martes, 28 de abril de 2020


28 de abril

LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT


1673 – 1716

Es venerado como sacerdote, misionero, fundador, y sobre todo, como Esclavo de la Virgen María.

"Ad Jesum Per Mariam"

Breve
Vivió la Pasión Redentora de la Cruz, a través de María.

Optó por una condición radical de vida, formulada como "La santa esclavitud", o la esclavitud voluntaria de amor a la Virgen Santísima, para llevarnos a la de Cristo. A ella le entregamos cuerpo y alma, para que haga con nosotros lo que quiera, pues todo lo que ella quiere, es de Dios. La Virgen, Gestora de Cristo, pasa a ser la que dispone de nosotros.

Su Santidad Juan Pablo II, fué un gran devoto de Montfort. De él tomó su lema "Totus Tuus", y se ha referido al santo, en su encíclica Mariana Redemptoris Mater, y en muchas otras ocasiones

Escribe San Luis: "Esta es la forma, en que actúan las almas predilectas. Se mantienen dentro de su casa .... o sea, mantienen sus mentes, en las verdades espirituales, y no en las de la tierra.

Se aplican a la oración mental, siguiendo el ejemplo de María, su madre, cuya mayor gloria durante su vida, era su vida interior, y quien amaba tanto, la oración mental.

Estas almas observan, como tantos otros trabajan, y gastan grandes energías e inteligencia, para ganar éxitos y reconocimiento en la tierra.

Por la luz del Espíritu Santo, saben las almas predilectas, que hay más gloria y más gozo, permaneciendo escondidos en Cristo, y en perfecta sumisión a María, que en hacer grandes cosas, o grandes milagros". 
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PRIMEROS AÑOS
San Luis nació en Montfort, Francia, el 31 de enero de 1673, de una familia muy numerosa, siendo el mayor de 18 hermanos. Uno de ellos murió en su infancia, 3 fueron sacerdotes, y 3 religiosas. San Luis sobresalía entre sus amigos por su habilidad, y su extraordinaria fortaleza física. De carácter, era mas bien tímido, y prefería la soledad.

Desde joven, San Luis tenía una gran devoción a la Eucaristía, y a la Virgen María. Frecuentemente, lo encontraban rezando por largo rato, frente a una imagen de la Virgen. Cuando tenía suficiente edad, pidió permiso para asistir en la misa de la parroquia, en las mañanas. Como la Iglesia le quedaba a dos millas de su casa, tenía que levantarse muy temprano, para llegar a tiempo. 

Mientras estudiaba con los jesuitas en Rennes, siempre visitaba la iglesia, antes y después de las clases. Participó en una sociedad de jóvenes, que durante las vacaciones, servían a los pobres y los enfermos incurables. Les leían libros inspirados, durante las comidas.

Pero no todo en su juventud, era de color de rosas. Su padre, Jean Grignion, tenía la fama de ser, uno de los hombres más coléricos, en toda la región de Rennes. Y como Luis era el hijo mayor, era quien sentía más, el peso de la furia.

Su papá constantemente, lo incitaba a la ira. Ya por sí mismo, Luis tenía un temperamento, tan fuerte como el de su papá, lo cual le hacía aun mas difícil, soportar aquellas pruebas. Para evitar un enfrentamiento con su papá, y el mal que su ira podría traer, Luis salía corriendo. Así evitaba la ocasión de pecado. Era todo lo que Luis podía hacer, para controlar su temperamento.

En vez de empeorar, a través de estas demostraciones de ira de su papá, Luis aprendió a morirse a sí mismo, y pudo aprender a ser paciente, dulce, y crecer en virtud. Su papá, sin quererlo, le proporcionó un medio para entrar, en la lucha por la santidad, a una temprana edad.

UN TOQUE DE GRACIA LO LLEVA AL SACERDOCIO
Entre los 16 y 18 años, San Luis tuvo una experiencia de Dios, que marcó su vida para siempre. Ante este encuentro personal e íntimo con Dios, la vida de Luis cambió radicalmente. Se entregaba totalmente a la oración y a la penitencia, encontrando su delicia, tan solo en Dios.

