22
de mayo
Santa
Rita de Cascia
1381-1457
Cuerpo
Incorrupto
Breve
La
santa de lo imposible. Fue una hija obediente, esposa fiel y
maltratada, madre, viuda, religiosa, estigmatizada y santa
incorrupta. Santa Rita lo experimentó todo, pero llegó a la
santidad, porque en su corazón reinaba Jesucristo.
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Nació
en Mayo del año 1381, un año después de la muerte de Santa
Catalina de Siena. La casa natal de Santa Rita, está cerca del
pueblito de Cascia, entre las montañas, a unas 40 millas de Asís,
en la Umbría, región del centro de Italia, que quizás más santos
ha dado a la Iglesia, como San Benito de Nursia, Santa Escolástica,
San Francisco, Santa Clara, Santa Angela, San Gabriel, Santa Clara de
Montefalco, San Valentín y muchísimos más.
Su
vida comenzó en tiempo de guerras, terremotos, conquistas y
rebeliones. Países invadían a países, ciudades atacaban a ciudades
cercanas, vecinos se peleaban con los vecinos, hermano contra
hermano. Los problemas del mundo parecían más grandes, que lo que
la política y los gobiernos, podían resolver.
Nacida
de padres devotos, Antonio Mancini y Amata Ferri, a los que se
conocía como los "Pacificadores de Jesucristo", pues los
llamaban para apaciguar peleas entre vecinos. Ellos no necesitaban
discursos poderosos, ni discusiones diplomáticas, solo
necesitaban el Santo Nombre de Jesús, su perdón hacia los que lo
crucificaron, y la paz que trajo al corazón del hombre. Sabían que
solo así, se pueden apaciguar las almas.
Las
abejas
Parecía
que desde el primer momento de su nacimiento, Dios tenía designios
especiales para Rita. Según una tradición, desde que era bebé,
mientras dormía en una cesta, abejas blancas se agrupaban sobre su
boca, depositando en ella, la dulce miel sin hacerle daño, y sin que
la niña llorara, para alertar a sus padres. Uno
de los campesinos, viendo lo que ocurría, trató de dispersar las
abejas con su brazo herido. Su brazo se sanó inmediatamente.
Después
de 200 años de la muerte de Santa Rita, algo extraño ocurrió en el
monasterio de Cascia. Las abejas blancas, surgían de las paredes del
monasterio, durante la Semana Santa de cada año, y permanecían
hasta la fiesta de Santa Rita, el 22 de Mayo, cuando retornaban a la
inactividad, hasta la Semana Santa del próximo año.
El
Papa Urbano VIII, sabiendo lo de las misteriosas abejas, pidió que
una de ellas, le fuera llevada a Roma. Después de un cuidadoso
examen, le ató un hilo de seda, y la dejó libre. Ésta se descubrió
más tarde en su nido, en el monasterio de Cascia, a 138 kilómetros
de distancia. Los huecos en la pared, donde las abejas
tradicionalmente permanecen hasta el siguiente año, pueden ser
vistos claramente por los peregrinos, que llegan hoy al Monasterio.
Matrimonio
Sus
padres, sin haber aprendido a leer o escribir, enseñaron a Rita
desde niña, todo acerca de Jesús, la Virgen María, y los más
conocidos santos. Rita, al igual que Santa Catalina de Siena, nunca
fue a la escuela, a aprender a escribir o a leer. Santa
Catalina, le fue dada la gracia de leer milagrosamente, por nuestro
Señor Jesucristo; para Santa Rita su único libro, era el Crucifijo.
Ella
quería ser religiosa toda su vida, pero sus padres, Antonio y Amata,
avanzados ya en edad, escogieron para ella un esposo, Paolo
Ferdinando, lo cual no fue una decisión muy sabia. Pero Rita
obedeció. Quiso Dios así darnos en ella, el ejemplo de una
admirable esposa, llena de virtud, aún en las más difíciles
circunstancias.
Después
del matrimonio, su esposo demostró ser bebedor, mujeriego y
abusador. Rita le fue fiel, durante toda su vida de casada. Encontró
su fortaleza en Jesucristo, en una vida de oración, sufrimiento y
silencio. Tuvieron dos gemelos, los cuales tenían el temperamento
del padre. Rita se preocupó y oró por ellos.
