Sexta
Feria, 2 de agosto
SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES O DE LA PORCIÚNCULA
Nuestra
Señora de los Angeles, patrona de Costa Rica
Conocida
también como: porciúncula (pequeña porción). Puedes visitar el
sitio en http://www.porziuncola.org/.
Tienes oraciones al final del texto.
María
es en verdad, Reina de los ángeles y de los santos. Ella es reina
donde Jesús es Rey.
La
ciudad de Los Angeles, California. El nombre completo de la
famosa ciudad de Los Ángeles, en California, es "El Pueblo de
Nuestra Señora, la Reina de los Ángeles", que se fundó como
un eslabón, en la cadena de misiones de Junípero Serra.
María
Santísima, está siempre rodeada de ángeles. El arcángel San
Gabriel, le anuncia que Dios la escogió, para ser Madre del Verbo.
Cuando da a luz al Redentor, coros de ángeles cantan, y anuncian la
buena nueva, en torno al establo de Belén. Los ángeles se la llevan
al cielo, en cuerpo y alma, en la Asunción.
Según
la tradición, los ángeles trasladan su casa, de Nazaret a Loreto,
Italia.
Historia
de la Porciúncula
A 5 km de Asís, Italia, en el valle, se encuentra Santa María de los Ángeles, hermosa basílica, construida sobre LA PORCIUNCULA.
A 5 km de Asís, Italia, en el valle, se encuentra Santa María de los Ángeles, hermosa basílica, construida sobre LA PORCIUNCULA.
La
pequeña capilla de la Porciúncula, fue donde San Francisco de Asís,
fundó la Orden de los Frailes Menores, en el año 1209, confiándola
a la protección de la Virgen, Madre de Cristo, a quien le ha sido
dedicada la iglesia.
Recibió
de los Benedictinos, la capilla para hacerlos centro de su comunidad.
Aquí
vivió San Francisco con sus primeros hermanos.
El
28 de marzo de 1211, Clara de Favarone de Offreduccio, recibió aquí
el hábito religioso, de manos de San Francisco, dando inicio a la
Orden de las Damas Pobres (Clarisas).
En
el año 1216, en una visión, San Francisco obtuvo, del mismo Jesús,
la indulgencia conocida, como "la indulgencia de la Porciúncula"
o "el Perdón de Asís", la cual fue aprobada por el papa
Honorio III.
Aquí,
San Francisco reunía cada año a sus frailes, en los capítulos
(reuniones generales), y aquí él murió.
Entre
las reliquias que se encuentran, en Santa María de los Ángeles:
- - el cordón de San Francisco,
-la estatua del santo, con las palomas que siempre allí anidan,
-las rosas sin espinas, fruto del milagro, cuando el santo se tiró sobre ellas, para rechazar una tentación,
- la capilla de las lágrimas, donde San Francisco rezaba, por la Pasión de Cristo y por los pecadores...
"Yo
deseo, si le parece a su Santidad, por las gracias que Dios concede,
en esa pequeña Iglesia, que todo el que entre en ella, habiéndose
arrepentido sinceramente, confesado, y habiendo recibido la
absolución, que se le borren todos los pecados, y las penas
temporales de ellos en este mundo, y en el purgatorio, desde el día
de su Bautismo, hasta la hora en que entren en esa iglesia".
Indulgencia
y EL PERDON DE ASIS
(indulgencia de la Porciúncula) -condiciones
(indulgencia de la Porciúncula) -condiciones
la
PORCIÚNCULA (Santa María de los Ángeles)
En
una noche de Julio, del año 1216, un fraile oraba fervientemente, en
su pequeña cueva del bosque. Pedía a Dios la virtud de la humildad.
Le
llamaban hermano Francisco, y aunque tenía 34 años, ya era conocido
y amado, por miles de personas. Doce años más tarde, y solo 22
meses después de su muerte, la Santa Madre Iglesia lo proclamaría
santo.
Pero
el "poverelo", se consideró siempre, el mayor de los
pecadores. En el silencio de la noche, imploraba a Dios Todopoderoso,
que tuviese misericordia de los pobres pecadores, recordando las
palabras del Señor: "a menos que
hagan penitencia, todos perecerán".
Pensaba
en su propia juventud, solo doce años antes; había sido inquieto,
frívolo, ambicioso, mujeriego, y por último, soldado. Difícilmente,
le daba algún momento de su atención, a Dios.
Aquella
noche, el Señor le dijo al poverelo: "Francisco, ¿quien
puede hacerte mayor bien, el amo o el siervo?". Francisco
guardó esta lección en su corazón, y decidió poner de primero, lo
primero.
