9 de Abril de 2024
San Lorenzo de Irlanda
(1128 -
1180)
Luchó
denodadamente contra la injusticia, la guerra y el hambre, no
pudiendo lograr del rey de Inglaterra, que se haga justicia con su
pueblo.
San
Lorenzo, arzobispo, nació en Irlanda hacia el año 1128, de la
familia O’Toole, que era dueña, de uno de los más importantes
castillos de esa época.
Cuando el niño nació, su padre
dispuso pedirle a un conde enemigo, que quisiera ser padrino del
recién nacido. El otro aceptó, y desde entonces estos dos condes,
se hicieron amigos, y no luchó más el uno contra el otro.
Cuando
el niño tenía diez años, al jovencito le agradó inmensamente la
vida del monasterio, y le pidió a su padre, que lo dejara quedarse a
vivir allí, porque en vez de la vida de guerras y batallas, a él le
agradaba la vida de lectura, oración y meditación.
Lorenzo
llegó a ser un excelente monje, en ese monasterio. Su comportamiento
en la vida religiosa, fue verdaderamente ejemplar. Dedicadísimo a
los trabajos del campo, y brillante en los estudios. Fervoroso en la
oración y exacto en la obediencia. Fue ordenado sacerdote, y al
morir el superior del monasterio, los monjes eligieron por unanimidad
a Lorenzo como nuevo superior.
Por aquellos tiempos, hubo una
tremenda escasez de alimentos en Irlanda, por causa de las malas
cosechas, y las gentes hambrientas, recorrían pueblos y aldeas,
robando y saqueando cuanto encontraban.
El abad Lorenzo, salió
al encuentro de los revoltosos, con una cruz en alto, y pidiendo que
en vez de dedicarse a robar, se dedicaran a pedir a Dios que les
ayudara. Las gentes le hicieron caso y se calmaron, y él, sacando
todas las provisiones, de su inmenso monasterio, las repartió entre
el pueblo hambriento. La caridad del santo, hizo prodigios en aquella
situación tan angustiosa.
En el año 1161, falleció el
arzobispo de Dublín (capital de Irlanda), y clero y pueblo,
estuvieron de acuerdo, en que el más digno para ese cargo, era el
abad Lorenzo. Tuvo que aceptar. Lo primero que hizo, fue tratar de
que los templos, fueran lo más bellos y bien presentados
posibles.
Luego se esforzó, porque cada sacerdote se
esmerara, en cumplir lo mejor que le fuera posible, sus deberes
sacerdotales. Y enseguida, se dedicó a repartir limosnas con gran
generosidad.
En el año 1170, los ejércitos de Inglaterra
invadieron a Irlanda, llenando el país de muertes, de crueldad y de
desolación. Los invasores saquearon los templos católicos, los
conventos, y llenaron de horrores todo el país. El arzobispo Lorenzo
hizo todo lo que pudo, para tratar de detener tanta maldad, y salvar
la vida y los bienes de los perseguidos.
Se presentó al
propio jefe de los invasores, a pedirle que devolviera los bienes a
la Iglesia, y que detuviera el pillaje y el saqueo. El otro, por
única respuesta, le dio una carcajada de desprecio. Pero pocos días
después, murió repentinamente.
El sucesor tuvo temor, y les
hizo mucho más caso, a las palabras y recomendaciones del santo.
Estando en Londres de rodillas, rezando en la tumba de Santo Tomás
Becket (un obispo inglés que murió por defender la religión) un
fanático le asestó terribilísima pedrada en la cabeza.
Gravemente herido, mandó traer un poco de agua, la bendijo,
e hizo que se la echaran en la herida de la cabeza, y apenas el agua
llegó a la herida, cesó la hemorragia, y obtuvo la curación.
El
Papa Alejandro III, nombró a Lorenzo como su delegado especial para
toda Irlanda, y él, deseoso de conseguir la paz para su país, se
fue otra vez, en busca del rey de Inglaterra, a suplicarle que no
tratara mal a sus paisanos. El rey no lo quiso atender y se fue para
Normandía. Y hasta allá lo siguió el santo, para tratar de
convencerlo, pero a causa del terribilísimo frío, y del agotamiento
producido por tantos trabajos, murió allí en Normandía en 1180, al
llegar a un convento.
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