10 de Septiembre 2023
San
Salvio de Albi
Monje y Obispo
(584)
En
Albi, de Aquitania, San Salvio, obispo, que procedente de la vida
claustral, fue promovido a la sede a su pesar, y al declararse una
fuerte epidemia, como buen pastor, no quiso ausentarse de su
ciudad.
Salvio pertenecía a una familia, de la ciudad
francesa de Albi. Fue doctor en derecho, y también magistrado; pero
su amor por el retiro, y su deseo por verse libre de distracciones,
le indujeron a ingresar como monje en un convento, del que llegó a
ser abad, por elección de sus hermanos.
Vivía retirado, en
una celda construida, a cierta distancia del monasterio. Allí le
atacó repentinamente, una violenta fiebre que lo dejó inconsciente
y muerto, en opinión de todos los que acudieron a verle; a decir
verdad, el propio santo, estaba seguro de que había muerto, y
sostenía que el cielo, le había permitido esa experiencia, para
devolverle después a la vida. Como quiera que haya sido, Salvio
estaba vivo en el año 574, cuando fue sacado de su retiro, para que
ocupase la sede de Albi.
En su puesto de obispo, llevó la
misma existencia austera de siempre. Cualquier cantidad de dinero o
de provisiones, que le caía en la mano, era distribuída entre los
pobres. Cuando el patricio Momolo, pasó por Albi conduciendo a gran
número de prisioneros, San Salvio lo siguió, hasta rescatar al
último de los cautivos.
Chilperico, el rey de Soissons, que
se las daba de teólogo, hizo un tratado muy poco ortodoxo, y San
Salvio junto con su amigo San Gregorio de Tours, discutieron con el
monarca, y consiguieron devolverle a la ortodoxia.
En el año
584, una epidemia causó estragos, entre los fieles de su sede, y fue
en vano que sus subordinados y amigos, le recomendaran cuidados y
precauciones, porque el obispo, inflamado por la caridad, infatigable
y abnegado, iba por todas partes, donde creía que era necesaria su
presencia.
Visitaba a los enfermos, los consolaba, y los
exhortaba a prepararse, para llegar a la eternidad. No tardó en
contagiarse, y al saber que su hora estaba próxima, mandó traer su
ataúd, se vistió con ropas humildes, y así se dispuso a
comparecer, delante de Dios. Murió el 10 de septiembre de 584.
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