jueves, 22 de agosto de 2019


Quinta Feria, 22 de agosto

MARÍA REINA DEL UNIVERSO


María Reina venerada en la parroquia María Reina, Córdoba, Argentina
Imagen aportada por Edith Rodriguez

María es reina de los ángeles, y de todos los hombres

Fiesta instituida por Pío XII. Se celebra ahora en la octava de la Asunción, para manifestar la conexión, entre la realeza de María, y su asunción a los cielos.

¡Salve, Reina caelorum; Reina caeli, laetare!

¡Santa María, Reina de nuestros corazones!

"La Virgen Inmaculada ... asciende en cuerpo y alma, a la gloria celestial, y fue ensalzada por el Señor, como Reina Universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores, y vencedor del pecado y de la muerte". (Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).

El pueblo cristiano, siempre ha reconocido a María Reina, por ser madre del Rey de reyes, y Señor de Señores. Su poder y sus atributos, los recibe del Todopoderoso: Su Hijo, Jesucristo. Es Él quien la constituye, en Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles.

Juan Pablo II, el 23 de julio del 1997, habló sobre la Virgen como Reina del Universo. Recordó que "a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el Concilio de Efeso, proclama a la Virgen 'Madre de Dios', se comienza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este ulterior reconocimiento de su dignidad excelsa, quiere situarla por encima de todas las criaturas, exaltando su papel y su importancia, en la vida de cada persona y del mundo entero".

El Santo Padre, explicó que "el título de Reina, no sustituye al de Madre: su realeza, sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder, que le ha sido conferido, para llevar a cabo esta misión. (...) Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial, en Aquella que es Madre, en el orden de la gracia".

"La Asunción favorece la plena comunión de María, no sólo con Cristo, sino con cada uno de nosotros. Ella está junto a nosotros, porque su estado glorioso, le permite seguirnos, en nuestro cotidiano itinerario terreno. (...). Ella conoce, todo lo que sucede en nuestra existencia, y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida".

RAZON: Las Sagradas Escrituras nos enseñan, que los que son de Cristo, reinarán con Él y la Virgen María, es ciertamente de Cristo.

Romanos 5:17
"En efecto, si por el delito de uno solo, si reinó la muerte por un solo hombre, ¡con cuánta más razón, los que reciben en abundancia la gracia, y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno solo, por Jesucristo!"

II Timoteo 2:12
"si nos mantenemos firmes, también reinaremos con Él; si le negamos, también Él nos negará"

María Santísima es reina de todo lo creado
Si bien todos reinaremos con Cristo, María Santísima participa de Su reinado, de una forma singular y preeminente. Esto significa, que Dios le ha otorgado Su Poder, para reinar sobre todos los hombres y los ángeles, y para vencer a Satanás.

Razones por las que María Santísima es Reina de todos:

1- Por ser la madre de Dios hecho hombre, El Mesías, El Rey universal. (Col 1, 16).

Santa Isabel, movida por el Espíritu Santo, hace reverencia a María, no considerándose digna de la visita, de la que es "Madre de mi Señor" (Lc 1:43). Por la realeza de su hijo, María posee una grandeza y excelencia singular entre las criaturas, por lo que Santa Isabel exclamó: "Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu seno" (Lc 1:42).

El ángel Gabriel le dijo a María, que su Hijo reinaría. Ella es entonces la Reina Madre.

Su reino, no es otro que el de Jesús, por el que rezamos "Venga tu Reino". Es el Reino de Jesús y de María. Jesús por naturaleza, María por designio divino.

En 1 Reyes 2,19, vemos que la madre del Rey, se sienta a su derecha.

La Virgen María, es Reina por su íntima relación con la realeza de Cristo.

2. De la unión con Cristo Rey, deriva en María Reina, tan esplendorosa sublimidad, que supera la excelencia de todas las cosas creadas; de esta misma unión, nace su poder regio, por el que Ella puede dispensar, los tesoros del reino del Divino Redentor; en fin, en la misma unión con Cristo, tiene origen la eficacia inagotable, de su materna intercesión con su Hijo, y con el Padre (cfr. Pío XII, Enc. Mystici corporis , 29-VI­1943).

