sábado, 26 de octubre de 2019


Sábado 26 DE OCTUBRE

SAN EVARISTO, QUINTO PAPA
MÁRTIR (+117)


Nació por los años 60, de una familia judía, asentada en tierras griegas. Recibió educación judía, y aprendió en los liceos helénicos. Él fue quien acuñó el término de «Santa», a la Iglesia Católica.

No se conocen datos de su conversión al cristianismo, pero se le ve ya en Roma, como uno de los presbíteros muy estimados por los fieles, que lleno de celo, eleva el nivel de conocimiento y de piedad, de la comunidad de cristianos de la ciudad, entregándose por completo, a mostrarles a Jesucristo. Amplio conocedor de la Sagrada Escritura, es docto en la predicación y humilde en el servicio.

Muerto mártir el Papa Anacleto, sucesor de Clemente, la atención se fija en Evaristo. Por humildad, se resistió con todas las fuerzas posibles, a asumir la dignidad, que comportaba tan alto servicio. El día 27 de Julio del año 108, tuvo la Iglesia por Papa, a Evaristo.

Atendió cuidadosamente las necesidades del rebaño: Defiende la verdadera fe, contra los errores gnósticos. Establece normas que conciernen a la consagración, y el trabajo pastoral de los Obispos, y de los diáconos. Manda la celebración pública de los matrimonios. Se ocupa de la vida de los fieles, esbozándose ya, una cierta administración territorial, para su mejor atención y gobierno. También escribió cartas, a los fieles de África y de Egipto.

Combatió la herejía denominada Docetismo. Es una doctrina, aparecida a finales del primer siglo de la era cristiana, que afirmaba que Cristo no había sufrido la crucifixión, ya que su cuerpo sólo era aparente, y no real.

La Iglesia de ese tiempo, crecía todos los días en número, pero estaba perseguida por las leyes; era silenciosa y fuerte en la fe, oculta y limpia en las obras; vivía dentro del Imperio, en estado latente, desplegando poco a poco su potencialidad, al soplo del Espíritu.

Murió mártir, siendo Trajano emperador, hacia el año 117.

Oración: Señor y Dios nuestro, que por los méritos e intercesión de San Evaristo Papa, la Iglesia vuelva a ser santa, silenciosa y fuerte en la fe, oculta y limpia en su proceder, quedando siempre atenta al soplo del Espíritu Santo.

Que nunca intente ser una fuerza política, ni ceder en su deber de proclamar Penitencia y Conversión, a sí misma en primer lugar, y a la Humanidad toda, tal como siempre lo pidió, La Santísima Virgen María, en todas sus apariciones recientes, a quien invocamos, para que siempre nos acompañe, en el duro peregrinar de nuestra Vida. Amén.

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