24 De Febrero de 2024
Beata Ascensión Florentina Nicol Goñi
Virgen y
fundadora
(1868 - 1940)
“No
sentí grandes entusiasmos…sólo una fuerza irresistible me llevó
a ofrecerme…”
Ascensión
Nicol tenía cuarenta y cinco años cuando acoge el desafío
misionero planteado por Monseñor Zubieta de ir a las misiones en la
selva peruana, y así poder aportar sus dones y vasta experiencia en
favor de la educación y formación de las mujeres y niñas de la
selva. El contexto al cual se enfrentaría sería totalmente
diferente al del colegio de Huesca, sin embargo su profunda
fidelidad, su espíritu inquieto y atento a lo que Dios quería de
ella le impulsó a ofrecer su vida a la causa del
Reino.
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En
Pamplona, España, beata Ascensión del Corazón de Jesús
(Florentina) Nicol Goñi, virgen, cofundadora de las Misioneras
Dominicas Hermanas del Rosario.
Nació en Tafalla (Navarra,
España), el 14 de marzo de 1868, última hija del matrimonio de Juan
Nicol y Águeda Goñi. Su padre era comerciante de calzados, y aperos
de labranza.
Fue bautizada, y se le impuso el nombre de
Florentina, por la memoria de la santa, que se celebraba en esa
fecha. Recibió la educación, propia de las niñas de su estrato
social, y luego fue a Huesca, al centro que las religiosas Dominicas
de la Tercera Orden, tenían y que se conocía como el Beaterio de
Santa María Magdalena y Santa Rosa. Allí descubrió su vocación
religiosa.
Cuando tenía 17 años, el 22 de octubre de 1885,
fue admitida en la comunidad de religiosas de Santa Rosa de Huesca.
Tuvo un noviciado feliz, se sentía llena de fervor, y desbordante
generosidad; todo le parecía poco, para lo que ella anhelaba
entregar a Dios; además, lo hacía con alegría y espontaneidad.
Profesó al año siguiente, y recibió el nombre de Ascensión
del Sagrado Corazón. Encontró ciertas dificultades cuando, en 1907,
fue nombrada directora del Externado, pues su carácter jovial y
alegre, le atraía las muestras de afecto de las niñas; las
superioras consideraron desmedida, la familiaridad amistosa, hacia la
joven religiosa directora. Para corregirla, la trasladaron a otros
trabajos comunitarios, donde no tenía necesidad de tratar a las
pequeñas. Pasada esta prueba, regresó a la enseñanza, fortalecida
por la práctica de la virtud de la obediencia.
En 1912, el
Gobierno clausuró la Escuela normal de Santa Rosa de Huesca. Las
religiosas, se hallaron de pronto sin su trabajo apostólico, de
preparación de docentes, y sin su fuente de recursos económicos.
Aquí se sitúa, el primer encuentro de la madre Ascensión,
con el padre dominico fray Ramón Zubieta, que llegó hasta Huesca, a
buscar religiosas que quisieran integrarse, en el trabajo de la
misión de Urubamba y Madre de Dios, en Perú.
Como la orden
ya tenía intención de enviar a América, en particular a Perú, a
las religiosas a las que el Gobierno había privado de su Escuela
normal, el proyecto pasó al Consejo de la Casa, mientras el padre
Zubieta recibía en Roma, la ordenación como obispo de Aráa (15 de
agosto de 1913).
Se formalizó el proyecto misionero, y cinco
hermanas del Beaterio de Santa María Magdalena, y Santa Rosa de las
Religiosas Dominicas de la Tercera Orden, partieron el 17 de
noviembre de 1913; llegaron a Lima el 30 de diciembre, después de
hacer escala en Río de Janeiro. El viaje en barco, proporcionó a
monseñor Zubieta la oportunidad de conocer más a fondo a las
religiosas, y en particular a la madre Ascensión, a quien iba a
profesar, un profundo y afectuoso respeto, evidente en todas sus
cartas.
El Beaterio de Nuestra Señora del Patrocinio de Lima,
fue escogido para recibir a las madres de Santa Rosa de Huesca, a las
misioneras que se iban a dedicar al apostolado, en su prefectura
apostólica, de Santo Domingo del Urubamba y Madre de Dios en Perú.
El Beaterio sufría entonces de relajación, y falta de vida
regular. El obispo dispuso que todas se sometieran, a las reglas y
constituciones de las madres de Huesca, y el 2 de febrero, nombró a
la madre Ascensión, superiora responsable; pero la reacción de las
hermanas peruanas, fue muy enérgica, y se procedió a organizar la
elección: el 1 de abril fue elegida para el cargo de priora, por la
comunidad del Patrocinio, por una mayoría de votos muy grande.