3- Por ser la perfecta discípula, que acompañó a Su Hijo desde el principio hasta el final, Cristo le otorga la corona. Cf. Ap. 2,10 En María, se cumplen las palabras: "el que se humilla será ensalzado". Ella dijo "He aquí la esclava del Señor".

4- Por ser la corredentora. El papa Juan Pablo II, en la audiencia del 23-7-1997, dijo que "María es Reina, no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque (...) cooperó en la obra de la redención del género humano. (...). Asunta al cielo, María es asociada al poder de su Hijo, y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la Gracia Divina en el mundo".

Ella participa en la obra de salvación de su Hijo con su SI, en el que siempre se mantuvo fiel, siendo capaz de estar al pie de la cruz (Cf. Jn 19:25)

María Santísima, reinando con su hijo, coopera con Él, para la liberación del hombre del pecado. Todos nosotros, en la medida de nuestras posibilidades, debemos también cooperar en la redención, para reinar con Cristo.

5- Por ser el miembro excelentísimo de la Iglesia: por su misión y santidad. La misión de María Santísima es única, pues solo ella es madre del Salvador.

Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: ella te pisará la cabeza, mientras acechas tú su calcañar". -Génesis 3:15

Características del reinado de María Santísima:


a) Preeminencia: "su honor y dignidad, sobrepasan toda la creación ; los ángeles toman segundo lugar, ante tu preeminencia". San Germán.

b) Poder Real: que la autoriza a distribuir los frutos de la redención. La Virgen María, no solo ha tenido, el más alto nivel de excelencia y perfección, después de Cristo, sino que también participa del poder de Su Hijo Redentor, que reina sobre las voluntades y mentes.

c) Inagotable eficacia de Intercesión con su Hijo y el Padre: Dios ha instituido a María, como Reina del cielos y tierra, exaltada sobre todos los coros de ángeles, y todos los santos. Estando a la diestra de su Hijo, ella suplica por nosotros con corazón de Madre, y lo que busca, encuentra; lo que pide, recibe".

d) Reinado de Amor y Servicio: Su reinado no es de pompas, o de prepotencia como los reinos de la tierra. El reino de María, es el de su Hijo, que no es de este mundo, no se manifiesta con las características del mundo. María tiene todo el poder, como reina de cielos y tierra, y a la vez, la ternura de ser Madre de Dios.

En la tierra, ella fue siempre humilde, la sierva del Señor. Se dedicó totalmente a su Hijo y a su obra. Con Él, y sometida con todo su corazón, con toda su voluntad a Él, colaboró en el Misterio de la Redención. Ahora en el Cielo, ella continúa manifestando su amor y su servicio, para llevarnos a la salvación.

Respuesta a los hermanos separados

Hay quienes rechazan el reinado de María Santísima, alegando que ella no puede ser reina, ya que solo Jesús es rey.

Estos hermanos no comprenden la naturaleza del Reino. El reino de María Santísima, no es un reino aparte al de su Hijo. Es el mismo reino, donde Jesús reina, María Su Madre reina también.

Se trata de dos corazones, eternamente unidos en el amor divino. Dios ha dispuesto que así fuese. María, lejos de quitarle al reinado de su Hijo, lo propicia. Ella es la más sumisa, la más fiel en el reino, y por eso también la más exaltada.

Lucas 1:48 " porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso, desde ahora, todas las generaciones me llamarán bienaventurada"

La Fiesta Litúrgica

El papa Pío XII, en 1954, instituyó la fiesta Litúrgica del Reinado de María, al coronar a la Virgen, en Santa María la Mayor, Roma. En esta ocasión, el Papa también promulgó, el documento principal del Magisterio, acerca de la dignidad y realeza de María, la Encíclica Ad coeli Reginam (Oct 11, 1954).

