2 De Octubre de 2003
Beato Antonio Chevrier
(1826-1879)
Beatificado
en Lyon el 3 de octubre de 1986, por el Papa San Juan Pablo II, la
figura del Beato Antoine Chevrier, sigue siendo relevante hoy.
La
noche de Navidad de 1856, el padre Antoine Chevrier, empezó su
apostolado, primero comprando, en lo que otrora fuera un salón de
baile, en el barrio pobre de La Guillotière, en Lyon.
Alli
cumplió un viejo sueño: estar cerca de los niños, adolescente y
familias, en situación difícil, para así ofrecerles la
oportunidad, de conocer y amar a Jesús Dios, nuestro Señor.
Un
verdadero discípulo de Jesús, Dios nuestro Señor, debe imitar las
lecciones que nos dá en el Evangelio, solo así puede llegar a ser
un verdadero Apóstol.
El padre estudiaba frecuentemente, y
analizaba el Evangelio, pero sobre todo, estaba cerca de los pequeños
de este mundo, y cuidaba la vida fraterna.
Este también,
suele ser el mensaje del Papa Francisco, cuándo nos invita a esa
salida, pero sobre todo, a las periferias existenciales. Porque los
pobres, tienen mucho para enseñarnos. Esto es lo que vivió
intensamente el Beato Antoine Chevrier.
DISCURSO
DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LA ASOCIACIÓN DE SACERDOTES DEL
PRADO
Sala del Consistorio
Sábado, 7 de abril de
2018
Queridos hermanos y hermanas:
Me complace daros la
bienvenida, con motivo de vuestra peregrinación a Roma, como
miembros de la familia del Prado, comprometidos a dar la vida, todos
los días, siguiendo los pasos, y el ejemplo del Padre Antoine
Chevrier, al servicio de los más pobres.
Este encuentro, me
ofrece la oportunidad, de dar gracias al Señor, por el camino
recorrido, desde la época en que vuestro beato fundador, conmovido
por la indigencia de los más desheredados de su tiempo, decidió
hacerse prójimo de ellos, para que pudieran conocer y amar a
Jesucristo.
Desde entonces, la planta se ha desarrollado
admirablemente: ahora formáis una hermosa familia de sacerdotes, de
monjas y de laicas consagradas, distribuidos en varios países,
habitados por el mismo amor de Jesús, que se hizo pobre entre los
pobres, y por el mismo ardor de evangelizar.
Nuestra época,
también conoce sus pobrezas, viejas y nuevas, materiales y
espirituales, y son muchos, los que a nuestro alrededor experimentan
el sufrimiento, las heridas, las miserias, y las angustias de todo
tipo.
Muy a menudo, están lejos de la Iglesia, e ignoran por
completo, la alegría y el consuelo que provienen del Evangelio. La
misión que cumplir entre ellos, es inmensa y la Madre Iglesia, es
feliz de poder contar, con el apoyo de los discípulos del Padre
Chevrier.
Efectivamente, no puedo por menos que aprobar y
alentar, la acción pastoral que lleváis a cabo, según el carisma
propio de vuestros institutos, un carisma que me toca personalmente,
y que está en el centro de la renovación misionera, a la que está
llamada toda la Iglesia; por “la íntima conexión que existe,
entre evangelización y promoción humana, que necesariamente debe
expresarse, y desarrollarse en toda acción evangelizadora”.
(Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 178).
El santo
Papa Juan Pablo II, con ocasión de la beatificación del Padre
Chevrier, en 1986 en Lyon, os propuso diferentes orientaciones, que
conocéis muy bien, para fortalecer vuestro dinamismo, y por mi
parte, solo puedo renovarlas.
Para retomar solamente una, os
pedía: "Hablad de Jesucristo con la misma intensidad de fe que
el Padre Chevrier. [...] Los pobres tienen derecho, a que se les
hable de Jesucristo. Tienen derecho al Evangelio, y a la totalidad
del Evangelio "(Discurso al Instituto del Prado, 7 de octubre de
1986). De hecho, me gusta recordar, que la inmensa mayoría de los
pobres, tiene una apertura particular a la fe; necesitan a Dios, y la
falta de atención espiritual hacia ellos, constituye la peor
discriminación: "La opción preferencial por los pobres, debe
traducirse principalmente, en una atención religiosa privilegiada y
prioritaria". (Evangelii gaudium, 200).
Queridos hermanos y hermanas, os invito a regresar continuamente, a la magnífica figura de vuestro fundador, a meditar sobre su vida, a pedir su intercesión. La experiencia espiritual, que vivió intensamente —una inmensa compasión por los pobres, la comprensión, y el compartir su sufrimiento, y al mismo tiempo, una contemplación del despojarse de Cristo, que se convirtió en uno de ellos— fue la fuente de su ardor apostólico. Y también lo será de vuestro dinamismo misionero.
Que el Espíritu Santo, os
ilumine en los caminos que os llama a recorrer; os consuele frente a
los desafíos, y las dificultades. Al confiar vuestros Institutos, y
todos sus miembros, a la intercesión del Beato Antoine Chevrier,
ruego a la Virgen María, que los mantenga bajo su protección
materna, y os imparto de todo corazón, mi bendición
apostólica.
Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa
Sede, 7 de abril de 2018.
© Copyright - Libreria Editrice
Vaticana
No hay comentarios:
Publicar un comentario