miércoles, 27 de noviembre de 2019


Cuarta Feria, 27 de Noviembre

NUESTRA SEÑORA DE LAS GRACIAS


APARICIONES DE LA VIRGEN MARÍA, A SANTA CATALINA LABOURE, Y LA MEDALLA MILAGROSA
París -1830

Breve
Santa Catalina Laboure, oyó de nuevo la voz en su interior: "Haz que se acuñe una medalla, según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta, recibirán grandes gracias. Las gracias serán más abundantes, para los que la lleven con confianza".

Las apariciones
El año 1830, es un año clave: tiene lugar en París, la primera aparición moderna, de la Virgen Santísima. Comienza lo que Pío XII llamó, la "era de María", una etapa de repetidas visitas celestiales. Entre otras: La Salette, N.D. Du Laus, Lourdes, Fátima ... Y como en su visita a Santa Isabel, siempre viene para traernos gracia, para acercarnos a Jesús, el fruto bendito de su vientre. También para recordarnos, el camino de salvación, y para advertirnos de las consecuencias, de optar por otros caminos.

Santa Catalina Labouré
Catalina nació el 2 de mayo de 1806, en Fain-les-Moutiers, Borgoña ( Francia ). Entró a la vida religiosa, con las Hijas de la Caridad, el 22 de enero de 1830, y después de tres meses de postulantado; el 21 de abril, fue trasladada al noviciado de París, en la Rue du Bac, 140.


El Corazón de San Vicente
La novicia estaba presente, cuando trasladaron los restos de su fundador, San Vicente de Paul, (Ver el 27 de Septiembre en el blog), a la nueva iglesia de los Padres Paulinos, a solo unas cuadras de su noviciado. El brazo derecho del santo, fue a la capilla del noviciado.

En esta capilla, durante la novena, Catalina vio el corazón de San Vicente, en varios colores. De color blanco, significando la unión que debía existir, entre las congregaciones fundadas por San Vicente. De color rojo, significando el fervor y la propagación, que habían de tener dichas congregaciones. De color rojo oscuro, significando la tristeza, por el sufrimiento que ella padecería.

Oí interiormente una voz: "el corazón de San Vicente, está profundamente afligido, por los males que van a venir sobre Francia".

La misma voz añadió, un poco más tarde: "El corazón de San Vicente, está más consolado, por haber obtenido de Dios, a través de la intercesión de la Santísima Virgen María, el que ninguna de las dos congregaciones, perezca en medio de estas desgracias, sino que Dios hará uso de ellas, para reanimar la fe".

Visiones del Señor en la Eucaristía
Durante los 9 meses de su noviciado, en la Rue du Bac, sor Catalina tuvo también la gracia especial, de ver todos los días al Señor, en el Santísimo Sacramento.

El domingo de la Santísima Trinidad, 6 de junio de 1830, el Señor se mostró, durante el evangelio de la misa, como un Rey, con una cruz en el pecho. De pronto, los ornamentos reales de Jesús, cayeron por tierra, lo mismo que la cruz, como unos despojos despreciables. "Inmediatamente - escribió sor Catalina - tuve las ideas más negras y terribles: que el Rey de la tierra estaba perdido, y será despojado de sus vestiduras reales. Se acercaban cosas malas".

Catalina sueña con ver a la Virgen
El domingo 18 de Julio 1830, era la víspera de la fiesta, de San Vicente de Paul, La maestra de novicias, les había hablado sobre la devoción a los santos, y en particular a la Reina de todos ellos, María Santísima. Sus palabras, impregnadas de fe, y de una ardiente piedad, avivaron en el corazón de Sor Laboure, el deseo de ver y de contemplar, el rostro de la Santísima Virgen.



Como era víspera de San Vicente, les habían distribuido a cada una, un pedacito de lienzo, de un roquete del santo. Catalina se lo tragó, y se durmió pensando que San Vicente, junto con su ángel de la guarda, le obtendrá esa misma noche, la gracia de ver a la Virgen, como era su deseo.

Precisamente, los anteriores favores recibidos, en las diversas apariciones de San Vicente a Sor Catalina, alimentaban en su corazón, una confianza sin límites, hacia su bienaventurado padre, y su candor y viva esperanza, no la engañaron. "La confianza, consigue todo cuanto espera" (San Juan de la Cruz).