Juan Pablo II: Junio 19, 1983 en Polonia

"Al Reino del Hijo, está plenamente unido el Reino de su Madre.. su Reino y el de ella, no son de este mundo. Pero están enraizados en la historia humana, en la historia de toda la raza humana, por el hecho de que el Hijo de Dios, de la misma sustancia que el Padre, se hizo hombre por el poder del Espíritu Santo, en el vientre de María. Y su reino, está definitivamente enraizado en la historia humana, a través de la Cruz, al pie de la cual estaba la Madre de Dios, como corredentora. Y es en ese evento de la Cruz, con María al pie de su hijo, que el Reino se funda y permanece. Todas las comunidades humanas, experimentan el reino maternal de María, que les trae más cerca del reino de Cristo".

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FUNDAMENTO TEOLOGICO DE LA REALEZA DE LA VIRGEN MARIA

La razón por la que la Santísima Virgen María es Reina, se fundamenta teológicamente en su divina Maternidad, y en su función de ser Corredentora del género humano.

a) Por su divina Maternidad: Es el fundamento principal, pues la eleva a un grado altísimo de intimidad con el Padre celestial, y la une a su divino Hijo, que es Rey Universal, por derecho propio.

En la Sagrada Escritura, se dice del Hijo, que la Virgen concebirá: "Hijo del Altísimo será llamado, y a Él le dará el Señor Dios, el trono de David, su padre, y en la casa de Jacob reinará eternamente, y su reinado no tendrá fin" (Lc. 1,32-33).

Y a María se le llama "Madre del Señor" (Lc. 1,43); de donde fácilmente se deduce, que Ella es también Reina, pues engendró un Hijo que era Rey y Señor de todas las cosas. Así, con razón, pudo escribir San Juan Damasceno: "Verdaderamente fue Señora de todas las criaturas, cuando fue Madre del Creador" (cit. en la Enc. Ad coeli Reginam, de Pío XII, 11-X-1954).

b) Por ser Corredentora del género humano: La Virgen María, por voluntad expresa de Dios, tuvo parte excelentísima en la obra de nuestra Redención. Por ello, puede afirmarse que el género humano, sujeto a la muerte por causa de una virgen (Eva), se salva también por medio de una Virgen (María).

En consecuencia, así como Cristo, es Rey por título de conquista, al precio de su Sangre, también María es Reina, al precio de su Compasión dolorosa junto a la Cruz.

La Beatísima María debe ser llamada Reina, no sólo por razón de su Maternidad divina, sino también porque cooperó íntimamente a nuestra salvación. Así como Cristo, nuevo Adán, es Rey nuestro, no sólo por ser Hijo de Dios, sino también nuestro Redentor; con cierta analogía, se puede afirmar que María es Reina, no sólo por ser Madre de Dios, sino también como nueva Eva, porque fue asociada al nuevo Adán" (cfr. Pío XII, Enc, Ad coeli Reginam).
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NATURALEZA DEL REINO DE MARIA

El reino de Santa María, a semejanza, y en perfecta coincidencia con el reino de Jesucristo, no es un reino temporal y terreno, sino más bien un reino eterno y universal: -"Reino de verdad y de vida, de santidad, de gracia, de amor y de paz" (cfr. Prefacio de la Misa de Cristo Rey).

a) “Es un reino eterno, porque existirá siempre, y no tendrá fin” (cfr. Lc. 1,33) y, “es universal porque se extiende al Cielo, a la tierra y a los abismos” (cfr. Fil. 2,10-11).

b) Es un reino de verdad y de vida. “Para esto vino Jesús al mundo, para dar testimonio de la verdad” (cfr. Jn. 18,37) “y para dar la vida sobrenatural a los hombres”.

c)Es un reino de santidad y justicia, porque María, la llena de gracia, nos alcanza las gracias de su Hijo, para que seamos santos” (cfr. Jn. 1,12-14); “y de justicia, porque premia las buenas obras de todos” (cfr. Rom. 2,5-6).

d)Es un reino de amor, porque de su eximia caridad, nos ama con corazón maternal como hijos suyos, y hermanos de su Hijo” (cfr. 1 Cor. 13,8).

e) “Es un reino de paz, nunca de odios y rencores; de la paz con que se llenan los corazones, que reciben las gracias de Dios” (cfr. Is. 9,6).