Le
preguntó al amo cómo podría servirle, y Jesús, el amado salvador,
que abrazó la agonía de la cruz, por todos los hombres, le miró
con ternura y afecto, y le dijo: "Repara
mi Iglesia". Desde entonces, cuando Francisco
pensaba en lo delicado, bueno y amoroso que era Jesús, rompía en
llanto, y exclamaba: "¡El amor
no es amado!".
Primero,
Francisco tomó las palabras del Señor literalmente, y con gozo
reparó la capilla, donde había recibido la visión del Señor.
Después bajó al bosque, en el valle de Asís, y reparó la vieja
capilla de Nuestra Señora de los Ángeles, llamada Porciúncula
(pequeña porción).
Por
su devoción a la Santísima Virgen, y por su reverencia a los
ángeles, tomó la porciúncula, como lugar de vivienda. Los
campesinos insistían que ellos, muchas veces escuchaban ángeles,
cantando en la Porciúncula.
Ahí
fue donde los primeros hermanos, se unieron a Él, en la vida nueva
de la santa pobreza, trabajo manual, cuidando a los leprosos,
mendigando, y predicando el amor de Cristo. Siendo los benedictinos,
propietarios de aquel lugar, Francisco pagaba como renta anual, una
canasta de pescado.
Oprimido
por el pensamiento de ser indigno, ante la misión de fundar la orden
religiosa, subió a una cueva en las montañas. Ahí, durante una
tormenta, se echó al piso, y con una perfecta contricción, rogó a
su Salvador, que le perdonara los pecados de su vida pasada.
En
la angustia de su alma, él gritaba: "¿Quien eres Tú, mi
querido Señor y Dios, y quien soy yo, vuestro miserable gusano, de
siervo?. Mi querido Señor, quiero amarte. Mi Señor y mi Dios, te
entrego mi corazón y mi cuerpo, y yo quisiera, si tan solo supiera
cómo, hacer más por amor a Tí!. Repetía: "Señor,
ten misericordia de mí, que soy un pobre pecador".
Luego,
una dulce y gentil paz, la maravillosa paz del Señor, llegó a su
pura y penitente alma, y le dijo: "Francisco,
tus pecados has sido borrados".
Desde
entonces, por la gratitud que sentía, ardía en un deseo apasionado,
de obtener el mismo favor celestial, por todos los pecadores
arrepentidos. Y por eso, oraba y pedía fervientemente esa noche, en
la cueva del bosque.
De
repente, él sintió un impulso irresistible, de ir a la pequeña
Iglesia, la Porciúncula. En cuanto entró, como siempre, se
arrodillo, inclinó su cabeza, y dijo esta oración: "Te
alabamos, Señor Jesucristo, en todas las iglesias del mundo entero,
y te bendecimos, porque por tu santa cruz, redimiste al mundo".
Luego al alzar su mirada, en su asombro, Francisco vio una brillante
luz, arriba del pequeño altar, y en unos rayos misteriosos, él vio
al Señor, con su Santísima Madre, con muchos ángeles.
Con
pleno gozo, y profunda reverencia, Francisco se postró en el piso,
ante esta gloriosa visión, y Jesús le dijo: "Francisco,
pide lo que quieras, para la salvación de los hombres".
Sobrecogido,
al escuchar estas palabras inesperadas, y consumido por un amor
angelical, por su misericordioso Salvador, y por su Santísima Madre,
Francisco exclamó: "Aunque yo soy
un miserable pecador, yo te ruego querido Jesús, que le des esta
gracia a la humanidad: dale a cada uno, de los que vengan a esta
Iglesia, con verdadera contrición y confiesen sus pecados, el perdón
completo, e indulgencias de todos sus pecados".
Viendo
que el Señor, se mantenía en silencio, Francisco se dirigió, con
un confiado amor, a María, refugio de los pecadores, y le suplicó:
"Te ruego, a Ti, Santísima Madre,
la abogada de la raza humana, que intercedas conmigo, por esta
petición". Entonces Jesús miró a María, y
Francisco se alegró al ver a Ella sonreír a su Divino Hijo, como
que si dijera: "por favor, concedele
a Francisco, lo que te pide, ya que esa petición me hace feliz a
mi".
Inmediatamente
Nuestro Señor, le dijo a Francisco: "Te
concedo lo que pides, pero debes de ir a mi Vicario, el Papa, y
pídele que apruebe esta indulgencia". La visión,
entonces, se desvaneció, dejando a Francisco, en el piso de la
capilla, llorando de alegría, con profundo amor y agradecimiento.
Temprano
en la mañana, Francisco salió con el Hermano Maceo, a la cercana
ciudad de Perugia, donde un nuevo Papa, había sido electo; se
llamaba Honorio III.
En
el camino, Francisco empezó a preocuparse, ya que iba a pedirle al
Papa, un privilegio muy grande, para una capilla desconocida. Ese
tipo de indulgencia, solo se le había concedido, a la tumba de
Cristo, a la de San Pedro y San Pablo, y a los que participaban en
las cruzadas. Entonces Francisco, oró arduamente a Nuestra Señora
de los Ángeles.
