sábado, 2 de noviembre de 2019


Sábado 2 de Noviembre
Conmemoración de los Fieles Difuntos
Meditación de Juan Pablo II, antes de la plegaria mariana, 2 de noviembre de 1997. L'Osservatore Romano
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Hemos celebrado ayer, la solemnidad de Todos los Santos, y hoy la liturgia, nos invita a conmemorar a los fieles difuntos. A la contemplación, de cuantos ya han alcanzado, la gloria de Dios, la Iglesia une el recuerdo de nuestros seres queridos, que nos han precedido con el signo de la fe, y duermen ya, el sueño de la paz (cf. Canon Romano).
Me uno espiritualmente, a cuantos visitan durante estos días, las tumbas de sus muertos, en los cementerios de Roma, y de todo el mundo. Voy en peregrinación espiritual, en especial, a donde están enterradas, las víctimas de la violencia y de la guerra, de la injusticia y el hambre. Jesús, que dijo: "Yo soy la resurrección y la vida" (Jn 11, 25), conceda a todos los difuntos, el descanso de los justos, y la plenitud de la vida eterna.
2. La tradición de la Iglesia, ha exhortado siempre, a orar por los difuntos. El fundamento de la oración de sufragio, se encuentra en la comunión del Cuerpo místico. Como reafirma el concilio Vaticano II, "la Iglesia peregrina, perfectamente consciente, de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo, y honró con gran piedad, el recuerdo de los difuntos" (Lumen gentium, 50).
Por tanto, recomienda la visita a los cementerios, el cuidado de las tumbas, y los sufragios, como testimonio de esperanza confiada, a pesar del dolor, por la separación de los propios seres queridos. La muerte, no es la última palabra, sobre el destino humano, puesto que el hombre está destinado, a una vida sin límites, que encuentra su plenitud en Dios.
Por esto, el Concilio subraya que "la fe, apoyada en sólidos argumentos, ofrece a todo hombre que reflexiona, una respuesta a su ansiedad, sobre su destino futuro, y le da al mismo tiempo, la posibilidad de una comunión en Cristo, con los hermanos queridos, arrebatados ya por la muerte, confiriéndoles la esperanza, de que ellos han alcanzado en Dios, la vida verdadera" (Gaudium et spes, 18).
3. Con esta fe, en el destino supremo del hombre, nos dirigimos ahora a María, que vivió al pie de la cruz, el drama de la muerte de Cristo, y después participó, del gozo de su resurrección. Que ella, Puerta del Cielo, nos ayude a comprender cada vez más, el valor de la oración de sufragio, por nuestros amados difuntos; nos sostenga, en la peregrinación diaria en la tierra, y nos ayude a tener siempre presente, la meta última de la vida, que es el paraíso.
(©L'Osservatore Romano - 7 de noviembre de 1997)
vatican.va/news_services/or/home_spa.htm
Pedimos la intercesión de los siguientes Santos, para proteger a los difuntos de nuestra familia.
SANTA ADELAIDA DE LA CAMBRE, OSB Cist.
También conocida como Alicia
+1250; culto confirmado en 1907. Fue una joven monja Cisterciense, del convento La Cambre. Padeció muchas aflicciones físicas. Se quedó ciega, leprosa, y después paralítica, por lo que fue segregada de la comunidad. Adelaida ofreció sus sufrimientos, por las almas del purgatorio, y tuvo visiones, de la liberación de éstas, por su intercesión.
SAN NICOLAS DE TOLENTINO
Patrón de las almas del Purgatorio
Resucitador – Cuerpo Incorrupto
(1245-1305)
– Ver en el Blog – 10 de Septiembre
SANTA MARGARITA MARIA ALACOQUE
– Ver en Blog – 16-Octubre
Agregamos ahora, este contenido acerca de su vida
Sus amigas, las almas del Purgatorio
Trataba Santa Margarita a las almas del Purgatorio, como sus queridas amigas. Su divino Dueño, Jesús, había hecho de ella solemnemente, la donación de su sierva, a todos nosotros, durante el año 1683. Ella debía hacer y sufrir todo junto a Él, por nuestro rescate.
Santa Margarita participaba, de los sufrimientos de aquellas almas; se compadecía amargamente; oraba y practicaba duras penitencias, para conseguir su liberación. Un día, sentada ante Jesús Sacramentado, de repente, se le presenta una persona, rodeada de llamas por todas partes. Era el alma de un religioso benedictino, que la había confesado una vez en Paray (Francia). Le suplica que aplique, por espacio de tres meses, los méritos de todas sus obras y oraciones, por su entrada al cielo.
Le explicó: "Sufro tan terriblemente, por el demasiado apego que tuve a mi reputación; mi poca caridad, algunas veces con mis hermanos religiosos; y alguna torcida intención, en mis prácticas de devoción, y en mis relaciones con las criaturas. Margarita promete su cooperación. Durante estos tres meses, permanece aquella alma, cerca de su víctima voluntaria, y la hace participar de los efectos del fuego purificador.
El dolor intensísimo, la hace llorar casi continuamente. Al cabo de los tres meses convenidos, se le aparece de nuevo a Margarita, resplandeciente de gloria, y ella le ve subir al cielo. Él le da las gracias, y promete ser su protector, delante de Dios.
Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos y la intercesión de Santa Adelaida, San Nicolás de Tolentino y Santa Margarita María Alacoque, puedan nuestros fieles difuntos, alcanzar prontamente su lugar en el cielo, que les tienes preparado. Por nuestro Señor Jesucristo, que Vive y Reina eternamente, por los siglos de los siglos. Amén.

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