1 de Febrero 2024
Beato Luis Variara
Presbítero y
fundador
(1875 - 1923)
En
la ciudad de Cúcuta, en Colombia, beato Luis Variara, presbítero de
la Sociedad de San Francisco de Sales, que dedicó toda su actividad
en favor de los leprosos, y fundó la Congregación de Hermanas,
Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María.
El P. Luis
Variara, nació el 15 de enero de 1875, en Viarigi (Asti, Italia). En
1856, había estado allí Don Bosco, para predicar una misión. Y fue
a Don Bosco, a quíen su padre confió el hijo, llevándoselo a
Valdocco, el 1 de octubre de 1887.
El santo morirá cuatro
meses más tarde, pero Luis llegó a conocerlo, como para quedar
marcado por toda la vida. Así recuerda él mismo el evento:
«Estábamos en la estación de invierno. Jugábamos una tarde, en
el amplio patio del Oratorio, cuando de repente, se oyó gritar de un
lado a otro: ¡Don Bosco!... ¡Don Bosco!.
Instintivamente,
nos abalanzamos todos, hacia el sitio donde aparecía nuestro buen
Padre, a quien sacaban a dar un paseíto en un coche. Lo seguimos,
hasta llegar al lugar, donde debía subir al vehículo. Pronto se vio
Don Bosco, rodeado de su querida turba infantil.
Yo buscaba
afanosamente, el modo de situarme en algún punto, donde pudiera
verlo a mi gusto, pues deseaba ardientemente conocerlo. Me acerqué
lo más que pude, y en el momento de ser ayudado a subir al coche, me
dio una dulce mirada, y sus ojos se fijaron detenidamente en mí;
tenía la seguridad de haber conocido a un santo, y que ese santo
había leído en mi alma, algo que sólo Dios y él pudieron
saber».
Pidió hacerse salesiano: entró al noviciado en
1891, y lo concluyó al año siguiente, profesando los votos
perpetuos, en las manos del primer sucesor de Don Bosco, el beato
Miguel Rua, quien le susurró al oído: «Variara, no varíes».
Hizo los estudios de filosofía en Valsálice. Por allí, en
1894, pasó el P. Unia, célebre misionero, que poco antes había
comenzado a trabajar, entre los leprosos de Agua de Dios. «Cuál
no sería mi asombro y alegría -narra el mismo P. Variara- cuando,
entre los 188 compañeros que tenían la misma aspiración, fijando
su mirada en mí, dijo: "Éste es el mío"».
Llegó
a Agua de Dios el 6 de agosto de 1894. La población contaba con 2000
habitantes, 800 de los cuales eran leprosos. Se sumergió totalmente
en su misión. Valiéndose de sus capacidades musicales, organizó
una banda instrumental, que creó un clima de fiesta en la «ciudad
del dolor».
El 24 de abril de 1898, fue ordenado sacerdote, y
pronto se reveló como un óptimo director espiritual. Entre sus
penitentes, estaban también las componentes de la Asociación de las
Hijas de María, grupo de unas 200 muchachas, muchas de las cuales
eran leprosas.
El joven sacerdote descubrió, que no pocas de
ellas, se hubieran consagrado con gusto al Señor. Pero se trataba de
un sueño considerado irrealizable, porque ninguna congregación,
aceptaba a una leprosa, y ni siquiera a una hija de leprosos. Fue
ante esta constatación, como nació en él, la primera idea de
jóvenes consagradas, aunque fueran leprosas. La Congregación de las
«Hijas de los SS. Corazones de Jesús y de María», tuvo
inicio el 7 de mayo de 1905, y está presente en la actualidad en
diez naciones.
Era cada vez más entusiasta de su misión.
Escribía: «Nunca como este año, me he sentido contento de ser
salesiano, y bendigo al Señor, por haberme enviado a este lazareto,
donde he aprendido a no dejarme robar el cielo».
Se
cumplían diez años, desde su llegada a Agua de Dios, década feliz
y rica de obras. Entre éstas, la ultimación del Asilo «P. Miguel
Unia» que pese a los atrasos, causados por la guerra de los 1000
días, fue inaugurado en 1905.
Pero entonces, comenzó un
período de sufrimientos e incomprensiones, que duraría 18 años, es
decir, hasta la muerte del generoso misionero. Tuvo que alejarse de
Agua de Dios: Mosquera, Contratación, Bogotá y Barranquilla, fueron
los varios sitios que la obediencia le asignó.
En 1921, fue
enviado a Táriba, ciudad venezolana en el límite con Colombia, en
donde su salud, empeoró en forma preocupante. El médico aconsejó
que, por razones de clima, lo llevaran a Cúcuta, en Colombia.
Fue
allá, pero sus condiciones se precipitaron pronto. Murió el 1 de
febrero de 1923, a los 49 años de edad, y 24 de sacerdocio. Lo
sepultaron en Cúcuta. En 1932, los restos mortales fueron
trasladados, a la capilla de sus Hijas en Agua de Dios, en donde
todavía descansan. Fue beatificado por SS Juan Pablo II, el 14 de
abril del 2002.
Fuente: Vaticano
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