viernes, 16 de agosto de 2019


Sexta Feria, 16 de Agosto

SAN ESTEBAN DE HUNGRÍA


San Esteban de Hungría - Pintura de Giotto, c. 1320

(† 1038)

Breve
Nació en Panonia, alrededor del año 969; después de recibido el bautismo, fue coronado rey de Hungría, en el año 1.000. En el gobierno de su reino fue justo, pacífico y piadoso, observando con toda minuciosidad, las leyes de la Iglesia, y buscando siempre, el bien de sus súbditos. Fundó varios obispados, y favoreció en gran manera, la vida de la Iglesia. Murió en Szekesfehérvar, en el año 1038.

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Oficio de lectura, 16 de agosto, San Esteban de Hungría
Hijo mío, escucha la corrección de tu padre
De los consejos de San Esteban, a su hijo
Caps. 1. 2. 10

En primer lugar, te ordeno, te aconsejo, te recomiendo, hijo amadísimo, si deseas honrar la corona real, que conserves la fe católica y apostólica, con tal diligencia y desvelo, que sirvas de ejemplo, a todos los súbditos que Dios te ha dado, y que todos los varones eclesiásticos, puedan con razón llamarte, hombre de auténtica vida cristiana, sin la cual, ten por cierto, que no mereces el nombre de cristiano, o de hijo de la Iglesia.

En el palacio real, después de la fe, ocupa el segundo lugar la Iglesia, plantada primero por Cristo, nuestra cabeza; transplantada luego, y firmemente edificada por sus miembros, los Apóstoles y los Santos Padres, y difundida por todo el orbe. Y aunque continuamente engendra nuevos hijos, en ciertos lugares, ya es considerada como antigua.

En nuestro reino, hijo amadísimo, debe considerarse aún joven y reciente, y por esto, necesita una especial vigilancia y protección; que este don, que la Divina Clemencia nos ha concedido, sin merecerlo, no llegue a ser destruido, o aniquilado por tu desidia, por tu pereza, o por tu negligencia.

Hijo mío amantísimo, dulzura de mi corazón, esperanza de una descendencia futura, te ruego, te mando que siempre, y en toda ocasión, apoyado en tus buenos sentimientos, seas benigno, no sólo con los hombres de alcurnia, o con los jefes, los ricos y los del país, sino también con los extranjeros, y con todos los que recurran a tí.

Porque el fruto de esta benignidad, será la máxima felicidad para tí. Sé compasivo, con todos los que sufren injustamente, recordando siempre en lo íntimo del corazón, aquella máxima del Señor: “Misericordia quiero, y no sacrificios”. Sé paciente con todos, con los poderosos, y con los que no lo son.

Sé finalmente fuerte; que no te ensoberbezca la prosperidad, ni te desanime la adversidad. Sé también humilde, para que Dios te ensalce, ahora y en el futuro. Sé moderado, y no te excedas en el castigo, o la condena. Sé manso, sin oponerte nunca a la justicia. Sé honesto, de manera que nunca seas para nadie, voluntariamente, motivo de vergüenza. Sé púdico, evitando la pestilencia de la liviandad, como un aguijón de muerte.

Todas estas cosas, que te he indicado someramente, son las que componen la corona real; sin ellas, nadie es capaz de reinar en este mundo, ni de llegar al reino eterno.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que por los méritos y la intercesión, de San Esteban de Hungría, puedan los que tienen mando en este mundo, saber hacer una verdadera opción por los Pobres, por la Verdad, la Justicia y la Misericordia, y así poder gobernar con equidad, honrando tu Sagrado Nombre, y tu Real Majestad. A Tí Señor, que dijiste a Poncio Pilatos, que eras Rey, y que todo poder es concedido desde el Cielo. Amén.


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