3 De Abril de 2024
Beato Diego Oddi
Religioso
(1839 -
1919)
En
la localidad de Bellegra, en los alrededores de Roma, beato Diego
(José) Oddi, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, eximio
por su vida de oración y su sencillez.
Es una bella y
simpática figura, de humilde Hermano Menor, que en el pesado
quehacer cotidiano, o en la petición de limosna, ejercida como una
continua predicación por cerca de 48 años, dio un espléndido
testimonio de fidelidad al Señor.
Auténtico contemplativo
itinerante, fray Diego centró su alta y sencilla espiritualidad, en
una robusta piedad cristológica y mariana. La misma simplicidad de
sus modales, escondía un vigoroso y constante encuentro con Dios, a
quien él supo descubrir en los hermanos, especialmente los más
pobres y necesitados.
Esto explica también, cómo una
verdadera multitud de toda clase y condición social, desease
encontrarse con él, y cómo de él «hombre todo de Dios»,
se difundieron paz y serenidad, capaces de resucitar en el corazón
de muchos, la alegría y la esperanza.
Nacido en Vallinfreda,
provincia de Roma, diócesis de Tívoli, el 6 de junio de 1839, hijo
de Vicenzo Oddi y Bernardina Pasquali, pobres campesinos pero
fervientes cristianos («los únicos devotos», los llamaban
los campesinos), recibió en el bautismo el nombre de José.
Sabía
leer y escribir escasamente, pero era el primero, en el estudio de la
doctrina cristiana. Bien pronto sintió la vocación a la vida
religiosa franciscana; pero ante la oposición de sus padres, que
tenían necesidad de su único hijo varón, por las penurias
familiares, José renunció a entrar en el convento.
En
Bellegra, en 1872, finalmente, a los 33 años fue recibido como
«Terciario Oblato».
En 1877, los frailes fueron expulsados
de su querido «Retiro» y forzados a vivir en casa de algunos
bienhechores. Pero Fray José, continuó ocupándose del cuidado del
huerto del convento, que había sido confiado a un amigo de los
frailes.
Con el regreso de los frailes a su convento (1878) y
la subsiguiente reapertura del noviciado (1884), fray José fue
admitido a la prueba canónica (12 de febrero de 1884), tomando
también el nuevo nombre religioso de fray Diego.
Hecha la
primera profesión, el 14 de febrero de 1886, y la solemne el 16 de
mayo de 1889, permanecerá en el Retiro de Bellegra, célebre debido
también por otros santos, como el fundador, santo Tomás de Cori,
san Teófilo de Corte, el venerable Franceschino da Ghisoni, y el
beato Mariano da Roccacasale.
Permaneció allí hasta el día
de su muerte, ocupándose primero del cuidado del bosque y del
huerto, y luego ejerciendo el oficio de «limosnero» hasta
los últimos años de su vida. Fue verdadero ángel de consuelo, para
toda la vasta zona del Sublacense, del Tiburtino, del Carseolano y
del Veliterno.
Apóstol del buen ejemplo y verdadero testigo
de la caridad de Cristo, rodeado de universal fama de santidad. Digno
sucesor de los santos que habitaron el sacro Retiro de Bellegra, fray
Diego fue perfecto imitador del Seráfico Padre, particularmente en
la penitencia, en la humildad y en el espíritu de oración, al cual
consagraba muchas horas del día y de la noche.
Cantando las
alabanzas a María, y en espíritu de obediencia al Guardián, fray
Diego se durmió en la paz de los justos, el 3 de junio de 1919.
Entre los admiradores de fray Diego, y de su estupenda simplicidad,
podemos enumerar al Papa Juan XXIII, quien fue a visitar el Retiro, y
los recuerdos de fray Diego en 1959, y feliz coincidencia, pasó a la
patria eterna el mismo día que nuestro beato: el 3 de junio de 1963.
Los restos mortales del querido apóstol «itinerante»
son guardados con viva piedad, en su querido Retiro de Bellegra, meta
de numerosas peregrinaciones. Beatificado por SS Juan Pablo II el 3
de octubre de 1999.
Fuente: «Franciscanos para cada día»
Fr. G. Ferrini O.F.M.
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