó incansablemente por la salud espiritual de innumerables soldados y marineros a lo largo de su vida, brindando el consuelo de la confesión y el buen consejo.

Recibió ayuda para cursar la carrera eclesiástica, y llegó al doctorado en teología. Acabada ésta trabajó durante nueve años como preceptor en casa de un gran personaje. Alternaba su trabajo con el ministerio sacerdotal. Viajó a Roma. A la vuelta fue destinado a la iglesia de Nuestra Señora de los Reyes, llamada popularmente la Iglesia del Pino. Allí se distinguió por su profunda humanidad, especialmente notoria en el ministerio de la penitencia.

Era tal la fuerza que irradiaba de su persona, y la fe que inspiraba, que pronto llamaron la atención las curaciones de enfermos. Conseguía vaciar los espíritus de todo aquello que los debilitaba, y llenarlos de esperanza en Dios, en la vida, y en sí mismos.

Aquel don especial del modesto cura tenía en vilo a la ciudad. A él se encomendaban los dolientes, y alcanzaban el alivio de sus males.

Sus armas eran la oración, el buen consejo y una intensísima vida espiritual. Como si su alma fuera capaz de vivir ajena a su cuerpo, llegó a niveles de austeridad increíbles.

Murió a los 52 años. Fue beatificado en 1806 por el papa Pío VII, 104 años después de su muerte. Fue en estos años cuando se preparaba para su sagrado ministerio Juan María Vianney, que siguió los pasos de San José Oriol en su modesta parroquia de Ars (Francia). La canonización le correspondió en 1909 por Pío X.


Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que por intercesión de San José Oriol, protejas a todos quienes se encuentren embarcados, civiles y militares, tanto en el mar como en el aire, y que nos proteja y guíe a quienes navegamos en las aguas turbulentas de la vida cotidiana. A Tí Señor, que caminaste sobre las aguas del lago de Tiberíades y calmaste la tormenta y Reinas en todo el Universo. Amén.

jueves, 23 de marzo de 2017

Cuarta Feria, 22 de marzo

SANTA CATALINA DE SUECIA, VIRGEN
(† 1381)


Escultura de Santa Catalina de Suecia en la iglesia de Trönö, Hälsingland, Suecia

Con alegría abrazó voluntariamente la cruz del Señor

Breve
Catalina Ulfsdotter (1331 o 1332 - Vadstena, 24 de marzo de 1381), mejor conocida como Santa Catalina de Suecia, o Santa Catalina de Vadstena, fue una religiosa católica sueca, monja brigidina y santa de la Iglesia Católica. Era hija de Santa Brígida, y su nombre se halla muy relacionado a la obra de su madre. Es considerada la santa patrona de las vírgenes, y es invocada contra el aborto.
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VIRGILIO BEJARANO

En Suecia, hoy día, no sólo son luteranos casi todos sus habitantes, sino que también la cultura y la vida llevan impreso el sello del protestantismo; los católicos representan sólo una exigua minoría.

Sin embargo, el país de Gustavo Adolfo ha pertenecido a la Iglesia romana durante seis siglos (del X al XVI), y en aquella época produjo admirables frutos de fe, de devoción y de santidad.

Santa Catalina de Suecia, llamada también Santa Catalina de Vadstena, nació hacia 1331, de padres nobles y cristianos. Era la cuarta entre los ocho hijos del príncipe Ulf Gudinarsson y de su esposa Birgitta Birgesdotter, que no es otra que Santa Brígida, cuya festividad celebra la Iglesia el día 9 de octubre.

De niña fue confiada para su educación a la abadesa del monasterio cisterciense de Riseberga. Por decisión paterna se casó a los dieciséis años con el linajudo y virtuoso conde Egard Lydersson van Kyren. De común acuerdo, los dos esposos decidieron vivir en virginidad, a imitación de la Santísima Virgen y San José, y entregados a la plegaria, los ayunos y las obras de caridad.

