lunes, 19 de agosto de 2019


Segunda Feria, 19 de agosto

San Juan Eudes


1601-1680

Apóstol de la devoción, a los Sagrados Corazones de Jesús y María

"Nuestro deseo, nuestro objetivo, y nuestra principal preocupación, debe ser formar a Jesús en nosotros, y hacer que en nuestros corazones, reine su espíritu, su devoción, sus afectos, sus deseos, y sus disposiciones. Toda nuestra vida religiosa, debe tender a eso. Tal es la tarea que Dios nos ha confiado, para que trabajemos en ella constantemente" - de su obra "La vida y el reinado de Jesús, en las almas cristianas”.

Breve
Nació en la diócesis de Séez (Francia), en el año 1601; recibió la ordenación sacerdotal, y se dedicó por varios años, a la predicación en las parroquias.

Fundó dos Congregaciones religiosas, una destinada a la formación de los seminaristas, y la otra, al cuidado de las mujeres, cuya vida cristiana estaba en peligro.

Fomentó en gran manera, la devoción a los Corazones de Jesús y de María.

-Llamado por el Papa "Padre, Doctor y Apóstol, del culto litúrgico a los Sagrados Corazones",

- Fué el primero que organizó y celebró, la fiesta del Corazón de Jesús, y del Corazón Inmaculado de María.

- Fué el primero que escribió, la liturgia de las horas, de cada una de esas fiestas.

-Fundador de las Congregaciones de Jesús y María, y de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio.

San Juan Eudes propagó dos nuevas devociones, que llegaron a ser sumamente populares: La devoción al Corazón de Jesús, y la devoción al Corazón de María. Escribió un hermoso libro, titulado: "El Admirable Corazón de la Madre de Dios", para explicar el amor que María, ha tenido por Dios, y por nosotros.

Él compuso también, un oficio litúrgico, en honor del corazón de María, y en sus congregaciones celebraba cada año, la fiesta del Inmaculado Corazón.

Otro de sus Libros se titula: "La devoción al Corazón de Jesús". Por eso, el Papa San Pío X, llamaba a San Juan Eudes: "El apóstol de la devoción, a los Sagrados Corazones".

Redactó también dos libros, que han hecho mucho bien a los sacerdotes: "El buen Confesor", y "El predicador apostólico".

Enseñaba que el Sagrado Corazón, es un horno de Amor Divino. Los que desean unirse a su corazón, son purificados, inflamados y transformados, por el Fuego Divino.

Murió en el año 1680.

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SOBRE LA SANTA MISA:
Harían falta tres eternidades, para celebrar dignamente la misa:
-una eternidad para prepararse
-una eternidad para celebrarla
-y una eternidad para dar gracias
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En la segunda mitad del siglo XVI, vivía en Ri, Normandía (Francia), un granjero llamado Isaac Eudes, casado con Marta Corbin.

Como no tenían hijos, al cabo de dos años de matrimonio, ambos esposos fueron en peregrinación, a un santuario de Nuestra Señora. Nueve meses después, tuvieron un hijo, al que siguieron otros cinco.

El mayor recibió el nombre de Juan, y desde niño, dio muestras de gran inclinación, al amor de Dios. Se cuenta que cuando tenía nueve años, un compañero de juegos le abofeteó; en vez de responder en la misma forma, Juan siguió el consejo evangélico, y le presentó la otra mejilla.

A los catorce años, Juan ingresó, en el colegio de los jesuitas de Caén. Sus padres deseaban que se casara, y siguiera trabajando la granja de la familia. Pero Juan, que había hecho voto de virginidad, recibió las órdenes menores en 1621, y estudió teología en Caén, con la intención de consagrarse, a los ministerios parroquiales.

Sin embargo, poco después, determinó ingresar en la congregación del oratorio, que había sido fundada en 1611, por el futuro cardenal Pedro de Bérulle. Tras recabar con gran dificultad, el permiso paterno, fue recibido en París, por el superior general en 1623.

