2 De Diciembre de 2023
Beato Rafael Chylinski
Religioso y
presbítero
(1694 - 1741)
En
Logiewniki, en Polonia, beato Rafael (Melchor) Chylinski, presbítero
de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, que en tiempos de
peste, visitaba a los enfermos de Cracovia, para asistirlos
piadosamente, y procurarles una honesta y cristiana muerte.
El
Venerable P. Rafael Chylinski, nació el 8 de enero de 1694, en
Wysoczka, ciudad de Buk, en el palatinado de Posnania, en la "Gran
Polonia", y fue bautizado con el nombre de Melchor.
Sus
padres, Arnulfo Juan y Mariana Kiepski, descendientes de nobles
antepasados, cristianos de fe sincera y vida coherente, pusieron
bases sólidas, en la formación religiosa del hijo.
El
pequeño Melchor manifestaba buenos sentimientos, inclinación a la
oración, amabilidad hacia el prójimo. Estas dotes debían ser muy
marcadas, pues en familia, lo llamaban el "monjecito".
Después de la escuela local, pasó al Colegio de Padres de la
Compañía de Jesús, en Poznan (1707-1710), siguiendo con fruto,
todo el curso de enseñanza media.
En 1710, con 17 años, ya
estaba en condiciones de reflexionar bien, acerca de las triste
situación en que se encontraba Polonia, gobernada desde 1697, por el
rey Augusto II, que era también Palatino de Sajonia. Éste se había
aliado con Rusia y Alemania, en la tercera guerra nórdica, que
trataba de conquistar Suecia.
Fue una derrota para la
coalición, y el rey sueco Carlos XII llegó victorioso, hasta
Varsovia, deponiendo al rey Augusto, al que aún le permaneció fiel,
una parte de la nobleza, y haciendo elegir al rey Estanislao
Sleczyski. En 1706, Augusto renunciaba a la corona, pero estaba listo
para recuperarla tres años después, cuando una nueva coalición de
rusos y daneses, derrotó definitivamente a Carlos XII.
Fueron
años peligrosos, en los que a las despiadados saqueos, de las
distintas tropas rusas, danesas y sajonas, se sumó la peste, que
segó sin piedad muchas vidas. Entre los muertos estaba también el
padre de Melchor.
Alistarse en el ejército, en aquellas
circunstancias, significaba elegir entre dos bandos de la nobleza. Es
probable que la familia, como la nobleza y el pueblo de Posnania,
siguiera al Arzobispo de Poznan, que consideraba legítimo al rey
Estanislao. Y es también posible, por eso, que cuando Melchor
decidió alistarse en 1712, formara parte de este bando.
A lo
largo de tres años, con su regimiento de caballería pesada, siguió
un itinerario que, paso a paso, lo llevó hasta Cracovia, ganándose
el rango de oficial, por su grado superior de formación, y por su
comportamiento recto y disciplinado.
En 1715, tras la renuncia
del rey Estanislao, Melchor, cumplidos ya los 21 años, dio por
concluido su servicio a la Patria, al tiempo que sentía, cada vez
más fuerte y apremiante, la llamada del Señor a la vida religiosa.
Sin dudarlo, resistió a los deseos de los familiares, que
deseaban para él un feliz matrimonio, y marchó a Cracovia, donde
pidió ser admitido, en el convento que los Frailes Menores
Conventuales, tenían en dicha ciudad.
Aquí tuvo que superar
otras presiones, por parte de sus colegas militares, que trataban de
convencerlo, para que regresara al ejército. Empezó el noviciado en
Cracovia, pero poco después, al declararse la epidemia de peste, fue
trasladado con los otros novicios, a Piotrków, donde, con el nombre
de Rafael, hizo su primera profesión, el 26 de abril de 1716.
Su
deseo era de seguir como "hermano religioso", pero los
superiores lo juzgaron idóneo para el sacerdocio, y lo enviaron a
hacer el curso de teología moral, en los colegios de Kalisz y
Oborniki. A finales de 1717, según la usanza de la época, fue
ordenado sacerdote en Poznan.