El Ángel la despierta
Todo era silencio, en la sala donde dormía Sor Catalina, y cerca de las 11:30 PM, oyó que por tres veces, la llamaban por su nombre. Se despertó, y apartando un poco las cortinas de su cama, miró del lado que venía la voz, y vio entonces a un niño, vestido de blanco, que parecía tener, como cuatro o cinco años, y el cual le dijo: "Levántate pronto, y ven a la capilla; la Santísima Virgen te espera".

Sor Catalina vacila; teme ser notada de las otras novicias; pero el niño responde a su preocupación interior, y le dice: "No temas; son las 11;30 p.m.; todas duermen muy bien. Ven, yo te aguardo".

Ella no se detiene ya ni por un momento; se viste con presteza, y se pone a disposición de su misterioso guía, "que permanecía en pie, sin separarse de la columna de su lecho".

Vestida Sor Catalina, el niño comienza a andar, y ella lo sigue, marchando a "su lado izquierdo". Por donde quiera que pasaban, las luces se encendían. El cuerpo del niño, irradiaba vivos resplandores, y a su paso todo quedaba iluminado.

Al llegar a la puerta de la capilla, la encuentra cerrada; pero el niño toca la puerta con su dedito, y aquella se abrió al instante.

Dice Catalina: "Mi sorpresa fue más completa, cuando al entrar a la capilla, vi encendidas todas las velas y los cirios, lo que me recordaba, la Misa de media noche". (todavía ella no ve a la Virgen).

El niño la llevó al presbiterio, junto al sillón destinado al Padre Director, donde solía predicar a las Hijas de la Caridad, Catalina se puso allí de rodillas, y el niño permaneció de pie todo el tiempo, en su lado derecho.

La espera le pareció muy larga, ya que con ansia, deseaba ver a la Virgen. Miraba ella con cierta inquietud, hacia la tribuna derecha, por si las hermanas, que solían detenerse para hacer un acto de Adoración, y que frecuentaban estar en vela, la viesen.

Por fin, llegó la hora deseada, y el niño le dijo: "Ved aquí a la Virgen, vedla aquí".

Sor Catalina oyó como un rumor, como el roce de un traje de seda, que partía del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que una señora, de extremada belleza, atravesaba majestuosamente el presbiterio, "fue a sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del Evangelio".


Sor Catalina, en el fondo de su corazón, dudaba si verdaderamente estaba o no, en presencia de la Reina de los Cielos, pero el niño le dijo: "Mira a la Virgen".

Le era casi imposible describir, lo que experimentaba en aquel instante, lo que pasó dentro de ella, y le parecía que no veía a la Santísima Virgen.

Entonces el niño le habló, no como niño, sino como el hombre mas enérgico, y con palabras muy fuertes, le dijo: -"¿Por ventura, no puede la Reina de los Cielos, aparecerse a una pobre criatura mortal, en la forma que más le agrade?"

Entonces, mirando a la Virgen, me puse en un instante a su lado, me arrodillé en el presbiterio, con las manos apoyadas, en las rodillas de la Santísima Virgen. "Allí pasé, los momentos más dulces de mi vida; me será imposible decir lo que sentí".

Ella me dijo, cómo debía portarme con mi director, la manera de comportarme en las penas, y acudir, mostrándome con la mano izquierda, a arrojarme al pie del altar, y desahogar allí mi corazón, pues allí recibiría todos los consuelos, de que tuviera necesidad. Entonces le pregunté, que significaban las cosas que yo había visto, y ella me lo explicó todo".

Instrucciones de la Santísima Virgen
Fueron muchas las confidencias, que Sor Catalina recibió de los labios de María Santísima, pero jamás podremos conocerlas todas, porque respecto a algunas de ellas, le fue impuesto el más absoluto secreto.

La Virgen le dió algunos consejos, para su particular provecho espiritual, ya que la Virgen es Madre y Maestra.

1- Como debía comportarse con su director (humildad profunda y obediencia). Esto a pesar de que su confesor, el padre Juan María Aladel, no creyó en sus visiones, y le dijo que las olvidara.
2- La manera de comportarse en las penas, (paciencia, mansedumbre, gozo)
3- Acudir siempre, mostrándole con la mano izquierda, a arrojarse al pie del altar, y desahogar su corazón, pues allí recibiría, todos los consuelos de que tuviese necesidad. (corazón indiviso, no consuelos humanos).

La Virgen también le explicó, el significado de todas las apariciones y revelaciones, que había tenido de San Vicente, y del Señor.