Santa María como Reina y Madre del Rey, es coronada en sus imágenes -según costumbre de la Iglesia- , para simbolizar de este modo, el dominio y poder que tiene, sobre todos los súbditos de su reino.

La oración, Colecta de la Memoria de Santa María Reina, dice: "Oh Dios, que nos has dado como Madre y como Reina, a la Madre de tu Unigénito, concédenos, por su intercesión, el poder llegar a participar en el Reino celestial, de la gloria reservada a tus hijos". Amén.

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Santa María Reina
Catequesis de S.S. Juan Pablo II
23 de julio de 1997

1. La devoción popular invoca a María como Reina. El Concilio, después de recordar la asunción de la Virgen «en cuerpo y alma a la gloria del cielo», explica que fue «elevada (...) por el Señor, como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (cf. Ap 19, 16), y vencedor del pecado y de la muerte» (Lumen gentium, 59).

En efecto, a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el concilio de Éfeso la proclama «Madre de Dios», se empieza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este reconocimiento ulterior de su excelsa dignidad, quiere ponerla por encima de todas las criaturas, exaltando su función y su importancia, en la vida de cada persona y de todo el mundo.

Pero ya en un fragmento de una homilía, atribuido a Orígenes, aparece este comentario, a las palabras pronunciadas por Isabel, en la Visitación: «Soy yo quien debería haber ido a ti, puesto que eres bendita, por encima de todas las mujeres; tú, la madre de mi Señor, tú mi Señora» (Fragmenta: PG 13, 1.902 D). En este texto, se pasa espontáneamente de la expresión «la madre de mi Señor», al apelativo «mi Señora», anticipando lo que declarará más tarde San Juan Damasceno, que atribuye a María el título de «Soberana»: «Cuando se convirtió en madre del Creador, llegó a ser verdaderamente la soberana de todas las criaturas» (De fide orthodoxa, 4, 14: PG 94 1.157).

2. Mi venerado predecesor Pío XII, en la encíclica Ad coeli Reginam, a la que se refiere el texto de la constitución Lumen gentium, indica como fundamento de la realeza de María, además de su maternidad, su cooperación en la obra de la redención.

La encíclica, recuerda el texto litúrgico: «Santa María, Reina del cielo, y Soberana del mundo, sufría junto a la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (MS 46 [1954] 634). Establece además, una analogía entre María y Cristo, que nos ayuda a comprender el significado de la realeza de la Virgen. Cristo es Rey, no sólo porque es Hijo de Dios, sino también porque es Redentor. María es reina, no sólo porque es Madre de Dios, sino también, porque asociada como nueva Eva al nuevo Adán, cooperó en la obra de la redención del género humano (MS 46 [1954] 635).

En el evangelio según San Marcos, leemos que el día de la Ascensión, el Señor Jesús «fue elevado al cielo, y se sentó a la diestra de Dios» (Mc 16, 19). En el lenguaje bíblico, «sentarse a la diestra de Dios», significa compartir su poder soberano. Sentándose «a la diestra del Padre», Él instaura su reino, el reino de Dios. Elevada al cielo, María es asociada al poder de su Hijo, y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo.

Observando la analogía entre la Ascensión de Cristo, y la Asunción de María, podemos concluir, que subordinada a Cristo, María es la Reina que posee, y que ejerce sobre el universo, una soberanía que le fue otorgada por su mismo Hijo.

3. El título de Reina no sustituye, ciertamente, el de Madre: su realeza es un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente, el poder que le fue conferido, para cumplir dicha misión.

Citando la bula Ineffabilis Deus, de Pío IX, el Sumo Pontífice Pío XII, pone de relieve esta dimensión materna de la realeza de la Virgen: «Teniendo hacia nosotros un afecto materno, e interesándose por nuestra salvación, ella extiende a todo el género humano, su solicitud. Establecida por el Señor como Reina del cielo y de la tierra, elevada por encima de todos los coros de los ángeles, y de toda la jerarquía celestial de los santos, sentada a la diestra de su Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, obtiene con gran certeza, lo que pide con sus súplicas maternales; lo que busca, lo encuentra, y no le puede faltar» (MS 46 [1954] 636-637).

