4 De Febrero de 2024
Beato Eduardo Francisco
Pironio
Cardenal
(1920 - 1998)
La
misa de beatificación, en el santuario de Nuestra Señora de Luján,
patrona de Argentina, donde está sepultado el nuevo beato. Presidida
por el cardenal Fernando Vérgez Alzaga, delegado del Papa Francisco,
durante 23 años secretario personal del cardenal argentino, en sus
años de servicio en la Curia Romana, donde concretó la intuición
de la JMJ de San Juan Pablo II.
El cardenal Eduardo Francisco
Pironio "sabía afrontar las pruebas y las dificultades, con
serenidad, con una sonrisa en la cara" y la alegría en el
sufrimiento "es una característica de los santos".
Para
él, como para San Agustín, "la humildad era la patria de la
caridad", pero no "una humildad áspera, ostentosa y
exasperada, sino amorosa y alegre". Así recuerda el cardenal
español, Fernando Vérgez Alzaga, delegado del Papa Francisco,
algunos de los principales rasgos del pastor argentino, del que fue
secretario personal durante 23 años, desde su llegada a Roma en
1975, hasta su muerte en 1998, en su homilía de la misa de
beatificación, en el santuario mariano de Nuestra Señora de Luján,
en Argentina, donde está enterrado el nuevo beato.
"¡Magnificat!"
es la palabra mariana que, para el actual Presidente del
Governatorato, del Estado de la Ciudad del Vaticano, resume la vida
del Cardenal Pironio, bautizado en el santuario de Luján en 1920,
ordenado sacerdote, en diciembre de 1943, y finalmente obispo, el 31
de mayo de 1964.
Y es la palabra que repite constantemente en
su testamento espiritual. El cardenal Vérgez Alzaga, al agradecer al
Papa, que haya querido que la beatificación del cardenal argentino,
se celebre precisamente "a los pies de Nuestra Señora de Luján,
corazón de la Argentina", relee lo que el entonces cardenal
Bergoglio, en 2008, escribió sobre Pironio: "Te abrió un
panorama de santidad, desde su profunda humildad. Te abrió
horizontes, experimentaste que nunca cerró la puerta a nadie.
Demostró una gran paciencia. En esto reflejaba el amor de Dios por
nosotros".
En la Carta Apostólica para la
beatificación, además, Francisco describe al nuevo beato, recuerda
Vérgez, como "un humilde Pastor según el espíritu del
Concilio Vaticano II, testigo de esperanza y paciencia evangélica;
defensor incansable de la causa de sus hermanos más pobres".
A continuación, el cardenal español, resumió la
trayectoria humana del cardenal Pironio, desde que ejercía como
párroco, en el seminario de la diócesis de Mercedes (hoy
archidiócesis de Mercedes-Luján), como profesor de literatura,
dogmática, cristología, teología sacramental, teología
fundamental y filosofía, y ya indisolublemente unido a María,
Nuestra Señora de Luján, "venerada aquí por los fieles de
toda la Argentina".
A continuación, relee la
conmovedora oración, improvisada por el nuevo Beato, el domingo 28
de septiembre de 1975, antes de partir hacia Roma, para asumir sus
nuevas funciones de pro-prefecto, de la Congregación para los
Institutos de Vida Consagrada, y las Sociedades de Vida Apostólica,
llamado por San Pablo VI.
Una oración de obediencia al
Padre, aunque le costara sacrificios y renuncias. "Señor,
quiero poner en tu corazón, mi propia aniquilación", fue
la invocación, "mi propia cruz, lo que me cuesta dejar, lo
que me cuesta hacer tu voluntad". Y Pironio agradeció al
Señor, que le hiciera sentir tres cosas muy claras: "Que
Dios es mi Padre y me ama; que es necesario vivir la fecundidad de la
Cruz, para ser semilla; y que María, Nuestra Madre, está siempre a
mi lado". El Padre, la Cruz y María.
El día del
inicio de su ministerio en Roma, junto a San Pablo VI, el 9 de
diciembre de 1975, el cardenal argentino escribió en su diario: "¡El
Papa me ha llamado a trabajar a su lado!. No sé nada, no puedo hacer
nada. Pero me entrego como María: 'Sí, soy la esclava del Señor:
hágase en mí según tu Palabra'". Y luego: "¡Cuánto
me ha costado dejar la diócesis y el CELAM, la familia y la patria,
los amigos y los parientes!. Ahora estoy solo en el camino: pero el
Señor está conmigo. Qué confianza!".
En su
homilía, el cardenal Fernando Vérgez Alzaga, subrayó que el
inmenso amor de Pironio por Cristo, "se transformó en amor
por sus hermanos y hermanas, para que también ellos pudieran
experimentar las riquezas del Corazón divino".
Por
eso "se hizo todo para todos, para velar por ellos en la
causa de Cristo". Como "su secretario personal en
Roma, durante muchos años", recuerda el delegado
pontificio, "experimenté verdaderamente, su paz interior, su
profunda amistad con Dios, y su espíritu de santidad. Es algo que
experimentaron, todos los que le conocieron". “Vivía con
heroísmo, prosigue, las virtudes de la fe, la esperanza y la
caridad, pero las interpretaba "a la luz de las
bienaventuranzas, la mansedumbre, la misericordia y la pureza de
corazón".
JMJ: misioneros del Señor en el corazón
de la sociedad.
La
última parte de la homilía está dedicada a sus años como
presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, de 1984 a 1996: un
servicio que el cardenal Pironio desarrolló "en torno a tres
prioridades: formación, comunión y participación, en profunda
sintonía con San Juan Pablo II".
Su actividad
pastoral y apostólica, recuerda Vérgez Alzaga, "se manifestó
sobre todo, en la organización y promoción del laicado,
especialmente de los jóvenes, y de las Jornadas Mundiales de la
Juventud". En enero de 1995, durante la X JMJ de Manila
(Filipinas), Pironio escribió: "Hoy se trata de volver a
elegir al Señor, y comprometerse a servirle: como misioneros, en el
corazón de la sociedad".
Fuente:
https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2023-12/beato-cardenal-pironio-pastor-de-la-humildad-amorosa-y-alegre.html
Página oficial del Beato Eduardo Francisco Pironio: https://pironio.org.ar
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