7 De Septiembre
San Melchor Grodziecki
(1584-1619)
Martirologio
Romano: En Kosice, en los montes Cárpatos, santos mártires
Marcos Crisino (Krizevcanin), presbítero de Esztergom, Esteban
(István) Pongracz y Melchor Grodziecki, presbíteros jesuitas, a
quienes ni el hambre, ni las máquinas, ni los tormentos del fuego
les hicieron abjurar de la fe católica (1619).
Fecha de
canonización: El papa San Pío X los beatifica en 1905. El papa
Juan Pablo II los canoniza solemnemente, en la ciudad de Kosice, el 2
de julio de 1995.
La familia de Melchor Grodziecki es polaca.
Melchor nace en Cieszyn, en Silesia de Polonia, en el año 1584. Sus
padres tienen buena situación económica. Uno de sus tíos, Juan
Grodziecki, es obispo de Olomouc y Wenceslao, un segundo tío, es
preboste del Capítulo de Brno.
Para la formación secundaria,
Melchor se inscribe en el Colegio de Viena, dirigido por la Compañía
de Jesús. En los informes del Colegio, aparece como un buen
estudiante, y distinguido en la piedad. Se conserva una carta escrita
por Melchor a su familia, cuando ingresa a la Congregaci¢n Mariana
(hoy Comunidades de Vida cristiana CVX) del Colegio. "Nunca he
sentido mayor felicidad, que el día en que logré ser admitido en la
Congregación Mariana".
A los 19 años de edad, Melchor
ingresa a la Compañía de Jesús, en el Noviciado de Brno (ciudad
situada hoy en la República Checa). Ese Noviciado tiene como
bienhechores insignes, a sus dos tíos, el obispo Juan y el preboste
Wenceslao. Un joven húngaro, István Pongrácz, ha ingresado el año
anterior. Desde el primer día, los dos novicios jesuitas, son
"amigos en el Señor".
Melchor cursa los
estudios de filosofía y de teología, en la ciudad de Praga. En
1614, a los treinta años, recibe la ordenación sacerdotal. En su
larga formación, Melchor es buen alumno, pero manifiesta
preferencia, no tanto por la teología especulativa, sino más bien
por la controversia, por la casuística y la música.
Debido
al dominio de las lenguas eslavas, los Superiores lo encargan, apenas
ordenado, del cuidado de los fieles checos, que viven en Praga y los
alrededores. Melchor establece su residencia, en la ciudad de Kopa.
Desde allí, visita a las comunidades checas. Hace un buen trabajo,
pues domina ambas lenguas: la checa y la germana.
En su
ministerio se ocupa, de una manera especial, de la formación de los
muchachos pobres, que son gran mayoría en la población checa. En
1617, los Superiores lo destinan a hacer la Tercera Probación. Las
circunstancias de la guerra no le permiten darle término.
Después
del mes de Ejercicios, en diciembre, es enviado al colegio de
Humenné, en Kosice (hoy situada en Eslovaquia), como capellán de
los soldados católicos, polacos y bohemios, mercenarios del gobierno
imperial. Melchor pronuncia la profesión solemne, o los últimos
votos en la Compañía de Jesús, cuando faltan menos de tres meses
para su muerte.
En la ciudad de Kosice
En Kosice se
dedica principalmente a los soldados de la guarnición. El gobernador
de la ciudad, es Andrés Dóczy, un buen soldado, y un católico
preocupado. Para la atención de los católicos, ha insistido ante el
Provincial de la Compañía, y ha obtenido, al fin, la presencia de
Melchor Grodziecki, para los habitantes de habla eslava y
alemana.
Los calvinistas asedian la ciudad
El día 3
de septiembre de 1619, el comandante Jorge Rakoczy, y sus terribles
hacdouks llegan a la ciudad. No es mucho lo que puede hacerse. El
ejército calvinista de Rakoczy es muy numeroso, y los soldados
católicos de Kosice son muy inferiores en número. Rakoczy se sabe
vencedor. Exige rendición, y la entrega del gobernador Andrés
Dóczy. Por lo demás, los consejeros calvinistas de la ciudad, se
inclinan a entregarla. En las conversaciones, Rakoczy dice: "que
los calvinistas, han tomado las armas y llegado a Kosice, no con
intención de hacer daño a los ciudadanos pacíficos, sino sólo
para vengar afrentas".