4. Así pues, los cristianos, miran con confianza a María Reina; y esto no sólo no disminuye, sino que por el contrario, exalta su abandono filial, en aquella que es madre en el orden de la gracia.

Más aún, la solicitud de María Reina por los hombres, puede ser plenamente eficaz, precisamente en virtud del estado glorioso, posterior a la Asunción. Esto lo destaca muy bien, San Germán de Constantinopla, que piensa que ese estado, asegura la íntima relación de María con su Hijo, y hace posible su intercesión en nuestro favor. Dirigiéndose a María, añade: Cristo quiso «tener, por decirlo así, la cercanía de tus labios y de tu corazón; de este modo, cumple todos los deseos que le expresas, cuando sufres por tus hijos, y Él hace, con su poder divino, todo lo que le pides» (Hom 1: PG 98, 348).

5. Se puede concluir que la Asunción, no sólo favorece la plena comunión de María con Cristo, sino también, con cada uno de nosotros: está junto a nosotros, porque su estado glorioso, le permite seguirnos, en nuestro diario itinerario en la Tierra. También leemos en San Germán: «Tú moras espiritualmente con nosotros, y en la grandeza de tu desvelo por nosotros, manifiesta tu comunión de vida con nosotros» (Hom 1: PG 98, 344).

Por tanto, en vez de crear distancia entre nosotros y ella, el estado glorioso de María, suscita una cercanía continua y solícita. Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia, y nos sostiene con amor materno, en las pruebas de la vida.

Elevada a la gloria celestial, María se dedica totalmente a la obra de la salvación, para comunicar a todo hombre, la felicidad que le fue concedida. Es una Reina que da todo lo que posee, compartiendo sobre todo, la vida y el amor de Cristo.

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MARÍA REINA SEGÚN SAN MAXIMILIANO KOLBE Y SAN LUIS DE MONTFORT

María Reina según San Maximiliano Kolbe

"La Inmaculada, debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante, reconocerla por quien Ella es, y someternos por completo a Ella, y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo, y cada individuo ahora, y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada, y a través de Ella, para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso, nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor, para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine, en todos los corazones que viven, y los que vivirán en el futuro. Para esta misión, debemos consagrarnos a la Inmaculada, sin limites ni reservas".

María Reina, según San Luis de Montfort, en el Tratado de la Verdadera Devoción:

35. María ha colaborado con el Espíritu Santo, a la obra de los siglos, es decir, la Encarnación del Verbo. En consecuencia, Ella realizará también los mayores portentos de los últimos tiempos: la formación y educación de los grandes santos, que vivirán hacia el fin del mundo, están reservadas a Ella, porque sólo esta Virgen singular y milagrosa, puede realizar en unión del Espíritu Santo, las cosas singulares y extraordinarias.

37. De lo que acabo de decir, se sigue evidentemente: En primer lugar, que María ha recibido de Dios, un gran dominio sobre las almas de los elegidos. Efectivamente, no podía fijar en ellos su morada, como el Padre le ha ordenado; ni formarlos, alimentarlos; darlos a luz para la eternidad como madre suya, poseerlos como propiedad personal; formarlos en Jesucristo, y a Jesucristo en ello; echar en sus corazones las raíces de sus virtudes, y ser la compañera indisoluble del Espíritu Santo, para todas las obras de la gracia... No puede, repito, realizar todo esto, si no tiene derecho ni dominio sobre sus almas, por gracia singular del Altísimo, que habiéndole dado poder sobre su Hijo único y natural, se lo ha comunicado también sobre sus hijos adoptivos, no sólo en cuanto al cuerpo, lo que sería poca cosa, sino también en cuanto al alma.

38. María es la Reina del cielo y de la tierra, por gracia, como Cristo es su Rey por naturaleza, y por conquista. Ahora bien, así como el reino de Jesucristo, consiste principalmente en el corazón, o interior del hombre, según estas palabras: "El reino de Dios está en medio de ustedes", del mismo modo, el reino de la Virgen María, está principalmente en el interior del hombre, es decir, en su alma. Ella es glorificada sobre todo en las almas, juntamente con su Hijo, más que en todas las criaturas visibles, de modo que podemos llamarla con los Santos: ¡Reina de los corazones!.

