16 de abril de 2024
San Optato de Zaragoza y compañeros
mártires
†: s. IV - país: España
Elogio:
En Zaragoza, en la Hispania Tarraconense, conmemoración de San
Optato y sus diecisiete compañeros mártires, que en la persecución
bajo el emperador Diocleciano, fueron ejecutados después de ser
atormentados. Prudencio compuso unos versos sobre su glorioso
martirio. Sus nombres son: Luperco, Suceso, Marcial, Urbano, Julia,
Quintiliano, Publio, Fronto, Félix, Ceciliano, Evodio, Primitivo,
Apodemio y otros cuatro que llevaban todos el nombre de
Saturnino.
Aunque Optato y sus diecisiete compañeros, la
virgen Engracia y Cayo, y Cremencio, pertenecen al mismo conjunto, el
tipo de organización del Martirologio Romano actual, exige tres
entradas separadas, por lo que los reunimos nuevamente en la
hagiografía de conjunto, ya que en definitiva, el conocimiento de
estas gestas, proviene por entero del poema de Prudencio.
El
poeta Prudencio, afirmaba con orgullo, que en ninguna población de
España, hubo tantos mártires como en su ciudad natal de Zaragoza.
Durante la persecución de Diocleciano, San Optato murió por Cristo,
con otros diecisiete compañeros, en el año 304, bajo el gobernador
Daciano.
Prudencio, que escribió un poema sobre el triunfo
de estos mártires, cita sus nombres; entre ellos había cuatro que
se llamaban Saturnino. Aunque ignoramos el género de muerte que
padecieron, sabemos que dos de ellos, Cayo y Cremencio, sucumbieron a
resultas de las heridas, que recibieron en la tortura.
En el
mismo largo poema, Prudencio habla de la virgen Encratis (o Engracia)
con mayor detenimiento. Se trataba, indudablemente, de una mujer de
gran valor, como lo demuestra, su enérgico testimonio de la fe; pero
Prudencio, no nos dice qué fue exactamente, lo que le mereció el
título de "virgo violenta" ("doncella enérgica")
y qué fue lo que provocó, el furor de los perseguidores, quienes la
sometieron a las más crueles torturas.
Después de la
flagelación acostumbrada, los verdugos la desgarraron con garfios de
hierro, le cortaron el pecho izquierdo, y la desentrañaron. El poeta
cuenta que él vio las reliquias de la santa, en una de las iglesias
de Zaragoza.
Después de la tortura, los verdugos condujeron
a Encratis nuevamente a la prisión, pero el gobernador, no quiso
dejarla morir en paz. Sin embargo, la santa tenía tal vitalidad, que
parece haber sobrevivido a la persecución, pues Prudencio habla de
su casa, como de un santuario viviente. No sabemos si el martirio de
Encratis, tuvo lugar durante la persecución de Diocleciano. La
vívida descripción de Prudencio, hace pensar que la santa vivió en
una época, mucho más cercana a la del poeta:
A ninguno de
los mártires aconteció,
que habitara en nuestras tierras
quedando aún en vida;
tú eres la única que permaneces en el
mundo,
sobreviviendo a tu propia muerte.
Hemos visto parte
de tu hígado arrancado,
y apresado aún a lo lejos, en las
tenazas comprimidas,
ya tiene la muerte pálida algo de tu
cuerpo,
aun cuando estás viva.
Ver
Acta Sanctorum, abril, vol. II, donde se cita por extenso el poema de
Prudencio; cf. igualmente Delehaye, Les origines du culte des
martyrs, pp. 363-364 y Férontin, Liber mozarabicus sacramentorum,
col. 276. Hay muchas variantes del nombre de Santa Encratis, a quien
se veneraba muy especialmente en España y los bajos Pirineos. Las
actas del grupo de mártires de Zaragoza, al que pertenece la santa,
se hallan en Acta Sanctorum, abril, vol. II (texto y apéndice); hay
otra recensión en noviembre, vol. i, pp. 642-649. Ver también
Florez, España Sagrada, vol. xxx, pp. 260-267, y V. Dubart, Etudes
hist. relig. Bayonne, vol. I, p. 188ss. La traducción del pequeño
fragmento del Peristephanon de Prudencio (Canto IV) intercalado
proviene de Año Cristiano (BAC, 2003), Tomo IV pp 341. Aquí el
canto completo en latín
Fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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