martes, 14 de abril de 2020


14 de Abril

Santa Liduvina de Schiedam


Alma Víctima. Paciente enferma crónica

Año 1433


Vivió sus últimos 7 años, únicamente del Cuerpo y la Sangre del Señor

Si bastara rezar una pequeña oración, para que se me fueran mis dolores, no la rezaría”

Breve
Estuvo postrada 38 años. Ofreció sus sufrimientos por los pecadores. Vivió sus últimos 7 años, únicamente del Cuerpo y la Sangre del Señor.
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Esta santa, es la Patrona de los enfermos crónicos. Ella nos enseña a aprovechar la enfermedad, para pagar nuestros pecados, convertir pecadores, y conseguir un gran premio en el cielo.

El decreto de Roma, al declararla santa, dice: Santa Liduvina fue "un prodigio de sufrimiento humano, y de paciencia heroica".

Liduvina nació en Schiedam, Holanda meridional, en 1380. Su padre era muy pobre, y tenía por oficio el de "celador", o cuidador de fincas. Hasta los 15 años, Liduvina era una muchacha como las demás: alegre, simpática, buena y muy bonita.

Pero en aquel año, su vida cambió completamente. Un día, después de jugar con sus amigos, se iban a patinar, y en el camino cayó en el hielo, partiéndose la columna vertebral.

La pobre muchacha empezó desde entonces, un horroroso martirio. Continuos vómitos, jaquecas, fiebre intermitente y dolores por todo el cuerpo, la martirizaban todo el día. En ninguna posición podía descansar. La altísima fiebre, le producía una sed insaciable. Los médicos declararon que su enfermedad, no tenía remedio.

Liduvina se desesperaba en esa cama inmóvil, y cuando oía a sus compañeras correr y reír, se ponía a llorar, y a preguntar a Dios, por qué le había permitido, tan horrible martirio.

Pero un día, Dios le dio un gran regalo: nombraron de párroco de su pueblo, a un verdadero santo, el Padre Pott. Este virtuoso sacerdote, lo primero que hizo fue recordarle, que "Dios al árbol que más lo quiere, más lo poda, para que produzca mayor fruto, y a los hijos que más ama, más los hace sufrir".

Le colocó en frente de la cama un crucifijo, pidiéndole que de vez en cuando, mirara a Jesús crucificado, y se comparara con Él, y pensara que si Cristo sufrió tanto, debe ser que el sufrimiento lleva a la santidad.

En adelante, ya no volvió más a pedir a Dios, que le quitara sus sufrimientos, sino que se dedicó a pedir a Nuestro Señor, que le diera valor y amor, para sufrir como Jesús, por la conversión de los pecadores, y la salvación de las almas.

Santa Liduvina, llegó a amar de tal manera sus sufrimientos, que repetía: "Si bastara rezar una pequeña oración, para que se me fueran mis dolores, no la rezaría".

Descubrió que su "vocación", era ofrecer sus padecimientos, por la conversión de los pecadores. Se dedicó a meditar continuamente, y con gran devoción, en la Pasión y Muerte de Jesús.

Y en adelante, sus sufrimientos se le convirtieron en una fuente de gozo espiritual, y en su "arma" y en su "red", para apartar a los pecadores del camino del infierno, y llevarlos hacia el cielo. Decía que la Sagrada Comunión, y la meditación en la Pasión de Nuestro Señor, eran las dos fuentes que le concedían valor, alegría y paz.

La enfermedad fue invadiendo todo su cuerpo. Una llaga, le fue destrozando la piel. Perdió la vista de un ojo, y el otro se le volvió tan sensible a la luz, que no soportaba ni siquiera, el reflejo de la llama de una vela. Estaba completamente paralizada, y solamente podía mover un poco el brazo izquierdo.

En los fríos terribles del invierno de Holanda, quedaba a veces en tal estado de enfriamiento, que sus lágrimas se le congelaban en la mejilla. En el hombro izquierdo, se le formó un absceso dolorosísimo, y la más aguda neuritis (o inflamación de los nervios), le producía dolores casi insoportables. Parecía que ya en vida, estuviera descomponiéndose como un cadáver.

Pero nadie la veía triste o desanimada, sino todo lo contrario: feliz por lograr sufrir por amor a Cristo, y por la conversión de los pecadores. Y cosa rara: a pesar de que su enfermedad era tan destructora, se sentía a su alrededor un aroma agradable, y que llenaba el alma de los que la visitaban, de deseos de rezar y de meditar.

Cuentan las antiguas crónicas, que al principio de sus dolencias, una noche Liduvina soñó, que Nuestro Señor le proponía: "Para pago de tus pecados y conversión de los pecadores, ¿qué prefieres?, ¿38 años tullida en una cama, o 38 horas en el purgatorio?". Y que ella respondió: "prefiero 38 horas en el purgatorio". Y sintió, que se iba desprendiendo de su cuerpo, y que iba al purgatorio, y empezaba a sufrir.