Juan había sido hasta entonces, un joven ejemplar: su conducta en la congregación, no lo fue menos, de suerte que el Padre Bérulle, le dio permiso de predicar, aunque sólo había recibido las órdenes menores.

Al cabo de un año en París, Juan fue enviado a Aubervilliers, a estudiar bajo la dirección, del Padre Carlos de Condren, el cual, según la expresión de Santa Juana Francisca de Chantal, "estaba hecho para educar ángeles". El fin de la congregación del oratorio, consistía en promover, la perfección sacerdotal, y Juan Eudes tuvo la suerte, de ser introducido en ella, por dos hombres de la talla de Condren y Bérulle.

Al servicio de los enfermos
Dos años más tarde, se desató en Normandía, una violenta epidemia de peste, y Juan se ofreció, para asistir a sus compatriotas. Bérulle le envió al obispo de Séez, con una carta de presentación, en la que decía: "La caridad exige, que emplee sus grandes dones, al servicio de la provincia, en la que recibió la vida, la gracia y las órdenes sagradas, y que su diócesis sea la primera, en gozar de los frutos, que se pueden esperar de su habilidad, bondad, prudencia, energía y vida".

El Padre Eudes pasó dos meses, en la asistencia a los enfermos, en lo espiritual y en lo material. Después fue enviado al oratorio de Caén, donde permaneció, hasta que una nueva epidemia, se desató en esa ciudad, en 1631. Para evitar el peligro de contagiar a sus hermanos, Juan se apartó de ellos, y vivió en el campo, donde recibía la comida del convento.

Predicador ungido
Pasó los diez años siguientes, en la prédica de misiones al pueblo, preparándose así, para la tarea a la que Dios le tenía destinado. En aquella época, empezaron a organizarse las misiones populares, en su forma actual. San Juan Eudes, se distinguió entre todos los misioneros.

En cuanto acababa de predicar, se sentaba a oír confesiones, ya que según él, "el predicador agita las ramas, pero el confesor, es el que caza los pájaros". Monseñor Le Camus, amigo de San Francisco de Sales, dijo refiriéndose al Padre Eudes: "Yo he oído, a los mejores predicadores de Italia y Francia, y os aseguro, que ninguno de ellos, mueve tanto a las gentes, como este buen padre". San Juan Eudes, predicó en su vida unas ciento diez misiones.

Confesor: Las gentes decían de él: "En la predicación es un león, y en la confesión un cordero".

Las mujeres atrapadas en mala vida
Una de las experiencias que adquirió, durante sus años de misionero, fue que las mujeres de mala vida, que intentaban convertirse, se encontraban en una situación particularmente difícil.

Durante algún tiempo, trató de resolver la dificultad, alojándolas provisionalmente, en las casas de las familias piadosas, pero cayó en la cuenta, de que el remedio, no era del todo adecuado.

Magdalena Lamy, una mujer de humilde origen, que había dado albergue a varias convertidas, dijo un día al santo: "Ahora os vais tranquilamente a una iglesia, a rezar con devoción ante las imágenes, y con ello creéis cumplir con vuestro deber. No os engañéis, vuestro deber es alojar decentemente, a estas pobres mujeres, que se pierden, porque nadie les tiende la mano".

Estas palabras, produjeron una profunda impresión en San Juan Eudes, quien alquiló en 1671, una casa para las mujeres arrepentidas; en la que podían albergarse, en tanto que encontraban, un empleo decente. Viendo que la obra, necesitaba la atención de religiosas, el santo la ofreció a las visitandinas, quienes se apresuraron a aceptarla.

Formación del clero
San Juan Eudes se dio cuenta, de que para que el pueblo sea ferviente, y llevarlo a la santidad, era necesario proveerlo, de muy buenos y santos sacerdotes, y que para formarlos, se necesitaban seminarios, donde los jóvenes recibieran, una muy esmerada preparación. Por eso, se propuso fundar seminarios, en los cuales los futuros sacerdotes, fueran esmeradamente preparados, para su sagrado ministerio.