El
espinoso proceso de integración, de las dos comunidades de Lima,
reclamó la presencia de la madre Ascensión en el Beaterio del
Patrocinio, donde había sido elegida priora. Las adversidades, la
condujeron a un desprendimiento mayor, y a buscar sólo en Dios su
consuelo, aun en medio de soledades y aridez espiritual.
A
finales de abril de 1918, pasó por Lima el padre Theissling, maestro
de la Orden de Predicadores, en visita canónica; aprobó la obra, y
les encomendó la fundación, de acuerdo al nuevo Derecho canónico
de 1917, pues ya tenían diez religiosas españolas, y veinte
peruanas, y contaban ya con cuatro casas.
El padre Osende,
o.p., trabajó en las Constituciones, y aceleró el proceso jurídico.
Así nació la Congregación de las «Misioneras Dominicas del
Santísimo Rosario». El 27 de septiembre, fueron aprobadas las
primeras Constituciones. Y el 5 de octubre se erigió en Lima la
congregación; la madre Ascensión fue nombrada superiora general.
Se decidió que el noviciado, se hiciera en Pamplona
(España). Con ocasión de la visita ad limina de mons. Zubieta al
Papa Benedicto XV, la madre Ascensión y la madre Visitación
pudieron también tener la entrevista con el Papa, y le trataron un
número importante de problemas, que sólo podían ser resueltos por
la Santa Sede. El 25 de marzo de ese mismo año, la Congregación fue
agregada a la Orden de Predicadores.
La desmedida actividad, y
la falta de descanso habían agotado a monseñor Zubieta; su salud
cedió, y finalmente, el 19 de noviembre de 1921, murió santamente,
a los 57 años de edad. La madre Ascensión, siempre se negó a que
la llamaran fundadora. Para ella el fundador era mons. Zubieta, pero
al morir éste, recayó sobre ella, toda la responsabilidad de la
naciente fundación, así como la interpretación del carisma de la
Congregación, a la vez misionero y educativo.
La inauguración
del colegio de Sonsonete, en El Salvador, en 1924, marcó el momento
de la autonomía de la Congregación. La madre Ascensión, desplegaba
una prudencia audaz, unida a su exquisita misericordia, durante los
aciagos tiempos de la guerra civil española, la segunda guerra
mundial, y la revolución comunista en China; un gobierno lúcido y
firme, al servicio de las religiosas, que con indecibles obstáculos,
se consagraban a la difusión del Evangelio, en las misiones y en las
escuelas.
Habían pasado los seis años reglamentarios, desde
la fundación de la Congregación, y la celebración del primer
consejo general; se convocó el primer capítulo general, donde la
madre Ascensión fue elegida priora general. La Congregación fue
tomando forma de institución internacional.
En 1926, a pesar
de las reticencias de la madre Ascensión, debido a las necesidades
locales, ante la insistencia del obispo del lugar, la Congregación
se hace cargo del Colegio nacional de Cuzco.
Se fundó una
comunidad, para atender la Escuela de educandas, y por tanto, la
Congregación se abrió a la educación civil, además de la
educación propiamente religiosa. Más tarde se harán cargo también
del Colegio nacional de Arequipa, en 1928, y luego de otro más en
Puno.
La Congregación recibió la aprobación de Roma, ad
experimentum por siete años. La llamada misionera a China, se hacía
cada vez más apremiante; en septiembre de 1932, ese proyecto tan
deseado podía iniciarse; al frente de la expedición de China, iba
la madre Ascensión.
El segundo capítulo general, celebrado
en Pamplona, reeligió por segunda vez a la madre Ascensión; y se
dirigió a China por segunda vez. Otro Beaterio, Santa Rosa de
Zaragoza, se incorporó a la Congregación. Ese año, el 22 de
diciembre, Roma permitió a la Congregación su división en
provincias.
El tercer capítulo general volvió a reelegir a
la madre Ascensión. Esta vez su salud, ya no tendría los recursos,
para soportar el peso de tantas responsabilidades y exigencias. El 6
de enero del año siguiente, se le declaró la enfermedad que la
llevaría a la muerte. El 22 de enero recibió el viático y la
extrema unción, en medio de sufrimientos muy agudos, que sobrellevó
con virtud; murió con fama de santidad, el 24 de febrero en la
ciudad de Pamplona. Fue beatificada el 14 de mayo de 2005.
Fuente:
Vaticano
https://www.hnasmdr.org/fundadores1/
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