Y pasaron 38 horas, y 380 horas, y 3,800 horas, y su martirio no terminaba, y al fin, preguntó a un ángel, que pasaba por allí, "¿Por qué Nuestro Señor, no me habrá cumplido el contrato que hicimos?. Me dijo que me viniera 38 horas al purgatorio, y ya llevo 3.800 horas".

El ángel fue y averiguó, y volvió con esta respuesta: "¿Qué cuántas horas cree que ha estado en el Purgatorio?". Ella respondió: “¡Pues 3.800!”. Y el ángel le dijo: “¿Sabe cuánto tiempo hace que Usted se murió?. No hace todavía cinco minutos. Su cadáver todavía está caliente, y no se ha enfriado. Sus familiares todavía no saben, que Ud. se ha muerto. ¿No han pasado cinco minutos, y ya se imagina que van 3,800?".

Al oír semejante respuesta, Liduvina se asustó y gritó: Dios mío, prefiero entonces estar 38 años tullida en la tierra. Y despertó. Y en verdad estuvo 38 años paralizada.

Y a quienes la compadecían, les respondía: "Tengan cuidado, porque la Justicia Divina en la otra vida, es muy severa. No ofendan a Dios, porque el castigo que espera a los pecadores en la eternidad, es algo terrible, que no podemos ni imaginar”.

En 1421, o sea 12 años antes de su muerte, las autoridades civiles de Schiedam (su pueblo), publicaron un documento que decía: "Certificamos por las declaraciones de muchos testigos presenciales, que durante los últimos siete años, Liduvina no ha comido ni bebido nada, y que así lo hace actualmente. Vive únicamente, de la Sagrada Comunión que recibe".

Santa Liduvina paralizada, y sufriendo espantosamente en su lecho de enferma, recibió de Dios, los dones de anunciar el futuro, a muchas personas y de curar a numerosos enfermos, orando por ellos. A los 12 años de estar enferma y sufriendo, empezó a tener éxtasis y visiones.

Mientras el cuerpo quedaba como sin vida, en los éxtasis conversaba con Dios, con la Santísima. Virgen, y con su Ángel de la Guarda. Unas veces recibía de Dios, la gracia de poder presenciar los sufrimientos, que Jesucristo padeció en su Santísima Pasión. Otras veces, contemplaba los sufrimientos de las almas del purgatorio, y en algunas ocasiones, le permitían ver algunos de los goces, que nos esperan en el cielo.

Dicen los que escribieron su biografía, que después de cada éxtasis, se afirmaba más y más, en su "vocación" de salvar almas, por medio de su sufrimiento ofrecidos a Dios, y que al finalizar cada una de estas visiones, aumentaban los dolores de sus enfermedades, pero aumentaba también el amor, con el que ofrecía todo por Nuestro Señor.

Cambiaron al santo párroco, que tanto la ayudaba, por otro menos santo y menos comprensivo, quien empezó a decir que Liduvina, era una mentirosa, que inventaba lo que decía.

El pueblo se levantó en revolución, para defender a su santa, y las autoridades para evitar problemas, nombraron una comisión investigadora, compuesta por personalidades muy serias. Los investigadores declararon, que ella decía toda la verdad, y que su caso era algo extraordinario, que no podía explicarse sin una intervención sobrenatural. Y así la fama de la santa creció, y se propagó.

En los últimos siete meses, Santa Liduvina no pudo dormir ni siquiera una hora, a causa de sus tremendos dolores. Pero no cesaba de elevar su oración a Dios, uniendo sus sufrimientos, a los padecimientos de Cristo en la Cruz.

Pero aun debía sufrir un poco más. En esos días llegaron unos soldados, y la insultaron y la maltrataron. Ella ofreció todo a Dios, con mucha paciencia, y luego oyó una voz que le decía: "con esos sufrimientos, ha quedado completa tu corona. Puedes morir en paz".

Y el 14 de abril de 1433, día de Pascua de Resurrección, poco antes de las tres de la tarde, pasó santamente a la eternidad. Pocos días antes, contempló en una visión, que en el Paraíso le estaban tejiendo, una hermosa corona de premios.

La última petición que le hizo al médico, antes de morir, fue que su casa la convirtieran en hospital para pobres. Y así se hizo. Y su fama se extendió ya en vida, por muchos sitios y después de muerta, y sus milagros la hicieron muy popular. Tiene un gran templo en Schiedam. Tuvo el honor de que su biografía, la escribiera el escritor Tomás de Kempis, autor del famosísimo libro "La imitación de Cristo".

Santa Liduvina, ruega por nosotros. Amén.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que infundiste valor a Santa Liduvina, para ofrecer sus sufrimientos por todos nosotros, infunde a todos, a quienes se encuentran alcanzados, por dolorosas enfermedades físicas, psíquicas y espirituales, ofrecerse a sí mismos para aliviar y reparar, tantas enfermedades que nos afectan a nosotros, y a nuestro prójimo. A Tí Señor, que sufriste en la Cruz por nuestros pecados. Amén.

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