El hermano mayor de Santa Catalina, Carlos, príncipe ligero y mundano, hizo todo lo posible por apartar a su hermana de esta vida de perfección, mas en vano; en cambio, Santa Catalina, con sus exhortaciones y su ejemplo, consiguió que su cuñada Gyda, la esposa de Carlos, renunciara a la vida lujosa y disipada que llevaba.

La madre de Santa Catalina, Santa Brígida, después de la muerte de su marido, se encontraba en Roma. A Santa Catalina le entró un ardiente deseo de ir a reunirse con su madre. Con permiso de su marido (pese a los intentos de su hermano Carlos para que no se lo concediera), Santa Catalina emprendió el largo viaje a Roma en el año santo de 1350.

Cuando en el verano de dicho año, Santa Catalina llegó a la Ciudad Eterna, su madre estaba fuera de Roma; sólo después de algunos días, y gracias a haberse encontrado de manera providencial en la iglesia de San Pedro con el obispo Pedro de Skänninge, uno de los acompañantes de Santa Brígida, pudo ir a reunirse con ésta, que se encontraba en el monasterio de Farfa, en el Lacio.

Después de haber pasado junto a su madre unas semanas en Roma, se disponía Santa Catalina a regresar a Suecia. Santa Brígida, entre tanto, había tenido una revelación divina: que era precisamente su hija la compañera y colaboradora que Dios le había designado para dar cima a la obra que traía entre manos, es decir, para la fundación de la Orden del Santísimo Salvador.

Santa Brígida le preguntó entonces a su hija si estaba dispuesta a pasar por Jesucristo penas y contrariedades; Santa Catalina le contestó afirmativamente, añadiendo que estaba dispuesta a seguir la voluntad divina, aunque para ello tuviera que dejar, no sólo su patria, amigos y parientes, sino a su mismo marido, a quien —son sus palabras— amaba más que a su propio cuerpo. Poco después Santa Brígida tuvo otra revelación: que su yerno, el conde Egard Lydersson van Kyren, había fallecido en su castillo de Suecia.

Santa Catalina entonces fue invadida por una gran depresión de ánimo; en medio de su tristeza sentía un gran amargor y desaliento, viéndose obligada a permanecer en casa, mientras su madre y sus acompañantes visitaban las iglesias romanas para ganar indulgencias.

Se le apareció entonces la Virgen María, ordenándole la obediencia a su madre y a su director espiritual, y que abandonase la nostalgia de su tierra y amistades; al mismo tiempo, la Santísima Virgen le prometía su poderosa protección si permanecía junto a su madre. Santa Catalina así lo hizo.

En Roma vivían Santa Catalina y su madre en la más estrecha pobreza voluntaria, ganándose el sustento con el trabajo de sus manos, visitando las iglesias, dedicándose a rudas penitencias y ayunos, sin abandonar por ello los ejercicios de piedad, especialmente la meditación en la pasión del Señor, y practicando la caridad: repartían limosnas a los menesterosos, y enseñaban la doctrina cristiana a los pobres extranjeros.

En medio de esta vida de santificación y mortificación, los biógrafos nos cuentan un hecho por el que se pone de relieve la ternura filial de Santa Catalina. Ella y su madre dormían siempre sobre el santo suelo; pero cuando Santa Brígida se había dormido, su hija procuraba poner una almohada bajo la cabeza de su madre.

Santa Catalina era joven y hermosa, y ambas cosas iban a acarrearle una serie de dificultades por parte de los numerosos pretendientes que surgieron entre los nobles romanos. Ella había confiado a San Sebastián la salvaguardia de su virginidad, y precisamente un día en que iba a la iglesia de este Santo, salió a su encuentro un conde con intención de raptarla: la aparición inesperada de un gamo, al que sin más pensar intentó darle caza, distrajo al raptor.

Este mismo conde intentó repetir su fechoría otro día en que la Santa se dirigía a la iglesia de San Lorenzo extramuros: en esta ocasión fue víctima de una ceguera repentina, de la que curó después sólo gracias a las plegarias de Santa Catalina. Un día, desesperada ya, quiso estropear la belleza de su rostro por medio de un ungüento repugnante y venenoso.