Después
de veinte años de matrimonio y oración, por parte de Rita, el
esposo se convirtió, le pidió perdón, y le prometió cambiar su
forma de ser. Rita lo perdona, y él deja su antigua vida de pecado,
y pasaba el tiempo con Rita, en los caminos de Dios.
Esto
no duró mucho, porque mientras su esposo se había reformado, no fue
así, con sus antiguos amigos y enemigos. Una noche, Paolo no fue a
la casa. Antes de su conversión, esto no hubiera sido extraño, pero
en el Paolo reformado, esto no era normal. Rita sabía que algo había
ocurrido. Al día siguiente, lo encontraron asesinado.
Su
pena fue acrecentada, cuando sus dos hijos, que ya eran mayores,
juraron vengar la muerte de su padre. Las súplicas no lograban
disuadirlos. Fue entonces que Santa Rita, comprendiendo que más vale
salvar el alma, que vivir mucho tiempo, rogó al Señor que salvara
las almas de sus dos hijos, y que tomara sus vidas, antes de que se
perdieran para la eternidad, por cometer un pecado mortal.
El
Señor respondió a sus oraciones. Los dos padecieron una
enfermedad fatal. Durante el tiempo de enfermedad, la madre les habló
dulcemente, del amor y el perdón. Antes de morir, lograron perdonar
a los asesinos de su padre. Rita estuvo convencida de que ellos, ya
estaban con su padre en el cielo.
Entra
en la Vida Religiosa
Al
quedar sola, no se deja vencer por la tristeza y el sufrimiento.
Santa Rita quiso entrar con las hermanas Agustinas, pero no era fácil
lograrlo. No querían una mujer, que ya había estado casada. La
muerte violenta de su esposo, dejó una sombra de duda. Ella se
volvió de nuevo a Jesús, en oración.
Ocurrió
entonces un milagro. Una noche, mientras Rita dormía profundamente,
oyó que la llamaban ¡Rita, Rita, Rita! esto ocurrió tres veces. A
la tercera vez, Rita abrió la puerta, y
allí estaban San Agustín, San Nicolás de Tolentino, y San Juan el
Bautista, del cual ella, había sido devota desde muy niña.
Ellos le pidieron que los siguieran.
Después
de correr por las calles de Roccaporena, en el pico del Scoglio,
donde Rita siempre iba a orar, sintió que la subían en el aire, y
la empujaban suavemente hacia Cascia.
Se
encontró arriba del Monasterio de Santa María Magdalena en Cascia.
Entonces cayó en éxtasis. Cuando salió del éxtasis, se encontró
dentro del Monasterio, habiendo estado las puertas cerradas. Ante
aquel milagro las monjas Agustinas, no pudieron ya negarle la
entrada. Es admitida, y hace la profesión ese mismo año de 1417, y
allí pasa 40 años de consagración a Dios.
Más
Pruebas
Durante
su primer año, Rita fue puesta a prueba, no solamente por sus
superioras, sino por el mismo Señor. Le fue dado el pasaje de la
Escritura del joven rico, para que meditara. Ella sentía en su
corazón las palabras, ¡Si quieres ser perfecta!.
Un
día, Rita fue puesta a prueba por su Madre Superiora. Como un acto
de obediencia, Rita fue ordenada a regar cada día, una planta
muerta. Rita lo hizo obedientemente, y de buena manera. Una mañana,
la planta se había convertido en una vid floreciente, y dio uvas que
se usaron para el vino sacramental. Hasta este día, sigue dando
uvas.
Amor
a la Pasión de Cristo
Rita
meditaba muchas horas, en la Pasión de Cristo; meditaba en los
insultos, los rechazos, y las ingratitudes que sufrió, en su camino
al Calvario.
Durante
la Cuaresma del año 1443, fue a Cascia un predicador, llamado
Santiago de Monte Brandone, quien dio un sermón sobre la Pasión de
Nuestro Señor, que tocó tanto a Rita, que a su retorno al
monasterio, le pidió fervientemente al Señor, ser partícipe de sus
sufrimientos en la Cruz.
Recibió
los estigmas, y las marcas de la Corona de Espinas en su cabeza.