San Luis aprendió rápidamente, que lo que verdaderamente valía, no eran los grandes acontecimientos en este mundo: el dinero, la fama, etc, sino que el verdadero valor ante Dios, estaba en la transformación interior.

Escribe San Luis: "Esta es la forma, en que actúan las almas predilectas. Se mantienen dentro de su casa .... o sea, mantienen sus mentes, en las verdades espirituales, y no en las de la tierra.

Se aplican a la oración mental, siguiendo el ejemplo de María, su madre, cuya mayor gloria durante su vida, era su vida interior, y quien amaba tanto, la oración mental.

Estas almas observan, como tantos otros trabajan, y gastan grandes energías e inteligencia, para ganar éxitos y reconocimiento en la tierra. Por la luz del Espíritu Santo, saben que hay más gloria, y más gozo, permaneciendo escondidos en Cristo, y en perfecta sumisión a María, que en hacer grandes cosas, o grandes milagros". 

En 1693, a los 20 años siente el llamado, de consagrar su vida a Dios, a través del Sacerdocio. La primera reacción de su padre, no era favorable, pero cuando vio la determinación de su hijo, le dio su bendición. Y así, a finales de ese año, San Luis sale de su casa, hacia París.

EL SEMINARIO
Renunciando a la comodidad de su caballo, San Luis se decidió a caminar, los 300 kilómetros hacia el seminario en París. Durante su camino, se encuentra con dos pobres, en distintos momentos. Al primero, le da todo el dinero, que su padre le había entregado, quedándose sin nada.

Al segundo, no teniendo ya más dinero que darle, le entrega su único traje, regalo de su mamá, cambiándolo por los trapos del pobre. De esta manera, San Luis marca lo que ha de ser su vida, desde ese momento en adelante. Ya no se limitará a servir a los pobres, pues es ya uno de ellos. Hace entonces un voto, de vivir de limosnas.

En aquella época, habían seminarios separados, para ricos y pobres. Cuando llega San Luis al seminario, viéndolo en tan miserable condición, los superiores lo mandan al seminario de los pobres. Así se privó de las ventajas ofrecidas, en el mejor seminario. En el seminario, San Luis fue bibliotecario y velador de muertos, dos oficios que eran poco queridos, por los demás. Mas en el plan providente de Dios, le proporcionaron oportunidades, de mucha gracia y crecimiento.

Por su oficio de bibliotecario, San Luis pudo leer muchos libros, sobre todo, libros de la Virgen María. Todos los libros que encontraba de ella, los leía y estudiaba con gran celo. Este período, llegó a ser para él, la fundación de toda su espiritualidad Mariana.

El oficio de velar a los muertos, fue también de gran provecho. Era su responsabilidad, pasar toda la noche, junto con algún muerto. Ante la realidad de la muerte, que estaba constantemente ante sus ojos, San Luis aprendió a despreciar todo lo de este mundo, como vano y temporal. Esto lo llevó a acumular tesoros en el cielo, y no en la tierra. Él llegó a reconocer, que nada se debe esperar, de los que son de este mundo, más sí todo de Dios.

Su tiempo en el seminario, estuvo lleno de grandes pruebas. San Luis era poco comprendido por los demás. No sabían cómo lidiar con él, si como un santo o un fanático. Sus superiores, pensando que toda su vida, estaba movida más bien por el orgullo, que por el celo de Dios, lo mortificaban día y noche. Lo humillaban y lo insultaban, enfrente de todos.

Sus compañeros en el seminario, viendo la actitud de los superiores, también lo maltrataban mucho. Se reían de él, lo rechazaban muy a menudo. Y todo esto, San Luis lo recibió con gran paciencia y docilidad. Es más, lo miraba todo como un gran regalo de Cristo, quién le había dado a participar de Su Cruz.

SACERDOTE
El 5 de junio de 1700, San Luis, de 27 años, fue ordenado sacerdote. Escogió como lema de su vida sacerdotal: "ser esclavo de María". Enseguida, empezaron a surgir, grandes cruces en su vida. Pero no se detenía a pensar en sí mismo, sino que su gran sueño, era llegar a ser misionero, y llevar la Palabra de Cristo, a lugares muy distantes.

