martes, 5 de septiembre de 2023

 5 de Septiembre 2023


Beato Florencio Dumontet de Cardaillac
Presbítero y mártir

(1749-1794)

En una vieja embarcación anclada en el mar, frente a Rochefort, en Francia, beato Florencio Dumontet de Cardaillac, presbítero y mártir, el cual, condenado durante la Revolución Francesa por ser sacerdote, completó el martirio víctima de enfermedad, y atendiendo con celo y caridad a los enfermos concautivos.

Nació el 8 de febrero de 1749 en Saint-Méard, en el seno de una familia distinguida. Luego de estudiar en Magnac-Lavac y en Toulouse, ingresó en el seminario parisino de San Sulpicio, donde continuó los estudios hasta su ordenación sacerdotal. Canónigo y vicario general de Chartres, parece que en 1790, había dejado la canonjía, pero seguía de vicario general. Fue capellán de Madame la Condesa de Provenza. Tras las reformas antirreligiosas de 1792, se retiró a vivir con su familia, y rechazó con toda energía, el juramento constitucional.

Arrestado a comienzos de 1793, fue llevado a la casa de reclusión de sacerdotes, del departamento de Haute-Vienne. Al no haber sido nunca funcionario público, no se creía comprendido, en la ley de prestar el juramento constitucional, y así lo alegó, pidiendo su libertad. El Consejo departamental, estudió su petición el 6 de abril de 1793, pero la rechazó.

Volvió a la carga dos meses después, y se le concedió la libertad, pero a condición de que se presentara, cada vez que fuera requerido. Sin embargo, en noviembre, es nuevamente arrestado, y llevado a Limoges, a la prisión de La Regle.

Su familia volvió a insistir en pedir su libertad pero fue en vano, y en abril lo enviaron a Rochefort, y fue embarcado en Les Deux Associés. Aceptó con plena entrega, la voluntad de Dios, y siguió siendo la persona piadosa, cortés y amable que había sido siempre.

Prestó cuantos servicios pudo, como enfermero a sus hermanos de detención, a los que consolaba, con mucha unción espiritual. Sucumbió a las penalidades de su detención, el 5 de septiembre de 1794. Fue beatificado el 1 de octubre de 1995, por el papa Juan Pablo II.

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