Después de mucho orar, reflexionar y consultar, San Juan Eudes abandonó la congregación del oratorio, en 1643. La experiencia le enseñó, que el clero necesitaba reformarse antes que los fieles, y que la congregación, sólo podría conseguir su fin, mediante la fundación de seminarios.

El Padre Condren, que había sido nombrado superior general, estaba de acuerdo con el santo; pero su sucesor, el Padre Bourgoing, se negó a aprobar el proyecto, de la fundación de un seminario en Caén.

Entonces el Padre Eudes, decidió formar una asociación de sacerdotes diocesanos, cuyo fin principal, sería la creación de seminarios, con miras a la formación de un clero parroquial celoso. La nueva asociación quedó fundada, el día de la Anunciación de 1643, en Caén, con el nombre de "Congregación de Jesús y María".

Sus miembros, como los del oratorio, eran sacerdotes diocesanos, y no estaban obligados por ningún voto. San Juan Eudes, y sus cinco primeros compañeros, se consagraron a "la Santísima Trinidad, que es el primer principio, y el último fin, de la santidad del sacerdocio". El distintivo de la congregación, era el Corazón de Jesús, en el que estaba incluido místicamente el de María; como símbolo del amor eterno, de Jesús por los hombres.

La congregación encontró gran oposición, sobre todo por parte de los jansenistas, y de los padres del oratorio. En 1646, el Padre Eudes envió a Roma, al Padre Manoury, para que recabase la aprobación pontificia, para la congregación, pero la oposición era tan fuerte, que la empresa fracasó.

En 1650, el obispo de Coutances, pidió a San Juan, que fundase un seminario en dicha ciudad. El año siguiente, M. Oliver, que consideraba al santo, como "la maravilla de su época", le invitó a predicar una misión de diez semanas, en la iglesia de San Sulpicio de París.

Mientras se hallaba en esa misión, el Padre Eudes recibió la noticia, de que el Obispo de Bayeux, acababa de aprobar la congregación, de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio, formada por las religiosas, que atendían a las mujeres arrepentidas de Caén.

En 1653, San Juan fundó en Lisieux un seminario, al que siguió otro en Rouen, en 1659. ¡En seguida, el santo se dirigió a Roma, a tratar de conseguir la aprobación pontificia, para su congregación; pero los santos no siempre tienen éxito, y San Juan Eudes fracasó en Roma.

Un año después, una bula de Alejandro VII, aprobó la Congregación de las Hermanas, de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio. Ese fue el coronamiento de la obra, que el Padre Eudes y Magdalena Larny, habían emprendido treinta años antes, en favor de las pecadoras arrepentidas. San Juan siguió predicando misiones con gran éxito; en 1666, fundó un seminario en Evreux, y en 1670, otro en Rennes.

Al año siguiente, publicó un libro titulado, "La Devoción al Adorable Corazón de Jesús". Ya antes, el santo había instituido en su congregación, una fiesta del Santísimo Corazón de María.

En su libro, incluyó el propio de una misa, y un oficio del Sagrado Corazón de Jesús. El 31 de agosto de 1670, se celebró por primera vez dicha fiesta, en la capilla del seminario de Rennes, y pronto se extendió a otras diócesis.

Así pues, aunque San Juan Eudes, no haya sido el primer apóstol, de la devoción al Sagrado Corazón, en su forma actual, fue sin embargo él, "quien introdujo el culto del Sagrado Corazón de Jesús, y del Santo Corazón de María”, como lo dijo León XIII en 1903. El decreto de beatificación añadía: "Él fue el primero, que por divina inspiración, les tributó un culto litúrgico".

Clemente X publicó seis breves resoluciones, por los que concedía indulgencias, a las cofradías de los Sagrados Corazones de Jesús y María, instituidas en los seminarios de San Juan Eudes.

Durante los últimos años de su vida, el santo escribió su tratado, sobre "el Admirable Corazón de la Santísima Madre de Dios"; trabajó en la obra mucho tiempo, y la terminó un mes antes de morir.