Cuando, oculta en el jardín de la casa romana en que vivía con su madre, iba a poner en obra su intención, le cayó sobre la cabeza una piedra de la pared hiriéndola gravemente. Dios, que la había creado tan hermosa, no permitió que su belleza fuera destruida. Pero Santa Catalina hubo de permanecer encerrada en casa hasta curarse, mientras su madre y sus amigos iban a visitar las iglesias: era una prueba más para la Santa, pero también uno de los medios de que se valía el Señor para su santificación.

Santa Catalina y su madre realizaban peregrinaciones por Italia, con el fin de visitar los más famosos santuarios, estos viajes en aquellos tiempos no estaban exentos de peligros. Por ejemplo, encontrándose en Asís para visitar la iglesia de San Francisco, fueron atacadas por una partida de bandidos, de los que milagrosamente consiguieron huir. También, juntamente con su madre, hizo Santa Catalina la peregrinación a Tierra Santa.

Poco después de haber regresado a la Ciudad Eterna, Santa Brígida, que ya se había sentido enferma en Jerusalén, fallecía en 1373, siendo enterrada provisionalmente en la iglesia de San Lorenzo in panisperna.

Algún tiempo después, Santa Catalina, en compañía de su hermano Birger Ulfsson y sus amigos y compatriotas, los obispos Pedro de Skänninge y Pedro de Alvastra, trasladaron a su tierra los restos mortales de Santa Brígida. A su paso por los diversos países de Europa, el fúnebre cortejo iba cumpliendo una verdadera actividad misionera: Santa Catalina dirigía a los pecadores saludables instrucciones, procuraba con sus hechos y palabras inspirar por doquier el santo temor de Dios, y al mismo tiempo daba a conocer las predicciones y revelaciones de su santa madre.

Después de haber atravesado toda Europa, embarcaron en Danzig para Suecia, adonde llegaron, tocando tierra en Söderköping, a mediados de junio de 1374. El paso de los restos mortales de Santa Brígida a través de Suecia fue una procesión triunfal: los milagros florecían a su paso, y las gentes acudían de todas partes a oír los sermones de Pedro de Alvastra. Santa Brígida fue enterrada en Vadstena el 4 de julio de aquel año con gran solemnidad.

Después de haber enterrado a su madre, Santa Catalina se encierra en el monasterio de Vadstena, pintorescamente situado a orillas del gran lago Vättern, viviendo bajo la Regla que, durante nada menos que veinticinco años, había practicado en Roma junto a su madre.

Poco tiempo después, y a pesar de no ser ése su deseo, Santa Catalina era elegida abadesa, pero tampoco ahora iba a poder disfrutar de una existencia tranquila: el constante peregrinar era el eje de su vida. En efecto, en 1375 emprende de nuevo el largo, y en aquel tiempo, dificultosísimo viaje a Roma, esta vez con una doble finalidad: poner en marcha y activar el proceso de canonización de Santa Brígida, y conseguir del Papa la aprobación de la Orden del Santísimo Salvador.

En esta ocasión Santa Catalina permaneció en Roma cinco años. La canonización de su madre se vio retrasada por el cisma de Occidente, que entonces desgarraba a la catolicidad: Santa Brígida fue elevada a los altares por el papa Bonifacio IX en 1401, mas esto ya no alcanzó a verlo Santa Catalina; en cambio, consiguió del sumo pontífice Urbano VI la constitución apostólica de 3 de diciembre de 1378, por la que se aprobaba la Orden del Santísimo Salvador, y al mismo tiempo se concedían a Vadtena las mismas indulgencias que las que podían lucir los peregrinos que visitaban la iglesia romana de San Pedro ad vincula.

En 1380 Santa Catalina estaba otra vez en su amado retiro de Vadstena, donde murió el 24 de marzo de 1381, después de nueve meses de penosa enfermedad, contra la cual no quiso tomar ninguna clase de medicinas, y en cuyo largo desarrollo dio numerosos ejemplos de humildad, mortificación y paciencia.

