27 De Octubre de 2023
San Frumencio
(383)
Frumencio
es el nombre del primer obispo misionero de Etiopía, y su historia
tiene mucho de increíble. Era un greco-sirio nacido en Tiro,
Líbano.
En tiempos del emperador Constantino, un anciano
preceptor, llamado «filósofo» por el historiador Rufino, regresaba
a Tiro de un viaje a la India, siguiendo las costas de Africa.
Lo
acompañaban dos jóvenes discípulos, Edesio y Frumencio. Durante
una escala de la nave, en el puerto de Adulis, una banda de etíopes
asaltó la embarcación, y mató a todos los pasajeros, menos a
Edesio y Frumencio. Se cuenta que en el momento de la matanza, los
dos muchachos se encontraban debajo de un árbol, dedicados a la
lectura de un libro. Llevados como esclavos a la corte de Axum, se
hicieron querer del rey, que los tuvo a su servicio: a Frumencio como
secretario, y a Edesio como copero.
A la muerte del rey,
mientras el heredero llegaba a su mayor edad, ejerció el poder la
reina, que le había confiado a Frumencio, la educación de su joven
hijo. Fue durante este período, cuando los dos, que habían
establecido contactos, con los comerciantes greco-romanos, obtuvieron
de la reina, el permiso para construir una iglesia cerca del puerto.
Este fue el primer germen de cristianismo, que se desarrolló
rápidamente. Edesio y Frumencio, pidieron y obtuvieron, el permiso
para regresar a la patria. Edesio fue a Tiro, en donde encontró a
Rufino, el futuro historiador, a quien le narró su historia.
En
cambio, Frumencio se fue para Alejandría de Egipto, a encontrar al
grande obispo Atanasio, y proponerle que enviara a Etiopía a un
obispo, y a un grupo de misioneros. Atanasio escuchó con vivo
interés la narración, y luego resolvió consagrar obispo al mismo
Frumencio, y volverlo a mandar a Etiopía con algunos
misioneros.
Frumencio fue recibido cordialmente, por el amigo
rey Ezana, que fue de los primeros en adherir al Evangelio, y con él
casi todos sus súbditos. Frumencio, llamado por los etíopes «abba
Salama», portador de luz, es considerado uno de los más grandes
misioneros cristianos, y uno de los más afortunados sembradores de
la buena noticia, si consideramos, la extraordinaria mies que produjo
a través de los siglos, esa primera siembra, favorecida por el amor
al estudio.
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