Su última misión, fue la que predicó en Sain-Lö, en 1675, en plena plaza pública, con un frío glacial. La misión duró nueve semanas. El esfuerzo enorme, acabó con su salud, y a partir de entonces, se retiró prácticamente, de la vida activa.

Su muerte ocurrió el 19 de agosto de 1680.

Fue canonizado en 1925, y su fiesta fue incluida, en el calendario de la Iglesia de Occidente, en 1928.

-Fuente: Vida de los Santos, Butler, vol. III

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Del Oficio de Lectura, 19 de agosto
San Juan Eudes, Presbítero

Fuente de salvación y de vida verdadera

Del tratado de San Juan Eudes, presbítero, sobre el admirable Corazón de Jesús
Libro 1,5: Opera omnia 6,7. 113-115

Te pido que pienses, que nuestro Señor Jesucristo, es realmente tu cabeza, y que tú eres uno de sus miembros. Él es para ti, como la cabeza para con los miembros; todo lo suyo es tuyo: el espíritu, el corazón, el cuerpo, el alma y todas sus facultades; y tú debes usar de todo ello, como de algo propio, para que sirviéndolo, lo alabes, lo ames y lo glorifiques.

En cuanto a ti, eres para Él, como el miembro para con la cabeza, por lo cual Él desea intensamente, usar de todas tus facultades, como propias, para servir y glorificar al Padre.

Y Él no es para ti, sólo eso que hemos dicho, sino que además, quiere estar en ti, viviendo y dominando en ti, a la manera que la cabeza, vive en sus miembros, y los gobierna.

Quiere que todo lo que hay en Él, viva y domine en ti: su espíritu en tu espíritu, su corazón en el tuyo, todas las facultades de su alma, en las tuyas, de modo que en ti, se realicen aquellas palabras: “Glorificad a Dios con vuestro cuerpo, y que la vida de Jesús, se manifieste en vosotros”.

Igualmente, tú no sólo eres para el Hijo de Dios, sino que debes estar en Él, como los miembros están en la cabeza. Todo lo que hay en ti, debe ser injertado en Él, y de Él debes recibir la vida, y ser gobernado por Él. Fuera de Él, no hallarás la vida verdadera, ya que Él, es la única fuente de vida verdadera; fuera de Él, no hallarás sino muerte y destrucción.

Él ha de ser, el único principio de toda tu actividad, y de todas tus energías; debes vivir de Él y por Él, para que en ti, se cumplan aquellas palabras: “Ninguno de nosotros, vive para sí mismo, y ninguno muere para sí mismo”.

Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte, somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.

Eres por tanto, una sola cosa con Jesús, del mismo modo que los miembros, son una sola cosa con la cabeza; y por eso, debes tener con Él un solo espíritu, una sola alma, una sola vida, una sola voluntad, un solo sentir, un solo corazón. Y Él debe ser tu espíritu; tu corazón, tu amor, tu vida y todo lo tuyo.

Todas estas grandezas del cristiano, tienen su origen en el bautismo; son aumentadas y corroboradas, por el sacramento de la confirmación, y por el buen empleo, de las demás gracias comunicadas por Dios, que en la sagrada Eucaristía, encuentran su mejor complemento.

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Magnificat a los Dos Corazones
San Juan Eudes



Proclaman nuestras almas, la grandeza del amor de los Corazones de Jesús y María.

Se regocijan nuestros corazones, por la gran obra que han hecho en nosotros.
Jesús y María nos entregaron sus corazones, para que vivamos siempre en su amor, y lo demos a conocer al mundo entero.

¡Gracias infinitas, les sean dadas a los Dos Corazones, por este don inefable!
.
Cosas grandes han hecho en nuestros corazones, desde el vientre materno nos hicieron suyos. Del abismo de nuestras miserias, nos atrajeron al reino de su amor y misericordia.

¡Gracias infinitas, les sean dadas a los Dos Corazones, por este don inefable!.