Después de su ordenación, sus superiores no sabían aún, como tratar con él. San Luis estaba ansioso, de poder empezar sus obras apostólicas. Sin embargo, sus superiores le negaron sus facultades, de ejercer como sacerdote....no podía confesar ni predicar.... y lo mantuvieron un largo rato en el seminario, haciendo varios oficios menores.

Esto fue un gran dolor para San Luis, no por los trabajos humildes, sino por no poder ejercer su sacerdocio. Tenía como único deseo, dar gloria a Dios en su sacerdocio, y en sus obras misioneras. Mas como siempre, San Luis obedeció con amor.

Después de casi un año en el seminario, por fin San Luis se encontró con un sacerdote, organizador de una compañía de sacerdotes misioneros, que le invitó a acompañarlo en otro pueblo. Sus superiores, aprovechando esta oportunidad para deshacerse de él, le dieron permiso.

A San Luis le esperaba otra gran decepción, pues cuando llegó a la casa de los padres misioneros, vio tan grandes abusos y mediocridad entre ellos, que no le quedaba duda, de que no podía quedarse. Inmediatamente escribió a su superior del seminario, pidiendo regresar a París, pero éste le dijo que estaba siendo malagradecido, y le hizo quedarse. San Luis, que obedecía santamente a sus superiores, se quedó. Aun no le daban permiso para confesar, y pasaba los días, enseñándoles catecismo a los niños.

CAPELLÁN DE HOSPITAL
Después de varios meses en que se encuentra relegado, San Luis es asignado capellán del hospital de Poitiers, un asilo para los pobres y marginados. No era el apostolado que San Luis buscaba, pues su deseo era ser misionero, pero aceptó con docilidad.

Cuando ya percibía los frutos, llegó la prueba otra vez. Los poderosos del mundo no podían aceptar, la simplicidad y naturalidad que tenía San Luis con los pobres, y empezaron los ataques y la persecución. Vive, como todos los santos, el sufrimiento de Cristo.

De vuelta en París, el predilecto de la Virgen Santísima, empieza a ver como las puertas, se le cerraban con rapidez. Muchos, no entendiéndolo, crean falsos testimonios de él, desacreditándolo como sacerdote y como hombre. Es rechazado, hasta por sus amigos más íntimos.

Fue tanto el rechazo contra él, que en uno de los hospitales en que servía, su superior le puso una nota bajo su plato, a la hora de la cena, informándole que ya no necesitaba de su ministerio. Hasta su propio obispo, empieza a dudar seriamente de él, y dos veces lo manda a callar.

San Luis, aunque sufrió enormemente, se mantuvo firme en su fe, actuando como un santo sacerdote. Dios lo estaba purificando y fortaleciendo, para que su vida, sea un amor puro a Dios y al prójimo. En su total humillación, y abandono de todos, se abre cada vez más, a la total conciencia de que Dios es su único apoyo, su única defensa.

Él ve en esto, una nueva oportunidad de abrazar su determinación, de vivir en plena pobreza, tanto espiritual como física. También llega a entender, que la razón de los ataques, es la doctrina Mariana que enseña. Primero, porque Satanás no la quiere, y segundo porque la humanidad, no está dispuesta a abrazar sus enseñanzas.

RECURSO AL PAPA, QUIEN LE HACE MISIONERO
San Luis decide en el año 1706, en recurrir al Santo Padre, el Papa Clemente XI. Quería saber, si en verdad estaba errado como todos decían, o si cumplía la voluntad de Dios, lo cual era su único deseo. Se logra el encuentro, y San Luis recibe del Papa la bendición, y el título de Misionero Apostólico.

Durante su vida apostólica como misionero, San Luis llegará a hacer 200 misiones y retiros. Con gran celo, predicaba de pueblo en pueblo el Evangelio. Su lenguaje era sencillo, pero lleno de fuego y amor a Dios. Sus misiones se caracterizaban, por la presencia de María, ya que siempre promovía el rezo del santo rosario, hacía procesiones y cánticos a la Virgen.

