18 De Diciembre de 2023
Beata Nemesia Valle
Virgen
(1847 -
1916)
En
Borgari, cerca de Turín, en Italia, beata Nemesia (Julia) Valle,
virgen del Instituto de Hermanas de la Caridad, que se dedicó de
modo extraordinario, a la formación y dirección de los jóvenes
según el Evangelio, siguiendo por el camino de los mandamientos del
Señor, por amor al prójimo.
“De estación en estación,
recorremos nuestro camino en el desierto…y si el desierto es sordo
Aquel que te ha creado siempre escucha…”
“Jesús
despójame de mi misma, y revísteme de Vos. Jesús por ti vivo, por
ti
muero…”
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Julia,
es el nombre que sus padres, Anselmo Valle y María Cristina Dalbar,
eligen para ella. Nació en Aosta el 26 de junio de 1847, y en el
mismo día, es bautizada en la antigua iglesia de San Orso. Huérfana
de madre a los cuatro años, su educación es confiada a parientes
paternos, primero, y luego maternos.
Cuando tiene once años
es enviada a Francia, a Besançon, a un pensionado perteneciente a
las Hermanas de la Caridad. La separación de la familia, es un nuevo
dolor para ella, una nueva experiencia de soledad, que la orienta
hacia una profunda amistad con «el Señor que tiene a su lado a
su mamá».
En Besançon aprende bien la lengua francesa,
enriquece su cultura, llega a ser habilidosa, en los trabajos
femeninos, madura una delicada bondad, que la hace amable y atenta
hacia los otros. Después de cinco años, Julia regresa a su tierra,
pero no encuentra más su casa en Donnas.
Su padre se ha
vuelto a casar, y se ha mudado a Pont Saint Martín. Encuentra una
situación familiar tensa, donde la convivencia no es fácil. Su
hermano Vicente no la soporta: se va de la casa, y no se sabrá nada
más de él.
Julia se queda, y en su soledad nace el deseo,
de buscar aquello que la familia no le puede dar, de comprender a
aquellos que viven la misma experiencia de dolor, de encontrar gestos
que expresen amistad, comprensión, bondad para todos.
En
este periodo, en Pont Saint Martín, se habían establecido las
Hermanas de la Caridad. Julia encuentra allí su maestra de Besançon;
las hijas de santa Juana Antida Thouret la ayudan, la animan. Observa
el estilo de vida donado a Dios y a los otros, y decide ser una de
ellas. Cuando su padre le presenta la propuesta de un buen
matrimonio, Julia no vacila: ha decidido que su vida, será toda
donada a Dios: desea solamente ser Hermana de la Caridad.
En
1866 Julia entra con alegría, en el camino del noviciado. Cada día,
descubre aquello que debe perder o conquistar: «Jesús despójame
de mi misma, y revísteme de Vos. Jesús por ti vivo, por ti muero»
es la oración que la acompaña, y la acompañará a lo largo de su
vida.
Al fin del noviciado, con el habito religioso, recibe
un nombre nuevo: Hermana Nemesia. Es el nombre de una mártir de los
primeros siglos. Del nombre hace su programa de vida: testimoniar su
amor a Jesús, hasta las últimas consecuencias, a cualquier precio,
para siempre.
Es enviada a Tortona, al Instituto de San
Vicente. Encuentra una escuela primaria, cursos de cultura, un
pensionado, un orfanato. Enseña en la escuela primaria, y en los
cursos superiores la lengua francesa. La Hermana Nemesia, está
presente donde hay un trabajo humilde para desarrollar, un
sufrimiento para aliviar, donde un disgusto impide relaciones
serenas, donde la fatiga, el dolor, la pobreza limitan la vida.
Hermanas, huérfanos, alumnos, familias, pobres, sacerdotes del
vecino seminario, soldados de la gran casa de Tortona, recurren a
ella, la buscan como si fuera la única hermana presente en la
casa.
A los cuarenta años, es nombrada superiora de la
comunidad. Su caridad no tiene limites. En Tortona, la llaman
«nuestro ángel». Pero la mañana del 10 de mayo de 1903,
las huérfanas y las pupilas encuentran un mensaje de la Hna. Nemesia
para ellas: «Me voy contenta, las confío a la Virgen. Las
seguiré en cada momento del día.»