Santa Catalina recibía a diario, durante los últimos veinticinco años de su vida, el sacramento de la penitencia, y lo mismo continuó haciendo en su última enfermedad; pero a causa de los vómitos de que iba acompañada la dolencia, se veía privada de la comunión dominical (pues la costumbre de comulgar a diario no existía en la Edad Media), si bien pudo recibir la comunión antes de morir.

El final de su vida no fue el final de su influencia. Apenas había exhalado la Santa el último suspiro, se vieron sobre su cuerpo luces que lo iluminaban maravillosamente, y durante varios días estuvo luciendo una brillante estrella sobre la casa donde estaban sus restos mortales, y en su entierro aparecieron innumerables luces delante y detrás del sarcófago, pero quienes las trajeron no se mostraron visibles,

De esta manera, en los funerales de Santa Catalina, solemnemente celebrados por el arzobispo Birgen de Upsala, y por los obispos Nicolás de Linköping (después también elevado a los altares) y Tord de Strägnäs, y honrados por la asistencia del príncipe Erik, hijo del rey de Suecia, así como por los más importantes personajes del reino, se dio un hecho milagroso que fue como la coronación de los muchos milagros de la vida de la Santa, continuados después de su muerte.

En efecto, se nos dice en su Vida que ya al nacer no quiso mamar la leche de su nodriza, que era una mujer de vida mundana, mientras tomaba muy bien el pecho de su madre, y de otras mujeres honestas.

En una ocasión salvó a Roma de una inundación que se presentaba devastadora: las aguas del Tíber se retiraron milagrosamente al meter en ella los pies Santa Catalina.

Estando también la Santa en Roma, cayó enferma la hermana de uno de sus conocidos, llamado don Latino; esta mujer había llevado una vida pecadora, y ahora, a pesar de estar enferma de muerte, no quería arrepentirse ni confesarse. Santa Catalina se postra de rodillas ante su lecho y pide a Dios. que conmueva el duro corazón de la pecadora. De pronto, empieza a subir gran cantidad de humo desde el río, Desencadenándose al mismo tiempo un violento huracán y una gran tormenta; todo lo cual produjo el efecto de ablandar el corazón de aquella mujer, que acabó haciendo una humilde confesión que le permitió tener una muerte cristiana.

En Nápoles rogó Santa Catalina por una posesa, con el resultado de que el espíritu inmundo abandonó a la mujer.

Viajando por Prusia Santa Catalina, uno de sus criados se cayó del coche, pasándole por encima las ruedas del mismo y resultando gravemente herido; pero gracias a las plegarias de la Santa sanó en el acto.

En Vadstena sanó también a un hermano lego que se hirió gravemente al caerse de un lugar elevado.

También curó a una muchacha tullida, llamada Cristina Persdotter, que fue luego monja de Vadstena.

En Vadstena los piojos no aparecían nunca, y el hecho se creía allí un milagro de la Santa. Un hombre incrédulo, llamado Clemente, no quiso dar crédito a esto, y entonces se vio acometido por los piojos de una manera tan furiosa que no pudo verse libre de ellos sino después de rezar devotamente a Santa Catalina, para que le librase de tan inmundos animalejos.

Después de su muerte, y el mismo día en que años más tarde se sacaban sus restos para cambiarlos de sitio, hizo otro milagro. Un muchacho de Mjölby, ciudad sueca hoy día populosa, se cayó en la presa de un molino; pero salió sano y salvo merced a la ayuda de una mujer vestida de blanco, que no era otra que Santa Catalina.

También Santa Catalina, como su madre, tuvo el don de las revelaciones y predicciones. Predijo, por ejemplo, la muerte en Noruega del rey de Suecia Magnus Eriksson en 1374, muerte que fue comprobada seis semanas más tarde, al regresar a Suecia los servidores que acompañaban al rey.

Otros numerosísimos milagros hechos por Santa Catalina, son enumerados por sus biógrafos, y certificados con fidedignos testimonios en el proceso de canonización. El proceso fue iniciado por el obispo Enrique Tidemansson de Linköping en 1469 y después proseguido en Roma: pocos años más tarde, en 1484, el papa Inocencio VIII permitía festejar la festividad de Santa Catalina como una segunda fundadora de los monasterios brigidinos.

