Sexta
Feria, 16 de Agosto
SAN
ESTEBAN DE HUNGRÍA
San
Esteban de Hungría - Pintura de Giotto, c. 1320
(†
1038)
Breve
Nació
en Panonia, alrededor del año 969; después de recibido el bautismo,
fue coronado rey de Hungría, en el año 1.000. En el gobierno de su
reino fue justo, pacífico y piadoso, observando con toda
minuciosidad, las leyes de la Iglesia, y buscando siempre, el bien de
sus súbditos. Fundó varios obispados, y favoreció en gran manera,
la vida de la Iglesia. Murió en Szekesfehérvar, en el año 1038.
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Oficio
de lectura, 16 de agosto, San Esteban de Hungría
Hijo
mío, escucha la corrección de tu padre
De
los consejos de San Esteban, a su hijo
Caps.
1. 2. 10
En
primer lugar, te ordeno, te aconsejo, te recomiendo, hijo amadísimo,
si deseas honrar la corona real, que
conserves la fe católica y apostólica, con tal diligencia y
desvelo, que sirvas de ejemplo, a todos los súbditos que
Dios te ha dado, y que todos los varones eclesiásticos, puedan con
razón llamarte, hombre de auténtica vida cristiana, sin la cual,
ten por cierto, que no mereces el nombre de cristiano, o de hijo de
la Iglesia.
En
el palacio real, después de la fe, ocupa el segundo lugar la
Iglesia, plantada primero por Cristo, nuestra cabeza; transplantada
luego, y firmemente edificada por sus miembros, los Apóstoles y los
Santos Padres, y difundida por todo el orbe. Y aunque continuamente
engendra nuevos hijos, en ciertos lugares, ya es considerada como
antigua.
En
nuestro reino, hijo amadísimo, debe considerarse aún joven y
reciente, y por esto, necesita una especial vigilancia y protección;
que este don, que la Divina Clemencia nos ha
concedido, sin merecerlo, no llegue a ser destruido, o aniquilado por
tu desidia, por tu pereza, o por tu negligencia.
Hijo
mío amantísimo, dulzura de mi corazón, esperanza de una
descendencia futura, te ruego, te mando que
siempre, y en toda ocasión, apoyado en tus buenos sentimientos, seas
benigno, no sólo con los hombres de alcurnia, o con los jefes, los
ricos y los del país, sino también con los extranjeros, y con todos
los que recurran a tí.
Porque
el fruto de esta benignidad, será la máxima felicidad para tí. Sé
compasivo, con todos los que sufren injustamente, recordando siempre
en lo íntimo del corazón, aquella máxima del Señor: “Misericordia
quiero, y no sacrificios”. Sé paciente con todos,
con los poderosos, y con los que no lo son.
Sé
finalmente fuerte; que no te ensoberbezca la
prosperidad, ni te desanime la adversidad. Sé
también humilde, para que Dios te ensalce, ahora y en
el futuro. Sé moderado, y
no te excedas en el castigo, o la condena. Sé
manso, sin oponerte nunca a la justicia. Sé
honesto, de manera que nunca seas para nadie,
voluntariamente, motivo de vergüenza. Sé
púdico, evitando la pestilencia de la liviandad, como
un aguijón de muerte.
Todas
estas cosas, que te he indicado someramente, son las que componen la
corona real; sin ellas, nadie es capaz de reinar en este mundo,
ni de llegar al reino eterno.
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, que por los méritos y la intercesión,
de San Esteban de Hungría, puedan los que tienen mando en este
mundo, saber hacer una verdadera opción por los Pobres, por la
Verdad, la Justicia y la Misericordia, y así poder gobernar con
equidad, honrando tu Sagrado Nombre, y tu Real Majestad. A Tí Señor,
que dijiste a Poncio Pilatos, que eras Rey, y que todo poder es
concedido desde el Cielo. Amén.
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