jueves, 14 de noviembre de 2019


Quinta Feria, 14 de Noviembre

San José Pignatelli


Restaurador de los Jesuitas

(1737-1811)

Tenemos voto de obediencia al Papa. Obedecemos sin más, y de todo corazón”

Reflexiones acerca de la Masonería

El mérito especial de este santo, fue el de conservar lo que quedaba, de la Compañía de Jesús, que es la Comunidad religiosa, más numerosa en la Iglesia Católica, y tratar de que los religiosos de esa comunidad, pudiesen sobrevivir, a pesar de una terrible persecución.

De familia italiana, nació en Zaragoza (España), en 1737. Se hizo jesuita, y empezó a trabajar, en los apostolados de su Comunidad, especialmente en enseñar catecismo a los niños, y a los presos.

En 1767, la masonería mundial, se puso de acuerdo, para pedir a todos los gobernantes, que expulsaran de sus países, a los Padres Jesuitas. La causa: la resistencia heroica que tuvo la orden, al defender en Paraguay, y en toda Sudamérica, a los indios y negros, que eran víctimas de la ignorancia, la explotación y la esclavitud. 

Los organizaron en unidades económicas libres, que tuvieron un desempeño industrial y comercial, muy competitivo, por lo que molestaron profundamente, por esa razón, al Imperio esclavista del Brasil, debido a la baja productividad de sus “façendas”, además de ser el destino de escape y refugio, de los indios y negros esclavizados.

El rey Carlos III de España, obedeció las órdenes masónicas, y declaró que de España, y de todos los territorios de América, que dependían de ese país, quedaban expulsados los jesuitas. Con este decreto injusto, le hizo un inmenso mal a muchas naciones, y a la Santa Iglesia Católica.

El Padre José Pignatelli y su hermano, que eran de familia de la alta clase social, recibieron la oferta de poder quedarse en España, pero con la condición, de que se salieran de la Compañía de Jesús. Ellos no aceptaron esto, y prefirieron irse al destierro. Se fueron a la Isla de Córcega, pero luego los franceses, invadieron esa isla, y de allá también los expulsaron.

En 1774, el Papa Clemente XIV, por petición de los reyes de ese tiempo, emitió un decreto, suprimiendo la Compañía de Jesús. Como efecto de ese Decreto, 23,000 jesuitas, quedaron fuera de sus casas religiosas.

El Padre Pignatelli, y sus demás compañeros, cuando oyeron leer el terrible decreto, exclamaron: "Tenemos voto de obediencia al Papa. Obedecemos sin más, y de todo corazón".

Durante los 20 años siguientes, la vida del Padre José, y la de los demás jesuitas, será de tremendos sufrimientos. Pasando por situaciones económicas, sumamente difíciles, como los demás jesuitas, dejados sin su comunidad, pero siempre sereno, prudente, espiritual, amable, fiel.

Se fue a la ciudad de Bolonia, y allí estuvo dedicado, a ayudar a otros sacerdotes, en sus labores sacerdotales, y a coleccionar libros y manuscritos, relacionados con la Compañía de Jesús, y a suministrar ayuda, a sus compañeros de religión.

Muchos de ellos, estaban en la miseria, y si eran españoles, no les dejaban ni siquiera, ejercer el sacerdocio. Un día, al pasar por enfrente de una obra del gobierno, alguien le dijo que aquello, lo habían construido, con lo que les habían quitado a los jesuitas, y Pignatelli le respondió: "Entonces deberían ponerle por nombre "Haceldama", porque así se llamó el campo, que compraron con el dinero que Judas consiguió, al vender a Jesús”.

Cuando los gobiernos de Europa, se declaraban en contra de los jesuitas, la emperatriz de Rusia, Catalina, prohibió publicar en su país, el decreto que mandaba acabar con la Compañía de Jesús, y recibió allá, a varios religiosos de esa comunidad.

El Padre Pignatelli, con permiso del Papa Pío VI, se afilió a los jesuitas, que estaban en Rusia, y con la ayuda de ellos, empezó a organizar otra vez, a los jesuitas en Italia. Conseguía vocaciones, y mandaba a los novicios a Rusia, y allá eran recibidos en la comunidad.

El jefe de los jesuitas de Rusia, lo nombró provincial de la comunidad en Italia, y el Papa Pío VII, aprobó ese nombramiento. Así la comunidad, empezaba a renacer otra vez, aunque en absoluto silencio, y en gran secreto.

El Padre Pignatelli, oraba y trabajaba sin descanso, por conseguir que su Comunidad, volviera a renacer. En 1804, logró con gran alegría, que en el reino de Nápoles, fuera restablecida la Compañía de Jesús.

Fue nombrado Provincial. Con las generosas ayudas, que le enviaban sus familiares, logró restablecer casas de Jesuitas en Roma, en Palermo, en Orvieto y en Cerdeña. Ya estaba para conseguir, que el Sumo Pontífice, restableciera otra vez la Compañía de Jesús, cuando Napoleón – jefe supremo de la Masonería Francesa - se llevó preso a Pío VII al destierro.

El Padre Pignatelli murió en 1811, sin haber logrado, que su amada Comunidad religiosa, lograra volver a renacer plenamente, pero tres años después de su muerte, al quedar libre de su destierro el Papa Pío VII, y volver libre a Roma, decretó que la Compañía de Jesús, volvía a quedar instituida en todo el mundo; y con razón, Pío XI llamaba a San José Pignatelli, "el anillo que unió la Compañía de Jesús, que había existido antes, con la que empezó a existir nuevamente".