Luego continuó diciéndole:
Dios quiere confiarte una misión; te costará trabajo, pero lo lograrás, pensando que lo haces para la gloria de Dios. Tú conocerás cuan bueno es Dios. Tendrás que sufrir, hasta que se lo digas a tu director. No te faltarán contradicciones; mas te asistirá la gracia; no temas. Háblale a tu director, con confianza y sencillez; ten confianza, no temas. Verás ciertas cosas; dáselas. Recibirás inspiraciones en la oración.

Los tiempos son muy calamitosos. Han de llover desgracias sobre Francia. El trono será derribado. El mundo entero, se verá afligido por calamidades de todas clases (al decir esto, la Virgen estaba muy triste). Venid a los pies de este altar, donde se prodigarán gracias, a todos los que las pidan con fervor; a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres.

Deseo derramar gracias sobre tu comunidad; lo deseo ardientemente. Me causa dolor, el que haya grandes abusos en la observancia, el que no se cumplan las reglas, el que haya tanta relajación en ambas comunidades, a pesar de que hay almas grandes en ellas. Díselo al que está encargado de ti, aunque no sea el superior. Pronto será puesto al frente de la comunidad. Él debe hacer cuanto pueda, para restablecer el vigor de la regla. Cuando esto suceda, otra comunidad se unirá a las de ustedes.

Vendrá un momento, en que el peligro será grande; se creerá todo perdido; entonces yo estaré contigo, ten confianza. Reconocerás mi visita, y la protección de Dios y de San Vicente, sobre las dos comunidades.

Mas no será lo mismo, en otras comunidades; en ellas habrá víctimas..(lágrimas en los ojos). El clero de París, tendrá muchas víctimas. Morirá el señor Arzobispo.

Hija mía, será despreciada la cruz, y el Corazón de mi Hijo, será otra vez traspasado; correrá la sangre por las calles, (la Virgen no podía hablar del dolor, las palabras se anudaban en su garganta; semblante pálido). El mundo entero se entristecerá. Ella piensa: ¿cuando ocurrirá esto?, y una voz interior asegura: cuarenta años y diez, y después la paz.

La Virgen, después de estar con ella unas dos horas, desaparece de la vista de Sor Catalina, como una sombra que se desvanece.

En esta aparición la Virgen:
 Le comunica una misión que Dios le quiere confiar.
 La prepara con sabios consejos, para que hable con sumisión y confianza, a su director.
 Le anuncia futuros eventos, para afianzar la fe de aquellos, que pudieran dudar de la aparición.
 Le Regala una relación familiar, de madre-a hija: la ve, se acerca a ella, hablan con familiaridad y sencillez; la toca y la Virgen no solo consiente, sino que se sienta, para que Catalina pueda aproximarse, hasta el extremo de apoyar sus brazos y manos, en las rodillas de la Reina del Cielo.

Todas las profecías se cumplieron:
1-la misión de Dios, pronto le fue indicada, con la revelación de la medalla milagrosa.
2-una semana después de esta aparición, estallaba la revolución. Los revoltosos ocupaban las calles de París, saqueos, asesinatos, y finalmente era destronado Carlos X, sustituido por el "rey ciudadano", Luis Felipe I, gran maestro de la masonería.
3-El Padre Aladel (director), es nombrado en 1846, director de las Hijas de la Caridad, y establece la observancia de la regla; y hacia la década del 1860, otra comunidad femenina, se une a las Hijas de la Caridad.
4-En 1870, a los 40 años, llegó el momento del gran peligro, con los horrores de la Comuna, y el fusilamiento del Arzobispo Monseñor Darboy, y otros muchos sacerdotes.
5- Solo queda por cumplir la última parte.

Aparición del 27 de noviembre del 1830
La tarde el 27 de Noviembre de 1830, sábado víspera del primer domingo de Adviento, en la capilla, estaba Sor Catalina haciendo su meditación, cuando le pareció oír, el roce de un traje de seda, que le hizo recordar a la aparición anterior.

Aparece la Virgen Santísima, vestida de blanco con mangas largas, y túnica cerrada hasta el cuello. Cubría su cabeza, un velo blanco, que sin ocultar su figura, caía por ambos lados hasta los pies. Cuando quiso describir su rostro, solo acertó a decir, que era la Virgen María, en su mayor belleza.

Sus pies se posaban sobre un globo blanco, del que nítidamente se veía la parte superior, y aplastaban una serpiente verde, con pintas amarillas. Sus manos, elevadas a la altura del corazón, sostenían otro globo pequeño de oro, coronado por una crucecita.

