26
de Enero
SAN
TITO, Obispo (s. I)
San
Tito, obispo. Año 96.
Tito
fue amigo y discípulo de San Pablo, y lo acompañó en muchos de sus
viajes. Su nombre significa: defensor.
A
diferencia de Timoteo, cuando se conocieron, Tito ya había abrazado
la fe. Tito se convirtió en secretario del apóstol, y éste a su
vez, puso en Tito toda su confianza, tanto que se ha llegado a decir,
que fue su discípulo más querido.
San
Pablo lo envió, para que procurara que los creyentes, cumplieran lo
que les había dicho en sus cartas. Tito acompañó a Pablo y a
Bernabé, al Concilio de Jerusalén, en donde San Pablo le impidió
dejarse circuncidar.
El
apóstol de los gentiles –San Pablo– lo nombró obispo de la isla
de Creta, y le dirigió una carta, en donde le señala las
cualidades, que deben tener los sacerdotes.
El
duro ambiente, en el que se desarrolló la evangelización en Grecia,
Macedonia y Creta, se puede resumir en el siguiente párrafo de San
Pablo (Cor. 1,22-23): "Los judíos piden milagros, los
griegos sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo
crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles,
más poder y sabiduría de Dios para los llamados, ya judíos, ya
griegos".
Tito
fué siempre, fuente de consuelo para San Pablo, al saber que no
estaba solo, en la dura tarea de la evangelización.
Según
la tradición Tito murió en Creta, ya de avanzada edad, y en calidad
de obispo, en el año 96.
Basílica
de San Tito en Gortina, Creta
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Benedicto
XVI presenta las figuras de Timoteo y Tito
Intervención
en la audiencia general
CIUDAD
DEL VATICANO, miércoles, 13 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Publicamos
la intervención de Benedicto XVI, en la audiencia general de este
miércoles, dedicada a comentar, las figuras de dos de los
colaboradores más cercanos de San Pablo Apóstol: San Timoteo y San
Tito.
Queridos
hermanos y hermanas:
Después de haber hablado ampliamente del gran apóstol Pablo, hoy tomamos en consideración, a dos de sus colaboradores más cercanos: Timoteo y Tito. A ellos, están dirigidas tres cartas, tradicionalmente atribuidas a Pablo, de las que dos están destinadas a Timoteo, y una a Tito.
Después de haber hablado ampliamente del gran apóstol Pablo, hoy tomamos en consideración, a dos de sus colaboradores más cercanos: Timoteo y Tito. A ellos, están dirigidas tres cartas, tradicionalmente atribuidas a Pablo, de las que dos están destinadas a Timoteo, y una a Tito.
«Timoteo»
es un nombre griego, y significa «que honra a Dios». Mientras
Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, le menciona seis veces, Pablo
en sus cartas le nombra en 17 ocasiones, (además aparece una vez en
la Carta a los Hebreos). Podemos deducir que para Pablo, gozaba de
gran consideración, aunque Lucas no nos cuenta, todo lo que tiene
que ver con él.
El
apóstol, de hecho, le encargó misiones importantes, y vio en él, a
una especie de «alter ego», como se puede ver, en el gran elogio
que hace de él, en la Carta a los Filipenses. «A nadie tengo de
tan iguales sentimientos («isópsychon»), que se preocupe
sinceramente de vuestros intereses» (2,20).
Timoteo
había nacido en Listra, (a unos 200 kilómetros al noroeste de
Tarso), de una madre judía, y de un padre pagano (Cf. Hechos 16, 1).
El hecho de que la madre, hubiera contraído un matrimonio mixto, y
que no hubiera circuncidado a su hijo, hace pensar que Timoteo, se
crió en una familia, que no era estrictamente observante, aunque se
dice que conocía las Escrituras, desde la infancia (Cf. 2 Timoteo 3,
15). Se nos ha transmitido el nombre de su madre, Eunice, y el de su
abuela Loida (Cf. 2 Timoteo 1, 5).
Cuando
Pablo pasó por Listra, al inicio del segundo viaje misionero,
escogió a Timoteo como compañero, pues «los hermanos de Listra e
Iconio, daban de él un buen testimonio» (Hechos 16, 2), pero «le
circuncidó a causa de los judíos, que había por aquellos lugares»
(Hechos 16, 3). Junto a Pablo y Silas, Timoteo atravesó el Asia
Menor hasta Tróada, desde donde pasó a Macedonia.
Se
nos dice que en Filipos, donde Pablo y Silas fueron acusados de
alborotar la ciudad, y encarcelados por haberse opuesto, a que
algunos individuos sin escrúpulos, se aprovecharan de una joven
adivina (Cf. Hechos 16, 16-40), Timoteo quedó libre.
Cuando
después Pablo, se vio obligado a viajar, hasta llegar a Atenas,
Timoteo le alcanzó en esa ciudad, y desde allí fue enviado, a la
joven Iglesia de Tesalónica, para confirmarla en la Fe (Cf. 1
Tesalonicenses 3,1-2). Se unió después al Apóstol en Corinto,
dándole buenas noticias sobre los tesalonicenses, y colaborando con
él, en la evangelización de esa ciudad (Cf. 2 Corintios 1, 19).
Volvemos
a encontrar a Timoteo en Éfeso, durante el tercer viaje misionero de
Pablo. Desde allí, el apóstol escribió probablemente a Filemón y
a los Filipenses, y ambas cartas son redactadas junto a Timoteo (Cf.
