jueves, 2 de abril de 2020


2 de Abril

San Francisco de Paula

Ermitaño, Resucitador y Taumaturgo


(+ 1507)

Convertíos con sinceridad

Debemos pues tener paciencia, en las adversidades”

Como taumaturgo, convirtió ante el rey de Nápoles, Fernando I el Bastardo (1458-1494), las monedas de oro en sangre, para simbolizarle que era dinero robado a los pobres, mediante la imposición de injustos impuestos.

Breve
Nacido en Paula, Calabria, en el año 1416, fundó una congregación de vida eremítica, que después se transformó en la Orden de los Mínimos, y que fue aprobada por la Santa Sede, en el año 1506. Murió en Tours, Francia, en el año 1507. Asiste a Santa Juana de Valois, como consejero espiritual.

Como taumaturgo, convirtió ante el rey de Nápoles, Fernando I el Bastardo (1458-1494), las monedas de oro en sangre, para simbolizarle, que era dinero robado a los pobres, mediante la imposición de injustos impuestos.

En la campiña de Calabria, restituyó la vida a varias personas.

También calmó una tempestad, en el Golfo de Lyon.
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Santiago y Viena eran pobres, y vivían con la pena de no tener hijos. Por fin, después de mucha oración, y por la intercesión de San Francisco de Asís, les nace un niño, a quien pusieron el nombre del Santo.

En compañía de sus padres, realizó algunas peregrinaciones. Entre ellas, resaltó en su vida, la visita al monasterio benedictino de Monte Casino. También él amaba la soledad, como medio para entregarse al Señor.

Pidió permiso a sus padres, y a los catorce años, se retiró a una cueva no lejana de Paula, junto a Cosenza, y más tarde, a un lugar aún más solitario. Su vida de penitencia y oración, pronto se conoció. Se multiplican los discípulos, que querían imitar su vida. Otros vienen por sus muchos milagros. Así nació una nueva familia religiosa, la de los Ermitaños de Paula (1474), que se convertiría en la Orden de los Mínimos (1493). Construye varios monasterios.

El Papa Sixto IV aprueba su Orden, con el nombre de Ermitaños de Calabria, y nombra a Francisco de Paula, superior general perpetuo, por una Bula del 23 de mayo de 1474. Su fama se extiende por todas partes.

Le llaman de Sicilia. Debe embarcar, y no dispone de medios para pagar la barca. ¿Qué hacer?. Arroja el manto pardo sobre las olas, se coloca sobre él, y haciendo de vela, atraviesa el estrecho, ante el asombro de la multitud que le contempla. Un milagro similar al de San Raimundo de Peñafort (7-Enero). Ocurrió este milagro al mediodía, a la vista de muchísima gente.

La resonancia de las maravillas, obradas por el santo calabrés, llegó hasta Roma, en donde el Papa Pablo II, quiso verle (1467). Más tarde, el Papa Sixto IV, le envió como legado, ante el rey de Francia Luis Xl (1482). Francisco fijó su residencia en Plesis-les-Tours, en donde moraba el rey, y nuevamente los ermitaños, vinieron a someterse a su disciplina.

Lleno de méritos, y viendo ya su obra consolidada, muere el 2 de abril de 1507, en el Viernes Santo. Tenía noventa y un años de edad, y un gran renombre, como taumaturgo y penitente. Seis años después, el Papa León X lo beatificaba.
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Oficio de lectura, 2 de Abril, San Francisco de Paula
Convertíos con sinceridad
De las cartas de San Francisco de Paula
Carta del año 1486: A. Galuzzi, Origini dell´Ordine dei Minismi, Roma 1967, pp. 121-122

Que nuestro Señor Jesucristo, que remunera con suma esplendidez, os dé la recompensa de vuestras fatigas.

Huid del mal, rechazad los peligros. Nosotros y todos nuestros hermanos, aunque indignos, pedimos constantemente a Dios Padre, a su Hijo Jesucristo, y a la Virgen María, que estén siempre a vuestro lado, para salvación de vuestras almas y vuestros cuerpos.

Hermanos, os exhorto vehementemente, a que os preocupéis con prudencia y diligencia, de la salvación de vuestras almas. La muerte es segura, y la vida es breve, y se desvanece como el humo.

Centrad vuestro pensamiento, en la pasión de nuestro Señor Jesucristo, que por el amor que nos tenía, bajó del cielo para redimirnos; que por nosotros sufrió, toda clase de tormentos del alma y del cuerpo, y tampoco evitó suplicio alguno. Con ello nos dejó, un ejemplo soberano de paciencia y amor. Debemos pues tener paciencia, en las adversidades.

Deponed toda clase de odio y de enemistades; tened buen cuidado, de que no salgan de vuestra boca palabras duras, y si alguna vez salen, no seáis perezosos, en pronunciar aquellas palabras, que sean el remedio saludable para las heridas, que ocasionaron vuestros labios: por tanto perdonaos mutuamente, y olvidad para siempre, la injuria que se os ha hecho.

El recuerdo del mal recibido es una injuria, complemento de la cólera, conservación del pecado, odio a la justicia, flecha oxidada, veneno del alma, destrucción del bien obrar, gusano de la mente, motivo de distracciones en la oración, anulación de las peticiones que hacemos a Dios, enajenación de la caridad, espina clavada en el alma, iniquidad que nunca duerme, pecado que nunca se acaba, y muerte cotidiana.

Amad la paz, que es el mayor tesoro que se puede desear. Ya sabéis que nuestros pecados, provocan la ira de Dios; arrepentíos para que os perdone, por su misericordia. Lo que ocultamos a los hombres, es manifiesto a Dios; convertíos pues, con sinceridad. Vivid de tal manera, que obtengáis la bendición del Señor, y la paz de Dios nuestro Padre, esté siempre con vosotros.

Amén. ¡Así Sea!.

Oración: Señor mío y Dios mío, grandeza de los humildes, que has elevado a San Francisco de Paula, a la gloria de tus santos, concédenos, por su intercesión y a imitación suya, convertirnos con sinceridad, y abrazar con devoción, el camino de la cruz, a fin de poder salvarnos de nosotros mismos, y de las acechanzas del Enemigo. A Tí Señor, que nos enseñaste que sin nacer de nuevo, no veremos el Reino de los Cielos. Amén.

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