19 De Diciembre de 2023
Santos Francisco Javier Hà Trong Mâu y
compañeros
Mártires
(1839)
En
el lugar llamado Bac-Ninh, en Tonkin, santos mártires Francisco
Javier Há Trong Mâu, y Domingo Bùi Van Uy, catequistas; Tomás
Nguyen Van Dê, sastre; también Agustín Nguyen Van Mói, y Esteban
Nguyen Van Vinh, agricultores, el primero de estos últimos neófito,
y el segundo todavía catecúmeno, todos los cuales, negándose a
pisotear la cruz, sufrieron la cárcel y tormentos, y finalmente, por
mandato del emperador Minh Mang, fueron estrangulados.
Cumpliendo
la orden real, que había conmutado la pena de destierro, por la de
muerte, el 19 de diciembre de 1839, fueron conducidos al poblado de
Co-Mé junto a Bac-Ninh, en el Tonquín, cinco cristianos seglares, y
allí fueron estrangulados.
Todos ellos pertenecían a la
comunidad cristiana de Ké-Mot, encomendada al P. Pedro Tu, y fueron
arrestados, con motivo de la intensa búsqueda que del párroco
hacían las autoridades. La búsqueda empezó, el 28 de junio de
1838, y el día 1 de julio siguiente, ya estaban los cinco
capturados, y eran conducidos a la capital de la provincia Nonh-Thai.
Llevados ante el tribunal, se les conminó durante días y
días, a pisotear la cruz. Por fin, el 27 de julio, se dictó contra
ellos sentencia de destierro perpetuo, además de ciento cincuenta
azotes. Sin embargo, el rey Minh-Manh ordenó que la sentencia, fuera
cambiada por la pena de muerte, si no se producía la apostasía. Los
presos siguieron en la cárcel, donde hicieron un exitoso apostolado,
entre los otros reclusos.
Así se llegó al 24 de noviembre
de 1839, en que vista la perseverancia en la fe, se confirmó la
sentencia de muerte, que se ejecutó el 19 de diciembre en Bac Ninh.
Beatificados en 1900, fueron canonizados por SS Juan Pablo II en
1988.
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Francisco
Javier Há Trong Mâu, nació en Ké-Dieu en 1794, y era celoso
catequista de la parroquia, del poblado de Ké-Mot, a donde se había
trasladado a vivir. Era terciario dominico. Cuando llegaron los
soldados al pueblo, para hacer varios arrestos, él pudo escapar, y
refugiarse en Naht, en casa de un amigo pagano, pero éste lo
traicionó, y señaló su presencia al mandarín local, que lo
arrestó y lo envió a la capital, donde se unió a los otros
mártires.
De Domingo Bùi Van Uy desconocemos el lugar de su
nacimiento. De pequeño había sido acogido en la Casa de Dios, y
criado por los padres dominicos, que se lo asignaron a San Pedro Tu,
y lo prepararon cuidadosamente para el apostolado. Acompañado de
este sacerdote, llegó al poblado de Ké-Mot, en la primavera de
1838. Al llegar los soldados, el 28 de junio pudo huir, al vecino
pueblo de Huong-Trang, donde un pagano los escondió en su casa. Pero
al día siguiente, ambos fueron arrestados. Se le separó del
sacerdote, que fue decapitado, el 5 de septiembre de aquel año,
mientras él siguió en la cárcel hasta su muerte.
Tomás
Nguyen Van Dê había nacido en Ké-Mot, en el que creció, se casó,
tuvo hijos, y se ganaba la vida como sastre. Al llegar los soldados,
lo arrestaron por ser el cristiano más distinguido del pueblo. Tras
el primer interrogatorio, pudo visitarlo su esposa, y él le
encomendó a sus tres hijos, diciéndole que estaba dispuesto a morir
por Cristo. En la cárcel hizo la profesión, en la Orden Tercera de
Santo Domingo. Tenía 27 años de edad.
Agustín Nguyen Van
Mói, había nacido en 1806 en Phu Trang, y más tarde se trasladó
al pueblo de Ké-Mot, donde conoció la religión cristiana, y se
convirtió a ella. Hecho el catecumenado, recibió el bautismo en
1836, de manos del párroco san Pedro Tu, religioso dominico.
Arrestado el 28 de junio de 1838, se negó firmemente a abandonar la
fe, y aprovechó su estancia en la cárcel, para atraer a la fe a
otros presos, e hizo allí mismo, la profesión en la Orden Tercera
de Santo Domingo. Trabajaba en el campo.
Esteban Nguyen Van
Vinh, era natural de Phu Trang, y se había ido a vivir a Ké-Mot,
ganándose la vida como trabajador del campo. Conoció el
cristianismo, y se inscribió en el catecumenado. Arrestado el 28 de
junio de 1838, confesó la fe cristiana con firmeza, y perseveró en
ella hasta la muerte. El Martirologio romano lo llama catecúmeno,
pero parece que en la cárcel, uno de los catequistas presos con él,
le administró el sacramento del bautismo.
Fuente: «Año
Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
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