1 de Septiembre 2023
San Lupo de Sens
Obispo y confesor
(623)
En
Sens, de Neustria, San Lupo, obispo, que fue desterrado por haber
dicho ante un jerarca local, que convenía al pueblo ser regido por
un sacerdote, y obedecer a Dios antes que a los príncipes.
Al
suceder a San Artemio en la sede episcopal de Sens, Lupo se
distinguió por el celo extraordinario, con que cumplió todos sus
deberes pastorales, y por haber demostrado, que ninguna dignidad,
podría infundirle el orgullo, ni que la mayor dedicación a
cualquier trabajo público, podía distraerle de su constante
contemplación de Dios.
Cuando la seguridad de su país
requirió su ayuda, se puso en actividad para mantener el orden
público, y tras la muerte del rey Thierry II, apoyó a su heredero
Sigberto, con todas las posibilidades de sus propios poderes.
Tiempo después, Clotario se adueñó de Borgoña, y envió
ahí el duque Farulf, para que se hiciera cargo de la administración
de la tierra conquistada. El ministro se ensañó contra San Lupo, ya
que éste, durante el sitio a Sens, se había salvado de morir, bajo
las espadas de los hombres de Clotario, al repicar las campanas de su
iglesia, lo que bastó para que todos los atacantes, asustados, se
alejaran más que de prisa.
El obispo Lupo no tomó
precauciones, para defenderse de la maldad de Farulf, y éste
levantó, ante el rey, terribles calumnias contra el prelado, con la
complicidad de Medegislo, abad de Saint-Remi, monasterio de Sens,
cuya ambición era la de suplantar a San Lupo en la sede. El pago que
recibieron las criminales actividades de aquel abad inescrupuloso,
consistió en la invasión tumultuosa de su iglesia, por parte del
pueblo indignado, que lo asesinó ahí mismo.
Pero Clotario se
dejó engañar por las intrigas, y desterró al obispo Lupo a Auséne,
una aldea cercana a la ciudad de Lyon. Al llegar al sitio de su
exilio. el santo descubrió, apesadumbrado, que los habitantes
rendían culto a los dioses falsos, y se propuso rescatarlos del
paganismo.
Con la ayuda de Dios, obró el milagro
espectacular, de devolver la vista a un hombre ciego, delante del
gobernador y numerosos testigos. Al día siguiente, el gobernador,
muchos funcionarios, ciudadanos y hombres del ejército de los
francos, acudieron a solicitar el bautismo. Mientras tanto, San
Winebaldo, el abad de Troyes y toda la ciudadanía de Sens, exigieron
al rey Clotario, que llamase a san Lupo del destierro al que le había
condenado.
Ante aquella demostración de afecto y lealtad, el
monarca comprendió, que había obrado injustamente en contra del
obispo, al dejarse prender en la red de malévolas intrigas, forjadas
por los acusadores. Inmediatamente, trató de reparar el daño, mandó
traer al exilado, y luego de pedirle perdón humildemente, le
devolvió a su sede. El santo obispo Lupo, por su parte, jamás
demostró el menor resentimiento hacia sus enemigos, y por la
resignación y paciencia, con que soportó sus infortunios, marcó
sus virtudes con el sello del heroísmo.
Entre los muchos
prodigios que se atribuyen a su santidad, se cuenta que cierto día
en que cantaba una misa, alzó el cáliz, y sin explicarse de dónde
podría venir, a no ser que procediera del espacio, una piedra
preciosa de gran tamaño, cayó dentro de la copa. Este acto se
relataba en el antiguo Martirologio Romano, con la prudente
advertencia: refertur (así se refiere) ; pero de todas maneras,
podría explicarse, si se tiene en cuenta que las piedras preciosas
en los ornamentos de vestiduras y altares, se desprenden con
facilidad.
Pero aquella joya se conservó como una reliquia,
entre los tesoros de la catedral de Sens, donde también se guarda el
anillo episcopal, que es uno de los muchos anillos legendarios que
cayeron, por accidente, al agua, y más tarde, fueron recuperados en
el vientre de un pez. San Lupo murió en el año 623.
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