9 De Febrero de 2024
San Miguel Febres
Cordero
Religioso
(1854-1910)
En
Premiá de Mar, cerca de Barcelona, en España, san Miguel (Francisco
Luis) Febres Cordero, religioso de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas, que durante cuarenta años, se dedicó a la educación en
la ciudad de Cuenca, en Ecuador, y trasladado después a España, se
distinguió por la perfecta observancia, de la disciplina de la vida
religiosa.
En 1863, los Hermanos de las Escuelas Cristianas
abren una escuela en Cuenca (Ecuador). Entre los primeros alumnos,
figura Francisco Febres Cordero, nacido el 7 de noviembre de 1854.
La educación cristiana comenzada en la familia, recibe en la
escuela nuevo impulso y desarrollo, gracias sobre todo a la lección
de catecismo, y al ejemplo de los educadores, y así vemos cómo la
estrella de la vocación lasaliana, no tarda en despuntar en el
espíritu abierto del joven ecuatoriano. La oposición que
encuentra por parte de sus padres, en su camino hacia el sacerdocio,
no lo desalienta.
Francisco, que desde sus más tiernos años,
acostumbra confiar a la Virgen todas sus cuitas, encuentra en Ella la
fuerza, para seguir adelante en su propósito. Finalmente, el 24 de
marzo de 1868, obtiene de su madre la autorización para ingresar en
el noviciado de los Hermanos: es la víspera de la fiesta de la
Anunciación. Al revestir el hábito lasaliano, Francisco recibe el
nombre de Hermano Miguel.
Con ello, no cesa sin embargo la
lucha, por la fidelidad a su vocación. El padre de Francisco, aun
habiendo aceptado la decisión de su esposa, no escribe a su hijo,
una sola línea en cinco años. Entre tanto, el Hermano Miguel,
inicia su apostolado en las escuelas lasalianas de Quito. El joven
profesor, sobresale en la enseñanza de la lengua y literatura
españolas, y ante la carencia de manuales y libros de texto
apropiados, se decide a componerlos él mismo. El gobierno
ecuatoriano, no tardará en adoptarlos, para todas las escuelas del
país.
Con el correr de los años, el Hermano Miguel dará a
la imprenta otras obras, sobre todo del campo de la lírica y de la
filología, las cuales le abrirán las puertas de la Academia
Nacional. Compondrá también catecismos para la infancia, siendo la
catequesis, el campo preferido de su actividad apostólica.
De
modo especial, reclamará y obtendrá siempre para sí, el privilegio
de preparar a los niños, a la Primera Comunión, dedicándose a esta
delicada labor hasta 1907, fecha de su viaje a Europa. Este asiduo
contacto con los niños, contribuirá a forjar una de las
características más notables de su espiritualidad: la sencillez
evangélica: «Sed sencillos como palomas». «Si no os hacéis
como parvulitos no entraréis en el reino de los cielos». De esa
sencillez, será expresión su tierna devoción al Niño Jesús.
Con
la sencillez evangélica, brillan también en él, las virtudes
propias de la vida religiosa: la pobreza, la pureza, la obediencia.
Sobre todas ellas, resplandece la caridad, que se nutre en la piedad
eucarística, y en la devoción a la Virgen. Una evidencia se impone
pronto a sus contemporáneos: «El Hermano Miguel es un
santo».
Su santidad, irradiará también en el viejo
continente. En 1904, como consecuencia de que en Francia, existían
leyes hostiles a las congregaciones religiosas, muchos Hermanos de La
Salle, no pudiendo ejercer su apostolado en su propio país, por lo
que deciden expatriarse.
Numerosos son los que optan por
España, y los países de América latina. La necesidad de procurar a
esos valerosos lasalianos, el conocimiento indispensable de la lengua
castellana, mueve a los Superiores, a trasladar al Hermano Miguel a
Europa, para que pueda dedicarse, a la composición de textos
apropiados, para un estudio acelerado de dicho idioma. Tras unos
meses de estancia en París, el Hermano Miguel se traslada a la Casa
Generalicia, de los Hermanos en Lembecq-lez-Hal
(Bélgica).
