viernes, 8 de mayo de 2020


8 de mayo

BEATO LUIS RABATA


Carmelita. Confesor (+ 1490)

La iconografía suele pintar, o esculpir a nuestro beato de pie, y con una palma en la mano, y en la frente clavada una flecha, que le causó la muerte.

Nació en Erice (Trápani-Italia), en el año 1443. No sabemos muchas cosas de su nacimiento, niñez y juventud. Dicen los Procesos de su Beatificación, de los años 1533 y 1573, que sus padres eran muy buenos cristianos, y de humilde posición.

Educaron a Luis, y a todos sus demás hijos, en el santo temor de Dios. Sobre todo su santa madre, influyó en su alma, inspirándole una tierna devoción, a Jesús Eucaristía, y a la Virgen María. Fueron siempre estas dos devociones, las que mayormente vivió y desplegó, en su celo sacerdotal.

De muy tierna edad, ingresó en la Orden del Carmen, en el convento de la Anunciación de Trápani. Hizo su noviciado, con grandes anhelos de perfección, entregándose más tarde por su profesión, al servicio de Dios, con admirable generosidad. Allí permanecían vivos, los ejemplos maravillosos de San Alberto, que como él, había abrazado, siendo aún muy niño, la vida religiosa, y que había gozado de tiernas apariciones del Jesús Niño.

El joven Luis, procuró imitar las virtudes de este gran Santo, y a decir de sus superiores y compañeros, parecía un doble del Santo, tal como había llegado hasta ellos, la historia de su vida.

Su humildad sufrió una dura prueba, cuando los superiores le mandaron, a que se ordenara de sacerdote, pues en su anonadamiento, nunca se juzgó digno de tan excelsa dignidad.

Una vez ya sacerdote, le fue encargado por sus superiores, la misión de predicar la palabra de Dios. El Fuego ardía en su corazón, y no se daba descanso. Recorrió la mayor parte de los pueblos de Sicilia, dejando en todos, destellos de santidad.

Ruidosas conversiones, se realizaron por medio de su ardorosa palabra. Los milagros le acompañaban, por todas partes. Muchos pecadores, abandonaron sus caminos de perversión, y no pocos, incluso llegaron a abrazar la vida religiosa.

Su prudencia y santidad de vida, eran tan notorias, que los superiores sometieron de nuevo su humildad a prueba, nombrándole prior del convento de Randazzo, que era uno de los conventos llamados "reformados", en los que se vivía con rigurosidad, en la observancia regular: mortificación, silencio, oración...

Luis era modelo para todos sus hermanos, a pesar de que todos allí, emulaban la más elevada virtud, y luchaban por cumplir con la máxima fidelidad, la Regla carmelita.

Los Procesos de canonización (1533 y 1573), documentan la santa vida de nuestro Beato, como ferviente religioso, que supo conciliar los deberes de una observancia impecable, con los de su amor al prójimo, al que le obligaba su deber sacerdotal, siempre iluminado por la caridad.

Al ver tanta santidad en un humilde religioso, lleno de celo apostólico contra el vicio, un hombre perverso, Antonio Cataluccio, aprovechando la ocasión, de que el Beato volvía de su trabajo apostólico, le arrojó una saeta a la cabeza, que lo dejó gravemente herido.

Malamente pudo llegar a su convento, y aunque pidieron al Beato, que denunciara al agresor, nunca quiso decirlo, sino que de todo corazón lo perdonó, e hizo por él una oración especial.

Sufrió durante algunos meses fuertes dolores, que no le impidieron dedicarse a la más devota contemplación.

El Señor le reveló su cercano fin, y el término de sus trabajos. Recibidos los últimos sacramentos, sin perder la paz, y con total conformidad a la voluntad de Dios, exhaló su último suspiro, el 8 de mayo de 1490.

El papa Gregorio XVI, en el año 1842, aprobó su culto.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que suscitaste al Beato Luis Rabata, entre las ovejas de tu rebaño, para dar testimonio de tu Misericordia, haz que todos nosotros también lo imitemos, perdonando a quienes nos hayan ofendido, o calumniado. A Tí Señor, que nos ordenaste perdonar setenta veces siete, todas las ofensas que recibamos, y así darte gloria aquí en la Tierra. Amén.


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