29 De Noviembre de 2023
Beata María Magdalena de la
Encarnación
Virgen y fundadora
(1770-1824)
En
Roma, beata María Magdalena de la Encarnación (Catalina) Sordini,
virgen, fundadora de las Hermanas de la Adoración Perpetua.
Nació
en Porto Santo Stefano (Italia) el 16 de abril de 1770, en el seno de
una familia fervientemente católica. Fue bautizada al día
siguiente, con los nombres de Catalina María Francisca Antonia.
Creció en un ambiente impregnado de religiosidad ejemplar.
Su
padre, Lorenzo Sordini, promovió que en la iglesia parroquial, se
expusiera a la veneración pública, en circunstancias especiales,
con espíritu de amor y reparación, el Santísimo Sacramento, como
por ejemplo el jueves de carnaval. Así, desde su adolescencia,
Catalina pasaba horas en adoración, junto a Jesús sacramentado.
A
los 17 años, recibió una propuesta de matrimonio de parte de
Alfonso, joven de posición acomodada, que le regaló preciosas
joyas. En una ocasión, adornada con ellas, al mirarse en un espejo,
se le apareció el rostro doloroso de Jesús crucificado, que la
invitaba a entregarse totalmente a Él, y le decía: "Catalina,
¿me abandonas por un amor humano?".
En febrero de 1788, ingresó en el monasterio, de las
Terciarias Franciscanas de Ischia di Castro. Al vestir el hábito
religioso, tomó el nombre de sor María Magdalena de la
Encarnación.
El 19 de febrero de 1789, jueves de carnaval, en
el refectorio, vio a "Jesús
como en un trono de gracia, en el Santísimo Sacramento, rodeado de
vírgenes que lo adoraban"
y oyó una voz que le decía: "Te he elegido para instituir, la
obra de las Adoratrices Perpetuas, que día y noche, me ofrecerán su
humilde adoración, para reparar las ofensas y las ingratitudes de la
humanidad, e impetrar gracias y ayudas, de mi divina
misericordia".
Aquel día se convirtió para ella, en el
"día de la luz". El 20 de abril de 1802, fue elegida
abadesa, cargo que ocupó hasta 1807, cuando siguiendo la voluntad de
Dios, que deseaba un nuevo instituto —y escritas las
Constituciones—, se trasladó a Roma, con algunas hermanas, y la
bendición de Pío VII, para fundar el primer monasterio de las
Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento, en el convento de
San Joaquín y Santa Ana, en Quattro Fontane. La fundación tuvo
lugar, el 8 de julio de 1807. Por iniciativa suya, la iglesia se
abrió a la adoración de los fieles laicos.
Gracias a su
unión con Dios cada vez más íntima, a su gran espíritu de fe, y a
su intensa oración en tiempos muy difíciles, por la invasión de
los franceses, después de la Revolución, logró realizar muchas
obras, en beneficio del monasterio, y también de muchas personas que
recurrían a ella.
La madre María Magdalena, profetizó al
Papa Pío VII la deportación a Francia: "Pero no tenga miedo;
nadie le podrá perjudicar, y volverá glorioso a Roma". También
llegó la cruz para las Adoratrices, en forma de supresión del
instituto; y ella fue exiliada a Florencia.
Caído el régimen
napoleónico, en el año 1814, la madre volvió a Roma con algunas
jóvenes florentinas, y el 18 de septiembre de 1817, vistió el nuevo
hábito religioso, que había visto en visión, el "día de la
luz": sayo blanco y escapulario rojo, símbolos del candor
virginal, y del amor a Jesús crucificado y eucarístico.
El
10 de marzo de 1818, la Santa Sede reconoció oficialmente la
congregación, que la madre María Magdalena, puso bajo el patrocinio
de la Virgen de los Dolores.
Murió el 29 de noviembre de 1824
en Roma, donde reposan sus restos. Fue beatificada por SS Benedicto
XVI el 15 de abril de 2007. El instituto cuenta hoy, con más de
noventa monasterios esparcidos por todo el mundo.
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