NUESTRA SEÑORA DE LOS MILAGROS DE CAACUPÉ
PARAGUAY
Fiesta: 8 de diciembre
(Inmaculada Concepción)
En
el Paraguay, abundan las bellezas naturales: pero entre esa multitud
de dones, que sembró la Providencia, en su bondad hacia nosotros, ha
de sobresalir Caacupé, la villa de los milagros, rodeada por cerros,
arroyos, y una prodigiosa vegetación.
Caacupé es como un
estuche de esmeralda, que guarda una preciosa joya: la Virgen de los
Milagros, hasta la cual, no cesan de llegar los peregrinos de toda la
república, en busca de consuelo y curas, de sus males del espíritu
y del cuerpo, o a pagar su deuda, por una u otra salud
recuperada.
En ómnibus, automóviles, carretas, a caballo y
de a pie, todos los Paraguayos, hemos ido siquiera una vez en
nuestras vidas, a visitar a nuestra Virgencita de Caacupé, en busca
de consuelo, o para agradecerle alborozados sus divinos bienes.
Nos
cuenta la historia que corría el año 1600.....cuando cierta mañana,
un grupo de indios Mbayaes, perseguía a un guaraní con intención
de darle muerte, tal vez por pertenecer a otra tribu dominante del
área, o tal vez porque el indio guaraní, era un convertido al
cristianismo, y era feligrés de los franciscanos, a los que los
Mbayaes temían tanto como al diablo.
Completamente acorralado
como estaba, y desesperado por la suerte mortal que le esperaba, el
indiecito convertido, se escondió detrás de un gran árbol, que le
parecía protector. Agazapado y tembloroso, se le iluminó de pronto,
el recuerdo de la Inmaculada Concepción, que era la Virgen de su
predilección.
Entre súplicas y suspiros, entre miedo y
esperanzas, le prometió a la Reina de los Cielos, que si lo libraba
de sus injustos y feroces enemigos, le haría una imagen de la misma
madera de aquel árbol.
Milagrosamente, los Mbayaes no lo
encontraron en aquel monte, y al caer la noche se vieron obligados a
volver a sus tolderias. El indiecito guaraní se vio luego
libre......y no vivió más que para cumplir su promesa.
Esperando
un prudencial tiempo, el guaraní vuelve al árbol protector, ya con
sus primitivas herramientas. Desgajó de aquel tronco, la madera
necesaria para su propósito, puso a secarla, y pacientemente, con
todo el arte de sus manos, y el fervor de su alma, se puso a esculpir
dos estatuas de la Virgen: una, mas grande, destinada a la Iglesia de
Tobatí, cercana al lugar, y otra, mas pequeña, para su devoción
particular.
Esta imagen menor, es la Virgen de los Milagros,
que se la venera en la ciudad de Caacupé; imagen menor que iba a
resultar la mayor, por la abundancia de sus dones, y de sus fieles.
Según la opinión de los críticos de arte en madera, la imagen es
una creación artística genial de belleza extraterrena.
La
historia no ha recogido datos de la imagen mayor, que se supone
saqueada por los salvajes Mbayaes. Tampoco se supo mas, de aquel
indiecito guaraní y cristiano, pero aunque nunca sepamos, a quien
deben la fe y la iglesia, esa obra de inspiración divina, nuestra fe
nos dice, que ya está desde hace tiempo, compartiendo con nuestra
Madre Celestial..... y quien podría negar, que no estuviera hoy
intercediendo, por todos los que estamos hoy aquí, reunidos
brindándole este homenaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario