jueves, 8 de agosto de 2019


Quinta Feria, 8 de agosto

Santo Domingo de Guzmán


(1170-1221)

Fundador de los Dominicos (Orden de Predicadores)

Recibió de la Virgen el Santo Rosario

Contemporáneo de San Francisco de Asís

Primero contemplar, y después enseñar. Predicar siempre y en todas partes”

Breve
Nació en Caleruega (España), alrededor del año 1170. Estudió teología en Palencia, y fue nombrado canónigo, de la Iglesia de Osma.

Con su predicación, y con su vida ejemplar, combatió con éxito la herejía albigense. Con los compañeros que se le adhirieron en esta empresa, fundó la Orden de Predicadores. Murió en Bolonia, el día 6 de agosto del año 1221.

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Su padre, Félix de Guzmán, era un noble, asistente del Rey. Su madre era la Beata Juana de Aza, de quien Domingo, recibió su primera educación. 

Cuando tenía seis años, fue entregado a un tío suyo, arcipreste, para su educación literaria. A los catorce años, fue enviado al Estudio General de Palencia, el primero y más famoso, de toda esa parte de España, y en el que estudiaban artes liberales, es decir, todas las ciencias humanas y la Sagrada Teología. El joven Domingo, se entregó de lleno, al estudio de la teología.

Eran tiempos de continuas guerras contra los moros, y entre los mismos príncipes cristianos. Una gran hambre, sobrevino a toda aquella región de Palencia. Domingo se compadeció profundamente de los pobres, y les fue entregando sus pertenencias.

En los oídos de Domingo, martilleaban las palabras del maestro: "Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros, como yo os he amado".  Llegó el momento, que solo le quedaba, lo que más apreciaba, sus libros.

Entonces pensó: "¿Cómo podré yo seguir estudiando, en pieles muertas (pergaminos), cuando hermanos míos en carne viva, se mueren de hambre?". Un día llegó a su presencia, una mujer llorando, y le dijo: "Mi hermano ha caído prisionero de los moros". A Domingo, no le queda ya nada que dar. Decide venderse como esclavo, para rescatar al esclavo.

Domingo, conmovió a la ciudad de Palencia con este acto, de manera que se produjo un movimiento de caridad, y se hizo innecesario vender sus libros, o entregarse como esclavo. También surgieron vocaciones para la Orden, que más tarde, Domingo fundaría.

A los 24 años de edad, Domingo fue llamado por el obispo de Osma, para ser canónigo de la catedral. A los 25 años, fue ordenado sacerdote.

El Rey Alfonso VIII, había encargado al Obispo de Osma, en 1203, la misión de dirigirse a Dinamarca, a pedir la mano, de una dama de la nobleza, para su hijo Fernando. El Obispo acepta, y como compañero de viaje, lleva a Domingo. Al pasar por Francia, Flandes, Renania e Inglaterra, Domingo quedó preocupado, al constatar la extensión de las grandes herejías, los cátaros, valdenses, y otras herejías, procedentes del maniqueísmo oriental. Estos negaban, muchos dogmas de la fe católica, incluso la Redención por la Cruz de Cristo, y los Sacramentos.

En 1207 Domingo, con algunos compañeros, entre ellos el Obispo de Osma, se entrega de lleno a la vida apostólica, viviendo de limosnas, que diariamente mendigaba, renunciando a toda comodidad, caminando a pie y descalzo, sin casa ni habitación propia, en la que retirarse a descansar, sin más ropa que la puesta.

Comprendiendo la necesidad, de instruir a aquellas gentes, que caían en las herejías, se determinó a fundar la Orden de Predicadores, dispuestos a recorrer pueblos y ciudades, para llevar a todas partes, la luz del Evangelio. Funda centros de apostolado, en todo el sur de Francia.

Pero reconociendo que para combatir las herejías, era necesaria una buena formación teológica, busca un doctor en teología, que instruyera a la comunidad. Más tarde, uno de sus discípulos en la orden, sería la lumbrera más grande, que haya tenido la iglesia universal: Santo Tomás de Aquino.

Santo Domingo, fue un gran amigo de San Francisco de Asís, a quien visitó y abrazó efusivamente.

Santo Domingo, poco después, fundó la rama femenina de su Orden.

La misión de los dominicos, fué predicar para llevar almas a Cristo, pero encontró grandes dificultades. Entonces la Virgen, vino en su auxilio. Estando en Fangeaux una noche, en oración, tiene una revelación, donde según la tradición, la Virgen le revela el Rosario, como arma poderosa para ganar almas. Esta tradición, está respaldada, por numerosos documentos pontificios.

El 21 de enero de 1217, el Papa Honorio III, aprobó definitivamente la obra de Domingo, la Orden de los Predicadores, o Dominicos. 

En 1220, la herejía de los cátaros y albigenses, se había extendido por Italia. El Papa Honorio, pone a Domingo y a su Orden, la gran misión de enfrentarlos doctrinariamente.

Murió en Bolonia, el 6 de agosto de 1221

Fue canonizado por Gregorio IX, en el año 1234. El Papa dijo: "De la santidad de este hombre, estoy tan seguro, como de la santidad de San Pedro y San Pablo".

Santo Domingo le decía a sus hermanos:
Primero contemplar, y después enseñar.
Predicar siempre y en todas partes.

Todos los días le pedía a Nuestro Señor, la gracia de crecer en el amor hacia Él, y en la caridad hacia los demás, y tener un gran deseo de salvar almas. Esto mismo, recomendaba a sus discípulos, que pidieran a Dios constantemente.

Hacía estrictas penitencias:
  • Temporadas de 40 días de ayuno, a pan y agua.
  • Siempre dormía sobre duras tablas.
  • Caminaba descalzo, por caminos irisados de piedras, y por senderos cubiertos de nieve.
  • Soportaba los más terribles insultos, sin responder ni una sola palabra.
  • Predicaba, a pesar de estar enfermo.
  • Nunca mostraba desánimo. Era un hombre de gran alegría, y de buen humor.

Sus compañeros decían: "De día, nadie más comunicativo y alegre. De noche, nadie más dedicado a la oración, y a la meditación".

Pasaba noches enteras en oración.

Sus libros favoritos, eran el Evangelio de San Mateo, y las Cartas de San Pablo. Siempre los llevaba consigo, para leerlos día por día, y prácticamente se los sabía de memoria. A sus discípulos les recomendaba, que no pasaran ningún día, sin leer alguna página de la Biblia.

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Del Oficio de Lectura, 8 de agosto,
Santo Domingo de Guzmán, Presbítero

Hablaba con Dios, o de Dios
De varios escritos, de la Historia de la Orden de Predicadores
Libellus de principiis Ordinis Praedicatorum; Acta canonizationis sancti Dominici

La vida de Domingo era tan virtuosa, y el fervor de su espíritu tan grande, que todos veían en él, un instrumento elegido, para la gloria divina. Estaba dotado de una firme ecuanimidad de espíritu, ecuanimidad que sólo lograban perturbar, los sentimientos de compasión, o de misericordia; y como es norma constante, que un corazón alegre, se refleja en la faz, su porte exterior, siempre gozoso y afable, revelaba la placidez y armonía de su espíritu.

En todas partes, se mostraba de palabra y de obra, como hombre evangélico. De día, con sus hermanos y compañeros, nadie más comunicativo y alegre que él. De noche, nadie más constante que él, en vigilias y oraciones de todo género. Raramente hablaba, a no ser con Dios, en la oración, o de Dios, y esto mismo aconsejaba a sus hermanos.

Con frecuencia, pedía a Dios una cosa: que le concediera una auténtica caridad, que le hiciera preocuparse, de un modo efectivo, en la salvación de los hombres, consciente de que la primera condición, para ser verdaderamente miembro de Cristo, era darse totalmente, y con todas sus energías, a ganar almas para Cristo, del mismo modo que el Señor Jesús, salvador de todos, ofreció toda su persona, por nuestra salvación.

Con este fin, instituyó la Orden de Predicadores, realizando así, un proyecto sobre el que había reflexionado profundamente, desde hacía ya tiempo.

Con frecuencia exhortaba, de palabra o por carta, a los hermanos de su Orden, a que estudiaran constantemente, el Nuevo y el Antiguo Testamento. Llevaba siempre consigo, el Evangelio de San Mateo, y las cartas de San Pablo, y las estudiaba intensamente, de tal modo que casi las sabía de memoria.

Dos o tres veces, fue elegido obispo, pero siempre rehusó, prefiriendo vivir en la pobreza, junto con sus hermanos, que poseer un obispado. Hasta el fin de su vida, conservó intacta la gloria de la virginidad.

Deseaba ser flagelado, despedazado, y morir por la fe cristiana. De él, afirmó el papa Gregorio noveno: «Conocí a un hombre, tan fiel seguidor de las normas Apostólicas, que no dudo que en el cielo, ha sido asociado, a la gloria de los mismos Apóstoles».

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que Santo Domingo de Guzmán, insigne predicador de tu palabra, con su ejemplo de austeridad, y devoción por tu Santísimo Nombre, nos enseñe, ilumine y acompañe, en aprender el arte del ayuno y de la penitencia, y con ello, ir librando progresivamente a nuestro espíritu, de los apetitos terrenales, y así dotarlo de la suficiente fuerza, para elevarnos hacia Tí. A Tí Señor, que ayunaste 40 días en el desierto, antes del inicio de tu predicación. Amén.



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