martes, 12 de mayo de 2020


12 de mayo

Santa Flavia Domitila, y compañeros y compañeras Mártires


Cuerpo Incorrupto

(s. I)

Flavia Domilitila, y sus dos sirvientas, neoconversas por su ejemplo y palabra, -ambas vírgenes cristianas- acaban quemadas vivas, en su propia casa de Terracina, permaneciendo sus cuerpos inalterados.

Breve
El emperador es Vespasiano. Flavio Clemente es su sobrino, y es cónsul en el año 95. Está casado con Flavia Domitila, y ambos se han hecho cristianos.

Tiene dos primos carnales, que son Tito y Domiciano, que al no tener descendencia directa masculina, deberían dejar su puesto, a uno de los hijos de Flavio Clemente, según el derecho romano; poco faltó para que la Iglesia, tuviera en el primer siglo, un emperador cristiano, pero no sólo no fue así, sino que el emperador Domiciano, desató una violenta persecución.

Domiciano advierte, por el monto de la recaudación, el gran número de cristianos que hay en el Imperio, y ve que están presentes en todos los estamentos.

Piensa que la depuración religiosa se impone, y Flavio Clemente, entre muchos, es denunciado y martirizado, y su mujer fue enviada al destierro, a la isla de Terracina, como era costumbre entre los romanos, para la gente noble.

Flavia Domilitila, y sus dos sirvientas, neoconversas por su ejemplo y palabra, -ambas vírgenes cristianas- acaban quemadas vivas, en su propia casa de Terracina, permaneciendo sus cuerpos inalterados.

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EXTRACTOS TOMADOS DE CARLOS MARÍA STAEHLIN, S. I.

Aún no había empezado, la “era de los mártires", iniciada por Diocleciano, que sirvió de referencia cronológica, antes de usarse la llamada "Era cristiana", equivocada esta última, en la fijación de su año de origen.

Pero Nerón, había desencadenado ya, la primera persecución local contra los cristianos. Muerto aquel monstruo sádico, la Iglesia vivió una época de deseada tranquilidad. Galba, Otón, Vitelio; dejaron a los cristianos en paz. Y los primeros emperadores Flavios, Vespasiano y Tito, tampoco mostraron enemistad, contra aquella nueva religión.

El cristianismo, que había seguido haciendo sus conquistas, con la conversión de gentes humildes, escaló entonces las alturas de la sociedad imperial. El movimiento de conversión, del paganismo al cristianismo, invadió inconteniblemente a las clases altas, y a la aristocracia romana.

Mientras filósofos y retóricos, ponían su inteligencia y su palabra, al servicio de la nueva religión que abrazaban, las familias que ingresaban en la Iglesia, con todas sus riquezas, no sólo facilitaron el incremento de algunas obras de caridad, y el embellecimiento de varios cementerios cristianos, sino que hicieron posible, la formación de un patrimonio eclesiástico.

Gobernaba entonces la Iglesia de Roma, un hombre de origen oscuro. Parece ser que el papa San Clemente, lejos de ser un aristócrata, como los de aquella nueva constelación de cristianos, era solamente un esclavo liberto. Entre las familias consulares, que entonces abrazaron el cristianismo, han dejado huella los Pomponios, los Acilios y los Flavios, todos ellos emparentados con los emperadores.

Aunque los Flavios, habían hecho la guerra contra los judíos —Vespasiano había comenzado el sitio de Jerusalén, que cayó en manos de Tito—, no sentían odio antisemita, y no dudaron en rodearse de figuras del judaísmo, como la princesa Berenice y el historiador Josefo.

Esta conducta, favoreció la rápida difusión del cristianismo, considerado por los paganos, como una secta judía, en los círculos de la aristocracia senatorial. El cónsul Flavio Clemente, sobrino de Vespasiano, y primo hermano de Tito y de Domiciano, se convirtió al cristianismo, juntamente con su mujer Flavia Domitila.

Según el derecho romano, sus dos hijos, que eran discípulos de Quintiliano, debían suceder a Tito y a Domiciano, que carecían de hijos. De haberse efectuado esta sucesión, malograda por el desastre final de Domiciano, el Imperio romano, hubiese sido regido por príncipes cristianos, doscientos años antes de Constantino.