Cuando
llegó el turno de hablar con el Papa, Francisco se dirigió con gran
humildad:
"Su
santidad, unos años atrás, reparé una pequeña Iglesia, en honor a
la Santísima Virgen. Le suplico, le conceda recibir indulgencias,
pero sin tener que dar ninguna ofrenda" (Francisco pensaba en
los pobres).
El
Papa replicó:"No es muy razonable lo que pides, pues quien
desea una indulgencia, debe hacer un sacrificio. Pero bueno, ¿de
cuantos años quieres que sea esta indulgencia?
-Francisco
respondió: "Santo Padre, podría usted no darle años
específicos, sino almas?
-¿Qué
significa eso de almas, Francisco?.
Ahora
Francisco, tuvo que elevar una oración ferviente a Nuestra Señora,
ya que debía explicarle al Papa, lo que significaba su petición.
Con
mucha humildad, pero con firmeza, hizo su extraordinaria petición,
la que ha sido conocida, como la indulgencia de la Porciúncula.
"Yo
deseo, si le parece a su Santidad, por las gracias que Dios conceda,
en esa pequeña Iglesia, que todo el que entre en ella, habiéndose
arrepentido sinceramente, confesado, y habiendo recibido la
absolución, que se le borren todos los pecados, y las penas
temporales de ellos, en este mundo, y en el purgatorio, desde el día
de su Bautismo, hasta la hora en que entren en esa iglesia".
Impresionado
por esta firme y sincera petición, el Papa exclamó: "Estás
pidiendo algo muy grande Francisco, ya que no es la costumbre de la
Corte Romana, conceder ese tipo de indulgencia".
Reconociendo
que esta oportunidad, de traer gracias a la humanidad, podía
desvanecerse en aquel instante, Francisco añadió con fervor y
vehemencia, y con una serenidad devastadora: "Reverendísimo
Santo Padre, yo no le pido esto por mí mismo, lo pido en nombre de
Aquel que me ha enviado, Nuestro Señor Jesucristo".
En
ese momento, el Papa recordó que su gran predecesor, Inocencio III,
estaba convencido, que Cristo se le aparecía, y guiaba de manera
especial, a este pequeño y santo “poverelo”.
Movido,
por el Espíritu Santo, el vicario de Cristo, solemnemente declaró
tres veces: es mi deseo, que se te sea
concedida tu petición. Pero los cardenales que
estaban presentes, al escuchar esta innovación revolucionaria,
protestaron y reclamaron al Papa, que esta rica y nueva indulgencia,
debilitaría las cruzadas. En términos fuertísimos, le exigieron
que la cancelara. Pero el Papa les dijo, "yo no cancelo lo
que he concedido".
"Entonces
restríngela lo más posible".
El
Santo Padre llamó a Francisco, y le dijo: "nosotros te
concedemos esta indulgencia, y debe ser válida perpetuamente, pero
solo en un día cada año, desde las vísperas,
a través de la noche, hasta las vísperas del siguiente día".
Francisco
sumisamente bajó la cabeza, y después de agradecer al Papa, se
levantó, y comenzó a salir. Pero el Papa le llamó: "¿Adónde
vas, tú pequeño “poverelo”?. No tienes garantía sobre esta
indulgencia".
Francisco
se volvió hacia él, y con su simpática y confiada sonrisa le dijo:
"Santo Padre, su Palabra es
suficiente para mí, si esta es la obra de Dios, es Él quien hará
su obra manifiesta. No necesito ningún otro documento. La Santísima
Virgen María, habrá de ser la garantía, Cristo el notario, y los
ángeles los testigos". (recordando la visión).
Francisco
escuchó estas palabras, en su oración: "Francisco,
quiero que sepas que esta indulgencia, que ha sido concedida a ti en
la tierra, ha sido confirmada en el cielo". Con
gran gozo, compartió esta revelación al hermano Maceo, y juntos
aligeraron el paso, para ir a darle gracias, a Nuestra Señora de los
Ángeles, en la Porciúncula.
Para
la solemne inauguración de este perdón, en la Porciúncula,
Francisco escogió Agosto 2, porque fue el primer aniversario, de la
consagración de esta santa capilla, y porque Agosto 1, era la fiesta
de la liberación de San Pedro, de las cadenas que tenía en la
cárcel (Agosto 2, es el día de Nuestra Señora de los Ángeles).
En
presencia de los obispos de Asís, Perugia, Todi, Spoleto, Gubbio,
Nocera y Foligno, anunció Francisco a la multitud, la gran noticia:
«Quiero mandaros a todos al paraíso,
anunciándoos la indulgencia, que me ha sido otorgada por el Papa
Honorio. Sabed pues, que todos los aquí presentes, como también
cuantos vinieren a orar en esta iglesia, obtendrán la remisión de
todos sus pecados».