Nos fueron formando, guiando, moldeando a través de espinas y rosas, cruces y glorias, dirigiéndonos por el camino de la vida, y preparándonos, para reconocernos, en el momento en que se encontraran nuestros corazones.

¡Gracias infinitas, les sean dadas a los Dos Corazones, por este don inefable!.

Con la fuerza de su amor, nos atrajeron hacia sí, grabando en el corazón de uno, el llamado sublime al sacerdocio, grabando en su interior, el deseo de ofrecerse como víctima de consolación, y reparación al Corazón Eucarístico, y traspasado de Jesús.

¡Gracias infinitas les sean dadas, a los Dos Corazones, por este don inefable!.

Ese mismo amor atrae al otro corazón, hacia la vida religiosa, la hace esposa y madre, y ofrenda de amor oblativo, para sus Dos Corazones traspasados en la Cruz.

¡Gracias infinitas, les sean dadas a los Dos Corazones por este don inefable!.

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El misterio de Cristo en nosotros, y en la Iglesia

San Juan Eudes
Tratado sobre el reino de Jesús. Parte 3, 4

Debemos continuar y completar en nosotros, los estados y misterios de la vida de Cristo, y suplicarle con frecuencia, que los consume y complete en nosotros, y en toda su Iglesia.

Porque los misterios de Jesús, no han llegado todavía, a su total perfección y plenitud. Han llegado ciertamente, a su perfección y plenitud, en la persona de Jesús, pero no en nosotros, que somos sus miembros, ni en su Iglesia, que es su cuerpo místico.

El Hijo de Dios quiere comunicar, y extender en cierto modo, y continuar sus misterios en nosotros, y en toda su Iglesia, ya sea mediante las gracias, que ha determinado otorgarnos, ya mediante los efectos, que quiere producir en nosotros, a través de estos misterios. En este sentido, quiere completarlos en nosotros.

Por esto, San Pablo dice, que Cristo halla su plenitud en la Iglesia, y que todos nosotros, contribuimos a su edificación, y a la medida de Cristo, en su plenitud, es decir, a aquella edad mística, que Él tiene en su cuerpo místico, y que no llegará a su plenitud, hasta el día del juicio. El mismo Apóstol dice, en otro lugar, que él completa en su carne, los dolores de Cristo.

De este modo, el Hijo de Dios, ha determinado consumar y completar en nosotros, todos los estados y misterios de su vida. Quiere llevar a término en nosotros, los misterios de su encarnación, de su nacimiento, de su vida oculta, formándose en nosotros, y volviendo a nacer en nuestras almas, por los santos sacramentos del bautismo, y de la sagrada eucaristía, y haciendo que llevemos una vida espiritual interior, escondida con Él en Dios.

Quiere completar en nosotros, el misterio de su pasión, muerte y resurrección, haciendo que suframos, muramos y resucitemos con Él y en Él. Finalmente, completará en nosotros, su estado de vida gloriosa e inmortal, cuando haga que vivamos, con Él y en Él, una vida gloriosa y eterna en el cielo.

Del mismo modo, quiere consumar y completar, los demás estados y misterios de su vida, en nosotros, y en su Iglesia, haciendo que nosotros los compartamos, y participemos de ellos, y que en nosotros, sean continuados y prolongados.

Según esto, los misterios de Cristo, no estarán completos, hasta el final de aquel tiempo, que Él ha destinado, para la plena realización de sus misterios, en nosotros y en la Iglesia, es decir, hasta el fin del mundo.

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ORACION DE MISERICORDIA
A LOS CORAZONES DE JESUS Y MARIA

Oh benevolísimo y misericordísimo
Corazón de Jesús,
estampa en nuestros corazones
una imagen perfecta de tu gran misericordia,
para que podamos cumplir
el mandamiento que nos diste:
"Serás misericordioso
como lo es tu Padre ".

