24 de Marzo de 2024
San Guillermo de Norwich
Mártir
(1132
- 1144)
Nació
en 1132 y murió el 22 de marzo de 1144. El Sábado de Gloria, del 25
de marzo de 1144, se encontró el cuerpo de un muchacho, presentando
señales de haber enfrentado una muerte violenta, en Thorpe Wood,
cerca de Norwich. No fue tocado hasta el Lunes de Pascua, cuando fue
sepultado sin ninguna ceremonia.
Mientras tanto, un buen
número de jovenes y muchachos, habían visitado el lugar, y los
judíos fueron sospechosos del asesinato, dada la naturaleza de las
heridas ["Ex ipso penarum modo" (Thomas of Monmouth, op.
cit. below, [p. 35); "non nisi judeos co maxime tempore talia
gessisse asseritur" (op. cit., p. 36)].
El cuerpo fue
reconocido como el de Guillermo, un aprendiz de coloreador, el cual
junto con su maestro, habían estado frecuentando casas de ciertos
judíos. La tumba fue abierta, por su tío de Guillermo, el sacerdote
Godwin Stuart, y el cuerpo fue reconocido según registros del
entierro, y la tumba recuperada. Unos días más tarde, el sínodo de
la Diócesis, se reunió con la presidencia del Obispo Eborard, y
Stuart acusó a los judíos del asesinato, y ofreció probar sus
acusaciones.
Sin embargo, los judíos de Norwich Jewry, eran
hombres del rey y bajo la protección del alguacil, se señaló que
el obispo, no tenía jurisdicción en el caso. La falla, en cuanto a
asegurar una condena contra los judíos, aparentemente se debió a la
presencia de este hombre fuerte, que tenía el castillo de
Norwich.
El único resultado de la acción de Stuart, esta
vez, fue asegurar el traslado del cuerpo de Thorpe Wood, al
cementerio de los monjes el 24 de abril. No obstante, el culto a San
Guillermo, no llegó a ser popular, y aunque uno o dos milagros
fueron reportados durante este período (1144-49), es muy probable
que la historia del asesinato de los judíos podía haber sido
olvidada, excepto para el asesino del judío Eleazer, por los
seguidores de Sir Simon de Novers en 1149.
Los judíos
demandaron pena para el asesino, y el Obispo Turbe, actuando por los
acusados, quienes eran sus arrendatarios, trajo a colación el
asesinato del muchacho Guillermo cinco años atrás, como
contra-cargo. El caso fue llevado ante el rey de Norwich, pero fue
pospuesto, según Thomas de Monmouth, debido al cuantioso pago, que
hicieron los judíos al rey y sus consejeros.
Para toda la
historia de Guillermo de Norwich, nuestra única autoridad es Thomas
de Monmouth, un monje de la catedral de Norwich, y es solamente en
este punto, al final del segundo libro de su “Vita et Passio”,
donde él mismo llega a estar en escena. Él da la historia de los
eventos, relatados en sus primeros dos libros, tal y como era lo
cotidiano en el monasterio.
Parece haber sido un hombre de
credibiliad ilimitada, aún más allá de sus contemporáneos, pero
quizá más engañado, aunque él mismo pudo haber sido un engañador.
La última popularidad de su culto, parece haber estado en tres
personas, el Obispo Turbe, quien sucedió en la Sede de Norwich en
1146, Ricardo de Ferraiis, quien llegó a ser prior en 1150, luego
del traslado de la capilla y casa, y Thomas de Monmouth por si mismo,
el sacristán del santo.
Estos hombres estaban ansiosos por
razones de si mismos, en establecer nuevos cultos. En Cuaresma de
1150, Thomas tuvo tres visiones en las cuales Herbert de Losinga
(muerto en 1119) el fundador de la catedral, aparecía y ordenaba el
traslado del cuerpo del cementerio de los monjes, a la casa-capilla.
Para ese entonces, el prior Elias murió, y fue sucedido por Ricardo
de Ferrariis, “un firme partidario del Obispo y de Thomas”.
El
cuerpo fue trasladado, de la casa-capilla a la catedral en julio de
1151 y otra vez trasladado el 5 de abril de 1154, a la capilla
absidal de los Santos Mártires al norte del altar mayor, ahora
conocido como la Capilla de Jesús. La real expansión del culto,
data desde el traslado a la catedral, cuando creció el entusiasmo,
acompañado de visiones y milagros.