Rakoczy, para vencer la
resistencia de los consejeros, agrega: "Si los habitantes no
usan la fuerza, y entregan al gobernador Andrés Dóczy, él, Jorge
Rakoczy, empeña su palabra de que nadie sufrirá violencia, ni en su
persona, ni en sus bienes".
Estas palabras, aseguran la
integridad de los tres sacerdotes. Así piensan los católicos. Por
lo demás, la entrega del gobernador, no parece del todo peligrosa,
porque su vida podrá ser negociada por el rey. Así ha sido
siempre.
Los consejeros de la ciudad, se resignan a pactar.
Varios de ellos se dejan convencer, o fingen hacerlo, ante las
palabras del predicador calvinista Alvinczy. Por lo demás, la
artillería apunta contra el palacio de gobierno. Y parece haber,
entre los soldados de Dóczy, un conato de revuelta. El gobernador es
entregado. De inmediato, es remitido a Transilvania, ante el príncipe
Gabor Bethlen. Desde entonces, Andrés Dóczy desaparece del
escenario de la historia. La creencia general, es que pereció
envenenado por los calvinistas.
Una decisión
injusta
Consumados los hechos, el predicador calvinista
Alvinczy, pide al comandante Rakoczy, la muerte de los católicos más
importantes. No lo consigue, pero sí se ve obligado a poner en
prisión a los sacerdotes. Jorge Rakoczy sabe, que esta concesión va
directamente contra su palabra empeñada. Pero no se atreve a
oponerse al poderoso predicador, favorito del príncipe Gabor.
Primeramente, los tres sacerdotes quedan confinados en sus
habitaciones, con centinelas a la puerta.
El P. István
Pongrácz exige que se les haga un juicio. Ante jueces idóneos, así
lo dice, podrá exponer su causa y la de sus compañeros. Jorge
Rakoczy, influenciado por Alvinczy, le hace saber, con sarcasmo, que
muy pronto quedará determinado, lo que se hará con él y sus
amigos.
Durante tres días, no les dan de comer ni de beber.
Cuando ellos solicitan un poco de alimento, los guardias, por burlas
a la religión católica, les ofrecen carne. Es un día viernes, día
de abstinencia para los católicos.
Los tres sacerdotes saben
muy bien, que en la extrema necesidad en que se encuentran, el
precepto no los obliga. Pero también se dan cuenta, de que si
aceptan comer carne, eso puede ser ocasión de escándalo, y será
presentado como una prueba de haber abandonado la fe romana. De común
acuerdo, deciden rechazar el alimento.
Un ofrecimiento a
Krizevcanin
Un enviado de Jorge Rakoczy, se presenta ante
Marcos, y le ofrece en propiedad, el beneficio eclesiástico de la
Abadía de Széplak, el mismo que él ha administrado para el Cabildo
de la diócesis de Esztergon.
La única condición que se
impone, es la de aceptar las doctrinas de Calvino. Marcos no tiene
que hacer grandes demostraciones: Sólo basta su palabra, que debe
dar al subalterno de Alvinczy, allí presente. El P. István Póngracz
se indigna al escuchar la oferta. Se encara ante el mensajero y le
dice: "Parece que el comandante, quiere hacer el papel del
demonio, porque busca alejar de Jesucristo a sus fieles. Dígale Ud.
que puede ahorrarse el trabajo de inducirnos a dejar la fe católica.
Está perdiendo el tiempo inútilmente".
El mismo
Krizevcanin, toma entonces la palabra. "Déjeme, Padre,
responder por mí mismo, y enviar con este enviado un mensaje al
comandante. Diga Ud. a su general, que él se ha adueñado contra
todo derecho, de un beneficio que no le pertenece, y que es propiedad
del Capítulo de Esztergon. Al general Rakoczy no le asiste ningún
derecho, para regalar lo que no es suyo. Dígale que podría haberse
ahorrado sus ofrecimientos, porque yo no vendo mi fe. Si quiere
matarme, puede hacerlo, porque yo estoy dispuesto a dar la vida
por la fe católica"
Rakoczy se enfurece. Ordena a los
guardias, quitar al P. István las llaves de la capilla. Destrozan
casi todo, y se roban el resto. Todo esto con las enérgicas
protestas de los tres sacerdotes. El día 6 de septiembre, por la
tarde, Jorge Rakoczy hace saber al canónigo Marcos Krizevcanin, que
es posible obtener su libertad, si se aviene a cancelar una fuerte
suma como rescate.