Madre de la misericordia,
vela sobre tanta desgracia, tantos pobres,
tantos cautivos, tantos prisioneros,
tantos hombres y mujeres que sufren persecución
en manos de sus hermanos y hermanas,
tanta gente indefensa,
tantas almas afligidas,
tantos corazones inquietos,

Madre de la misericordia,
abre los ojos de tu clemencia
y contempla nuestra desolación.
Abre los oídos de tu bondad
y oye nuestra súplica.

Amorosísima y poderosísima abogada,
demuéstranos que eres en verdad
la Madre de la Misericordia.

OFRECIMIENTO

Oh Jesús, el Único Hijo de Dios,
el Único Hijo de María,
te ofrezco el Corazón bondadosísimo
de tu Madre Divina,
el cual para ti es el más precioso
y agradable de todos.

Oh María, Madre de Jesús,
te ofrezco el Corazón Sagradísimo
de tu amado Hijo,
quien es la vida y el amor de tu Corazón

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Oración al Corazón Traspasado de Jesús

Oh mi amadísimo y gentil Jesús, deseo con todos los afectos de mi corazón, que todas las criaturas te alaben, honren y glorifiquen eternamente, por la sagrada llaga de Tu costado.

Yo deposito y encierro en la llaga abierta de Tu Corazón, mi corazón y todos mis sentimientos, pensamientos, deseos, intenciones, y todas las facultades de mi mente.

Te ruego, por la preciosa Sangre y Agua, que brotaron de Vuestro preciosísimo Corazón, que tomes entera posesión de mí, que me guíes en todas las cosas.

Consúmeme en el fuego ardiente de Tu santo Amor, para que sea de tal modo absorbido y transformado en Tí, que ya yo no sea sino uno Contigo.

(Del libro de San Juan Eudes, El Sagrado Corazón de Jesús. Esta oración es de Lansperigius "Rosario de la Pasión de Nuestro Señor," en su trabajo titulado Pharetra divini amoris, libro 1, parte 5. Traducido y adaptado:P. Jordi Rivero)

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Oración de unión con el Corazón de Jesús

Oh Corazón de mi Salvador, digno y dador de todo amor, se Tú el Corazón de mi corazón, el alma de mi alma, el espíritu de mi espíritu, la vida de mi vida, y el único principio de todos mis pensamientos, palabras y acciones, de todas las facultades de mi alma, y de todos mis sentidos, tanto internos como externos. Amén.

(De San Juan Eudes, El Sagrado Corazón de Jesús, sexta meditación para la fiesta de Sagrado Corazón, segundo punto. Traducción: P.Jordi Rivero)

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Oración de Misericordia a los Corazones de Jesús y María
San Juan Eudes

Oh benevolísimo y misericordísimo
Corazón de Jesús,
estampa en nuestros corazones,
una imagen perfecta de tu gran misericordia,
para que podamos cumplir
el mandamiento que nos diste:

"Serás misericordioso
como lo es tu Padre ".

Madre de la misericordia,
vela sobre tanta desgracia, tantos pobres,
tantos cautivos, tantos prisioneros,
tantos hombres y mujeres que sufren persecución
en manos de sus hermanos y hermanas,
tanta gente indefensa,
tantas almas afligidas,
tantos corazones inquietos,

Madre de la misericordia,
abre los ojos de tu clemencia
y contempla nuestra desolación.
Abre los oídos de tu bondad
y oye nuestra súplica.

Amorosísima y poderosísima abogada,
demuéstranos que eres en verdad
la Madre de la Misericordia.

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OFRECIMIENTO A LOS DOS CORAZONES
San Juan Eudes

Oh Jesús, el Único Hijo de Dios,
el Único Hijo de María,
te ofrezco el Corazón bondadosísimo
de tu Madre Divina,
el cual para ti es el más precioso
y agradable de todos.

Oh María, Madre de Jesús,
te ofrezco el Corazón Sagradísimo
de tu amado Hijo,
quien es la vida y el amor de tu Corazón.