La Santísima Virgen, mantenía una actitud suplicante, como ofreciendo el globo. A veces miraba al cielo, y a veces a la tierra. De pronto sus dedos, se llenaron de anillos, adornados con piedras preciosas que brillaban, y derramaban su luz en todas direcciones, circundándola en este momento de tal claridad, que no era posible verla.

Tenía tres anillos en cada dedo; el más grueso junto a la mano; uno de tamaño mediano en el medio, y uno más pequeño, en la extremidad. De las piedras preciosas de los anillos salían los rayos, que se alargaban hacia abajo; llenaban toda la parte baja.

Mientras Sor Catalina contemplaba a la Virgen, ella la miró, y dijo a su corazón:

Este globo que ves (a los pies de la Virgen), representa al mundo entero, especialmente Francia, y a cada alma en particular. Estos rayos, simbolizan las gracias que yo derramo, sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos, son las gracias de las almas que no piden”.

Con estas palabras, la Virgen se da a conocer, como la mediadora de las gracias, que nos vienen de Jesucristo.

El globo de oro (la riqueza de gracias), se desvaneció de entre las manos de la Virgen. Sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz, seguían cayendo sobre el globo blanco, bajo sus pies.

La Medalla Milagrosa:
En este momento, se apareció una forma ovalada, en torno a la Virgen, y en el borde interior, apareció escrita la siguiente invocación: "María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a Tí".

Estas palabras formaban un semicírculo, que comenzaba a la altura de la mano derecha, pasaba por encima de la cabeza de la Santísima Virgen, terminando a la altura de la mano izquierda.



Oí de nuevo la voz en mi interior: "Haz que se acuñe una medalla, según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta, recibirán grandes gracias. Las gracias serán más abundantes, para los que la lleven con confianza".

La aparición, entonces, dio media vuelta, y quedó formado en el mismo lugar, el reverso de la medalla.

En él aparecía una M, sobre la cual había una cruz, descansando sobre una barra, la cual atravesaba la letra hasta un tercio de su altura, y debajo los corazones de Jesús y de María, de los cuales el primero, estaba circundado de una corona de espinas, y el segundo traspasado por una espada. En torno había doce estrellas.

La misma aparición se repitió, con las mismas circunstancias, hacia el fin de diciembre de 1830, y a principios de enero de 1831. La Virgen dijo a Catalina: "En adelante, ya no me verás, hija mía; pero oirás mi voz en la oración".

Un día que Sor Catalina estaba inquieta, por no saber que inscripción poner en el reverso de la medalla, durante la oración, la Virgen le dijo: "La M y los dos corazones, son bastante elocuentes".

Símbolos de la Medalla, y mensaje espiritual:

En el Anverso:
-María aplastando la cabeza de la serpiente, que está sobre el mundo. Ella, la Inmaculada, tiene todo poder, en virtud de su gracia, para triunfar sobre Satanás.

-El color de su vestuario, y las doce estrellas sobre su cabeza: la mujer del Apocalipsis, vestida del sol.

-Sus manos extendidas, transmitiendo rayos de gracia, señal de su misión de madre, y mediadora de las gracias, que derrama sobre el mundo, y a quienes las pidan.

-Jaculatoria: dogma de la Inmaculada Concepción (antes de la definición dogmática de 1954). Misión de intercesión, confiar y recurrir a la Madre.

-El globo bajo sus pies: Reina del cielo y de la tierra.

-El globo en sus manos: el mundo ofrecido a Jesús, por sus manos.

En el reverso:
-La cruz: el misterio de redención- precio que pagó Cristo. obediencia, sacrificio, entrega.

-La M: símbolo de María, y de su maternidad espiritual.

-La barra: es una letra del alfabeto griego, "yota" o I, que es monograma del nombre, Jesús.

Agrupados ellos: La Madre de Jesucristo Crucificado, el Salvador.

-Las doce estrellas: signo de la Iglesia que Cristo funda sobre los Apóstoles, y que nace en el Calvario, de su corazón traspasado.

-Los dos corazones: la corredención. Unidad indisoluble. Futura devoción a los dos corazones, y su reinado.

Nombre:
La Medalla se llamaba originalmente: "de la Inmaculada Concepción", pero al expandirse la devoción, y haber tantos milagros concedidos, a través de ella, se le llamó popularmente "La Medalla Milagrosa".