Marcos acepta, pero pone como condición,
que el rescate se extienda también a sus dos amigos jesuitas. El se
las arreglará, para conseguir el dinero que se le pida. Rakoczy
rechaza la condición. El beneficio es exclusivo para el canónigo.
Si no lo acepta, morirá con los jesuitas.
István pregunta:
“¿Por qué nos van a matar?”. "Porque Uds. son
católicos papistas", es la respuesta.
István
contesta por los tres: "Si ése es nuestro delito, moriremos
por la fe". Marcos Krizevcanin se recoge en oración, y hace
un discernimiento heroico. Es el discernimiento más importante de su
vida. Rechaza la libertad, y se une a la suerte de los
jesuitas.
Miguel Szégedz, el jefe de ese grupo calvinista que
ha traído el ofrecimiento de Rakoczy, se enfurece: "Ahora
mismo Uds. van a morir. O confiesan la fe calvinista, o se acaba
todo".
Los tres sacerdotes, toman entonces
conciencia, de que ha llegado el momento de ofrecer la vida. István
grita por los tres: "Nadie podrá quitarnos del corazón, ni
de la boca, la fe católica". Y se adelanta, con paso firme
y la cabeza erguida, ante Miguel Szégedz, quien tiene la espada
desenvainada.
Pero los poderes de Szégedz no llegan a tanto.
Da media vuelta y se aleja con amenazas. El canónigo y los dos
jesuitas se miran, y se dan cuentan que la situación, parece no
tener vuelta. Se confiesan entre sí y se preparan.
El
martirio del canónigo
El martirio de Marcos, es también muy
duro. Primero lo golpean con palos, y con las espadas. No cesan de
decirle que debe pasarse al calvinismo.
En un momento los
verdugos, parecen calmarse. Le dirigen palabras de compasión, y
hasta en un tono suave. Le piden que se pase al partido, que defiende
la libertad de su patria, en contra de los Habsburgos que son
católicos. "Dios me libre de ser enemigo, de los que
trabajan por la libertad de mi patria", balbucea a duras
penas el canónigo.
István lo escucha desde su taburete, y
siente miedo. Entonces saca fuerza y grita: "Marcos, no te
pases al bando de los calvinistas. No reniegues de nuestra fe"
El canónigo contesta con toda la voz de que es capaz:
"István, no tengas miedo. Jamás traicionaré la fe.
Prefiero morir. Solamente estoy declarando, que amo a mi patria, y
quiero estar con todos los que la aman, pero yo soy católico".
Furiosos los esbirros, lo queman con las antorchas, y le
cortan la cabeza. Así muere Marcos, con la fe y la patria, en el
corazón y en los labios. Al amanecer, los tres cuerpos son arrojados
a un pozo. Los verdugos no se dan cuenta de que István, todavía
respira. En la cloaca, István Póngracz vive todavía veinte horas.
Sólo dice: "Jesús, María, Jesús, María".
El
sacristán de la capilla, Miguel Eperjéssy, que se ha acercado a
mirar, lo escucha. István, desde el pozo, le suplica avisar al
senador Hoffman, católico, para que envíe gente a sacarlo de la
cloaca. Miguel le responde, que el senador también ha sido muerto
por los calvinistas. István contesta: "Que se haga entonces
la voluntad de Dios". Poco después muere.
La
glorificación
El príncipe calvinista Gabor Bethlen, prohibe
escuchar las peticiones, protestantes y católicas, en orden a
permitir una honra para los tres mártires. La población de Kosice
ve en esto una injusticia. A los seis meses, la condesa Katalin
Palffy, obtiene una sepultura digna. Sus restos están ahora, en la
iglesia de las Ursulinas, en Trnava.
El cardenal Peter
Pazmany, que había nombrado al joven Krizevcanin canónigo de
Esztergon, pide, pocos años después, al papa Urbano VIII, el
permiso del culto público. El Papa San Pío X, los beatifica en
1905. El papa Juan Pablo II, los canoniza solemnemente en la ciudad
de Kosice, el 2 de julio de 1995.
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