16 De Febrero de 2024
Beata Filipa Mareri
Virgen
(1236)
En
Borgo San Pietro, en el Abruzo, beata Filipa Mareri, virgen, que
despreciando las riquezas, y el fasto mundano, abrazó la forma de
vida de Santa Clara, recientemente establecida en aquella
región.
Sobre el nacimiento de la beata, se cuentan muchos
prodigios. También se cuentan otras muchas maravillas sobre su
belleza, su gravedad sobrenatural, y su precoz inteligencia.
Felipa
nació a fines del siglo XII, en Cícoli, de la diócesis de Rieti.
Pertenecía a una familia de grandes propietarios de los Abruzos. Sus
padres eran devotos cristianos, y se afirma que san Francisco de
Asís, se hospedaba en su casa, cuando iba a predicar en esa región,
y que fue el santo, quien comunicó a Felipa, un gran deseo de
compartir los sufrimientos de Jesucristo.
Los padres de la
beata, habían arreglado un matrimonio para ella, pero Felipa se
opuso con todas sus fuerzas: se cortó el cabello, se vistió de
andrajos, y se encerró en un rincón de la casa. Su hermano Tomás,
irritado por su actitud, determinó hacerle cambiar de parecer; pero
lo único que consiguió, fue que Felipa huyese de la casa
paterna.
La beata logró reunir a algunas compañeras, y
estableció la vida eremítica, en el Monte Marerio. Según cuenta la
leyenda, las anacoretas construyeron unas cuantas cabañas, rodeadas
por un gran muro, y en la soledad se entregaron con el mayor fervor,
a la devoción y la penitencia.
La determinación de Felipa,
ejerció un profundo efecto sobre su hermano Tomás, quien, tocado
por la gracia, le pidió perdón, y le ofreció un sitio más
apropiado para el retiro, en las cercanías de una iglesia. Tomás
mandó reparar un convento abandonado, y el beato Rogerio de Todi,
que había entrado recientemente en la orden franciscana, se encargó
de la dirección espiritual de la comunidad.
El convento
creció rápidamente, adoptó una regla semejante a la de las
Clarisas, y Felipa fue elegida abadesa. La más estricta pobreza
reinaba en él; las religiosas hubieren perecido de hambre, en más
de una ocasión, si el repetido milagro de la multiplicación de los
panes y los peces, no las hubiera salvado.
La mano de Dios,
se mostró igualmente en otros hechos milagrosos. Pero las religiosas
no disfrutaron mucho tiempo, de la compañía de la fundadora. En
1236, Felipa fue atacada de una penosa enfermedad.
Sintiendo
que se acercaba su fin, reunió a la comunidad, y se despidió de sus
hijas en forma conmovedora, exhortándolas sobre todo, a mantener la
paz en el interior del convento.
La beata murió el 13 de
febrero de 1236. El Beato Rogerio, predicó en sus funerales, y
manifestó su convicción, de que Felipa gozaba ya de la visión
divina.
El 29 de abril de 1806 Pío VII concedió oficio y
misa en su honor, lo que equivale a una confirmación de culto.
Ver
Mazzara, Leggendario Francescano (1676), vol. I, pp. 233-235; Léon,
Aureole Séraphique, vol. I; y Constantini, Vita e miracoli della b.
Philippa Mareri.
Fuente: «Vidas de los santos de A. Butler»,
Herbert Thurston, SI
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