Fue el inhumano Domiciano, quien desencadenó, la segunda persecución contra el cristianismo. Tertuliano compara su crueldad con la de Nerón. Y el libro con que se termina el Nuevo Testamento, el Apocalipsis, parece ser una ensambladura, de dos apocalipsis distintos del mismo autor, escrito el primero durante la persecución de Nerón, y el segundo con la de Domiciano.

Este libro inspirado, nos da así el ambiente cristiano, de sufrimiento y de esperanza, en que vivió aquella generación de mártires. Domiciano veía mal, aquella infiltración de personajes y costumbres judías en su corte, y decidió extirparla. Escudándose en sus dificultades económicas, empezó exigiendo rigurosamente, el impuesto de la didracma, que los judíos pagaban para el Templo de Jerusalén, y que desde la destrucción del mismo, se recaudaba para el emperador.

La recaudación alarmó a Domiciano, pues le hizo ver, cuán numerosos eran los judíos, que se habían infiltrado en su derredor, y decidió perseguirlos y aniquilarlos. Para Domiciano y para el paganismo, tan judíos eran los que seguían la religión de Moisés, como los que seguían la de Jesús. Todos, sin distinción, fueron acusados de ateísmo.

No debe extrañarnos esta acusación, lanzada contra el judaísmo y el cristianismo, tan profundamente religiosos, ya que el hecho de no dar culto a ninguna imagen, les hacía a los ojos de los idólatras, vivamente sospechosos de ateísmo. Los cristianos de entonces, como los judíos de siempre, no daban culto a las imágenes, siguiendo en esto, el segundo mandamiento del Decálogo, dado por Dios a Moisés, tal como figura en la Biblia.

Se condenó a muerte a judíos y cristianos, y fueron confiscados sus bienes. Flavia Domitila, mujer del cónsul Flavio Clemente, y sobrina del emperador, Domiciano, fue desterrada a la isla de Pandataria, en atención a su dignidad de miembro de la familia imperial.

Domitila en esa isla, tenía como esclavos a Nereo y Aquileo, a los cuales había convertido al cristianismo, el apóstol San Pedro. Estos siervos veían muy mal que su señora, se adornase para agradar a un pagano. Le aclaran cuestiones relativas al Evangelio, y sobre todo, lo referente a la dignidad que éste le concede, al estado de virginidad, como estado superior al matrimonio, como anticipo del estado celestial, realizado aquí mismo, en la temporalidad sobre la Tierra.

Estos esclavos, por sus enfrentamientos con dos discípulos de Simón el Mago, quien había enfrentado a San Pedro y fué derrotado, fueron desterrados posteriormente a Terracina, y son ejecutados, el mismo día que San Pancracio.

Domitila tiene también dos asistentes, Teodora y Eufrosina, que van a casarse con Sulpicio y Serviliano. Pero Domitila, ya teniendo en claro la doctrina de la virginidad, convence a las dos jóvenes, de las excelencias de la virginidad, y sus dos pretendientes, renunciando a ellas, y convertidos también, a la verdad de la religión cristiana, pasan a aumentar el número de los fieles.

Martirizados Nereo y Aquileo, caen también los dos cristianos de última hora, Sulpicio y Serviliano. Las dos vírgenes, Teodora y Eufrosina junto con Domitila, son encerradas en una casa en Terracina, a la cual prenden fuego. Las tres mueren, y sus cuerpos intactos, son depositados por un santo diácono, llamado Cesáreo, en un sepulcro nuevo.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que por los méritos e intercesión de Santa Domitila, y compañeros y compañeras mártires, sepamos oponer un espíritu puro, a las llamaradas del infierno, que han incendiado el mundo con su lujuria y avaricia, y que pugnan por invadir nuestro corazón, en todo momento, y así presentarnos intactos ante tu presencia, en el último día. A Tí Señor, que nos prometiste, que las llamas del infierno, no prevalecerán sobre tu rebaño. Amén.

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