Jesús
y María, confirmaron su aprobación, del Gran Perdón de la
Porciúncula. Una vez a un santo fraile franciscano, Beato
Conrado de Ofida, la Virgen Santísima se le apareció, envuelta en
un rayo de luz, con el niño Jesús en sus brazos, en la puerta de la
Porciúncula. El niño bendecía, a todos los peregrinos que
entraban, en la capilla de su Madre, para adquirir el perdón de los
pecados.
Más
tarde, los obispos de Asís y otros Papas, promulgaron documentos
confirmando "El gran Perdón de la Porciúncula". La
pequeña iglesia, dedicada a la Santísima Virgen, se convirtió en
uno de los más famosos santuarios, de peregrinación de toda Europa.
Más tarde, Gregorio XV, hizo extensivo el jubileo de la Porciúncula,
a todas las iglesias franciscanas del mundo.
En
1921, el Papa Benedicto XV, canceló la restricción, de manera que
se pueda obtener indulgencias cualquier día. Según el decreto de la
Penitenciaría Apostólica, del 15 de julio de 1918 («Portiuncolae
sacrae aedes»), se puede ganar la indulgencia en La Porciúncula
durante todo el año, una sola vez al día.
Cada
año una multitud de fieles acude allí, para recibir el «Perdón de
Asís», también llamado «Indulgencia de la Porciúncula».
Condiciones
para obtener la indulgencia
El
Perdón de Asís se puede obtener una sola vez
-PARA QUIEN: Para uno mismo, o por los difuntos.
-DONDE Y CUANDO: Visitando las basílicas de San Francisco, y la Porciúncula de Asís, cualquier día del año, o cualquier iglesia franciscana, o cualquier catedral o parroquia del mundo, desde el mediodía del 1ª de agosto, hasta la medianoche del 2 de agosto.
-PARA QUIEN: Para uno mismo, o por los difuntos.
-DONDE Y CUANDO: Visitando las basílicas de San Francisco, y la Porciúncula de Asís, cualquier día del año, o cualquier iglesia franciscana, o cualquier catedral o parroquia del mundo, desde el mediodía del 1ª de agosto, hasta la medianoche del 2 de agosto.
Las
condiciones son las prescritas para las indulgencias plenarias.
1ª)
Confesión sacramental y Santa Comunión
2ª) Exclusión de cualquier apego al pecado.
3ª) Rezar según las intenciones del Sumo Pontífice.
PADRE NUESTRO…
PROFESIÓN DE FE: Credo
2ª) Exclusión de cualquier apego al pecado.
3ª) Rezar según las intenciones del Sumo Pontífice.
PADRE NUESTRO…
PROFESIÓN DE FE: Credo
ORACIÓN
A NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES
"Salve,
celestial Señora, Reina de los Ángeles, poderosa y benigna abogada
nuestra, María: sé mil veces bendita y agradecida, por el insigne
favor, de haber obtenido de tu Hijo divino, para tu siervo Francisco,
la gran indulgencia del perdón de Asís, en beneficio de la Iglesia.
Vuelve
a nosotros tus ojos bondadosos, desde el trono radiante de gloria,
donde has sido exaltada, y desde el que derramas tantos tesoros de
gracias.
Haz
que nos arrepintamos sinceramente, de todas nuestras faltas, y que
podamos obtener de tu Hijo Jesús, un perdón generoso; para que
después de haber hecho aquí, en la tierra, frutos dignos de
penitencia, podamos un día verte, alabarte y bendecirte, con los
ángeles y los santos, en la gloria del Reino. Amén”.
Testimonio
de Simone Weil, hija de Israel, fascinada por Cristo: «Mientras
estaba sola en la capillita románica, de Santa María de los
Ángeles, incomparable milagro de pureza, donde san Francisco rezó
tan a menudo, algo más fuerte que yo, me obligó, por primera vez en
mi vida, a arrodillarme» (Autobiografía espiritual).
DULZURA
DE LOS ÁNGELES
de la
liturgia bizantina
Dulzura
de los ángeles, alegría de los afligidos,
abogada
de los cristianos, Virgen Madre del Señor,
protégeme
y sálvame, de los sufrimientos eternos.
María,
purísimo incensario de oro,
que
ha contenido a la Trinidad excelsa;
en
tí se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y
el
Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra,
Virgen,
te ha hecho madre de Dios.
Nosotros
nos alegramos en ti, Theotókos;
tú
eres nuestra defensa ante Dios.
Extiende
tu mano invencible, y aplasta a nuestros enemigos.
Manda
a tus siervos el socorro del cielo. Amén.
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