Los Jesuitas lo recuerdan con inmensa gratitud, y nosotros le suplicamos a Dios, que a esta comunidad, y a todas las demás comunidades religiosas de la Iglesia Católica, las conserve llenas de un gran fervor, y de grandísima santidad y celo apostólico.

Testimonio Personal: Respecto a la Masonería, puedo decirles con absoluta causa fidedigna, de una persona muy cercana, a quien conozco desde hace muchos años lo siguiente:

La Masonería existe en la actualidad, de manera muy activa, y no es una leyenda del pasado. Captan fundamentalmente a los jóvenes brillantes, egresados de todos los colegios secundarios y universitarios, ya sean laicos o religiosos – desgraciadamente muchos de este último, dada la apostasía de numerosos clérigos y de su doble vida, ya que evitan brindar una sólida instrucción, y vivencia religiosa a sus alumnos-, y que tienen preferentemente parientes, que en algún momento, pertenecieron a esta diabólica institución, en el pasado.

Los aspirantes, tienen una cuidadosa preparación intelectual y espiritual, que dura dos años. Su principal cometido, es quebrar el vínculo de armonía y fraternidad de los bautizados, con el cuerpo Místico de Jesucristo. En las propias palabras del iniciado, me refirió a que “tratan de cortarte el cable, que une tu cabeza al cielo”.

Los ritos incluyen la flagelación – en los grados superiores - y la necesidad de estar bajo trance, encerrado en un sarcófago, durante al menos cuatro horas, que luego se extiende por más tiempo, a medida que subes, en la escala de iniciación.

Esta persona me dijo, que en una tenida, (así le dicen a las reuniones masónicas), que se desarrollaban siempre, en el sótano de la institución, en medio de calaveras, candelabros, y de un ambiente muy cargado, percibió claramente, por el rabillo del ojo, una presencia terrorífica, que presidía la reunión, y que pasó a su lado, rozándolo.

Me contó también, que a los dos años de haber ingresado a la Masonería, había cambiado su concepción de las personas, y del mundo. Buscaba siempre la oportunidad propicia, de aprovecharse de los demás, a cómo dé lugar. El brillo de sus ojos se apagó, y perdió la alegría espontánea que tenía. No podía dormir de noche, y su paz interior se esfumó.

Nunca llegó a aborrecer a Dios, y Éste le dió las fuerzas necesarias, para escapar de esta horrenda institución. Me contó que gran parte de los magistrados claves, pertenecen a las logias, al igual que destacados políticos, catedráticos, periodistas, y empresarios relevantes – con foco en las finanzas, y en los medios de comunicación.

Por eso, hemos visto tantos hechos bochornosos recientes en estos sectores. También son masones no pocos Obispos y Sacerdotes, que se han infiltrado en la Iglesia, y son protagonistas, de los terribles escándalos recientes.

Por último, me dijo que ingresando a la Masonería, se te abren todas las puertas del mundo, con sus riquezas y honores. Los contactos que puedes forjar allí, son de primer nivel. Nada te será negado, y todo te será perdonado y olvidado. Por eso él ingresó a la Masonería, ya que estaba harto, de estar con el dinero justo para todo.

Pero ahora, me dijo que soportaría cualquier miseria, antes de volver a pertenecer a esa horrenda cofradía, que le quitó la paz y la alegría, con que antes vivía, a pesar de las estrecheces económicas que tenía.

A los que quieran profundizar el tema, pueden leer la Encíclica del Papa León XIII – Humanum Genus “El Género Humano”, (http://www.homilia.org/NewAge/humanumGenus.pdf). Fué escrita el 20 de Abril de 1884, es decir mucho antes de la Primera y Segunda Guerra Mundial, las cuales fueron anticipadas por este Pontífice, cuando escribió que se avecinaban grandes conmociones.

También es muy interesante ver, o volverla a ver a la luz de todo lo antedicho, la película “La Misión” con Robert de Niro y Jeremy Irons. Ahí se detalla la lucha heroica de los jesuitas en Paraguay.

Hay un video publicado en YouTube, que te ayudará a comprender, lo que hay detrás de lo que acontece, en el escenario internacional: http://bit.ly/29s51ii. Se titula “La Historia de la Dinastía Rothschild”. Allí te vas a enterar, quiénes financiaron la Revolución Francesa, la Revolución Bolchevique, y que fué lo que sucedió, en el transcurso de la Primera y Segunda Guerra Mundial.

Como podemos ver, la vida de los Santos, es algo bastante alejado, del paradigma inocuo, casi de vidas inútiles, que sólo propagaban "el opio de los pueblos", según palabras de Lenin.


Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por la intercesión y los méritos, de San José Pignatelli, y de los Papas Pío VII y León XIII, para que se renueve siempre, tu sabiduría en todos los bautizados, a fin de evitar a toda costa, pertenecer a instituciones contrarias a nuestra Fe, y que bendigas a nuestro Papa Francisco, también Jesuita, en su lucha contra la Cultura de la Muerte.

También te pedimos, por nuestros hermanos atrapados en sectas y logias, para que les des especial fortaleza, y así poder salir de inmediato, de esos grupos contrarios a tu Voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, que Vive y Reina por Siempre. Amén.


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