El Venerable Rafael Chylinski,
comenzaba así su misión sacerdotal, mientras en Polonia se abría
una época de relativa paz y tranquilidad, que permitía una mejora
de la situación económica, y de la promoción cultural, junto con
una consoladora renovación de la vida cristiana. En este ambiente,
se celebró el 8 de septiembre de 1717, la coronación solemne, de la
imagen de Nuestra Señora de Jasna Góra.
A partir de
entonces, el ardor y el celo que el neo-sacerdote Chylinski, dedicaba
al cumplimiento del ministerio sagrado, se complementaba con la
generosa correspondencia, a la gracia de la vocación religiosa, para
formar su personalidad como hombre de Dios, y digno sacerdote.
Un
camino gradual e intenso que maduró, y se manifestó en las
distintas poblaciones, a donde fue destinado por la obediencia.
Primero en Radziejów (1717-1719), y luego Pudry, Bagrów, Kalisz,
Varsovia, Gniezno, Pszczew, Poznan, Warka y, finalmente, Lagiewniki,
junto a Lódz, desde 1728 hasta 1741, excepto el periodo, de octubre
de 1736 a mayo de 1738, que lo pasó en Cracovia, asistiendo a los
enfermos y moribundos, durante otra epidemia de peste que azotó a la
ciudad.
Su compromiso ministerial, se manifestaba siempre y en
todas partes, en su celo incansable, por la formación espiritual de
los creyentes, a través de una celebración ejemplar del culto
divino, en la predicación catequética y moral, en un estilo
sencillo y popular, en la disponibilidad generosa, para la
administración del sacramento de la penitencia, y en las obras de
caridad. Fieles de todos los estratos sociales, acudían a él,
atraídos por su vida interior, y su caridad inagotable.
Su
sensibilidad especial, hacia los sufrimientos de los enfermos, hizo
que los superiores pensaran en él en 1736, para un servicio de gran
caridad en Cracovia, sacudida por una terrible epidemia de peste,
agravada por una violenta inundación.
Durante dos años,
ofreció su servicio casi ininterrumpido en un hospital, en contacto
con un millar de enfermos apiñados sobre paja húmeda, en espacios
estrechísimos, aterrorizados por una suerte sin esperanza, con un
hedor insoportable, presagios y testigos de una muerte, convertida
para todos en experiencia diaria.
Desde la mañana hasta la
tarde, el P. Rafael departía con los infelices pacientes, y con los
moribundos: les ayudaba, los exhortaba, les infundía confianza, los
abría a la confianza en Dios, los confesaba, y los preparaba para el
encuentro con Dios. Cuando se daba cuenta, de que estaba rodeado de
cadáveres, rompía a llorar y a sollozar, levantando las manos al
cielo, en actitud de súplica, para implorar a Dios la liberación de
tanta calamidad.
La epidemia cesó en 1738, y el apóstol del
hospital de Cracovia, regresó enseguida al convento de Lagiewniski,
donde fue recibido con sentimientos de respeto, por los compañeros y
por "sus" pobres, y donde reemprendió enseguida, y con
gran sencillez, su acostumbrado servicio de asistencia. Esta
"sencillez" de un deber, que se sigue cumpliendo, es lo que
demuestra la carga de total y completa entrega, que el P. Rafael
había hecho a Dios de su propia vida.
El Señor le dio el
gozo de poder atender, junto con los pobres, a su madre, que se había
mudado a Lagiewniski, para vivir "con devoción" cerca del
hijo.
Pero sus fuerzas físicas, debilitadas por la
penitencia, y por su indefensa actividad al servicio de la caridad,
ya se iban agotando. En septiembre de 1741, tuvo que suspender toda
actividad. Atado al lecho, con inquebrantable serenidad, repetía a
quiénes se le acercaban: "Hay que morir". Y se
preparaba con una admirable conformidad, a la voluntad de Dios,
soportando, meditando, animando a cuantos lo rodeaban.
El 1 de
diciembre, viernes, dijo: "¡Qué hermoso sería morir, el día
de la pasión y muerte del Señor..., pero también será hermoso
morir mañana, día dedicado a la Bienaventurada Virgen María!"
Así fue: era el 2 de diciembre de 1741.
P. Lanfranco M.
Serrini, a toda la Orden, comunicando la beatificación del siervo de
Dios Rafael Chylinski. Roma, 22 de enero de 1991.
Fuente:
Frate Francesco
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