5 De Diciembre de 2023
Viuda y fundadora
(1587 - 1651)
En
la misma ciudad, Santa Virginia Centurione Bracelli, viuda, la cual,
dedicándose al servicio del Señor, socorrió de muchas maneras a
los pobres, ayudó a las iglesias rurales, y fundó y rigió la Obra
de las Señoras Auxiliares de la Misericordia.
Virginia
Centurione, viuda de Bracelli, nació el 2 de abril de 1587 en Génova
(Italia). Fue hija de Jorge Centurione, Dux de la República en el
bienio 1621-1622, y de Lelia Spínola, ambos descendientes de
familias de antigua nobleza.
Bautizada dos días más tarde,
recibió la primera formación religiosa y literaria de su madre, y
de un preceptor doméstico. Aunque ya desde su adolescencia,
manifestó inclinación a la vida del claustro, tuvo que aceptar la
decisión de su padre, que quiso que se casara, el 10 de diciembre de
1602, con Gaspar Grimaldi Bracelli, un joven rico, heredero de una
ilustre familia, pero inclinado a una vida desordenada, y al vicio
del juego. De esa unión nacieron dos niñas: Lelia e Isabel.
Al
quedarse viuda con sólo 20 años, Virginia hizo voto de castidad
perpetua, rechazando las ocasiones de contraer segundas nupcias, tal
como se lo propuso su padre, y vivió retirada en casa de su suegra,
aplicándose a la educación y a la administración, de los bienes de
sus hijas, y dedicándose a la oración y a la beneficencia.
En
1610, sintió más claramente la vocación especial a «servir a
Dios en sus pobres». Aunque estaba severamente controlada por su
padre, y sin descuidar nunca el cuidado de su familia, comenzó a
trabajar en favor de los necesitados. Los atendía directamente,
distribuyendo en limosnas, la mitad de sus propias rentas, o por
medio de las instituciones benéficas de aquel tiempo.
Una vez
casadas sus hijas, Virginia se dedicó por completo al cuidado de los
muchachos abandonados, de los ancianos y de los enfermos, y a la
promoción de los marginados. La guerra entre la República de Génova
y el Duque de Saboya, apoyado por Francia, sembrando el desempleo y
el hambre, indujo a Virginia, en el invierno de 1624-1625, a acoger
en casa, primero a unas quince jóvenes abandonadas, y luego, al
aumentar el número de los prófugos en la ciudad, a todos los pobres
que pudo, especialmente mujeres, proveyendo en todo a sus
necesidades. Tras el fallecimiento de su suegra, en el mes de agosto
de 1625, no sólo comenzó a acoger a las jóvenes que llegaban
espontáneamente, sino que ella misma andaba por la ciudad, sobre
todo por los barrios de peor fama, en busca de las más necesitadas,
y que se hallaban en peligro de corrupción.
Al intensificar
la iniciativa de la acogida de las jóvenes, sobre todo durante el
tiempo de la peste y de la carestía, de 1629-1630, Virginia se vio
obligada a tomar en arriendo, el convento vacío de Montecalvario, a
donde se trasladó el 14 de abril de 1631, con sus acogidas, a las
que puso bajo la protección de Nuestra Señora del Refugio. Tres
años después, la Obra contaba ya con tres casas, en las que
residían casi 300 acogidas. Por esto Virginia, consideró oportuno
pedir el reconocimiento oficial al Senado de la República, que lo
concedió el 13 de diciembre de 1635.
Las acogidas de Nuestra
Señora del Refugio, se convirtieron para la Santa en sus «hijas»
por excelencia, con las que compartía la comida y los vestidos, y a
las que instruía con el catecismo, y adiestraba en el trabajo, para
que se ganasen el propio sustento.
Proponiéndose dar a la
Obra una sede propia, después de haber renunciado a la adquisición
del Montecalvario, debido a su precio demasiado elevado, compró dos
casitas contiguas en la colina de Carignano, que, con la construcción
de una nueva ala, y de la iglesia dedicada a Nuestra Señora del
Refugio, se convirtió en la casa-madre de la Obra.