Conversión de Ratisbone:
Alfonso Ratisbone era abogado y banquero; judío de 27 años. Tenía un gran odio hacia los católicos, porque su hermano Teodoro, se había convertido y ordenado sacerdote; tenía como insignia la medalla milagrosa, y luchaba por la conversión de los judíos.


Alfonso pensaba casarse poco después, con una hija de su hermano mayor, Flora, diez años menor que él, cuando en enero de 1842, haciendo un viaje de turismo a Nápoles y Malta, y por una equivocación de trenes, llegó a Roma. Aquí se creyó, en la obligación de visitar a un amigo de la familia, el barón Teodoro de Bussiere, protestante convertido al catolicismo.

El barón le recibió con toda cordialidad, y se ofreció a enseñarle Roma. En una reunión, donde Ratisbone hablaba horrores de los católicos, este barón lo escuchó con mucha paciencia, y al final le dijo: "Ya que usted está tan seguro de sí mismo, prométame llevar consigo, lo que le voy a dar.

¿Qué cosa?.
- Esta medalla.

Alfonso la rechazó indignado, y el barón replicó: "Según sus ideas, el aceptarla le debía dejar a usted indiferente. En cambio a mí, me causaría satisfacción".

Se echó a reír, y se la puso comentando que él no era terco, y que era un episodio divertido. El barón se la puso al cuello, y le hizo rezar el Memorare.

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Memorare
Oración de intercesión a la Santísima Virgen, comúnmente atribuida a San Bernardo de Clairvaux (1090-1153), posiblemente porque fue popularizada por Claude Bernard, el "Sacerdote Pobre" (1588-1641). El verdadero autor es desconocido. Los primeros textos que se conocen, datan del siglo quince.

Frecuentemente los Papas, le han otorgado indulgencias, hay ahora indulgencias parciales para quienes la reciten.

La versión común dice: "¡Acordaos, oh, piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir, que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando tu auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante Vos. Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén". (Etim. Latín memorare, recordar.)
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El barón pidió oraciones a varias personas, entre ellas para el conde La Ferronays. Cuando el conde de Bussiere lo visitó, y le comentó lo que había hecho con Ratisbone, éste le respondió: "si le ha puesto la medalla milagrosa, y le ha hecho rezar el Memorare, seguro que se convierte".

El conde La Ferronays, murió de repente dos días después. Se supo que durante esos dos días, había ido a la basílica de Santa María la Mayor, a rezar cien Memorares, por la conversión de Ratisbone.

Por la Plaza España, se encuentra el barón Teodoro de Bussiere con Ratisbone, en su último día en Roma, y éste le invita a pasear. Pero antes, tenía que pasar por la Iglesia de San Andrés, para arreglar lo del funeral del conde La Ferronays. Ratisbone le acompaña a la Iglesia.

He aquí su testimonio, de lo que entonces sucedió: "a los pocos momentos de encontrarme en la Iglesia, me sentí dominado por una turbación inexplicable.

Levanté los ojos, y me pareció que todo el edificio, desaparecía de mi vista.

Una de las capillas, la de San Miguel, había concentrado toda la luz, y en medio de aquel esplendor, apareció sobre el altar, radiante y llena de majestad y de dulzura, la Virgen Santísima, tal y como está grabada en la medalla.

Una fuerza irresistible me impulsó hacia la capilla. Entonces la Virgen, me hizo una seña con la mano, como indicándome que me arrodillara... La Virgen no me habló, pero lo he comprendido todo".

El barón de Bussiere, lo encuentra de rodillas, llorando y rezando con las manos juntas, besando la medalla. Poco tiempo más tarde, es bautizado en la Iglesia del Gesu, en Roma. Por orden del Papa, se inicia un proceso canónico, y fue declarado "verdadero milagro".

Alfonso Ratisbone entró en la Compañía de Jesús. Ordenado sacerdote, fue destinado a París, donde estuvo ayudando a su hermano Teodoro, en los catecumenados, para la conversión de los judíos.


Altar de la Madonna del milagro
Santa Andrea delle Fratte
Aquí ocurrió el milagro

Después de haber sido por 10 años Jesuita, con permiso sale de la orden, y funda en 1848, las religiosas y las misiones, de Nuestra Señora de Sión. En solo los diez primeros años Ratisbone, consiguió la conversión de 200 judíos y 32 protestantes.