A la mayoría de los santos, que han recibido este don, exudan una
fragancia celestial. Las llagas de Santa Rita, sin embargo, exudaban
olor a podrido, por lo que debía alejarse de la gente.
Por
15 años vivió sola, lejos de sus hermanas monjas. El
Señor le dio una tregua, cuando quiso ir a Roma, para el primer Año
Santo. Jesús removió los estigmas de su cabeza, durante el tiempo
que duró la peregrinación. Tan pronto como llegó de nuevo a casa,
el estigma volvió a aparecer, y se tuvo que aislar de nuevo.
En
su vida tuvo muchas llamadas, pero ante todo fue una madre, tanto
física como espiritualmente. Cuando estaba en el lecho de muerte, le
pidió al Señor, que le diera una señal, para saber que sus hijos
estaban en el cielo. A mediados de invierno, recibió una rosa del
jardín, cerca de su casa, en Roccaporena. Pidió una segunda señal.
Esta vez, recibió un higo del jardín de su casa, en Roccaporena, al
final del invierno.
Los
últimos años de su vida fueron de expiación. Una
enfermedad grave y dolorosa, la tuvo inmóvil sobre su humilde cama
de paja, durante cuatro años. Ella observó como su cuerpo se
consumía, con paz y confianza en Dios.
Las
Rosas de Santa Rita
Durante
la enfermedad, a petición suya, le presentaron algunas rosas, que
habían brotado de manera prodigiosa, en el frío invierno, en su
huertecito de Roccaporena. Ella las aceptó sonriente, como un
don de Dios.
Muerte
de la santa
Santa
Rita recorrió el camino de la perfección: la vía purgativa, la
iluminativa y unitiva. Conoció el sufrimiento, y en todo creció en
caridad, y confianza en Dios. El crucifijo es su mejor maestro.
Es
en almas puras como la de ella, que Dios puede hacer portentos, sin
que por ello se desenfrenen, y caigan en el orgullo espiritual. Al
morir, la celda se ilumina, y las campanas tañen solas, por el gozo
de un alma que entra al cielo.
Su
muerte, acaecida en 1457, fue su triunfo. La herida del estigma
desapareció, y en su lugar, apareció una mancha roja como un rubí,
la cual tenía una deliciosa fragancia.
Debía
haber sido velada en el convento, pero por la muchedumbre tan
numerosa que había, se necesitó la iglesia. Permaneció allí, y la
fragancia nunca desapareció. Por eso, nunca la enterraron. El ataúd
de madera que tenía originalmente, fue reemplazado por uno de
cristal, y ha estado expuesta para la veneración de los fieles,
desde entonces.
Multitudes
todavía acuden en peregrinación, a honrar a la santa, y pedir su
intercesión, ante su cuerpo que permanece
incorrupto.
León
XIII la canonizó, en el año 1900.
Testimonio
personal del Padre Jordi Rivero
En
una peregrinación a Cascia, rezaba ante el cuerpo incorrupto de la
santa. La basílica estaba repleta, y yo pensaba en el amor de Santa
Rita, a la Pasión de Jesús. Ese amor ha dado tanto fruto, que más
de 500 años después de su muerte, es capaz de atraer a multitudes
al Señor.
Le
pedí que me diera la gracia, de ser un buen sacerdote, comprender el
carisma, y la misión que Dios quería para mí, y llevar a muchas
almas al cielo. En ese momento, la Madre Adela, que también oraba
por mí, vio que en el suelo, entre mis pies, descansaba un fresco
pétalo de rosa. Miré a mi alrededor, y no pude ver de dónde
pudiese provenir. El pétalo, tenía
una hermosa e intensa fragancia.
Para
comprender el significado de este evento, hay que saber que Santa
Rita, está asociada a las rosas, por el don que Dios le concedió a
su rosal, de producir hermosas rosas en pleno invierno. Sin duda,
Santa Rita continúa intercediendo por nosotros. ¡Santa Rita, ruega
por nosotros!.
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, concédenos por los méritos y la
intercesión, de Santa Rita de Casia, a que nuestra vida sea como una
rosa incorrupta, llena del perfume angélico, y la fortaleza para
afrontar todos los problemas familiares, y confiar siempre en tu
Divina Providencia. A Tí Señor, que nos enseñaste que en la
Paciencia, poseeríamos nuestros corazones. Amén.
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