El
espíritu que animaba a la Institución, fundada por Virginia
Bracelli, estaba ampliamente presente en la Regla, redactada en los
años 1644-1650. En ella se establecía que todas las casas,
constituyen la única Obra de Nuestra Señora del Refugio, bajo la
dirección y administración de los Protectores (laicos nobles
designados por el Senado de la República); se reafirma la división
entre las «hijas» con hábito e «hijas» sin hábito;
pero todas deben vivir -aunque no tengan votos- como las monjas más
observantes, en obediencia y pobreza, trabajando y orando; además,
deben estar dispuestas a ir a prestar servicio, en los hospitales
públicos, como si estuvieran obligadas por medio de un voto.
Con
el tiempo, la Obra se desarrollará en dos Congregaciones religiosas:
las Hermanas de Nuestra Señora del Refugio de Monte Calvario, y las
Hijas de Nuestra Señora en el Monte Calvario.
Después del
nombramiento de los Protectores (el 3 de julio de 1641), que eran
considerados los verdaderos superiores de la Obra, Virginia Bracelli
no quiso inmiscuirse más en el gobierno de la casa: ella estaba
sometida a su querer, y seguía sus disposiciones, incluso en la
aceptación de cualquier joven necesitada.
Virginia vivía
como la última de sus «hijas», dedicada al servicio de la casa:
salía mañana y tarde, a mendigar para conseguir el sustento para
toda la casa. Se interesaba por todas como una madre, especialmente
por las enfermas, prestándolas los servicios más humildes.
Ya
en los años anteriores, había comenzado una acción social
sanadora, destinada a curar las raíces del mal, y a prevenir las
recaídas: a los enfermos y los inválidos, se les había de internar
en centros apropiados para ellos; los hombres útiles debían ser
iniciados en el trabajo; las mujeres debían ejercitarse en los
telares, y en hacer labores de corte y confección; y los niños
tenían la obligación de ir a la escuela.
Al crecer las
actividades y redoblarse los esfuerzos, Virginia vio disminuir a su
alrededor el número de colaboradoras, sobre todo las mujeres
burguesas y aristocráticas, que temían comprometer su reputación,
al tratar con gente corrompida, y siguiendo a una guía que, aunque
fuera noble y santa, aparecía un tanto temeraria en sus
empresas.
Abandonada por las Auxiliares, desautorizada de
hecho por los Protectores en el gobierno de su Obra, y ocupando el
último lugar entre las hermanas, en la casa de Carignano, mientras
que su salud física se debilitaba rápidamente, Virginia parecía
que encontraba nueva fuerza en la soledad moral.
El 25 de
marzo de 1637, consiguió que la República tomara a la Virgen María,
como protectora. Suplicó con insistencia ante el Arzobispo de la
ciudad, la institución de las Cuarenta Horas, que comenzaron en
Génova hacia finales de 1642, y la predicación de las misiones
populares (1643).
Se interpuso para allanar las frecuentes y
sanguinarias rivalidades, que por motivos fútiles, surgían entre
las familias nobles y los caballeros. En 1647 obtuvo la
reconciliación entre la curia arzobispal, y el gobierno de la
República, en lucha entre sí por puras cuestiones de prestigio. Sin
perder nunca de vista a los más abandonados, estaba siempre
disponible, independientemente del rango social, para cualquier
persona que acudiese a ella para pedir ayuda.
Enriquecida por
el Señor con éxtasis, visiones, locuciones interiores, y otros
dones místicos especiales, entregó su espíritu al Señor, el 15 de
diciembre de 1651, a la edad de 64 años. El Sumo Pontífice Juan
Pablo II la proclamó beata en 1985 y el mismo pontífice la canonizó
el 18 de mayo de 2003.
Fuente: Vaticano
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