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Oficio de lectura, 22 de agosto, Santa María Virgen, Reina

Reina del mundo y de la paz

De las homilías de San Amadeo de Lausana, Obispo
Homilía 7: SC 72, 188. 192. 200

Observa cuán adecuadamente brilló por toda la tierra, ya antes de la asunción, el admirable nombre de María, y se difundió por todas partes, su ilustre fama, antes de que fuera ensalzada su majestad sobre los cielos.

Convenía en efecto, que la Madre virgen, por el honor debido a su Hijo, reinase primero en la tierra, y así penetrara luego gloriosa en el cielo; convenía que fuera engrandecida aquí abajo, para penetrar luego, llena de santidad, en las mansiones celestiales, yendo de virtud en virtud, y de gloria en gloria, por obra del Espíritu del Señor.

Así pues, durante su vida mortal, gustaba anticipadamente de las primicias del reino futuro, ya sea elevándose hasta Dios con inefable sublimidad, como también, descendiendo hacia sus prójimos con indescriptible caridad.

Los ángeles la servían, los hombres le tributaban su veneración. Gabriel y los ángeles, la asistían con sus servicios; también los Apóstoles cuidaban de ella, especialmente San Juan, gozoso de que el Señor, en la cruz, le hubiese encomendado a su Madre, virgen, siendo él también virgen.

Aquellos se alegraban de contemplar a su Reina, éstos a su Señora, y unos y otros, se esforzaban en complacerla con sentimientos de piedad y devoción.

Y ella, situada en la altísima cumbre de sus virtudes, inundada como estaba, por el mar inagotable de los carismas divinos, derramaba en abundancia sobre el pueblo creyente y sediento, el abismo de sus gracias, que superaban a las de cualquiera otra criatura.

Daba la salud a los cuerpos, y el remedio para las almas, dotada como estaba, del poder de resucitar, de la muerte corporal y espiritual. Nadie se apartó jamás triste o deprimido de su lado, o ignorante de los misterios celestiales. Todos volvían contentos a sus casas, habiendo alcanzado por la Madre del Señor, lo que deseaban.

Plena hasta rebosar de tan grandes bienes, la Esposa, Madre del Esposo único, suave y agradable, llena de delicias, como una fuente de los jardines espirituales, como un pozo de agua viva y vivificante, que mana con fuerza del Líbano divino, desde el monte de Sión, hasta las naciones extranjeras, hacía derivar ríos de paz, y torrentes de gracia celestial.

Por esto, cuando la Virgen de las vírgenes, fue llevada al cielo, por el que era su Dios y su Hijo, el Rey de Reyes, en medio de la alegría y exultación de los ángeles y arcángeles, y de la aclamación de todos los bienaventurados, entonces se cumplió la profecía del Salmista, que decía al Señor: ”De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir”.

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Regina Coeli
Reina del cielo
(Durante el Tiempo Pascual sustituye al Angelus)

V. Alégrate, Reina del cielo. Aleluya.
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno. Aleluya.
V. Ha resucitado, según predijo. Aleluya.
R. Ruega por nosotros a Dios. Aleluya.
V. Gózate y alégrate, Virgen María. Aleluya.
R. Porque ha resucitado Dios verdaderamente. Aleluya.

Oremos:
Oh Dios, que por la Resurrección de tu Hijo,
nuestro Señor Jesucristo,
te has dignado dar la alegría al mundo,
concédenos por su Madre, la Virgen María,
alcanzar el gozo de la vida eterna.
Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.


Oración Final: Dios Todopoderoso y Eterno, que Santa María Reina del Universo, pueda también reinar, en nuestros corazones por siempre, y así merezcamos estar, donde Ella está ahora. A Tí Señor, que nos dejaste a María, como nuestra Madre y Auxiliadora, al pie de la Cruz. Amén.


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