Sus exhortaciones movían a los pobres, a renovar sus corazones, y poco a poco, volver a Dios, a los sacramentos y al amor a Cristo Crucificado. San Luis siempre decía, que sus mejores amigos eran los pobres, ante quienes abría de par en par su corazón.

FUNDADOR
Un año antes de su muerte, el Padre Montfort fundó dos congregaciones -- Las hermanas de la Sabiduría, dedicadas al trabajo de hospital, y la instrucción de niñas pobres, y la Compañía de María, misioneros.

Hacía años que soñaba con estas fundaciones, pero las circunstancias no se le permitían. Humanamente hablando, en su lecho de muerte, la obra parecía haber fracasado. Solo habían cuatro hermanas y dos sacerdotes, con unos pocos hermanos. Pero el Padre Montfort, quien tenía el don de profecía, sabía que el árbol crecería. Al comienzo del siglo XX, las Hermanas de la Sabiduría eran cinco mil, con cuarenta y cuatro casas, dando instrucción a 60,000 niños.

Después de la muerte del fundador, la Compañía de María fue gobernada durante 39 años, por el Padre Mulot. Al principio, había rehusado unirse a Montfort, en su trabajo misionero. "No puedo ser misionero", decía, "porque tengo un lado paralizado desde hace años; tengo infección de los pulmones, que apenas me permite respirar, y estoy tan enfermo, que no descanso ni día ni de noche". Pero San Luis, inspirado por Dios, le contestó, "En cuanto comiences a predicar, serás completamente sanado". Y así ocurrió.

SUS VIRTUDES
Los santos, son hombres que aman con todo el corazón, y el corazón da frutos en virtud. Los frutos no se dan, sin la entrega y el sacrificio perseverante. San Luis Grignion de Montfort, es un hombre de oración constante, ama a los pobres, y vive la pobreza con radicalidad; goza en las humillaciones por Cristo.

Algunas anécdotas:
En una misión para soldados en La Rochelle, éstos, movidos por sus palabras, lloraban y pedían perdón por sus pecados, a gritos. En la procesión final, un oficial caminaba con los pies descalzos, llevando la bandera. Los soldados, también descalzos, seguían llevando en una mano el crucifijo, y en la otra el rosario, mientras cantaban himnos.

Cuando anunció su plan de construir, un monumental Calvario, en una colina cercana a Pontchateau, muchos respondieron con entusiasmo. Por quince meses, entre doscientos y cuatrocientos campesinos, trabajaron diariamente sin recompensa.

Cuando la magna obra estaba recién terminada, el rey ordenó que todo fuese destruido. Los Jansenistas habían convencido, al gobernador de Bretaña, que se estaba construyendo una fortaleza, capaz de ayudar a una revuelta. El padre Montfort, actuó con una gran paz ante la situación. Solo exclamó: "Bendito sea Dios".

En una ocasión, cuando el obispo lo había mandado a callar, San Luis obedientemente, se retiró en oración. Fue durante ese tiempo, que escribió "A los Amigos de la Cruz", un fabuloso tratado, que enseña la necesidad y la práctica, de llevar la cruz.

Los Jansenistas, seguidores de Jansenio, que terminaron en herejía, irritados por los éxitos del padre Montfort, logran por medio de intrigas, que se le expulse del distrito, en que daba una misión.

En La Rochelle, trataron de envenenarlo con una taza de caldo, y a pesar del antídoto que tomó, su salud fue dañada permanentemente.

En otra ocasión, trataron de asesinarlo, cuando caminaba por una estrecha calle. Él tuvo un presentimiento de peligro, y escapó por otra calle.

¿Y CUÁL ES LA ESPIRITUALIDAD TAN ATACADA?
La espiritualidad de San Luis María, sigue hoy día siendo amada por los Papas, y perseguida por muchos, aún dentro de la Iglesia. Es porque enseña un camino muy claro y exigente, que no permite ambigüedades, ni medias tintas. El amor lo reclama todo.