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Saludo al Corazón de Jesús y de María
San Juan Eudes

Te saludamos, Corazón santo,
Te saludamos, Corazón manso,
Te saludamos, Corazón humilde,
Te saludamos, Corazón puro,
Te saludamos, Corazón sacerdotal,
Te saludamos, Corazón sabio,
Te saludamos, Corazón paciente,
Te saludamos, Corazón obediente,
Te saludamos, Corazón atento a la voluntad del Padre,
Te saludamos, Corazón fiel,
Te saludamos, Corazón fuente de felicidad,
Te saludamos, Corazón misericordioso,
Te saludamos, Corazón amante,

Te adoramos,
Te alabamos,
Te glorificamos,
Te damos gracias,
Te amamos,
Con todo nuestro corazón,
Con toda nuestra alma,
Con todas nuestras fuerzas,

Te ofrecemos nuestro corazón,
Te lo damos,
Te lo consagramos,
Te lo ofrecemos,
Recíbelo y poséelo totalmente,

Purifícalo,
Ilumínalo,
Santifícalo,
Y vive y reina en él, ahora y por siempre jamás.
AMEN.
Saludo a María
Yo te saludo, María, Hija de Dios Padre,
Yo te saludo, María, Madre de Dios Hijo,
Yo te saludo, María, Esposa del Espíritu Santo,
Yo te saludo, María, Templo de la Divinidad,
Yo te saludo, María, Virgen de las vírgenes, de quién el Rey de los
cielos ha querido nacer,
Yo te saludo, María, Reina de los mártires,
Yo te saludo, María, Reina del mundo,
Yo te saludo, María, Reina de mi Corazón,
Yo te saludo, María, llena de gracia,

Bendito sea el fruto de tus entrañas, Jesús,
Bendito sea tu esposo, San José,
Bendito sea tu padre, San Joaquín,
Bendita sea tu madre, Santa Ana,
Bendito sea tu hijo, San Juan,
Bendito sea tu ángel, San Gabriel,
Benditos sean todos aquellos que te aman y te bendicen.
Amén

Ofrecimiento del Corazón de Jesús por Las Negligencias Diarias

Padre Eterno, Os ofrezco el Sagrado Corazón de Jesús,
con todo Su AMOR, todos Sus SUFRIMIENTOS,
y todos Sus Méritos.

PRIMERO- Para expiar todos los pecados que he cometido este día, y durante toda mi vida. -¡Gloria al Padre, y al Hijo...!

SEGUNDO- Para purificar el bien, que he hecho mal este día, y durante toda mi vida. - ¡Gloria al Padre, y al Hijo...!

TERCERO - Para suplir por el bien, que yo debía de haber hecho, y que he omitido este Día, y durante toda mi vida. -¡Gloria al Padre, y al Hijo...!

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NOVENA A LOS DOS CORAZONES
(Madre Adela Galindo)

Oh, Sagrado Corazón de Jesús,
que por amor te dejaste traspasar derramando sangre y agua,
te pedimos nos liberes, purifiques y nos concedas la gracia
de que nuestros corazones sean transformados
de corazones de piedra a corazones de carne.

Que al contemplar el amor y sacrificio de Tu Corazón,
seamos movidos a pasar del egoísmo al amor;
del orgullo a la humildad; de la rebeldía a la mansedumbre.

Oh, Inmaculado Corazón de María,
que por tu perfecta comunión de amor con el Corazón de tu Hijo,
recibiste espiritualmente la misma espada que le traspaso Su Corazón,
te pedimos nos enseñes a alcanzar esa misma comunión de amor.

Que nuestros corazones a imitación del tuyo, Madre,
sean dóciles a la acción del Espíritu Santo,
para que así sean instrumentos de paz, luz, vida, verdad y amor.

Oh, Corazones de Jesús y de María, cuyo triunfo y reinado espiritual,
esperamos y anhelamos, pedimos nos concedan
la gracia de:................................................................

Manifiesten su Reinado en nuestros corazones a través de una vida
de santidad y virtud, para que así podamos en estos tiempos,
cumplir la misión de ser apóstoles de Sus Dos Corazones.
Amen!

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