6 De Noviembre de 2023
San Leonardo Noblac
Eremita
(496-545)
En
Noblac, cerca de Limoges, en Aquitania, San Leonardo, ermitaño. En
el arte se lo representa casi siempre con las cadenas, símbolo de su
protección especial, para los que están injustamente presos, y por
ese motivo pictórico, es también patrono de los fabricantes de
cadenas, broches, hebillas, etc. Se lo invoca también para partos
difíciles, dolores de cabeza y enfermedades de los niños.
La
primera información sobre su existencia, data del siglo XI, en las
«historias» de Ademar de Chabannes, escrito alrededor de
1028, donde habla del traslado, en 1017, de sus reliquias.
Pocos
años después de 1030, se puso en circulación una anónima «Vita
Sancti Leonardi», con la descripción de nueve milagros
atribuidos a él. Según los estudiosos posteriores de la
hagiografía, esta 'Vita' es legendaria, pero sigue siendo el más
antiguo testimonio, y aun es posible sacar datos de ella.
Leonardo
nació en Galia en tiempos del emperador Anastasio I (491-518); sus
padres eran nobles francos, amigos del rey Clodoveo (481-511), que
quiso ser el padrino en el bautismo.
De joven se negó a
alistarse en el ejército, como era costumbre en los nobles francos,
y marchó de discípulo de San Remigio, arzobispo de Reims (438-530),
el gran evangelizador de los francos, que había convertido y
bautizado, al rey Clodoveo.
El santo obispo, había obtenido
del convertido rey, el privilegio de poder exigir la liberación de
presos, e incluso Leonardo, movido por el gran fervor de la caridad,
solicitó y obtuvo el mismo favor, liberando así, un gran número de
desgraciados prisioneros, víctimas de las bárbaras guerras de
aquellos tiempos.
Su fama de santidad se difundió mucho, y
Clodoveo le ofreció la dignidad de obispo, que Leonardo rechazó,
retirándose como ermitaño, primero a San Maximino en Micy, luego a
Limoges.
Se cuenta que atravesando el bosque de Pavum, cerca
de Limoges, donde se había establecido, lo llamaron para rescatar a
la reina Clotilde, que acompañaba al rey Clodoveo, en una cacería,
y que había sido sorprendida por los dolores de parto; Leonardo, con
su oraciones, le consigue superar el dolor, y dar a luz a un hermoso
bebé. En agradecimiento, Clodoveo le dio parte del bosque, para
construir un monasterio, que el propio Leonardo delimitó montado en
un burro.
El santo ermitaño, construyó un oratorio en honor
de la Virgen, dedicando un altar a su maestro, San Remigio, muerto
hacía tiempo en fama de santidad. Un pozo cavado por él,
milagrosamente se llenó de agua, y llamó al lugar «Nobiliacum»
en memoria de la donación de Clodoveo, rey nobilísimo.
Las
regiones ya cristianizadas de Alemania, Aquitania, Inglaterra, se
llenaron de noticias, de la fama que rodeaba el santo ermitaño; de
Micy a Orleans, acudían a Nobilac enfermos de todo tipo, que con
sólo verlo quedaban curados; pero especialmente el santo, libraba a
los prisioneros de guerra (recuérdese que en esos siglos, la
detención se utilizaba para cobrar el rescate). Los prisioneros
dondequiera que lo invocaran, podían ver que las cadenas se rompían,
los candados se abrían, los guardias se distraían, y estos
desgraciados recuperaban su libertad, y se apresuraban a darle las
gracias, y muchos permanecían con él.
Algunos familiares del
santo ermitaño, se asentaron alrededor del monasterio con sus
familias, dando a luz a un pueblo, que luego tomará su nombre.
Murió en un año desconocido, hacia mediados del siglo VI,
pero después del 530, año de la muerte de su mentor, San Remigio.
En el siglo XI, el culto comenzó a extenderse por Europa Central, se
erigieron en su honor varios cientos de las iglesias y capillas, y su
nombre se incluyó en la toponimia y el folclore.
Fue
especialmente venerado en la época de las cruzadas, y cuenta entre
sus devotos al príncipe Bohemundo de Antioquía (Bohemundo de
Hauteville, 1050-1111, hijo de Roberto Guiscardo), hecho prisionero
por los infieles en 1100, durante la Primera Cruzada, y liberado en
1103; él atribuyó su liberación, a la invocación del santo, y
cuando regresó a Europa donó, como exvoto, a la capilla de
Saint-Léonard-de-Noblat, unas cadenas de plata similares a las que
lo habían atado.
En el arte se lo representa casi siempre con
las cadenas, símbolo de su protección especial, para los que están
injustamente presos, y por ese motivo pictórico, es también patrono
de los fabricantes de cadenas, broches, hebillas, etc. Se lo invoca
también para partos difíciles, dolores de cabeza y enfermedades de
los niños.
fuente: Santi e Beati
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Es
uno de los santos más populares de Europa central. En efecto; dice
un estudioso, que en su honor, se erigieron no menos de seiscientas
iglesias y capillas, y su nombre aparece frecuentemente, en la
toponomástica y en el folclor.
El mismo estudioso añade, que
él «despertó una devoción particular, en tiempos de las cruzadas,
y entre los devotos, se cuenta el príncipe Boemundo de Antioquía
que, hecho prisionero por los infieles en 1100, atribuyó su
liberación en 1103 al santo, y, de regreso a Europa, donó al
santuario de Saint-Léonard-de-Noblac, como ex voto, unas cadenas de
plata, parecidas a las que él había llevado durante su cautiverio».
San Leonardo de Noblac (o de Limoges) es un santo «descubierto»
a principios del siglo XI, y a ese período remontan las primeras
biografías, que después inspiraron el culto hacia él.
Leonardo
nació en Galia en tiempos del emperador Anastasio, es decir, entre
el 491 y el 518. Como sus padres, además de nobles, eran amigos de
Clodoveo, el gran jefe de los Francos, éste quiso servir de padrino
en el bautismo del niño. Cuando ya era joven, Leonardo no quiso
seguir la carrera de las armas, y prefirió ponerse al servicio de
San Remigio, que era obispo de Reims. Como San Remigio, sirviéndose
de la amistad con el rey, había obtenido el privilegio de poder
conceder, la libertad a todos los prisioneros que encontrara, también
Leonardo pidió y obtuvo, un poder semejante, que ejerció muchas
veces.
El rey quiso concederle algo más: la dignidad
episcopal. Pero Leonardo, que no aspiraba a glorias humanas, prefirió
retirarse primero a San Maximino en Micy, y después a un lugar
cercano a Limoges, en el centro de un bosque llamado Pavum.
Un
día, su soledad se vio interrumpida por la llegada de Clodoveo que
iba a cacería junto con todo su séquito. Con el rey iba también la
reina, a quien precisamente en ese momento le vinieron los dolores
del parto.
Las oraciones y los cuidados de San Leonardo,
hicieron que el parto saliera muy bien, y entonces el rey, hizo con
el santo un pacto muy particular: le obsequiaría, para construir un
monasterio, todo el territorio que pudiera recorrer a lomo de un
burro. Alrededor del oratorio, en honor de María Santísima, habría
surgido una nueva ciudad.
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