La espiritualidad de San Luis María de Montfort, se basa en dos fundamentos:

1-Reproducir la imagen de Cristo Crucificado en nosotros.
2-Hacerlo a través, y por medio de nuestra consagración a María, como esclavo de amor.

En otras palabras: vivir la Pasión Redentora de la Cruz, a través de María.

Toda la vida de San Luis, fue centrada sobre un deseo: La adquisición de la Sabiduría Eterna, que es Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo de María.

Optó por una condición radical de vida, formulada como "La santa esclavitud", o la esclavitud voluntaria de amor, a la Virgen Santísima, para llevarnos a la de Cristo. A ella le entregamos cuerpo y alma, para que haga con nosotros lo que quiera, pues todo lo que ella quiere, es de Dios. La Virgen, Gestora de Cristo, pasa a ser la que dispone de nosotros.

Es una vía de perfección y unión, de ascética radical, y de misticismo dentro del corazón de María Santísima. Enseña que el alma abandonada, en las manos de la Madre, es unida a la obediencia del Hijo.

Esta entrega es total, cuando el alma se separa de todo apego terrenal, y así es reengendrada en el seno de María, donde se encarnó Jesús. Llega a ser así, perfecta imagen de Dios, quien escogió ser obediente hasta la Cruz.

San Luis no ve en María, una simple devoción piadosa y sentimental, sino una devoción fundada en teología sólida, la cual proviene del misterio inefable, de lo que Dios ha optado realizar por su mediación, y por su perfecta docilidad a esa obra. Esto es muy importante, ya que es este desarrollo lo que ha hecho posible, la revolución teológica que causó San Luis de Montfort.

Su Santidad Juan Pablo II, fué un gran devoto de Montfort. De él tomó su lema "Totus Tuus", y se ha referido al santo, en su encíclica Mariana Redemptoris Mater, y en muchas otras ocasiones.

También visitó su tumba en Saint Laurent sur Sevre, añadiéndola al itinerario de su visita a Francia. Allí, junto a la tumba, sufrió un atentado: plantaron una bomba, que fue descubierta por la seguridad. Providencialmente, nada detuvo al Papá, de honrar al santo que tanto ama.

ESCRITOS
San Luis dio a la Iglesia, las obras más grandes que se han escrito, sobre la Virgen Santísima: El Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, el Secreto de la Virgen y El Secreto del Rosario.

A éstos se añade "A los Amigos de la Cruz". La Iglesia ha reconocido sus libros, como expresión auténtica de la doctrina eclesial. El Papa Pío XII, quién canonizó a San Luis, dijo: "Son libros de enseñanza ardiente, sólida y auténtica".
 
MUERTE Y CANONIZACIÓN
San Luis murió en Saint Laurent sur Sevre, el 28 de Abril de 1716, a la edad de 43 años.
-Fue beatificado en 1888, y canonizado el 20 de Julio de 1947.
-Es venerado como sacerdote, misionero, fundador, y sobre todo, como Esclavo de la Virgen María.

Sobre la tumba de San Luis de Monfort dice:
¿Qué miras, caminante?. Una antorcha apagada,
un hombre a quien el fuego del amor consumió,
y que se hizo todo para todos, Luis María Grignion Monfort.
-¿Preguntas por su vida?. No hay ninguna más íntegra,
-¿Su penitencia indagas?. Ninguna más austera.
-¿Investigas su celo?. Ninguno más ardiente.
-¿Y su piedad Mariana?. Ninguno a San Bernardo más cercano.
Sacerdote de Cristo; a Cristo reprodujo en su conducta, y enseñó en sus palabras.
Infatigable, tan sólo en el sepulcro descansó; fue padre de los pobres, defensor de los huérfanos, y reconciliador de los pecadores.

Su gloriosa muerte fue semejante a su vida. Como vivió, murió.
Maduro para Dios, voló al cielo, a los 43 años de edad.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que has bendecido a San Luis María de Montfort, con el fuego mariano de tu Amor, haz que ese fuego se derrame, y permanezca inalterado, en el corazón de tu Iglesia y de nuestro propio corazón, por toda la Eternidad. A Tí Señor, que nos dejaste a María como madre nuestra, al pie de la cruz. Amén.

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