Enteramente dedicado a su nueva tarea, su virtud
no deja de irradiarse en su nuevo ambiente. Pero el clima belga, tan
diferente del de su propio país, no le favorece, y los Superiores
juzgan conveniente trasladarlo a España, asignándole como
residencia, el Centro internacional lasaliano de Premiá de Mar, en
la provincia de Barcelona. Los jóvenes estudiantes, admiran la
cultura y la sencillez del Hermano Miguel, no menos que su gran amor
de Dios.
En el mes de julio de 1909, ráfagas de viento
revolucionario, llegan hasta Premiá de Mar, y poco después,
sobreviene la "Semana Trágica". Ante la frecuencia de
actos de violencia anticlerical, los Superiores se ven precisados a
trasladar a Barcelona, a estudiantes y profesores, hallándoles un
refugio, en el embarcadero del puerto, y luego en el colegio N.S. de
la "Bonanova". En esos momentos trágicos, el Hermano
Miguel, se hace custodio de las formas consagradas de la capilla de
Premiá.
Pasada la borrasca revolucionaria, los Hermanos
regresan a Premiá de Mar. Mas ahora, es el Señor quien llama a Sí,
a su fiel siervo. A finales de enero de 1910, contrae una pulmonía,
que su débil organismo no llega a superar. Tras una agonía de tres
días, y confortado con los santos sacramentos, el Hermano Miguel
entrega su alma a Dios, el 9 de febrero de 1910. La noticia de su
muerte es acogida con emoción y llanto. La República del Ecuador
proclama un duelo nacional.
Hermanos y exalumnos del Hermano
Miguel, rivalizan en admiración y encomio, por sus virtudes. Los
favores atribuidos a su intercesión, no tardan en multiplicarse.
En 1923, se inicia en Quito y en Cuenca, el proceso
informativo en vistas a la beatificación. Sigue en 1924 el de
Barcelona. En 1936, durante la revolución española, se lleva a cabo
el traslado al suelo patrio, de los restos mortales del siervo de
Dios, que reciben una acogida triunfal. La tumba del Hermano Miguel,
se convierte en centro de continuas peregrinaciones.
Siguen
obteniéndose, gracias y favores celestiales, por la intercesión del
Hermano Miguel; pero el milagro que ha obrado, en la curación de Sor
Clementina Flores Cordero, pone en buen camino, la causa del santo
Hermano hacia la Beatificación.
Llevados a término, todos
los requisitos acostumbrados, el Papa Pablo VI, el 30 de octubre de
1977, procede a la Beatificación del Hermano Miguel, y a la del
Hermano belga, Hermano Mutien-Marie. La gran asistencia de peregrinos
venidos de Bélgica, del Ecuador y de Italia, la acertada ceremonia y
las palabras inspiradas de Pablo VI, en la homilía y en el Angelus,
han hecho inolvidable ese día, para todos los afortunados
participantes en la solemne celebración de la Piazza San Pietro.
El
mismo día de la Beatificación, precisamente durante el desarrollo
del sugestivo rito, se realizaba otro milagro: la Señora Beatriz
Gómez de Núñez, afectada de incurable "miastenia gravis",
se sintió completamente curada. Ya antes, con toda la familia, se
había confiado a la intercesión del santo Hermano, y como
coronamiento de sus oraciones, había querido venir a Roma para la
Beatificación.
Esta curación, reconocida como milagrosa,
conlleva la reapertura de la causa, y en el Consistorio del 25 de
junio de 1984, el Pontífice Juan Pablo II, fija para el 21 de
octubre del mismo año, la fecha de la Canonización.
Hoy, el
Papa Juan Pablo II, poniendo entre los Santos a este religioso
ecuatoriano, ofrece a la Iglesia entera, y particularmente a la del
Ecuador, el modelo de un religioso culto, pero sencillo y humilde, de
un catequista totalmente entregado, a la obra de la evangelización;
de un educador que ha ayudado a tántos jóvenes y niños, a
encontrar el sentido de su vida en Jesús, y a vivir su fe, como don
y compromiso.
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