Parte a las 4 de la
mañana, después de 36 años. En Borgaro, pequeño pueblito cerca de
Turín, existe un grupo de jóvenes, que espera ser acompañado por
un nuevo camino, hacia la donación total a Dios, en el servicio a
los pobres: son las novicias de la nueva provincia de las Hermanas de
la Caridad.
El método de formación usado por la Hna.
Nemesia es siempre el mismo: el de la bondad, de la comprensión que
educa a la renuncia por amor, de la paciencia que sabe esperar, y
encontrar el camino justo que conviene a cada una.
La
superiora provincial, que tenía un carácter «en perfecta
antítesis con el suyo» disentía de este método. Ella aplicaba
un método rígido, fuerte, inmediato. Esta forma de ver generaba
relevantes contrastes, que desembocaban en reproches y humillaciones.
La Hna. Nemesia acogía todo en silencio, sonriendo continuaba su
camino, sin apuro, sin dejar sus responsabilidades: «De estación
en estación, recorremos nuestro camino en el desierto, y si el
desierto es sordo, Aquel que te ha creado siempre escucha».
Han pasado trece años de su llegada a Borgaro, y llega el
momento de la última ofrenda, de una vida donada totalmente por
amor:
El 18 de diciembre de 1916 muere la Hna. Nemesia muere.
Es beatificada por SS Juan Pablo II el 25 de abril de 2004.
Fuente:
Vaticano
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Julia,
es el nombre que sus padres, Anselmo Valle y María Cristina Dalbar,
eligen para ella. Nació en Aosta el 26 de junio de 1847, en el mismo
día es bautizada en la antigua iglesia de San Orso.
Los
primeros años de su vida, transcurren en la serenidad de una familia
que se alegra, por el nacimiento de un nuevo hijo, Vicente, y donde
el trabajo de la mamá que administra un negocio de modista, y del
papá que desempeña una intensa actividad comercial, aseguran un
cierto bienestar.
Su mamá muere cuando Julia tiene, tan
sólo, cuatro años. Los dos huérfanos son confiados al cuidado de
los parientes paternos, primero en Aosta, después a sus parientes
maternos en Donnas. Aquí encuentran un ambiente sereno, la escuela,
el catecismo, y la preparación a los sacramentos se hace en casa,
bajo la guía de un sacerdote, amigo de la familia.
Cuando
Julia tiene once años, para completar su instrucción, es enviada a
Francia, a Besançon, a un pensionado perteneciente a las Hermanas de
la Caridad. La separación de la familia, es un nuevo dolor para
ella, una nueva experiencia de soledad que la orienta hacia una
profunda amistad con “el Señor que tiene a su lado a su
mamá”.
En Besançon aprende bien la lengua francesa,
enriquece su cultura, llega a ser habilidosa en los trabajos
femeninos, madura una delicada bondad que la hace amable y atenta
hacia los otros.
Después de cinco años, Julia regresa a su
tierra, pero no encuentra más su casa en Donnas. Su padre, se ha
vuelto a casar, y se ha transferido a Pont Saint Martín. Encuentra
una situación familiar tensa, donde la convivencia no es fácil. Su
hermano Vicente no soporta: se va de la casa y no se sabrá nada más
de él … Julia se queda y en su soledad nace el deseo de buscar
aquello que la familia no le puede dar, a comprender aquellos que
viven la misma experiencia de dolor, a encontrar gestos que expresen
amistad, comprensión, bondad para todos.
En este periodo, en Pont Saint Martín se habían establecido las Hermanas de la Caridad. Julia encuentra allí su maestra de Besançon; las hijas de santa Juana Antida Thouret, la ayudan, la animan. Observa el estilo de vida donado a Dios y a los otros, y decide ser una de ellas. Cuando su padre le presenta la propuesta de un buen matrimonio, Julia no vacila: ha decidido que su vida será toda donada a Dios: desea solamente ser Hermana de la Caridad.
El 8 de septiembre de 1866, su padre la acompaña a Vercelli, en el Monasterio de Santa Margarita, donde las Hermanas de la Caridad tienen su noviciado.
Comienza
una vida nueva en la paz, en la alegría, mas allá de las lágrimas
por una separación que no es fácil. Se trata de entrar en una
relación más profunda con Dios, de conocerse a sí misma, y la
misión de la comunidad, para ser disponible a andar donde Dios la
llame.
Julia entra con alegría en este camino de noviciado.
