11 De Diciembre de 2023
Beatos Martín de San Nicolás Lumbreras
Peralta y Melchor de San Agustín Sánchez Pérez
Presbíteros y
mártires
(1632)
En
Nagasaki, en Japón, beatos Martín de San Nicolás Lumbreras
Peralta, y Melchor de San Agustín Sánchez Pérez, presbíteros de
la Orden de San Agustín y mártires, los cuales, apenas llegados a
esta ciudad, fueron apresados, arrojados en una celda oscura, y
después quemados vivos.
Martín Lumbreras, nació en Zaragoza
de noble familia, en 1598. Vistió el hábito de agustino recoleto,
en el convento de Borja, realizando los votos en Zaragoza en 1619.
Tres años más tarde, en julio 1622, partía de Cádiz hacia
las islas Filipinas, donde arribó al año siguiente, acompañado de
otros trece misioneros agustinos recoletos. Era particularmente
afecto al retiro claustral, y sus superiores lo destinaron, al
convento de Manila, en un primer tiempo como sacristán mayor, y
luego, por un período de ocho años, como maestro de novicios.
En
estos años, promovió grandemente el culto a la Virgen del Pilar, a
la cual dedicó una imagen, y un altar en la iglesia de San Nicolás.
Su deseo secreto era, sin embargo, el Japón: vivir y morir por esta
comunidad cristiana, tan probada en aquel tiempo.
Con una
carta del 4 de agosto de 1631, comunicó su deseo al vicario general,
y exactamente un año después, el 4 de agosto de 1632, partía de
Manila para el Japón, en compañía del P. Melchor de San Agustín,
que será su compañero inseparable hasta el martirio. Juntos
llegaron a Nagasaki ocho días después.
Por su parte, Melchor
Sánchez nació en Granada en 1599. A la edad de diecinueve años,
pronunció los votos religiosos en el convento de los Agustinos
Recoletos de la propia ciudad natal.
En 1621 partía a las
Filipinas, en compañía de otros veintitrés misioneros agustinos
recoletos, llegando a Manila en julio de 1622. Aprendió los
dialectos tagalog e hisaya, y ejercitó el apostolado, en las
misiones de Mindanao, abiertas hacía poco, sin duda las más
difíciles del archipiélago.
Según parece, pasó cierto
tiempo en Manila, como predicador de los españoles, hasta el 4 de
agosto de 1632, cuando se cumplió su deseo de ir al Japón. En este
punto, su vida se junta con la de Martín.
Por disputas
surgidas con los comerciantes chinos, que los habían hecho ingresar
al territorio japonés, uno de ellos, denunció la entrada de los
misioneros al gobernador de Nagasaki.
Informados de la
traición, los misioneros buscaron inmediatamente, una vía de escape
en los montes, donde encontraron al padre Domingo Equicia, que los
introdujo en el ambiente, y los instruyó en el idioma del país.
Pero la permanencia en los montes, no fue larga, porque su ansia los
empujó pronto, a descender a la ciudad donde, descubiertos y
reconocidos por los agentes del gobernador, fueron apresados el 3 de
noviembre de 1632, cuando aun no habían transcurrido tres meses de
su arribo.
El gobernador intentó, en nombre del emperador,
hacerlos abjurar del cristianismo, pero fue inútil. Irritado, firmó
la sentencia de muerte, que fue ejecutada el 11 de diciembre
siguiente. Comenzado el suplicio, los dos misioneros fueron atados
muy débilmente, de modo que pudieran escapar del tormento, si
cambiaran de parecer respecto de la apostasía. Sin embargo, Melchor
murió a las cuatro horas, y Martín, para admiración de los
circunstantes, resistió dieciocho horas.
El proceso
informativo sobre el martirio, comenzó enseguida. Ya en 1633 el
obispo Diego Valente, tenía las primeras noticias desde Macao, donde
testimoniaron veintidós comerciantes portugueses. Algunos años más
tarde, en 1637, Pedro de San Juan, gobernador de Macao, envió un más
amplio testimonio de treinta y seis mercaderes portugueses, treinta y
dos de los cuales, habían estado presentes en el martirio.
Sin
embargo, sólo en 1920, se emitió el decreto de iniciación del
proceso apostólico. Fueron beatificados por SS Juan Pablo II, el 24
de abril de 1989.
fuente: Santi e Beati
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