25 De Abril de 2024
Beato Juan Bautista Piamarta
(1841 -
1913)
El
Beato Giovanni Battista Piamarta, nacido en Brescia en 1841, de una
familia pobre artesana, se sentirá impulsado, a abrazar la causa de
los huérfanos y de los jóvenes, no sólo por la indigencia
infantil, sino también por la filantropía evangélica, y por el
espíritu de León XIII, el Papa dé los obreros y de la "Rerum
Novarum" (1891).
Debía poseer una excepcional
sutileza selectiva. aquel Don Pancracio Pezzana, párroco de Vallio,
que apreció los requisitos vocacionales de aquel muchacho, que
emprendería la carrera eclesiástica, sin ningún propósito
calculador, sino con la única pasión, de hallar la felicidad, en el
servicio gratuito a los últimos.
Él nunca querría
elevarse, al rol de protagonista, en la compleja realidad
eclesiástica bresciana. La Divina Providencia lo había designado
"gerente" de la caridad y de la sociabilidad, tras de los
turineses Don Bosco y Murialdo, y del bresciano Pavoni, de quien,
bajo cierto aspecto, recogerá la herencia.
Los hombres lo
hubiesen querido, como un artesano perfecto, ojalá peluquero como lo
fuera el padre, o colchonero refinado, al estilo de Zanolini.
Otras
voces evangélicas, otras instancias desde lo alto y desde abajo, lo
llamaron a su auténtica vocación humanitaria. Puesto a prueba por
la indigencia familiar, y por la muerte prematura de la
extraordinaria madre, se templó sin lloriqueos, en el brioso
ambiente del Oratorio bresciano, donde un innato anticonformismo, y
una espontánea religiosidad, fueron canalizados por el camino de una
sólida formación católica.
A imagen y semejanza de Don
Bosco, él se inserta en el contexto de su tiempo, y percibe las
exigencias de la clase obrera y campesina, en el período final del
siglo XIX. En el andar de este hombre, falto de títulos académicos,
pero doctorado en amor, hallamos un ejército de personas, de las
cuales no podemos prescindir: Mons. Bonomelli, obispo de Cremona,
había sido su profesor de teología, y lo había ayudado a romper el
pequeño "guetto" de sacristía, para mirar "en
grande" los problemas del hombre; Mons. Pietro Capretti, el
"líder" del movimiento católico bresciano, que le inspiró
varios proyectos, y no le regaló sólo buenos consejos, sino también
conspicuas ayudas económicas; y luego el grupo de laicos
comprometidos, como Giuseppe Tovini, Giorgio Montini, padre de Paulo
VI, y Luigi Bazoli, a los cuales probablemente el P. Piamarta debe no
sólo el apoyo económico, sino también una equilibrada selección
de fidelidad creativa, a las reglas de la Santa Sede (piénsese en la
feliz fórmula "preparación en la abstención").
Vicepárroco de S. Alessandro y párroco de Pavone Mella, renunció a
los cargos porque el ámbito parroquial era demasiado modesto y
angosto, para un corazón sintonizado plenamente en la onda de
Cristo.
Siguiendo la huella del venerable Pavoni, cuya obra
providencial para los aprendices, se había derretido, bajo el calor
candente del anticlericalismo del "Risorgimento", el P.
Piamarta creó hace cien años, el Instituto Artigianelli (3 de
diciembre de 1886).
La iniciativa no bastó, para su fervor de
sociabilidad evangélica. La caridad cristiana es como el fuego, que
salta de una rama a otra, e incendia el bosque. En 1895, junto con
Bonsignori, fundó la Colonia Agrícola de Remedello Sopra, que
transformó una tierra casi árida como un desierto, en edén de
fecundidad y bienestar.
En mayo de 1902, el Padre de los
"Artigianelli" (Pequeños Artesanos) es el fundador de la
Sagrada Familia de Nazaret, la Congregación masculina destinada a
recoger su herencia moral.
Algunos años después, en pía
solidaridad con Elisa Baldo, da inicio a las Humildes Siervas del
Señor. Estas dos ramas religiosas, que se adecuaron a continuación,
con las normas del derecho canónico, y se pusieron al día con la
urgencia de los tiempos, mantienen viva la llama del P. Piamarta, que
se dirige hacia los altares.
Después de la proclamada
heroicidad de las virtudes, la próxima etapa es la Beatificación,
cuyo alcance está condicionado al cumplimiento de un milagro
científicamente comprobado.
Algunas memorias, aún todas por
verificar, sostienen que en su curso de estudios, no brillase por un
alto coeficiente intelectual. Sin embargo, este cura de Ars
bresciano, fue un creador de cultura, y emprendió afortunadas
iniciativas en el campo tipográfico editorial, imprimiendo en su
imprenta artesanal, diarios y periódicos, monografías apologéticas,
y libros de formación de vasta resonancia, apoyando la propaganda de
las sociedades obreras (¡la buena sangre no miente!).
Su
proporcionalidad creativa, ni siquiera rozó el rumor del dinero. Su
obra se desarrolló, bajo la insignia de la alegre pobreza
franciscana. Afligido por una salud enfermiza, se le pronosticó una
corta vida.
Sin embargo, llegó a los 72 años, y bajó a la
tumba el 25 de abril de 1913, al cabo de un ritmo tan intenso de
vida, que habría abatido constituciones más robustas. Tenía mente
de padre y corazón de madre, fuerza de caudillo y dulzura digna de
S. Francisco de Sales y alegría como la de S. Filippo Neri, el buen
"Pippo" de los chistes y de las burlas.
He aquí la
biografía de un personaje extraordinario de Brescia (Italia): el
Padre Giovanni Piamarta, recientemente promovido por el S. Padre,
después de los complejos y escrupulosos exámenes, de los varios
Consultores de la Congregación para las Causas de los Santos, al
título de Beato.
Ha sido escrita con la acostumbrada
autoridad, pero sobre todo con amor, por el renombrado Prof. Franco
Molinari, que con su estilo agradable y ágil, hace simpática y
aceptable, aun a quien no tiene mucha familiaridad o atracción,
hacia ciertos argumentos, la figura de los santos, personajes un poco
fuera de moda, para la gente distraída de nuestros tiempos.
El
autor sabe narrar de manera excelente, (insertando también
interesantes síntesis de historia bresciana), mas sabe sobre todo
entender, gustar, reflexionar, con toques de ingenio, anécdotas,
sentencias macizas, definiciones curiosas e incisivas.
Sirvan
de ejemplo, algunas definiciones del Padre Piamarta: "doctorado
en amor"; "impregnado de Evangelio"; "construye
edificios a costa de derrumbes"; "es un hombre distraído
que amando a los demás, se olvida de sí mismo".
Con
una frase lo sintetiza eficazmente: "el Santo actual de la
evangelización, y de la promoción humana".
Las
numerosas sentencias, se convierten en juicios claros y
argumentaciones estimulantes: "no hay bancarrota más triste
para la caridad, que la desocupación (es decir, no poder hacer el
bien)"; "Son tan numerosos los profesores cuán raros los
maestros".
Dejemos al lector descubrir y gustar,
tantísimas otras pequeñas y preciosas joyas.
En conclusión,
es una lectura sumamente interesante y agradable, pero sobre todo
útil, para conocer al Padre Piamarta, como un hombre excepcional,
educador, benefactor y al día de hoy, un ejemplo, propuesto por la
Iglesia para la veneración y la imitación.
Para muchos es un
momento favorable, para el conocimiento de este fuerte y emprendedor
educador.
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