Y no sin razón. Pues si bien fue Santa Brígida la autora de la Regla de la Orden y su comentarista, fue su hija quien de veras la puso en práctica en Vadstena, organizando conforme a ella el primer monasterio, y quien trabajó lo indecible hasta verla canónicamente aprobada.

Efectivamente, la gran obra de Santa Catalina fue dejar asegurada la fundación de la Orden del Santísimo Salvador (Ordo Sanctissimi Salvatoris), de monjas y frailes, bajo la jurisdicción de la abadesa de Vadstena. Su finalidad principal era y sigue siendo alabar al Señor y a la Santísima Virgen según la liturgia de la Iglesia, ofrecer reparación por las ofensas cometidas contra la majestad divina, y llevar en la oración y la meditación (sobre todo en la meditación de la pasión del Señor), una vida perfecta para el honor de Dios y la salvación de las almas.

La Orden llevó también a cabo, sobre todo al final de la Edad Media, una brillante obra cultural: los brigidinos tradujeron la Biblia a los idiomas escandinavos, y los monjes de Vadstena tuvieron la primera imprenta de Suecia. En el siglo XVI, una dama española, Marina de Escobar, da impulso a la rama española de la Orden, que perdura en España y en Méjico. En Europa, por el contrario, la Orden sufrió mucho a consecuencia de la Reforma primero, y de la Revolución Francesa después, si bien sobrevivió en el monasterio bávaro de Altomünster.

Pero la actividad exterior de Santa Catalina, de fundadora tenaz y de incansable peregrina, cuya influencia se dejaba sentir incluso en la corte de los Papas, no era otra cosa que la manifestación de un alma ardiente llena de fe, de piedad y de fortaleza.

Su figura se nos presenta en su juventud llena de encanto, lo mismo que resulta atractiva su figura de joven virgen y viuda, decidida a llevar en Roma, mediante la obediencia y la oración, una vida nada común de gran humildad y pobreza.

Y más todavía, si cabe, nos admira la nueva Catalina que sale a luz después de la muerte de Santa Brígida: la hija devota y decidida, que sin regatear esfuerzos traslada de Roma a Vadstena, el cuerpo de su santa y admirada madre; la organizadora vigorosa y resuelta, que dirige la suerte de Vadstena durante los primeros y más difíciles años de la fundación, que viaja a Roma y remueve incesantemente los estorbos que a su actividad se oponen; que lucha y vence; que nos da ejemplo de superación de la dureza de esta vida.

Sin duda todo, porque hizo de la meditación en la pasión del Señor, el centro de su vida, y porque, como dice una secuencia medieval de la Santa: "Con alegría abrazó voluntariamente la cruz del Señor".

Para terminar diremos que la Orden del Santísimo Salvador, cuya fundación definitiva en la Edad Media fue la gran obra de Santa Catalina, ha sido restaurada en nuestros días, e incluso ha sido construido un nuevo monasterio en Vadstena, a la sombra misma de la famosa "Iglesia Azul" (Blakyrka), la primera de la Orden, gracias a los infatigables desvelos de otra tenaz mujer sueca, la madre Isabel Hesselblad, fallecida en 1957. En Suecia, su amada tierra, y en otros países, las hermanas brigidinas continúan caminando sobre las huellas de las santas fundadoras. El espíritu de Santa Catalina no ha muerto.


Oración: Te pedimos Señor, que por los méritos e intercesión de Santa Catalina de Suecia, puedan siempre mantenerse santificados los matrimonios con su ejemplo, sabiendo fusionar santamente la carne con tu espíritu, ya que todo te pertenece y está unido a tu Cuerpo Místico. Que ella ilumine a todos los matrimonios en la apertura hacia la Vida. Te pedimos también por el aumento de las vocaciones religiosas y laicales católicas en los países escandinavos. A Tí Señor que eres el autor de la carne, el Espíritu y la Vida. Amén.