Trabajó lo indecible en Tierra Santa, logrando comprar el antiguo pretorio de Pilato, que convirtió en convento, e Iglesia de las religiosas. También consiguió que estas religiosas, fundasen un hospicio en Ain-Karim, donde murió santamente en 1884, a los 70 años.

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Triduo en honor de la Virgen de la Medalla Milagrosa.
Por la señal de la Santa Cruz, etc.


ACTO DE CONTRICION.

Oración para todos los días:
¡Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros, que recurrimos a Vos!
¡Dulcísima Reina de los cielos y de la tierra!; que por amor a los hombres, te dignaste manifestarte, a vuestra sierva Sor Catalina, con las manos llenas de rayos de luz; a fin de hacer saber al mundo, que deseas derramar abundantes gracias, sobre todos los que con confianza te piden;

Concédeme Madre mía, que a imitación de Sor Catalina, derrames en mi alma, la luz necesaria, para conocer mi nada y mi miseria; y lo mucho que debo a mi Padre Dios, por tantísimos beneficios, que me ha dispensado; y que cumpliendo su voluntad en esta vida, pueda gozar en Tu compañía eternamente en el cielo. Amén.

Tres Ave Marías, y 3 veces la jaculatoria Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.

Primer Día:

¡Amorosísima Madre mía!, que placer tiene mi alma, cuando considero que tantos deseos tienes, en concederme vuestros favores; que no esperas otra cosa, sino que acuda a Tí, para remediar nuestros males, y llenarnos de vuestras gracias y dones.
Oh María, mi Madre amada, reina de la Corte Celestial, te ruego que todos acudamos siempre a Tí, como nuestra única esperanza.

Memorare:

Acuérdate, ¡Oh piadosísima Siempre Virgen María!, que no se ha oído decir jamás; que ninguno de los que han recurrido a vuestra protección, e implorado vuestro socorro, haya sido abandonado de Tí. Animado con esta confianza, Oh Virgen de las Vírgenes!, a Tí vengo; gimiendo bajo el peso de mis pecados, me postro a Tus pies.
¡Oh Madre del Divino Verbo!, no desprecies mis súplicas; antes bien, escúchalas favorablemente, y dígnate acogerlas. Amén.

Tres veces la jaculatoria: Oh María sin pecado original concebida, rogad por nosotros, que recurrimos a Vos.

Segundo Día:

Santísima Madre de Dios!, Señora nuestra y mi tierna Madre!; que consuelo tan grande siente mi corazón, cuando contemplo Tu imagen, como te vió Sor Catalina, con un globo en vuestras Divinas Manos, que representaba toda la tierra, y lo estrechabas sobre vuestro pecho; simbolizando el amor que tienes a los hombres. Concédeme, ¡oh Divina Madre Eterna! Oh Madre mía!, el que sepamos corresponder a tanto amor, procurando imitar vuestras virtudes. Así sea.

Repetir la Oración del Memorae

Tercer Día:

¡Virgen Inmaculada!. Celestial Madre mía!. Con que placer llego ante Tu Santísimo Altar para contemplar Tus virtudes, y exponer mis penas. Que tu aliento santo cubra mi espíritu, al acercarme ante Tu Sagrada Imagen, donde veo representada tu más profunda humildad, una modestia admirable, y el resto de todas las perfecciones, con que el Señor Dios te adornó.

Haz Madre Santísima, Celestial Señora, Reina del Clero, de los Apóstoles. Madre del Mesías. Hija predilecta de Dios Padre. Que oigamos siempre Tus maternales avisos, para que arrepentidos de nuestras culpas, e imitando vuestras virtudes, logremos la inmensa dicha de estar contigo en el cielo, por toda la eternidad. Así sea.

Repetir la Oración del Memorae

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A NUESTRA MADRE DE LA MEDALLA MILAGROSA.
Postrado ante vuestro acatamiento,
¡Oh Virgen de la Medalla Milagrosa!,
y después de saludaros en el augusto misterio,
de vuestra concepción sin mancha,
os elijo, desde ahora para siempre, por mi Madre,
Abogada, Reina y Señora de todas mis acciones, y
Protectora ante la majestad de Dios.
Yo os prometo, Virgen Purísima, no olvidaros jamás,
ni de vuestro culto, ni de los intereses de vuestra gloria,
a la vez que os prometo también,
promover en los que me rodean, vuestro Amor.
Recibidme, Madre tierna, desde este momento,
y sed para mí, el Refugio en esta vida,
y el sostén a la hora de la muerte. Amén. 


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