Cada día descubre, aquello que debe perder o conquistar: “Jesús
despójame de mi misma, y revísteme de Vos. Jesús por ti vivo, por
ti muero…” es la oración que la acompaña, y la acompañará
a lo largo de su vida.
Al fin del noviciado, con el hábito
religioso, recibe un nombre nuevo: Hermana Nemesia. Es el nombre de
una mártir de los primeros siglos. Está contenta y del nombre hace
su programa de vida: testimoniar su amor a Jesús, hasta las últimas
consecuencias, a cualquier precio, para siempre.
Es enviada a
Tortona, al Instituto de san Vicente. Encuentra una escuela primaria,
cursos de cultura, un pensionado, un orfanato. Enseña en la escuela
primaria y en los cursos superiores la lengua francesa. Es el terreno
adapto para sembrar bondad. La Hermana Nemesia está presente, donde
hay un trabajo humilde para desarrollar, un sufrimiento para aliviar,
donde un disgusto impide relaciones serenas, donde la fatiga, el
dolor, la pobreza limitan la vida.
Muy pronto una voz se
difunde dentro del instituto y en la ciudad: “¡Oh, qué corazón
el de la Hermana Nemesia!”
Cada uno está convencido, de
tener un lugar particular en su corazón, que parece no tener limite:
hermanas, huérfanos, alumnos, familias, pobres, sacerdotes del
vecino seminario, soldados de la gran casa de Tortona recurren a
ella, la buscan como si fuera la única hermana presente en la
casa.
Cuando a los cuarenta años es nombrada superiora de la
comunidad, la Hna.. Nemesia queda desconcertada, mas un pensamiento
le da coraje: ser superiora significa “servir”, por consiguiente
podrá darse sin medida, y humildemente, enfrenta la subida. Las
líneas de su programa son trazadas:
“Enfrentar el paso,
sin volver atrás, fijando una única meta: ¡Sólo Dios! “A Él la
gloria, a los otros la alegría; a mí el precio a pagar; sufrir mas
jamás hacer sufrir. Seré severa conmigo misma, y toda caridad con
las hermanas: el amor que se dona, es la única cosa que
permanece.”
Su caridad no tiene limites. En Tortona la
llaman “nuestro ángel”
La mañana del 10 de mayo de 1903, las huérfanas y las pupilas encuentran un mensaje de la Hna.. Nemesia para ellas: “Me voy contenta, las confío a la Virgen…Las seguiré en cada momento del día.” Parte a las 4 de la mañana, después de 36 años… En Borgaro, pequeño pueblito cerca de Turín, existe un grupo de jóvenes, que espera ser acompañado por un nuevo camino, hacia la donación total a Dios, en el servicio a los pobres… Son las novicias de la nueva provincia de las Hermanas de la Caridad… El método de formación usado por la Hna.. Nemesia es siempre el mismo: el de la bondad, de la comprensión que educa a la renuncia más por amor, de la paciencia que sabe esperar y encontrar el camino justo que conviene a cada una.
Sus
novicias la recuerdan: “Nos conocía a cada una, comprendía
nuestras necesidades, nos trataba según nuestra manera de ser, nos
pedía aquello que conseguía hacernos amar…”
La
superiora provincial que tenía un carácter “en perfecta antítesis
con el suyo”, disentía de este método. Ella aplicaba un método
rígido, fuerte, inmediato. Esta forma de ver generaba relevantes
contrastes, que desembocaban en reproches y humillaciones. La Hna..
Nemesia acogía todo en silencio, sonriendo continuaba su camino, sin
apuro, sin dejar sus responsabilidades: “De estación en
estación, recorremos nuestro camino en el desierto…y si el
desierto es sordo Aquel que te ha creado siempre escucha…”
A
lo largo de su camino la Hna. Nemesia se acerca al final. Han pasado
trece años de su llegada a Borgaro. Cerca de quinientas hermanas,
aprendieron con ella, a caminar los senderos de Dios. Ha donado todo:
ahora el Señor le pide también de “dejar” a otras “su
noviciado”.
La oración que ha hecho suya desde el inicio:
“Jesús despójame de mi misma, revísteme de Vos”, la
acompaña a lo largo de toda la vida. Ahora puede decir “no soy
más para ninguno”. El despojo es total. Es la última ofrenda
de una vida, donada totalmente por amor.
El 18 diciembre de
1916 la Hna. Nemesia muere.
Fue beatificada por Juan Pablo II
el 25 de abril de 2004.
Biografía: Página oficial del
Vaticano
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