23 De Noviembre de 2023
San Anfiloquio de Iconio
Obispo
En
Iconio, de Licaonia, San Anfiloquio, obispo, que fue compañero en el
desierto, de los santos Basilio y Gregorio Nacianceno, y también
colega en el episcopado. Esclarecido por su santidad y doctrina,
libró muchas batallas en favor de la fe católica.
San
Anfíloco fue amigo íntimo, de San Gregorio Nacianceno, su primo, y
de San Basilio, aunque era más joven que ellos. Las cartas de esos
dos santos a Anfíloco, son nuestra principal fuente de información.
Anfíloco nació en Capadocia; en su juventud fue retórico
en Constantinopla, donde, según parece, tuvo dificultades
económicas. Siendo todavía joven, se retiró a un sitio solitario,
de las proximidades de Nacianzo, junto con su padre, que era ya muy
anciano.
San Gregorio, daba a su amigo un poco de grano, a
cambio de las legumbres de su huerto. En una carta se queja, en
broma, de que siempre sale perdiendo en el negocio. El año 374,
cuando tenía unos treinta y cinco años, Anfíloco fue elegido
obispo de Iconium (actualmente Konya, en Turquía), y aceptó el
cargo muy contra su voluntad.
El padre de Anfíloco, se quejó
a San Gregorio, de que le habían privado de su hijo. En su
respuesta, el santo afirmó, que no tuvo parte alguna en el
nombramiento, y que él también sufría, al verse privado de su
amigo. San Basilio, a quien probablemente se debía el nombramiento,
escribió a Anfíloco una carta de felicitación; en ella le exhorta
a no dejarse arrastrar nunca al mal, aunque esté de moda, y existan
otros precedentes, puesto que está llamado a guiar a los otros, y no
a dejarse guiar por ellos.
Inmediatamente después de su
consagración, San Anfíloco fue a visitar a San Basilio, en Cesarea.
Allí predicó al pueblo, y sus sermones fueron más apreciados, que
los de todos los extranjeros, que habían predicado en la ciudad. San
Anfíloco consultó frecuentemente a San Basilio, acerca de diversos
puntos de doctrina y disciplina, y gracias a sus ruegos, escribió
San Basilio su tratado sobre el Espíritu Santo.
San
Anfíloco, fue quien predicó el panegírico de San Basilio, en sus
funerales. Nuestro santo reunió en Iconium, un concilio contra los
herejes macedonianos, que negaban la divinidad del Espíritu Santo, y
en el año 381, asistió al Concilio Ecuménico de Constantinopla,
contra los mismos herejes.
Allí conoció a San Jerónimo, a
quien leyó, su propio tratado sobre el Espíritu Santo. Anfíloco
pidió al emperador Teodosio I, que prohibiese las reuniones de
arrianos, pero el emperador se negó, porque juzgaba demasiado
rigurosa esa medida. Poco después fue el santo a palacio.
Arcadio,
que había sido ya proclamado emperador, estaba junto a su padre. San
Anfíloco saludó a Teodosio, e ignoró a su hijo. Cuando Teodosio se
lo hizo notar, el santo acarició la mejilla de Arcadio. Teodosio
montó en cólera. Entonces Anfíloco le dijo: «Veo que no
soportas, que se trate con ligereza a tu hijo. ¿Cómo puedes, pues,
sufrir que se deshonre al Hijo de Dios?»
Impresionado
por esas palabras, el emperador prohibió poco después, las
reuniones públicas y privadas de los arrianos. San Anfíloco,
combatió también celosamente, la naciente herejía de los
mesalianos. Eran éstos maniqueos e iluminados, que ponían la
esencia de la religión en la oración, exclusivamente. El santo
presidió en Sida de Panfilia, un sínodo contra dichos herejes. San
Gregorio Nacianceno llama a San Anfíloco «obispo irreprochable,
ángel y heraldo de la verdad». El padre de nuestro santo,
afirmaba que curaba a los enfermos con sus oraciones.
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