Filemón 1; Filipenses 1, 1). De Éfeso, Pablo le envió a Macedonia
junto a un cierto Erasto, (Cf. Hechos 19,22) y después a Corinto,
con el encargo de llevar una carta, en la que recomendaba a los
corintios, que le dieran buena acogida (Cf. 1 Corintios 4,17;
16,10-11).
Aparece
otra vez como co-redactor de la Segunda Carta a los Corintios,
y cuando desde Corintio, Pablo escribe la Carta a los Romanos,
transmite los saludos de Timoteo, así como el de los demás (Cf.
Romanos 16,21). Desde Corinto, el discípulo volvió a viajar a
Tróada, en la orilla asiática del Mar Egeo, para esperar allí al
Apóstol, que se dirigía hacia Jerusalén, al concluir su tercer
viaje misionero (Cf. Hechos 20, 4).
Desde
ese momento, en la biografía de Timoteo, las fuentes antiguas sólo
nos ofrecen, una mención en la Carta a los Hebreos, donde puede
leerse: «Sabed que nuestro hermano Timoteo, ha sido liberado. Si
viene pronto, iré con él a veros» (13, 23).
Concluyendo,
podemos decir que la figura de Timoteo, destaca como la de un pastor
de gran importancia. Según la posterior «Historia eclesiástica»
de Eusebio, Timoteo fue el primer obispo de Éfeso (Cf. 3, 4).
Algunas de sus reliquias, se encuentran desde 1239 en Italia, en la
catedral de Termoli, en Molise, procedentes de Constantinopla.
Por
lo que se refiere a la figura de Tito, cuyo nombre es de origen
latino, sabemos que era griego de nacimiento, es decir, pagano (Cf.
Gálatas 2, 3). Pablo se lo llevó a Jerusalén, con motivo del
así llamado Concilio Apostólico, en el que se aceptó solemnemente,
la predicación a los paganos del Evangelio, sin los
condicionamientos de la ley de Moisés.
En
la Carta que le dirige, el Apóstol le elogia, definiéndole
«verdadero hijo según la fe común» (Tito 1, 4). Después
de que Timoteo se fuera de Corinto, Pablo
envió a Tito con la tarea, de hacer un llamamiento a la obediencia,
a esa comunidad rebelde.
Tito
llevó la paz entre la Iglesia de Corinto, y el Apóstol escribió
estas palabras: «el Dios que consuela a
los humillados, nos consoló con la llegada de Tito, y no sólo con
su llegada, sino también con el consuelo que le habíais
proporcionado, comunicándonos vuestra añoranza, vuestro pesar,
vuestro celo por mí, hasta el punto de colmarme de alegría… Eso
es lo que nos ha consolado. Y mucho más, que por este consuelo, nos
hemos alegrado por el gozo de Tito, cuyo espíritu fue tranquilizado
por todos vosotros». (2 Corintios 7,6-7.13).
Pablo
volvió a enviar a Tito --a quien llama «compañero y colaborador»
(2 Corintios 8, 23)-- para organizar la conclusión de las colectas,
a favor de los cristianos de Jerusalén (Cf. 2 Corintios 8, 6).
Ulteriores
noticias, que se encuentran en las cartas pastorales, hablan de él
como obispo de Creta (Cf. Tito 1, 5), desde donde, por invitación de
Pablo, se unió al apóstol en Nicópolis, en Epiro, (Cf. Tito 3,12).
Más
tarde, fue también a Dalmacia (Cf. 2 Timoteo 4, 10). No tenemos más
información sobre los viajes sucesivos de Tito, ni sobre su muerte.
En
definitiva, si consideramos juntas las dos figuras de Timoteo y de
Tito, nos damos cuenta, de algunos datos muy significativos. El
más importante, es que Pablo se sirvió de colaboradores, en el
desarrollo de sus misiones. Él es ciertamente, el Apóstol
por antonomasia, fundador y pastor de muchas Iglesias.
De
todos modos, queda claro que no lo hacía todo solo, sino que se
apoyaba en personas de confianza, que compartían el esfuerzo y las
responsabilidades.
Cabe
destacar además, la disponibilidad de estos colaboradores. Las
fuentes con que contamos sobre Timoteo y Tito, subrayan su
disponibilidad, para asumir las diferentes tareas, que con
frecuencia, consistían en representar a Pablo, incluso en
circunstancias difíciles.
Es
decir, nos enseñan a servir al Evangelio con generosidad, sabiendo
que esto implica también, un servicio a la misma Iglesia.
Acojamos
por último, la recomendación que el Apóstol Pablo, hace a Tito en
la carta que le dirige: «Es cierta esta afirmación, y quiero que
en esto te mantengas firme, para que los que creen en Dios, traten de
sobresalir en la práctica de las buenas obras. Esto es bueno, y
provechoso para los hombres» (Tito 3, 8).
Con
nuestro compromiso concreto, debemos y podemos descubrir, la verdad
de estas palabras, y realizar en este tiempo de Adviento, obras
buenas para abrir las puertas del mundo a Cristo, nuestro Salvador.
¡Muchas
gracias por vuestra visita!
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, que los méritos e intercesión de San
Tito Obispo, podamos siempre sentirnos acompañados por su presencia,
en las dificultades de nuestra vida, perseverando en la Fe, la
Esperanza y la Caridad. Amén.
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