Vamos a considerar ahora,
la historia del martirio dada por Thomas, y la evidencia que se
presenta. Guillermo tenía el hábito de frecuentar las casas de los
judíos, y fue prohibido por sus amigos, el tener algo con ellos. El
Lunes Santo de 1144, él estuvo lejos de su madre, en un lugar en la
cocina de Archidiácono.
Al día siguiente, el mensajero y
Guillermo, fueron vistos al entrar en la casa de un judío, y ya
nunca más se volvió a ver a Guillermo. Después de un servicio en
la sinagoga, los judíos laceraron su cabeza con espinas el
miércoles, lo crucificaron, e hicieron un agujero en uno de los
lados de su cuerpo.
De esta última escena, Thomas produce la
evidencia de una mujer sirvienta y cristiana, quien, con la visión
de un ojo, colocado en la rendija de una puerta, ella estaba trayendo
agua caliente a requerimiento del patrón, presumiblemente a fin de
que éste pudiera lavar su cuerpo.
Ella encontró el cinturón
de un muchacho en el cuarto, y luego de años, lo dio a conocer a
Thomas, mostrando las marcas del martirio en la habitación. Cuando,
un mes luego del martirio, el cuerpo fue lavado en la catedral,
puntos de perforación de espinas fueron encontrados en su cabeza, y
trazos de martirio en sus manos, pies y costados.
Al parecer,
la evidencia de la sirvienta no fue producida, hasta que Thomas
estuvo preparado para escribir su libro. El jueves, los judíos
tomaron el consejo de desahacerse del cuerpo, el cual fue sugerido,
luego de armar una historia, que la muerte del muchacho, había sido
producida por accidente, quiza debido a rudas travesuras, parecía
que todo había sido preparado como establece Inmestar (véase más
abajo).
El Viernes Santo, el judío Eleazar y otros, llevaron
el cuerpo en un saco a Thorpe Wood, y se encontraron con un tal
Aelward Den, quien descubrió el contenido del saco.
Los
judíos sobornaron al alguacil, a fin de establecer un juramento de
secreto de Aelward, y es cinco años más tarde, tres años luego de
la muerte del alguacil, cuando Aelward en su lecho de muerte, dice la
historia. Además de todo esto, Thomas nos indica que cuando a los
judíos, se les hicieron los cargos del asesinato, ellos trataron de
sobornar al hermano de Guillermo, lo mismo que al Obispo Turbe, para
acallar la acusación, y eliminar el contra-cargo en el asunto del
asesinato de Eleazar.
No obstante, estos intentos de soborno,
de ser ciertos, bien podían ser actos naturales de hombres que
estaban asustados. Pero la pieza de evidencia más convincente, y de
más devastadoras consecuencias, fue la de Theobald, un judío
convertido y monje, probablemente en el Priorato de Norwich.
Este
hombre indicó a Thomas, que “en los escritos antiguos de sus
padres, estaba consignado que los judíos, sin el derramamiento de
sangre humana, no podían obtener su libertad, ni tampoco podían
ellos regresar a la tierra paterna. De allí que ellos debían
sacrificar, según los tiempos antiguos, a un cristiano en alguna
parte del mundo” (Vita, II, 2), y que en 1144 habían muchos
judíos en Norwich.
Esa
historia, es el fundamento de la acusación de sangre, han obtenido
creencia popular, desde esos tiempos hasta el presente. En la
Enciclopedia Judía, III, 266, puede encontrarse una lista de casos
como este ritual de asesinato, comenzando con el de Guillermo de
Norwich.
En este sentido, podemos notar el primer caso de
ellos, y el único antes de San Guillermo, en el cual los judíos
habrían asesinado a un niño cristiano. En 415 en Inmestar en Siria,
unos judíos borrachos, mataron a un niño cristiano, en una burla
hacia la muerte de Cristo (Socrates, VII, xvi). Muchos papas han
condenado directa o indirectamente estos actos sangrientos, y ningún
papa los ha sancionado nunca (Strack, op. cit., 177 y v).
THOMAS OF MONMOUTH, Life and Miracles of St. William of Norwich, ed. JESSOP y JAMES (Cambridge, 1896); VACANDARD, Question du meutre rituel in Etudes de critique et d'histoire religieuse, III (Paris, 1912); STRACK, Blut in Glauben and Aberglauben (Munich, 1900); Acta SS., III March; THURSTON, Antisemitism and the Charge of Ritual Murder in The Month, XC (London, 1898), 561; LEA, Santo Niño de la Guardia in English Historical Review, IV (London, 1889), 229.
RAYMUND
WEBSTER Transcripción de Michael T. Barrett Traducción al
castellano de Giovanni E. Reyes Dedicado a todos los que son
falsamente acusados
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