8
de Mayo
San
Pedro, arzobispo de Tarentaise
(1102-1174)
Breve
San
Pedro, arzobispo de Tarantasia. Nacido en el año 1102, abrazó con
toda su familia, la vida monástica en la Orden del Cister. Entró en
la abadía de Ronaval, fundó varios monasterios, y en el año 1138,
fue nombrado para gobernar la diócesis de Tarantasia. Alejandro III,
que tenía en él una gran confianza, le encargó varias misiones
diplomáticas, en Inglaterra, en Francia y en Alemania. Murió en el
año 1174.
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San
Pedro de Tarentaise, una de las glorias de la orden cisterciense,
nació cerca de Vienne, en la provincia del Delfinado. Desde joven,
dio pruebas de una memoria extraordinaria, y de una gran inclinación
a los estudios religiosos, y a los 20 años, entró en la abadía de
Bonnevaux.
Con
gran celo, abrazó la austeridad de la regla, y edificó a cuantos le
trataron, por su caridad, humildad y modestia. Al cabo de un buen
tiempo, su padre, su madre, y su única hermana, tomaron el hábito,
en un convento cisterciense de los alrededores. Además de esos
miembros, de la humilde familia de San Pedro, muchos nobles,
abrazaron también la vida religiosa en Bonnevaux, movidos por el
ejemplo del santo.
Todavía
no cumplía los 30 años, cuando fue elegido superior, del nuevo
convento de Tamié, en las solitarias montañas de Tarentaise. Con la
ayuda de Amadeo III, conde de Saboya, que le tenía una gran estima
al santo, San Pedro fundó un hospital para los enfermos y
forasteros, en el que asistía personalmente a sus huéspedes.
En
1142, San Pedro fue elegido arzobispo de Tarentaise. El nuevo
arzobispo, encontró la arquidiócesis en un estado lamentable, por
lo que decidió trabajar con mucho esfuerzo, por el bienestar de
ella.
San
Pedro visitaba constantemente su diócesis, recuperó las propiedades
confiscadas, destinó a los mejores sacerdotes a las parroquias,
fundó instituciones, para la educación de la juventud y el socorro
de los pobres, y promovió la celebración de los divinos oficios, en
todas las iglesias.
En
1155, después de 13 años de gobierno de su diócesis, desapareció
sin dejar huella. Se había retirado, a una lejana abadía
cisterciense de Suiza, donde los monjes no le conocían, y lo
aceptaron como un hermano lego.
Pero cuando sus superiores
supieron la noticia, lo obligaron a regresar a su diócesis, donde
los feligreses lo recibieron con júbilo. San Pedro decidió
entonces, dedicarse a ella con mayor ahínco y celo apostólico,
realizando múltiples obras en favor de ella.
Debido
a su fama de hábil pacificador, Alejandro III decidió enviarlo a
negociar la reconciliación, entre Luis VII de Francia y Enrique II
de Inglaterra. Aunque era ya bastante anciano, el santo partió, y
predicó durante todo el viaje. Durante el encuentro sostenido con
ambos monarcas, el rey de Inglaterra le prodigó al santo, de toda
clase de honores; sin embargo, la paz no se produjo, hasta después
de la muerte del santo.
Cuando
volvía a su diócesis, San Pedro cayó enfermo, cerca de Besanconm,
y murió cuando le transportaban, a la abadía de Bellevaux. Su
canonización se realizó en 1191.
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, concédenos siempre el desprendimiento de
los bienes de este mundo, como lo hizo el amado arzobispo San Pedro
de Tarentaise, y ayúdanos a encontrar descanso en tu Sagrado
Corazón, y de la Santísima Virgen María. Tú que eres el descanso
eterno, y morada y refugio seguro. Amén.
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